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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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Ellie estaba en su habitación, a punto de cambiarse la ropa mojada, cuando oyó que<br />

llamaban a la puerta.<br />

—¿Alan? —preguntó, pero cuando abrió la puerta vio a Muldoon allí con un paquete<br />

envuelto en plástico bajo el brazo. Muldoon también estaba calado hasta los huesos y en<br />

su ropa había huellas de barro.<br />

—Lo siento, pero necesitamos su ayuda —dijo con tono enérgico—. Los Cruceros de<br />

Tierra fueron atacados hace una hora. Trajimos a Malcolm, pero está en estado de<br />

insuficiencia circulatoria. Tiene una herida muy grave en la pierna. Todavía está<br />

inconsciente, pero le he llevado a su habitación y le he metido en la cama. Harding ya<br />

está en camino hacia aquí.<br />

—¿Harding? —dijo Ellie—. ¿Y los demás?<br />

—Todavía no les hemos encontrado, doctora Sattler —contestó Muldoon. Ahora<br />

hablaba con lentitud.<br />

—Oh, Dios mío.<br />

—Pero creemos que el doctor Grant y los chicos todavía están vivos. Creemos que<br />

entraron en el parque, doctora Sattler.<br />

—¿Entraron en el parque?<br />

—Así lo creemos. Mientras tanto, Malcolm necesita ayuda. He llamado a Harding.<br />

—¿No deberían llamar al médico?<br />

—No hay médico en la isla. Harding es lo mejor que tenemos.<br />

—Pero sin duda pueden llamar a un médico...<br />

—No: las líneas telefónicas están muertas. No podemos llamar al exterior. —Cambió<br />

de lugar el paquete que llevaba bajo el brazo.<br />

—¿Qué es eso? —preguntó Ellie.<br />

—Nada. Pero vaya a la habitación de Malcolm y ayude a Harding, si no le molesta.<br />

Y se rué.<br />

Ellie se sentó en la cama, sobresaltada: no era mujer dispuesta a dejarse llevar por un<br />

pánico innecesario, y sabía que Grant ya había salido antes de situaciones peligrosas.<br />

Una vez se había perdido en las tierras malas durante cuatro días, cuando un acantilado<br />

cedió bajo él y su camión y se precipitó treinta metros dentro de un barranco. La pierna<br />

derecha de Grant estaba rota. No tenía agua. Pero regresó caminando con una pierna<br />

rota.<br />

Por otro lado, los niños...<br />

Meneó la cabeza, rechazando ese pensamiento: era probable que los chicos<br />

estuviesen con Grant y, si Grant estaba en el parque... pues, ¿qué mejor persona para<br />

guiarlos con seguridad por el Parque Jurásico que un experto en dinosaurios?<br />

EN EL <strong>PARQUE</strong><br />

—Estoy cansada —dijo Lex—. Lléveme, doctor Grant.<br />

—Eres demasiado grande para que te lleve —manifestó Tim.<br />

—Pero estoy cansada —insistió la niña.<br />

—Está bien, Lex —asintió Grant, levantándola—. ¡Uuf, cuánto pesas!<br />

Eran casi las nueve de la noche. La luna llena estaba velada por una bruma que<br />

llevaba el viento, y las romas sombras del trío les guiaban a través de un campo abierto,<br />

hacia un bosque oscuro que había más allá. Grant estaba ensimismado, tratando de<br />

decidir dónde estaba: desde el momento en que habían cruzado por encima de la cerca<br />

derribada por el tiranosaurio, tuvo la seguridad, bastante razonable, de que ahora estaban<br />

en algún lugar de la reserva del tiranosaurio. Lo que era un lugar en el que Grant no<br />

quería estar. En su mente seguía viendo el trazado por ordenador del territorio del

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