1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas
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10. HABLANDO CON EXTRAÑOS<br />
Arquear una ceja, ladear el labio e intercambiar saliva cargada de hormonas son<br />
maneras muy efectivas de comunicarse entre comunidades cercanas, pero los<br />
animales también necesitan enviar mensajes a larga distancia a otros individuos de<br />
su propia especie que viven en otras comunidades. En ocasiones, incluso tienen que<br />
comunicarse con individuos de otras especies. En ambos casos deben utilizar<br />
técnicas muy distintas.<br />
El mensaje que con más frecuencia se transmite de una especie a otra es simple y<br />
directo: ¡Márchate! Un elefante enojado cargando con las orejas extendidas,<br />
trompeteando a medida que se va acercando, tiene un significado muy claro y<br />
rápido de comprender. Sin duda, otros animales, de todo tipo, están cerca de él, o<br />
bien merodean leones o hay fotógrafos demasiado confiados. Pero la comunicación<br />
entre especies puede ser bastante más compleja que esto.<br />
El indicador es un pájaro del tamaño de una alondra que vive en África Oriental.<br />
Su dieta consta de toda clase de insectos y tiene predilección por las larvas de abeja,<br />
aunque obtenerlas no es tarea fácil. Las abejas silvestres de África construyen sus<br />
nidos en árboles huecos o en las grietas de las rocas. El pico del indicador es<br />
delgado y delicado, y, por tanto, no puede cortar madera y aún menos picar piedra.<br />
Si quiere conseguir su alimento preferido necesita ayuda, normalmente la de un<br />
hombre.<br />
En el norte de Kenia, donde los buscadores de miel aún son numerosos, algunos<br />
hombres de la tribu seminómada Boran están especializados en recolectar miel.<br />
Cuando alguno sale con este fin, empieza andando por entre los arbustos y<br />
silbando de un modo muy penetrante. Lo hacen soplando a través de una concha de<br />
caracol dentro de la cual hay una semilla agujereada, o usando sus puños cerrados.<br />
Si se encuentra dentro del territorio del indicador, el pájaro aparecerá en pocos<br />
minutos, parloteando de un modo que no utiliza en ninguna otra ocasión. Tan<br />
pronto los dos se han localizado mutuamente, el pájaro emprende un vuelo<br />
precipitado y bajo, extendiendo su cola a medida que se va alejando, de manera que<br />
las plumas blancas de ambos lados son claramente visibles. El hombre le sigue,<br />
silbando y gritando para informar al pájaro que entiende su llamada y que le está<br />
siguiendo.<br />
Ahora el pájaro puede desaparecer durante varios minutos. Cuando vuelve, se<br />
posa en un lugar elevado a cierta distancia, cantando con voz fuerte y a la espera de<br />
que el hombre llegue hasta él. A partir de ahí, los dos van juntos a través de los<br />
arbustos, el pájaro para y canta con más frecuencia y se va posando en lugares cada<br />
vez más bajos, hasta que, transcurrido más o menos un cuarto de hora, su canto<br />
pasa a ser más suave y menos agitado. Después de repetir este proceso dos o tres<br />
veces, deja de cantar y se posa revoloteando en un lugar del cual ya no se moverá.<br />
Junto a él se encuentra la entrada del nido de las abejas.<br />
Ahora el hombre debe tomar la iniciativa. Si el día es caluroso, una nube de<br />
abejas puede estar entrando y saliendo de manera continua, y por lo tanto es<br />
preciso calmarlas, si tanto el pájaro como el hombre quieren salir ilesos de sus<br />
aguijones. El hombre enciende un fuego cerca del nido, y si es posible, coloca leña<br />
encendida en huecos debajo del nido, de modo que el humo se arremoline a su<br />
alrededor. De esta manera las abejas quedan aturdidas, y el hombre o abre el árbol