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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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verdad, la impresión que tuve es que era un atacante bastante torpe de cualquier cosa<br />

más pequeña que un automóvil o un pequeño edificio de apartamentos.<br />

—¿Cree usted que atacó sin mayor interés por hacerlo?<br />

—Me duele decirlo pero, con honestidad, creo que no merecí toda su atención. Él sí<br />

mereció la mía, claro está. Pero, naturalmente, él pesa ocho toneladas. Yo no.<br />

Gennaro se volvió hacia Harding y le dijo:<br />

—Van a reparar las cercas. Arnold dice que Muldoon necesitará su ayuda para arrear a<br />

los animales.<br />

—Muy bien.<br />

—Mientras me dejen a la doctora Sattler y un amplio suministro de morfina —dijo<br />

Malcolm—. Y mientras se produzca un Efecto Malcolm aquí.<br />

—¿Qué es un Efecto Malcolm? —preguntó Gennaro.<br />

—La modestia me impide brindarle los detalles de un fenómeno que se llama así en mi<br />

honor. —Volvió a suspirar y cerró los ojos. Se quedó dormido en un santiamén.<br />

Ellie salió al pasillo con Gennaro:<br />

—No se deje engañar —manifestó—: esto representa para él un gran sobreesfuerzo.<br />

¿Cuándo van a traer un helicóptero?<br />

—¿Un helicóptero?<br />

—Necesita que le operen esa pierna. Asegúrese de que pidan un helicóptero, y saque<br />

a Malcolm de esta isla.<br />

EL <strong>PARQUE</strong><br />

El generador portátil tartamudeó y se puso en acción con un rugido. En el extremo de<br />

sus brazos telescópicos, los reflectores de cuarzo emitieron un enfermizo fulgor verde.<br />

Muldoon. oyó el suave gorgoteo del río de la jungla, unos pocos metros hacia el Norte. Se<br />

volvió al camión de mantenimiento y vio que uno de los trabajadores salía con una gran<br />

motosierra:<br />

—No, no —dijo—. Sólo las sogas, Carlos. No hace falta cortarlo.<br />

Se volvió para mirar la cerca. Al principio tuvieron dificultades para encontrar la sección<br />

que estaba en cortocircuito, porque no había mucho que ver: un pequeño protocarpus<br />

estaba apoyado contra la cerca. Era uno de los varios árboles de la misma especie que se<br />

habían plantado en esta región del parque, con el propósito de que sus plumosas ramas<br />

ocultaran la visión de la cerca.<br />

Pero ese árbol en particular estaba asegurado con riostras de alambre, para<br />

mantenerlo erguido, y con tensores: los alambres se habían roto durante la tormenta y los<br />

tensores metálicos habían salido volando hacia la cerca y la habían cortocircuitado.<br />

Naturalmente, nada de eso debió de ocurrir; se suponía que las cuadrillas encargadas del<br />

afianzamiento usarían alambres con aislamiento plástico y tensores de cerámica en la<br />

proximidad de las cercas. Pero había sucedido de todos modos.<br />

Sea como fuere, no iba a ser un gran trabajo. Todo lo que tenían que hacer era<br />

levantar el árbol caído contra la cerca, quitarle los herrajes de metal y marcarlo para que<br />

los jardineros lo arreglaran por la mañana. No debían tardar más de veinte minutos. Y<br />

daba lo mismo, porque Muldoon sabía que los dilofosaurios siempre se mantenían<br />

próximos al río. Aun cuando los trabajadores estaban separados del río por la cerca, los<br />

dilos podían escupir tranquilamente a través de ella, enviando su letal veneno.<br />

Ramón, uno de los trabajadores, se le acercó:<br />

—Señor Muldoon, ¿ha visto las luces?<br />

—¿Qué luces? —pregunto Muldoon.<br />

Ramón señaló hacia el Este, a través de la jungla:

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