1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas
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sujetarse bien, aunque su huésped arranque a correr, y la cola se parece más a la de<br />
los picos carpinteros que a la de los estorninos: rígida y corta para poderla utilizar<br />
como soporte al trepar por el costado de un antílope o el cuello de una jirafa.<br />
El servicio que proporcionan estos pájaros es muy estimable. Sin ellos, un<br />
facóqueros no podría quitarse una garrapata de la oreja, ni un búfalo una cresa de<br />
la base de la cola. Por este motivo, sus huéspedes les permiten gran libertad de<br />
movimientos para meterse en cualquier resquicio de su cuerpo. Pero no todo son<br />
ventajas; la sangre constituye una parte importante de la dieta de los picabueyes,<br />
pues las garrapatas que se comen están llenas de ella, y no siempre se conforman<br />
con obtenerla de segunda mano. Si su huésped tiene una herida o llaga, los<br />
picabueyes la picotean y sorben la sangre que sale. AL hacerlo, no mejoran la salud<br />
de su huésped, más bien lo perjudican, manteniendo abierta una herida mucho<br />
más tiempo de la que hubiera tardado en curarse.<br />
En las islas Galápagos un tipo de pinzones atiende a las tortugas gigantes.<br />
Aterrizan ante ellas y se agachan varias veces de forma exagerada; si la tortuga<br />
siente necesidad de que la limpien, muestra su aceptación levantando el cuello y<br />
poniendo rectas las patas, de forma que su gran caparazón queda claramente<br />
levantado del suelo. En esta posición, las partes más recónditas de su cuerpo,<br />
donde puede haberse alojado algo incómodo e irritante, quedan lo más expuestas<br />
posible. Pronto el pinzón vuela hasta la tortuga y se pone a examinarle el cuello y a<br />
subirse por sus patas mientras la tortuga permanece inmóvil, con ese aire paciente<br />
que adopta alguien a quien le están cortando el pelo.<br />
Este tipo de servicios también existe en el mar. El enorme pez luna se acerca a la<br />
superficie del mar y flota de costado para que las gaviotas puedan acercarse y<br />
eliminarle los parásitos. Se ha visto a los falaropos haciendo lo mismo con las<br />
ballenas. En los arrecifes de coral existen lugares especiales que los peces<br />
reconocen como estaciones de limpieza. En ellos siempre hay disponible una<br />
plantilla fija de pequeños lábridos y camarones. Cuando un gran mero o un pez loro<br />
se acerca, el lábrido limpiador, un pequeño y esbelto pez que lleva un visible<br />
uniforme de franjas blancas y azules, baila ante el recién llegado haciendo una<br />
especie de reverencias. A continuación el mero se queda inmóvil con la boca y los<br />
opérculos bien abiertos, muchas veces en posición vertical, a veces boca arriba, a<br />
veces boca abajo, en una postura que indica su disponibilidad al aseo. El pequeño<br />
lábrido realiza una inspección a fondo de su cliente, le recorta trozos de piel<br />
muerta, retira infecciones de hongos, se aventura al interior de la enorme boca y<br />
sale por la abertura de las agallas. Muchos peces vuelven seguido a estas estaciones<br />
para asearse, y aunque los limpiadores pueden atender hasta a trescientos clientes<br />
en seis horas, no es raro que se formen colas de peces esperando turno.<br />
Los organismos que estos limpiadores eliminan son en su mayor parte<br />
copépodos, crustáceos especializados que pasan toda su vida en el cuerpo del pez.<br />
Algunos se alimentan arrancando tejido de la superficie de la piel; otros chupan<br />
sangre y otros se entierran tanto en el cuerpo del pez que sólo sobresale la cola.<br />
Éstos no son pasajeros inocuos como los escarabajos del ratón y las polillas del<br />
perezoso. No proporcionan ningún tipo de servicio. Se alimentan de la carne de sus<br />
huéspedes y no dan nada a cambio. Son parásitos.<br />
Muchos tipos diferentes de animales han adoptado el modo de vida del parásito.<br />
Algunos arácnidos lo hicieron al principio de la historia evolutiva de su grupo: se