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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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podían ver lo suficientemente bien como para saber que ahora la bestia se estaba<br />

inclinando, olfateando el suelo.<br />

O comiendo algo que había en el suelo.<br />

—¿Puedes ver? —dijo Malcolm, entrecerrando los ojos.<br />

—No mucho, no.<br />

La lluvia castigaba el techo del Crucero de Tierra. Grant escuchó para ver si oía a la<br />

niña, pero no la oyó. Los dos hombres se sentaron en el coche, escuchando.<br />

—¿Fue la niña? —aventuró Malcolm, finalmente—. Sonaba como si fuese la niña.<br />

—Lo era, sí.<br />

—¿Lo era?<br />

—No lo sé —contestó Grant. Sintió que una fatiga insidiosa le invadía.<br />

Borroso a través del parabrisas mojado por la lluvia, el dinosaurio se volvió hacia ellos.<br />

Iba hacia su coche. Con pasos lentos, nefastos, que se dirigían directamente en su<br />

dirección.<br />

—¿Sabes? —dijo Malcolm—. Es en ocasiones como ésta en las que se opina que,<br />

bueno, quizás a los animales extinguidos se los debería dejar extinguidos. ¿No tienes esa<br />

sensación ahora?<br />

—Sí —asintió Grant. Sentía que el corazón le latía con violencia.<br />

—Humm. ¿Tienes, éste, ah, alguna sugerencia en cuanto a lo que hemos de hacer<br />

ahora?<br />

—Seguir en el coche.<br />

—Tuve la clara sensación —continuó Malcolm— de que eso no funcionó especialmente<br />

bien la última vez. —Malcolm estaba empezando a temblar en la oscuridad, Grant podía<br />

sentir cómo el cuerpo del matemático empezaba a estremecerse junto al de él—: No,<br />

nada bien. Así que, si no te molesta, voy a correr el albur.<br />

Malcolm giró la manija, abrió la puerta de una patada y corrió. Pero, incluso mientras lo<br />

hacía, Grant pudo ver que era demasiado tarde, que el tiranosaurio estaba muy cerca.<br />

Estalló otro relámpago y, en ese instante de refulgente luz blanca, Grant observó,<br />

horrorizado, cómo Malcolm corría hacia la lluviosa noche. El tiranosaurio rugió y saltó<br />

hacia delante.<br />

Grant no vio con claridad lo que, exactamente, ocurría después: Malcolm estaba<br />

corriendo hacia delante, con los pies chapoteando en el barro. El tiranosaurio se le puso<br />

al lado de un salto, bajó repentinamente la enorme cabeza, y Malcolm fue despedido por<br />

el aire como un muñeco.<br />

En ese momento, también Grant estaba fuera del coche, sintiendo la lluvia fría que le<br />

azotaba la cara y el cuerpo. El tiranosaurio le había vuelto la espalda, su enorme cola<br />

oscilaba en el aire. Grant se estaba poniendo en tensión para correr hacia el bosque<br />

cuando, de repente, el tiranosaurio giró sobre sí mismo para hacerle frente, y rugió.<br />

Grant quedó paralizado.<br />

Estaba en pie al lado de la portezuela del acompañante, empapado por la lluvia. Estaba<br />

completamente expuesto, con el tiranosaurio a no más de dos metros, o dos metros y<br />

medio, de distancia. El enorme animal le contempló desde lo alto, y volvió a rugir: a una<br />

distancia tan reducida, el sonido era aterradoramente fuerte. Grant se sentía temblar por<br />

el frío y por el miedo. Las manos le temblaban; las apretó contra el metal del panel de la<br />

puerta, para inmovilizarlas.<br />

El tiranosaurio volvió a rugir, pero no atacó. Levantó la cabeza y miró, primero con un<br />

ojo, después con el otro, al Crucero de Tierra.<br />

Y no hizo nada.<br />

Se limitó a quedarse quieto allí. Enfrentado el Crucero de Tierra, pero sin hacer nada.<br />

¿Qué estaba pasando?<br />

Las poderosas mandíbulas se abrieron y se cerraron. El tiranosaurio bramó una vez<br />

más, con ira y, después, la gran pata trasera se elevó, y cayó aplastando el techo del

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