PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
—Estoy tratando de conseguir a alguien —dijo Ed Regis—. Quiero decir, Cristo, no<br />
quiero tener esos animales en tierra firme.<br />
—¿Cuánto falta para que regresemos a la base?<br />
—A partir de ahora, otros dieciséis, diecisiete minutos.<br />
Por la noche, todo el camino estaba iluminado por grandes reflectores. A Grant le hacía<br />
sentir como si estuvieran viajando a través de un túnel de hojas de color verde brillante.<br />
Gotas grandes de lluvia salpicaban el parabrisas.<br />
Grant sintió que el Crucero de Tierra reducía la velocidad; después, se detuvo:<br />
—¿Y ahora qué?<br />
—No quiero parar. ¿Por qué paramos? —preguntó Lex.<br />
Y entonces, en forma repentina, todos los reflectores se apagaron. El camino quedó<br />
sumido en la oscuridad. Lex gritó:<br />
—¡Eh!<br />
—Probablemente no es más que un corte de corriente, o algo por el estilo —la<br />
tranquilizó Ed Regís—. Estoy seguro de que las luces volverán de un momento a otro.<br />
—¿Qué demonios? —masculló Arnold, mirando con fijeza los monitores.<br />
—¿Qué ha pasado? —preguntó Muldoon—. ¿Ha perdido la energía?<br />
—Sí, pero sólo la del perímetro. Todo lo que hay dentro de este edificio funciona bien.<br />
Pero fuera, en el parque, se acabó toda la corriente. Luces, cámaras de televisión, todo.<br />
Sus pantallas estaban iluminadas, salvo los monitores de televisión a distancia, que<br />
habían quedado apagados.<br />
—¿Qué hay de los Cruceros de Tierra?<br />
—Detenidos en algún sitio, alrededor del campo cercado del tiranosaurio.<br />
—Bueno —dijo Muldoon—, llame a Mantenimiento y haga que se restablezca la<br />
corriente.<br />
Arnold levantó uno de sus teléfonos y oyó un siseo: los ordenadores de Nedry que<br />
hablaban entre sí.<br />
—¡No hay teléfonos! Ese maldito Nedry... ¡Nedry! ¿Dónde diablos está?<br />
Dennis Nedry abrió de un empujón la puerta con el rótulo de FERTILIZACIÓN. Ahora<br />
que se había cortado la corriente del perímetro, todas las cerraduras para tarjeta de<br />
seguridad estaban desactivadas. Todas las puertas del edificio se abrían con un empujón.<br />
Los problemas del sistema de seguridad del Parque Jurásico figuraban en los primeros<br />
puestos de la lista de defectos. Nedry se preguntaba si alguien habría imaginado alguna<br />
vez que no se trataba de un defecto, sino de que él, Nedry, lo había programado de esa<br />
manera. Había incorporado un clásico escotillón: pocos programadores de grandes<br />
sistemas de proceso de datos podían resistir la tentación de dejarse una entrada secreta.<br />
En parte, eso era sentido común: si alguna vez usuarios ineptos trababan el sistema y<br />
después llamaban al programador para que les auxiliara, siempre había una manera de<br />
entrar y reparar el desbarajuste. Y en parte era una especie de firma: Aquí estuve yo.<br />
Y, en parte, era un seguro para el futuro: Nedry estaba molesto con el proyecto del<br />
Parque Jurásico. Bien avanzado el plan de trabajo, «InGen» había exigido que en el<br />
sistema se introdujeran amplias modificaciones, pero no había estado dispuesta a<br />
pagarlas, aduciendo que había que incluirlas en el contrato original. Hubo amenazas de<br />
acciones judiciales; se enviaron cartas a los demás clientes de Nedry, en las que se daba<br />
a entender que Nedry no era de fiar. Era chantaje y, al final, Nedry se había visto forzado<br />
a comerse sus excedentes en el Parque Jurásico y a introducir los cambios que<br />
Hammond quería.<br />
Pero más tarde, cuando se le acercó Lewis Dodgson, de «Biosyn», Nedry estaba<br />
dispuesto a escucharle. Y preparado para decir que, en verdad, podía meterse en la