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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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Ahora, al tiranosaurio ya no se le veía, pues había desaparecido por el camino. Regis<br />

empezó a relajarse, aflojando su abrazo alrededor del tronco. Pero la jungla seguía<br />

estando silenciosa. Regis se mantuvo próximo al tronco durante medio minuto más.<br />

Después, los sonidos del bosque retornaron: el croar de una rana arbórea, el zumbido de<br />

una de las cicadíneas y, después, todo el coro. Regis se separó del árbol, agitando los<br />

hombros, relajando la tensión. Salió a la mitad del camino, mirando en la dirección hacia<br />

la que había partido el dinosaurio.<br />

El ataque llegó desde la izquierda.<br />

El joven tiranosaurio rugió cuando echó la cabeza hacia delante, haciendo que Regis<br />

cayera de espaldas al suelo. El publicista lanzó un alarido y, ayudándose en brazos y<br />

piernas, se puso de pie, pero el tiranosaurio le saltó encima en forma repentina, y debió<br />

de sujetarle con una pata trasera porque, súbitamente, Regis ya no se movió: estaba<br />

sentado en el sendero, gritándole al dinosaurio y agitando las manos ante él, como si<br />

pudiese ahuyentarlo. El joven dinosaurio parecía perplejo por los sonidos y los<br />

movimientos de su diminuta presa. Inclinó la cabeza hacia Regis, olfateándole con<br />

curiosidad, y el hombre lo aporreó en el hocico con los puños.<br />

—¡Lárgate! ¡Fuera! ¡Vamos, fuera! —gritaba Regis a voz en cuello, y el dinosaurio<br />

retrocedió, permitiendo que Regis se pusiera de pie.<br />

El hombre seguía gritando:<br />

—¡Sí! ¡Ya me has oído! ¡Atrás! ¡Lárgate! —mientras se alejaba del dinosaurio.<br />

El animal siguió contemplando con curiosidad al extraño y ruidoso animalito que tenía<br />

ante él pero, cuando Regis hubo recorrido unos pocos pasos, volvió a precipitarse sobre<br />

él y a derribarlo.<br />

El tiranosaurio está jugando con él, pensó Grant.<br />

—¡Eh! —gritó Regis mientras caía, pero el dinosaurio no le persiguió, permitiéndole que<br />

se pusiera de pie. Regís se puso en pie de un salto y siguió retrocediendo:<br />

—Pedazo de estúpido... ¡Atrás! ¡Atrás! Ya me has oído, ¡atrás! __gritaba, como un<br />

domador de leones.<br />

La cría de tiranosaurio rugió, pero no atacó, y Regis poco a poco se rué acercando a<br />

los árboles y al follaje alto que tenía a la derecha. Con unos pocos pasos más estaría en<br />

un escondrijo.<br />

—¡Atrás! ¡Tú! ¡Atrás! —gritó y entonces, en el último instante, el tiranosaurio dio un<br />

súbito salto y le hizo caer de espaldas—. ¡Termina con eso! —aulló Regis, y el animal<br />

bajó la cabeza en forma repentina. Regis empezó a gritar; no palabras, solamente un<br />

chillido estridente.<br />

El grito se cortó en forma abrupta y, cuando el tiranosaurio levantó la cabeza, Grant vio<br />

carne desgarrada en sus fauces.<br />

—¡Oh, no! —murmuró.<br />

A su lado, Tim volvió la cara, presa de una repentina náusea. Al hacerlo, sus lentes<br />

para visión nocturna le resbalaron de la frente, cayendo al suelo con un tintineo metálico.<br />

La cabeza de la cría de tiranosaurio se levantó como impulsada por un resorte y miró<br />

hacia la cima de la colina.<br />

Tim recogió las lentes, mientras Grant aferraba las manos de los chicos y echaba a<br />

correr.<br />

CONTROL<br />

Los compis se escabullían en la noche siguiendo el margen del camino. El jeep de<br />

Harding los siguió a corta distancia. Ellie señaló algo que estaba en el camino, más<br />

adelante:<br />

—¿Eso es una luz?

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