PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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—Algo anda mal en las dos radios —dijo—. No puedo conseguir la sala de control.<br />
—Entonces, mejor que nos pongamos en movimiento —aconsejó Grant.<br />
En la sala de control, Muldoon estaba en pie frente a las grandes ventanas frontales,<br />
desde las que se dominaba el parque. A las siete en punto, los reflectores de cuarzo,<br />
emisores de luz sin sombra, se encendían por toda la isla, convirtiendo el paisaje en una<br />
refulgente joya que se extendía hasta desaparecer en el Sur. Ése era el momento favorito<br />
del día para Muldoon. Oyó el restallar de la estática, procedente de las radios,<br />
—Los Cruceros de Tierra se han vuelto a poner en marcha —dijo Arnold—. Van camino<br />
a casa.<br />
—Pero, ¿por qué se detuvieron? —preguntó Hammond—. ¿Y por qué no podemos<br />
hablar con ellos?<br />
—No lo sé —repuso Arnold—. Estoy tratando de conseguirlos.<br />
Revisó los canales, pero sólo obtuvo sibilante estática:<br />
—Quizás apagaron las radios de los coches.<br />
—Probablemente sea la tormenta —arriesgó Muldoon—. Interferencia de la tormenta.<br />
—Estarán aquí dentro de veinte minutos —dijo Hammond—. Es mejor que llamen<br />
abajo y se aseguren de que el comedor esté listo para ellos. Esos niños van a estar<br />
hambrientos.<br />
Arnold levantó el teléfono y oyó un monótono siseo permanente.<br />
—¿Qué es esto? ¿Qué pasa?<br />
—¡Por Dios, cuelgue eso! —exclamó Nedry—. Va a enloquecer el flujo de datos.<br />
—¿Tomó todas las líneas telefónicas? ¿Incluso las internas?<br />
—Tomé todas las líneas que se comunican con el exterior. Pero las internas todavía<br />
deberían funcionar.<br />
Arnold oprimió botones en la consola, uno después de otro: no oyó nada más que un<br />
siseo en todas las líneas.<br />
—Parece que usted las tiene todas.<br />
—Lo siento. Al final de la próxima transmisión, dentro de unos quince minutos, les<br />
despejaré un par. —Bostezó—. Parece que va a ser un fin de semana largo para mí. Creo<br />
que iré ahora a buscar esa «Coca-Cola».<br />
Recogió su mochila y se dirigió hacia la puerta:<br />
—No toquen mi consola, ¿de acuerdo?<br />
La puerta se cerró.<br />
—¡Qué bola de grasa! —comentó Hammond.<br />
—Sí —asintió Arnold—, pero creo que sabe lo que está haciendo.<br />
A lo largo del costado del camino, nubes de vapor volcánico empañaban los arco iris<br />
producidos por las brillantes lámparas de cuarzo. Grant dijo, hablando por la radio:<br />
—¿Cuánto tiempo tarda el barco en llegar a tierra firme?<br />
—Dieciocho horas —informó Ed Regis—. Más o menos. Es bastante de fiar. —Le echó<br />
un vistazo a su reloj—: Llegará mañana alrededor de las once.<br />
Grant frunció el entrecejo:<br />
—¿Usted y yo podemos hablar por radio, pero no podemos hacerlo con la sala de<br />
control?<br />
—No por ahora.<br />
—¿Qué pasa con Harding? ¿Puede conseguirlo?<br />
—No, ya lo he intentado. Deberíamos poder comunicarnos con él, pero tal vez tenga su<br />
radio apagada.<br />
Malcolm estaba sacudiendo la cabeza, en gesto de negación, y dijo:<br />
—Así que somos los únicos que sabemos que el barco lleva a bordo esos animales.