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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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—¿Qué aspecto tiene una de sus excavaciones un año después?<br />

—Bastante malo —admitió ella.<br />

—¿No vuelven a plantar, no restauran la tierra después de excavarlo?<br />

—No.<br />

—¿Por qué no?<br />

Ellie se encogió de hombros:<br />

—No hay dinero, supongo...<br />

—¿Sólo hay dinero suficiente para cavar, pero no para restaurar?<br />

—Bueno, sólo estamos trabajando en las tierras malas...<br />

—Tan sólo las tierras malas —dijo Malcolm, meneando la cabeza—. Tan sólo basura.<br />

Tan sólo subproductos. Tan sólo efectos colaterales... Estoy tratando de decirle que los<br />

científicos lo quieren de esa manera: quieren subproductos, basura, cicatrices y efectos<br />

colaterales. Es una forma de tranquilizarse. Eso se incorpora a la trama de la ciencia y es<br />

un desastre cada vez mayor.<br />

—Entonces, ¿cuál es la respuesta?<br />

—Desháganse de los que son ininteligentes. Retírenlos del poder.<br />

—Pero entonces perderíamos todos los progresos...<br />

—¿Qué progresos? —preguntó Malcolm, irritado—. La cantidad de horas que las<br />

mujeres le dedican al cuidado del hogar no ha cambiado desde 1930, a pesar de todos los<br />

progresos. Todas las aspiradoras, lavadoras-secadoras, trituradoras de basura,<br />

eliminadoras de desperdicios, telas que se lavan y se usan sin planchado... ¿Por qué<br />

limpiar la casa requiere tanto tiempo, todavía, como en 1930?<br />

Ellie nada dijo.<br />

—Porque no ha habido progreso ninguno —se autorrespondió Malcolm—. No<br />

verdadero progreso. Treinta mil años atrás, cuando los hombres estaban haciendo<br />

pinturas rupestres en Lascaux, trabajaban veinte horas semanales para abastecerse de<br />

alimento, refugio y vestido. El resto del tiempo podían jugar, o dormir, o hacer lo que<br />

quisieran. Y vivían en un mundo natural, con aire puro, agua pura, hermosos árboles y<br />

ocasos. Piense en eso: veinte horas por semana. Hace treinta mil años.<br />

—¿Quiere volver atrás el reloj?<br />

—No: quiero que la gente despierte. Hemos tenido cuatrocientos años de ciencia<br />

moderna y, en este momento, deberíamos saber para qué sirve y para qué no. Es hora de<br />

cambiar.<br />

—¿Antes de que destruyamos el planeta? —inquirió Ellie.<br />

Malcolm suspiró, y cerró los ojos. Después:<br />

—Oh, querida: eso sería lo último de lo que me preocuparía.<br />

En el oscuro túnel del río de la jungla, Grant avanzaba, cogiéndose de las ramas<br />

alternativamente con una mano y con la otra, desplazando con cuidado la balsa hacia<br />

delante. Todavía percibía los sonidos. Y, por fin, vio los dinosaurios:<br />

—¿No son ésos los venenosos?<br />

—Sí —contestó Grant—. Dilofosaurios.<br />

Erguidos en la orilla había dos dilofosaurios. Los cuerpos de tres metros de alto tenían<br />

manchas amarillas y negras; por debajo, el vientre era verde brillante, como el de las<br />

lagartijas. Dos crestas curvas gemelas, rojas, corrían a lo largo de la parte superior de la<br />

cabeza, desde los ojos hasta la nariz, formando una V por encima de la cabeza. La<br />

apariencia como de pájaro quedaba reforzada por el modo en que los animales se<br />

movían, inclinándose para beber agua del río, irguiéndose después para gruñir y ulular.<br />

Lex susurró:<br />

—¿Deberíamos bajar y caminar?

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