1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas
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7. VIVIENDO JUNTOS<br />
Un hogar seguro y confortable atrae a veces con facilidad la atención de los<br />
extraños. Les guste a los propietarios o no, pueden establecerse inquilinos. Las<br />
amplias chimeneas huecas del termitero son el tipo de habitáculo que les conviene<br />
a las mangostas enanas. Un termitero de tamaño medio tiene espacio más que<br />
suficiente para una familia de una docena, y mientras haya habitaciones libres, casi<br />
nunca viven en ningún otro lugar.<br />
Varias aves, entre las que se cuentan las cotorras y los picos carpinteros, también<br />
escogen los termiteros para instalarse. El periquito de hombros dorados de<br />
Australia sólo nidifica en ellos. Con frecuencia lo intenta en las grandes planchas<br />
construidas por las termitas magnéticas y empieza por hacer un agujero en un<br />
costado; pero antes de que el túnel sea bastante largo como para ampliarlo y formar<br />
una cámara, el ave, con evidente desconcierto, se encuentra atravesando la pared<br />
del otro lado y tiene que abandonar el proyecto. Le va mejor en otro termitero en<br />
forma de cono. Allí excava una amplia cámara entre la tierra desmigajada de las<br />
galerías rotas sin poner ningún otro material.<br />
Algunos termes emprenden una guerra sin cuartel contra el intruso, intentando<br />
reparar los destrozos durante la noche, aunque las aves, con la misma insistencia,<br />
derriban la reconstrucción por la mañana. Muchas veces las cotorras se salen con la<br />
suya, pero de vez en cuando vencen los termes y consiguen sepultar nido y pollos.<br />
Otros termes, en cambio, parecen resignarse a la pérdida de parte de su<br />
construcción y tapian las galerías rotas, de forma que la cámara del nido se<br />
transforma en un apartamento separado del edificio principal.<br />
Los túneles que fabrica la tortuga gófer también acogen otros ocupantes:<br />
serpientes que se refugian allí cuando el sol calienta demasiado y mochuelos<br />
excavadores, los cuales en lugar de excavar, lo que hacen es instalarse en ellos con<br />
aires de superioridad, mirando por encima del hombro cuando entra su legítimo<br />
propietario.<br />
En Nueva Zelanda, las pardelas que retornan después de meses en el mar a<br />
nidificar en sus galerías, excavadas en lo alto de acantilados, se encuentran con que<br />
durante su ausencia se han apoderado de ellas unos representantes de los lagartos<br />
más primitivos, los tuataras. Una vez el tuatara se ha establecido en una galería de<br />
pardela, se convierte en el guarda permanente que vive todo el año, manteniendo el<br />
agujero limpio de escombros; de forma que cuando el ave vuelve a la siguiente<br />
temporada, lo único que tiene que hacer es despejar la cámara del fondo, donde<br />
pondrá los huevos. Los tuataras pueden comer huevos y pollos de pardelas, pero<br />
nunca tocan los de su casero, que se encuentran en el extremo del túnel que<br />
comparten.<br />
Los cangrejos ermitaños establecen su morada en conchas vacías de buccinos,<br />
bígaros y otros moluscos. Introducen su abdomen, blando y curvado en el interior<br />
de la concha espiral y cierran la entrada, si hace falta, con sus pinzas acorazadas,<br />
como un boxeador protegiéndose la cara con los antebrazos. Pero el cuerpo no<br />
encaja tan bien en la concha como para que no quede espacio para nadie más. Una<br />
gran especie de ermitaño que vive en conchas de buccino se ve obligada a aceptar<br />
como inquilino a un gusano poliqueto. Una vez el gusano consiguió entrar, nunca<br />
vuelve a salir. Cuando el cangrejo, mientras deambula por el fondo arrastrando la