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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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tormenta empeora, el barco será lanzado contra el muelle. He visto perderse barcos de<br />

esa manera. Después tiene que hacer frente a los demás gastos: el reemplazo del barco<br />

más el salvamento para despejar el muelle... y no puede usar el muelle hasta que...<br />

Hammond hizo un gesto de despedida con la mano:<br />

—Que se vayan.<br />

—Permiso para zarpar, Anne B —dijo Arnold por radio.<br />

—Les veremos dentro de dos semanas —repuso la voz.<br />

En el monitor de televisión vieron la tripulación que, en cubierta, soltaba las amarras.<br />

Arnold se volvió hacia el banco de la consola principal: vio los Cruceros de Tierra<br />

desplazándose a través de campos de vapor.<br />

—¿Dónde están ahora? —preguntó Hammond.<br />

—Parece que en los campos del Sur —informó Arnold—. El extremo sur de la isla tiene<br />

más actividad volcánica que el norte. Eso significa que deben de estar casi en el sector de<br />

los estegos, en la punta sur de la isla. Estoy seguro de que se detendrán para ver lo que<br />

está haciendo Harding.<br />

ESTEGOSAURIO<br />

Cuando el Crucero de Tierra se detuvo, Ellie Sattler contempló, a través de los<br />

penachos de vapor, al estegosaurio: estaba de pie, tranquilo e inmóvil. Un jeep con una<br />

banda roja permanecía estacionado junto a él.<br />

—Tengo que admitirlo: es un animal de aspecto gracioso —dijo Malcolm.<br />

El estegosaurio medía seis metros de largo y poseía un enorme cuerpo pesado y<br />

placas verticales de blindaje que le recorrían la espalda. La cola tenía puntas de casi un<br />

metro de largo y aspecto peligroso. Pero el cuello se afinaba hasta rematar en una cabeza<br />

absurdamente pequeña, de mirada estúpida, como la de un caballo muy tonto.<br />

Mientras observaban, apareció un hombre dando la vuelta desde detrás del animal.<br />

—Ése es nuestro veterinario, el doctor Harding —informó Regis por radio—. Anestesió<br />

al estego, y ésa es la causa de que el animal no se mueva. Está enfermo.<br />

Grant ya estaba bajando del coche y apresurándose por llegar hasta el inmóvil<br />

estegosaurio. Ellie se apeó y miró hacia atrás, mientras el segundo Crucero de Tierra se<br />

detenía y los dos niños saltaban de él.<br />

—¿De qué está enfermo? —preguntó Tim.<br />

—No están seguros —dijo Ellie.<br />

Las grandes placas coriáceas que corrían a lo largo del lomo del estegosaurio colgaban<br />

ligeramente. Respiraba con lentitud, laboriosamente, produciendo un sonido húmedo con<br />

cada exhalación.<br />

—¿Es contagioso? —preguntó Lex.<br />

Caminaron hacia la diminuta cabeza del animal, donde Grant y el veterinario estaban<br />

de rodillas, escudriñando la boca del estegosaurio.<br />

Lex arrugó la nariz:<br />

—Esta cosa sí que es grande... y olorosa.<br />

—Sí, lo es.<br />

Ellie ya había notado que el estegosaurio tenía un olor peculiar, como de pescado en<br />

descomposición. Le hacía recordar algo que conocía, pero que no podía situar del todo.<br />

De todos modos, nunca había olido un estegosaurio antes. Quizás ése era su olor<br />

característico. Pero la botánica albergaba sus dudas: la mayoría de los herbívoros no<br />

despedían un olor fuerte. Ni lo hacían sus excrementos. La emisión de un verdadero<br />

hedor quedaba reservada para los comedores de carne.<br />

—¿Es así porque está enfermo? —preguntó Lex.

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