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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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—No, contestó Grant: vio burbujas... después, una tenue olita que surcaba la<br />

superficie, que venía hacia el bote...<br />

—¡Agarraos! —gritó, mientras la cabeza embestía desde abajo el piso de goma,<br />

doblando la balsa, levantándola en el aire y haciéndola girar enloquecidamente antes de<br />

que se volviera a estrellar en el agua.<br />

—¡Haga algo! —grito Alexis—. ¡Haga algo!<br />

Grant extrajo la pistola de aire comprimido que llevaba en la cintura: la veía<br />

lastimosamente pequeña en sus manos, pero quizás existía la posibilidad de que, si le<br />

daba al animal en un punto sensible, como el ojo o la nariz...<br />

El tiranosaurio emergió al lado del bote, abrió la boca y rugió. Grant apuntó, y disparó.<br />

El dardo centelleó a la luz y le dio en la mejilla. El tiranosaurio sacudió la cabeza y volvió a<br />

rugir.<br />

Y, de repente, oyeron un rugido de respuesta que flotó por el agua hacia ellos.<br />

Al mirar hacia atrás, Grant vio al T-rex joven en la orilla, agachado sobre el saurópodo<br />

muerto, reclamando la presa como suya. Con un rápido movimiento circular de la cabeza,<br />

el ejemplar joven arrancó carne de la presa; después alzó la cabeza y bramó. El<br />

tiranosaurio adulto lo vio también, y la reacción fue inmediata: se volvió sobre sí mismo<br />

para proteger su presa, nadando vigorosamente hacia la orilla.<br />

—¡Se está yendo! —aulló Lex, batiendo palmas—. ¡Se está yendo! ¡Na-na-na-na!<br />

¡Dinosaurio estúpido!<br />

Desde la orilla, el espécimen joven rugió desafiante. Presa de furia, el adulto salió<br />

violentamente de la laguna a toda velocidad; el agua chorreaba de su inmenso cuerpo,<br />

mientras ascendía velozmente la colina. El tiranosaurio joven agachó la cabeza y huyó,<br />

con las mandíbulas todavía llenas de carne desgarrada.<br />

El adulto le persiguió, pasando a toda velocidad frente al saurópodo muerto y<br />

desapareciendo sobre la colina. El grupo de seres humanos oyó su último bramido de<br />

amenaza y, después, la balsa se desplazó hacia el Norte, doblando un recodo de la<br />

laguna, en dirección al río.<br />

Exhausto por haber remado, Grant cayó de espaldas. El pecho le subía y bajaba con<br />

esfuerzo: no podía recobrar el aliento. Estaba acostado en el fondo de la balsa, jadeando.<br />

—¿Se siente bien, doctor Grant? —preguntó Lex.<br />

—De ahora en adelante, ¿vas a hacer exactamente lo que te diga?<br />

—¡Oh, bueno! —suspiró, como si se le hubiera hecho la exigencia más descabellada<br />

del mundo.<br />

Dejó que el brazo le arrastrara un rato en el agua:<br />

—Usted dejó de remar —observó.<br />

—Estoy cansado.<br />

—Entonces, ¿cómo es que todavía nos estamos moviendo?<br />

Grant se incorporó. La niña tenía razón: la balsa derivaba con curso fijo hacia el Norte.<br />

—Tiene que haber una corriente.<br />

Ésta los llevaba hacia el Norte, hacia el hotel. Grant miró su reloj y quedó pasmado al<br />

ver que eran las siete y cuarto: sólo habían pasado quince minutos desde que miró el reloj<br />

la última vez. Parecía como si hubieran transcurrido dos horas.<br />

Se acostó de espaldas contra las bordas de goma, cerró los ojos y se durmió.<br />

QUINTA ITERACIÓN<br />

BÚSQUEDA<br />

Las deficiencias del sistema se agravarán ahora.<br />

IAN MALCOLM

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