PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
tienda durante un vendaval: no podía ver; no podía oír; no había otra cosa más que el<br />
aleteo, los chillidos y las membranas coriáceas. Las patas armadas de garras le arañaban<br />
frenéticamente el pecho. Lex gritaba, Grant se desprendió del dáctilo, que chillaba<br />
mientras batía las alas y pugnaba por girar sobre sí mismo, para enderezarse. Por fin<br />
consiguió apoyarse en las alas, como un murciélago, y rodó sobre sí mismo; se irguió<br />
sobre las pequeñas garras de las alas y empezó a caminar de esa manera. Grant vaciló<br />
un momento, atónito: ¡el animal podía caminar sobre sus alas! ¡La especulación de<br />
Lederer era correcta! Pero, en ese momento, los demás dáctilos se les venían en picado y<br />
Grant estaba atontado, sin haber recuperado el equilibrio y, horrorizado, vio a Lex correr<br />
con los brazos sobre la cabeza... Tim gritaba a voz en cuello...<br />
El primero de los animales se abalanzó; la niña le tiró algo y, de repente, el dáctilo silbó<br />
y volvió a elevarse. Los demás dáctilos hicieron lo mismo y siguieron al primero por el<br />
cielo. El cuarto dáctilo aleteó desmañadamente en el aire, para unirse a los otros. Grant<br />
miró hacia arriba, entornando los ojos, para ver qué había pasado: los tres dáctilos<br />
perseguían al primero, chillando con furia.<br />
Habían quedado solos en el campo.<br />
—¿Qué ha pasado? —preguntó Grant.<br />
—Tienen mi guante —contestó Lex—. Mi «Darril Strawberry» especial.<br />
Empezaron a caminar de nuevo.<br />
Tim puso el brazo alrededor de los hombros de su hermana:<br />
—¿Estás bien?<br />
—¡Claro, que sí, estúpido! —respondió Lex, sacudiéndoselo de encima. Miró hacia<br />
arriba—: Espero que se atraganten y se mueran.<br />
—Sí —dijo Tim—. Yo también.<br />
Allá adelante vieron el bote en la orilla. Grant miró su reloj: eran las ocho y treinta.<br />
Tenían dos horas y media para regresar.<br />
Lex vitoreó cuando se deslizaron por el río, alejándose más allá de la cúpula plateada<br />
del sector de aves prehistóricas. Después, las orillas del río se estrecharon a ambos lados<br />
y los árboles se reunieron por encima de ellos una vez más. El río era más angosto que<br />
nunca, en algunos puntos no medía más que tres metros de ancho, y la corriente fluía con<br />
más rapidez. Lex extendía la mano para tocar las ramas cuando pasaban frente a ellas.<br />
Grant se retrepó en la balsa y escuchó el gorgoteo del agua a través de la tibia goma.<br />
Ahora se desplazaban más de prisa, las ramas que tenían por encima se deslizaban con<br />
mayor celeridad. Era agradable. Producía un poco de brisa en los cálidos confines de las<br />
ramas que se adoselaban sobre ellos. Y eso quería decir que regresarían mucho más de<br />
prisa.<br />
Grant conjeturó que habían llegado, pero que tenían que estar a muchos kilómetros,<br />
por lo menos, del edificio de los saurópodos en el que habían pasado la noche. Quizás a<br />
seis u ocho kilómetros; quizá, todavía más. Eso significaba que podrían hallarse a nada<br />
más que una hora de caminata del hotel, una vez que abandonaran la balsa. Pero,<br />
después de lo del sector de aves prehistóricas, Grant no tenía el menor interés por volver<br />
a dejar el río. Por el momento, estaban viajando a buena velocidad.<br />
—Me pregunto cómo estará Ralph —dijo Lex—. Probablemente está muerto, o algo<br />
así.<br />
—Estoy seguro de que está bien.<br />
—Me pregunto si me dejaría montarlo. —La niña suspiró, amodorrada por el sol—. Eso<br />
sería bonito, montar a Ralph.<br />
Tim le dijo a Grant:<br />
—¿Recuerda cuando estábamos con el estegosaurio? ¿Anoche?<br />
—Sí.<br />
—¿Cómo es que usted les preguntó lo del ADN de rana?