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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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Sea como fuere, el maiasaurio ahora parecía encontrar demasiado perturbadores a<br />

estos extraños seres que se descolgaban por el árbol. Con un graznido final, arreó al<br />

bebé, dándole suaves empujoncitos con el pico, y se alejó con pesados y lentos pasos.<br />

Vaciló una vez y se volvió para mirar a los tres humanos, pero después prosiguió su<br />

camino.<br />

Llegaron al suelo. Lex se sacudió el polvo: ambos niños estaban cubiertos por una<br />

capa de polvillo fino. Alrededor de ellos toda la hierba estaba aplastada. Había rastros de<br />

sangre, y un olor agrio.<br />

Grant miró su reloj:<br />

—Es mejor que nos pongamos en marcha, chicos.<br />

—Yo no —dijo Lex—. Yo ya no ando más.<br />

—Tenemos que hacerlo.<br />

—¿Por qué?<br />

—Porque les tenemos que contar lo del barco. Puesto que no parece que puedan<br />

vernos en los sensores de movimiento, tenemos que hacer todo el camino de regreso por<br />

nosotros mismos. Es la única manera.<br />

—¿Por qué no podemos usar la balsa inflable? —dijo Tim.<br />

—¿Qué balsa?<br />

Tim señaló hacia el bajo edificio de hormigón con los barrotes, que se usaba para<br />

mantenimiento y en el que habían pasado la noche: estaba a unos dieciocho metros, al<br />

otro lado del campo.<br />

—He visto una balsa allí —dijo.<br />

Grant vio inmediatamente las ventajas: ahora eran las siete de la mañana. Por lo<br />

menos, les faltaban trece kilómetros. Si pudieran viajar en una balsa por el río, avanzarían<br />

mucho más de prisa que si fueran por tierra:<br />

—Hagámoslo —asintió.<br />

Arnold apretó la tecla de modalidad de Búsqueda Visual y observó, mientras los<br />

monitores empezaba a explorar por todo el parque y las imágenes cambiaban cada veinte<br />

segundos. Era cansado mirar, pero era la manera más fácil de encontrar el jeep de Nedry,<br />

y Muldoon había sido inflexible al respecto: Había salido con Gennaro para observar la<br />

estampida, pero ahora, que era de día, quería que encontrasen el vehículo. Quería las<br />

armas.<br />

Su intercomunicador chasqueó:<br />

—Señor Arnold, ¿puedo hablar un momento con usted, por favor?<br />

Era Hammond. Su voz sonaba como la voz de Dios.<br />

—¿Desea venir aquí, señor Hammond?<br />

—No, señor Arnold. Venga donde estoy yo: estoy en el laboratorio de Genética, con el<br />

doctor Wu. Le estaremos esperando.<br />

Arnold suspiró, y se alejó de las pantallas.<br />

Grant tropezó en lo profundo de los sombríos recovecos del edificio. Apartó de su<br />

camino recipientes de veintidós litros y medio de capacidad de herbicidas; equipos para<br />

podar árboles; cámaras de repuesto para jeep; bobinas de cerca contra ciclones; bolsas<br />

de cuarenta y cinco kilos de fertilizante; pilas de aisladores marrones de cerámica; latas<br />

vacías de aceite para motor; lámparas de trabajo y cables.<br />

—No veo ninguna balsa.<br />

—Siga caminando.<br />

Bolsas de cemento; tramos de cañería de cobre; tejido de malla verde... y dos remos<br />

de plástico colgados de abrazaderas en la pared de hormigón.<br />

—Muy bien —dijo—. Pero, ¿dónde está la balsa?<br />

—Tiene que estar aquí, en alguna parte —dijo Tim.<br />

—¿Es que no la has visto?

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