PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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sombras, y una enorme pata trasera hizo su aparición: más gruesa que el tronco de un<br />
árbol, tenía cinco uñas curvadas hacia abajo, como las de un elefante.<br />
Ralph alzó la vista y lanzó un chillido. Desde lo alto bajó la cabeza: de un metro<br />
ochenta de largo, con tres cuernos blancos, uno encima de cada uno de los grandes ojos<br />
pardos y otro, más pequeño, en la punta de la nariz. Era un triceratops totalmente<br />
desarrollado. El enorme animal miró con curiosidad a Lex y Grant, parpadeando con<br />
lentitud y, después, dirigió su atención hacia Ralph: emergió una lengua que lamió al<br />
bebé. Ralph lanzó un chillido y se frotó contra la enorme pata, henchido de felicidad.<br />
—¿Ésa es la mamá? —preguntó Lex.<br />
—Así parece —dijo Grant.<br />
—¿Tenemos que darle de comer a la mamá también?<br />
Pero la enorme triceratops ya estaba empujando suavemente a Ralph con el hocico,<br />
alejándolo de los barrotes.<br />
—Supongo que no.<br />
La cría de triceratops se apartó de los barrotes y se alejó. De vez en cuando, su<br />
inmensa madre lo empujaba con suavidad, encaminándolo, mientras los dos se dirigían<br />
hacia campo abierto.<br />
—Adiós, Ralph —lo despidió Lex, agitando la mano.<br />
Tim salió de las sombras del edificio.<br />
—Os diré lo que vamos a hacer —anunció Grant—: voy a lo alto de la colina para<br />
excitar los sensores de movimiento, de modo que sepan dónde tienen que venir a<br />
buscarnos. Vosotros dos os quedáis aquí y me esperáis.<br />
—No —dijo Lex.<br />
—¿Por qué? Quedaos. Aquí estáis a salvo.<br />
—Usted no va a dejarnos —insistió Lex—. ¿No es así, Timmy?<br />
—Así es —asintió Tim.<br />
—Muy bien —dijo Grant.<br />
Se escurrieron entre los barrotes y salieron al exterior.<br />
Era justo antes del amanecer. El aire era cálido y húmedo; el cielo, de un rosado suave<br />
y púrpura. Una bruma baja se extendía muy cerca del suelo. A cierta distancia, vieron a la<br />
madre triceratops y a su cría alejándose en dirección a una manada de grandes<br />
hadrosaurios de pico de pato, que comían el follaje de unos árboles situados a la orilla de<br />
la laguna.<br />
Algunos de los hadrosaurios estaban metidos en el agua hasta las rodillas. Bebían,<br />
bajando sus planas cabezas y se reunían con su propio reflejo en el agua inmóvil.<br />
Después, volvían a alzar la vista, con las cabezas girándoles sobre el cuello: en la orilla<br />
del agua, una de las crías se aventuró a salir, lanzó un chillido y después regresó a<br />
tropezones, presurosa, mientras los adultos observaban con indulgencia.<br />
Más hacia Sur, otros hadrosaurios comían la vegetación más baja. A veces se erguían<br />
sobre las patas traseras, apoyando las delanteras en los troncos de los árboles, para<br />
alcanzar las hojas de las ramas más altas. Y, muy a lo lejos, un gigantesco apatosaurio se<br />
alzaba sobre los árboles, con la diminuta cabeza girándole en el extremo de su cuello<br />
largo. La escena era tan pacífica que a Grant le resultaba difícil imaginar que pudiera<br />
haber algún peligro.<br />
—;Aau! —gritó Lex, bajando la cabeza con rapidez: dos gigantescas libélulas, de un<br />
metro ochenta, pasaron zumbando junto al trío de humanos.<br />
—¿Qué ha sido eso? —preguntó Lex.<br />
—Libélulas —dijo Grant—; el jurásico fue una época de insectos enormes.<br />
—¿Muerden?<br />
—No lo creo.<br />
Tim alzó la mano: una de las libélulas descendió sobre ella. El niño pudo sentir el peso<br />
del insecto inmenso.