PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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—¿De qué se trata? —preguntó Muldoon. Se alejó de la ventana y, por eso, no vio salir<br />
al jeep del garaje subterráneo y dirigirse hacia el Este, hacia el parque, a lo largo del<br />
camino de mantenimiento.<br />
—Ese idiota de Nedry apagó los sistemas de seguridad —dijo Arnold—. Todo el edificio<br />
está abierto. Ninguna de las puertas está cerrada.<br />
—Informaré a los guardias —dijo Muldoon.<br />
—Eso es lo menos importante: cuando se apaga la seguridad, se apagan las cercas<br />
periféricas también.<br />
—¿Las cercas?<br />
—Las cercas eléctricas. Están muertas, toda la isla.<br />
—Usted quiere decir...<br />
—Eso es: ahora los animales pueden salir. —Encendió un cigarrillo, y siguió—: Es<br />
probable que no ocurra nada, pero nunca se sabe...<br />
Muldoon empezó a caminar hacia la puerta:<br />
—Es mejor que vaya en el jeep y traiga a la gente que va en esos dos Cruceros de<br />
Tierra... por las dudas.<br />
Muldoon bajó con rapidez las escaleras hacia el garaje. Realmente no estaba<br />
preocupado por el hecho de que las cercas se hubieran apagado: la mayoría de los<br />
dinosaurios había estado en sus campos cercados durante nueve meses, o más, y habían<br />
rozado las cercas más de una vez, con notables resultados. Muldoon sabía con cuánta<br />
rapidez los animales aprendían a evitar los estímulos procedentes de sacudidas<br />
eléctricas: se podía entrenar a una paloma de laboratorio nada más con dos o tres<br />
aplicaciones como estímulo. Así que era improbable que los dinosaurios se acercaran<br />
ahora a las cercas.<br />
Muldoon estaba más preocupado por lo que haría la gente que iba en los coches. No<br />
quería que salieran de los vehículos, porque, una vez que volviera la corriente, los coches<br />
se empezarían a mover de nuevo, ya fuera con la gente en su interior, o sin ella. Los<br />
pasajeros podrían quedar abandonados. Naturalmente, bajo la lluvia era improbable que<br />
abandonaran los coches. Pero, así y todo..., nunca se sabía...<br />
Entró en el garaje y se apresuró a llegar al jeep. Tuvo suerte, pensaba, de haber tenido<br />
la previsión de poner el lanzador en el vehículo. Podía salir de inmediato y estar ahí<br />
afuera en...<br />
¡No estaba!<br />
—¿Qué demonios...? —Muldoon quedó con la mirada fija en el sitio vacío del<br />
estacionamiento, atónito.<br />
¡El jeep no estaba!<br />
¿Qué diablos estaba ocurriendo?<br />
CUARTA ITERACIÓN<br />
Inevitablemente, empiezan a aparecer inestabilidades matemáticas subyacentes.<br />
IAN MALCOLM<br />
EL CAMINO PRINCIPAL<br />
La lluvia tamborileaba intensamente sobre el techo del Crucero de Tierra. Tim sentía<br />
las lentes de visión nocturna apretándole con fuerza la frente; palpó la perilla que estaba<br />
cerca de su oreja y ajustó la intensidad: hubo un breve destello fosforescente y después,<br />
envueltos en sombras de verde y negro electrónicos, pudo ver el Crucero de Tierra que<br />
estaba atrás, con los doctores Grant y Malcolm en su interior. ¡Muy ingenioso!