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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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Cernida como un ave sobre su presa muerta, la tiranosaurio súbitamente empezó a<br />

vacilar. Su maciza cabeza giró sobre el cuello musculoso, mirando en todas direcciones.<br />

Miró con fijeza al Crucero de Tierra, que estaba en lo alto de la colina.<br />

—¿Nos puede ver? —murmuró Malcolm.<br />

—¡Oh, sí! —contestó Regis por el intercomunicador—. Veamos si se come la cabra<br />

aquí, frente a nosotros, o si se la lleva arrastrando.<br />

La tiranosaurio se inclinó hacia abajo y olisqueó el cadáver de la cabra. Un pájaro trinó:<br />

la cabeza de T-rex se alzó como un resorte, alerta, vigilante. Osciló atrás y adelante,<br />

explorando el entorno con breves desplazamientos acompañados de sacudidas.<br />

—Como un pájaro —dijo Ellie.<br />

«Sí —pensó Grant—. Exactamente como un pájaro.» La impresión que le había<br />

causado el velocirraptor ahora quedaba confirmada.<br />

Con todo, la tiranosaurio vacilaba.<br />

—¿De qué tiene miedo? —preguntó Ellie.<br />

—Probablemente, de otro tiranosaurio —susurró Grant.<br />

Los grandes carnívoros, como los leones y tigres, a menudo se volvían cautelosos<br />

después de haber matado una presa, comportándose como si hubieran quedado<br />

súbitamente sin protección.<br />

Los zoólogos del siglo XIX imaginaron que los animales se sentían culpables por lo que<br />

habían hecho. Pero los científicos contemporáneos documentaron el esfuerzo subyacente<br />

a la muerte de una presa: horas de paciente acecho, antes de la acometida final, así<br />

como la frecuencia de los fracasos. La idea de «lo rojo de la Naturaleza en el colmillo y en<br />

la garra» era errónea: las más de las veces, la presa escapaba. Cuando un carnívoro<br />

abatía finalmente un animal, se ponía alerta ante todo depredador, que podría atacarlo y<br />

robarle su premio. Por eso, era probable que la tiranosaurio estuviera temerosa de algún<br />

congénere.<br />

El enorme animal volvió a inclinarse sobre la cabra. Uno de los grandes miembros<br />

posteriores retenía el cadáver de la presa en su sitio, mientras las mandíbulas empezaban<br />

a desgarrar la carne.<br />

—Se va a quedar —susurró Ed Regís—. Excelente.<br />

La tiranosaurio levantó la cabeza otra vez, con pedazos desgarrados de carne<br />

sangrante colgándole de las mandíbulas. Contempló el Crucero de Tierra. Empezó a<br />

masticar. Los visitantes oyeron el repugnante ruido de huesos que se trituran.<br />

—¡Uuggh! —protestó Lex a través del intercomunicador—. Es as-que-ro-so.<br />

Y en ese momento, como si la precaución hubiera predominado finalmente, la<br />

tiranosaurio levantó en sus mandíbulas los restos de la cabra y los transportó en silencio,<br />

llevándolos de vuelta hacia la espesura.<br />

—Señoras y señores, tiranosaurio rex —decía la cinta. El coche eléctrico arrancó y se<br />

alejó silenciosamente, entre el follaje.<br />

Malcolm se reclinó en su asiento, diciendo:<br />

—Fantástico.<br />

Gennaro se secó la frente: estaba pálido.<br />

CONTROL<br />

Henry Wu entró en la sala de control para encontrar a todos sentados en la oscuridad,<br />

escuchando las voces que salían de la radio:<br />

—Cristo, si un animal como ése escapara —estaba diciendo Gennaro, su voz sonaba<br />

metálica en el altavoz—, no habría manera de detenerlo.<br />

—No habría manera de detenerlo, no...<br />

—Enorme, sin enemigos naturales...

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