PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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Recientemente, Ellie había leído un trabajo en el que se decía que del fruto y de la<br />
corteza se había extraído un nuevo alcaloide, la tazelina.<br />
—No lo comen —repitió el veterinario.<br />
—Interesante —dijo Ellie—; porque, en caso contrario, habría dicho que este animal<br />
muestra todos los signos clásicos de la intoxicación con melia: letargo, formación de<br />
vesículas en las mucosas y dilatación pupilar.<br />
Harding se encogió de hombros:<br />
—Revise las plantas —dijo.<br />
Ellie se dirigió hacia el campo para examinar las plantas más de cerca, con el cuerpo<br />
inclinado sobre el suelo:<br />
—Tiene usted razón —admitió—. Las plantas están sanas, no hay señales de que las<br />
hayan comido. Ninguna en absoluto.<br />
—Y está el asunto del intervalo de seis semanas —le recordó el veterinario.<br />
—¿Con qué frecuencia vienen aquí los estegosaurios?<br />
—Alrededor de una vez por semana. Describen un circuito lento a través del territorio<br />
que constituye su hogar, alimentándose a medida que avanzan. Completan el circuito en<br />
una semana, aproximadamente.<br />
—Pero sólo están enfermos una vez cada seis semanas.<br />
—Así es.<br />
—Me aburro —se quejó Lex.<br />
—¡Cállate! —dijo Tim—. La doctora Sattler está tratando de pensar.<br />
—Sin éxito —admitió Ellie—. Estoy confusa. —Empezó a caminar en una dirección que<br />
la llevaba más hacia el interior del campo.<br />
Detrás de ella, Lex estaba diciendo:<br />
—¿Alguien quiere jugar a los palillos?<br />
Ellie tenía la vista clavada en el suelo: el campo era rocoso en muchos sitios. Tenían<br />
que estar cerca del océano, pensó, porque podía oír el sonido de la rompiente, en algún<br />
lugar hacia la izquierda. Había bayas entre las rocas. Quizá los animales estaban<br />
comiendo bayas nada más. Pero eso no tenía sentido: las bayas de la lila de las Indias<br />
Occidentales eran terriblemente amargas.<br />
—¿Has encontrado algo? —preguntó Grant, acercándose.<br />
Ellie suspiró:<br />
—Sólo rocas. Debemos de estar cerca de la playa, porque todas estas rocas son<br />
suaves. Y están formando pilitas extrañas.<br />
—¿Pilitas extrañas? —dijo Grant.<br />
—Por todas partes. Hay una pila ahí, precisamente. —La señaló.<br />
Muchos pájaros y cocodrilos tragaban piedras pequeñas, que recogían en un saco con<br />
músculos que tenían en el tracto digestivo, denominado molleja. Apretadas por los<br />
músculos de la molleja, las piedras ayudaban a triturar las plantas duras del alimento,<br />
antes de que llegaran al estómago y, de esa manera, ayudaban a la digestión. Algunos<br />
científicos creían que los dinosaurios también tenían piedras en la molleja: en primer<br />
lugar, los dientes de los dinosaurios eran demasiado pequeños, y estaban muy poco<br />
gastados como para que se los hubiera utilizado para masticar comida. Se suponía que<br />
los dinosaurios tragaban la comida entera y dejaban que las piedras de la molleja hicieran<br />
la masticación. Se habían encontrado algunos esqueletos que presentaban una pila de<br />
piedras pequeñas en la zona abdominal. Pero eso nunca se había comprobado y...<br />
—Piedras de molleja —dijo Grant.<br />
—Así lo creo, sí. Tragan estas piedras y, al cabo de unas pocas semanas, las piedras<br />
se desgastan hasta redondearse, de modo que las regurgitan, dejando esta pilita, y tragan<br />
piedras nuevas. Y, cuando lo hacen, tragan bayas también. Y enferman.<br />
—¡Quién lo diría! Estoy seguro de que tienes razón.