PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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Grant tomó eso en cuenta. Y seguía pensando en una sola cosa: la forma oscura que<br />
se había cruzado entre los Cruceros, aun antes de que comenzara el ataque. ¿Qué<br />
animal? Sólo se le ocurría una posibilidad: el tiranosaurio pequeño.<br />
—No lo creo, Tim: el camino tiene cercas altas a los lados —contestó Grant—. Si uno<br />
de los tiranosaurios está más adelante en el camino, quedaremos atrapados.<br />
—Entonces, ¿debemos esperar aquí? —dijo Tim.<br />
—Sí. Esperemos aquí hasta que alguien venga.<br />
—Tengo hambre —repitió Lex.<br />
—Espero que no pase mucho tiempo —dijo Grant.<br />
—No quiero quedarme —dijo Lex.<br />
Entonces, desde el pie de la colina, oyeron que un hombre tosía.<br />
—Quédate aquí —dijo Grant, y corrió hacia delante, para mirar desde lo alto de la<br />
colina.<br />
—Quédate aquí —dijo Tim, y corrió detrás de Grant.<br />
Lex siguió a su hermano:<br />
—No me dejéis aquí, muchachos...<br />
Grant le tapó la boca con la mano. Lex luchó por protestar. Grant le hizo un gesto de<br />
negación con la cabeza y señaló sobre la colina para que mirara.<br />
Al pie de la colina, Grant vio a Ed Regís, que estaba de pie, paralizado. El bosque que<br />
le rodeaba se había vuelto mortalmente silencioso. El constante zumbido de fondo de las<br />
cicadíneas y las ranas había cesado en forma abrupta. Sólo se oía el débil murmullo de<br />
las hojas y el gemido del viento.<br />
Lex empezó a decir algo, pero Grant la empujó contra el tronco del árbol más cercano,<br />
agachándose entre las nudosas raíces de la base. Tim fue inmediatamente detrás de<br />
ellos. Grant se llevó un dedo a los labios, haciéndoles gesto de que permanecieran en<br />
silencio y, después, con la máxima precaución, miró al otro lado del árbol.<br />
Abajo, el camino estaba oscuro y, cuando las ramas de los árboles grandes se<br />
agitaban con el viento, la luz de luna que se filtraba entre ellas formaba manchas<br />
cambiantes. Ed Regis había desaparecido. A Grant le llevó un instante localizarlo: el<br />
publicista estaba apretado contra el tronco de un árbol grande, abrazándolo; no se movía<br />
en absoluto.<br />
El bosque permanecía silencioso.<br />
Lex tironeó con impaciencia de la camisa de Grant: quería saber qué estaba pasando.<br />
En ese momento, desde algún lugar muy cercano, oyeron un soplido suave, como un<br />
bufido, apenas más fuerte que el sonido del viento. Lex lo oyó también, porque dejó de<br />
moverse.<br />
El sonido volvió a flotar hacia ellos, suave como un suspiro. Grant pensó que era, casi,<br />
como la respiración de un caballo.<br />
Grant miró a Regis, y vio las sombras cimbreantes que proyectaba la luna sobre el<br />
tronco del árbol. Y fue en ese momento cuando Grant se dio cuenta de que había otra<br />
sombra, superpuesta a las demás, pero que no oscilaba: la de un fuerte cuello curvo Y de<br />
una cabeza cuadrada.<br />
Se volvió a oír el soplido.<br />
Tim se inclinó con cautela, para ver. Lex lo hizo también.<br />
Oyeron un crac, cuando una rama se partió, y en el sendero apareció un tiranosaurio.<br />
Era el ejemplar joven: alrededor de dos metros y medio de alto, y se movía con el paso<br />
desgarbado de un animal joven, casi como un cachorrito. El joven tiranosaurio recorrió el<br />
sendero avanzando con torpeza, deteniéndose a cada paso para olfatear el aire, antes de<br />
continuar su marcha. Pasó de largo el árbol en el que se ocultaba Regís, y no dio señal<br />
alguna de haberle visto. Grant vio que el cuerpo de Regis se relajaba levemente. Regis<br />
volvió la cabeza, tratando de observar al tiranosaurio, que estaba del otro lado del árbol.