1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas
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medio que recogen los huevos a medida que surgen de su cuerpo y se los llevan a<br />
las salas de guardería. Los huevos sin fertilizar se convierten en machos. Cuando<br />
maduran, abandonan la colonia sin haber contribuido para nada a ella. La mayoría<br />
de la producción, sin embargo, son huevos fertilizados, los cuales se convierten en<br />
hembras. Su casta depende de la forma en que son tratados por sus niñeras y por el<br />
alimento que se les da. Una pequeña proporción se convierte en nuevas reinas<br />
fértiles, y ellas también, en la estación apropiada, dejarán el nido y volarán lejos<br />
con los machos para tener su oportunidad de establecer nuevas comunidades. Pero<br />
la inmensa mayoría permanece estéril y reforzará las filas de soldados y portadoras,<br />
procesadoras de hojas y enanas, todas ellas necesarias para que la colonia<br />
sobreviva.<br />
La hormiga ancestral, cuando evolucionó por primera vez hace millones de años,<br />
debería haber sido una criatura solitaria, como todavía lo son hoy en día algunas<br />
especies. Sus vidas son cortas. Cada una debe, por sí misma, arreglárselas con las<br />
tareas esenciales para la vida: recolectar comida, evitar enemigos y reproducirse.<br />
Fallar en alguna de estas labores comportará la desaparición del individuo y de los<br />
genes que porta. Las cortadoras de hojas, al multiplicar su número y distribuir las<br />
distintas tareas en castas diferentes, mantienen todas estas actividades<br />
funcionando simultáneamente. Un fallo en cualquier aspecto será sólo temporal y<br />
será solucionado sin amenazar la supervivencia de la colonia. Una a una, y todas al<br />
mismo tiempo, se recolectan las hojas y se cultivan los jardines, se ponen los<br />
huevos, se mantienen las defensas y se crían las nuevas generaciones.<br />
Visto desde cierta perspectiva, puede parecer que aquí altruismo y autosacrificio<br />
han alcanzado su apogeo, con millones de individuos anteponiendo su completo<br />
desarrollo para servir a uno solo, su reina. Visto de otra forma, la colonia de<br />
hormigas no es una comunidad sino un único individuo, un superorganismo cuyos<br />
miembros son tan idénticos genéticamente que pueden ser considerados un solo<br />
cuerpo. Es un superorganismo que vive no sólo un año o dos, como haría un simple<br />
individuo, sino varias décadas. Es tan seguro, que sólo sus tentáculos<br />
especializados se adentran por el bosque y su vasta masa nunca aparece por encima<br />
de la superficie para nada. Y explota las plantas de su entorno con una eficiencia sin<br />
rival y con una inexorable persistencia. En una sola noche puede desnudar un<br />
arbusto de todas sus hojas y recolectar pétalos de flores de las ramas más altas de<br />
un árbol. Los señores del país donde vive no son ni los monos comedores de hojas,<br />
ni los pájaros frugívoros, ni los batallones de polillas ni tan siquiera los hombres<br />
tratando de cultivar cosechas en el terreno de las comedoras de hojas. Es la<br />
diminuta hormiga, que, multiplicándose y organizándose en una sociedad, se ha<br />
convertido en un monstruo.