1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas
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6. CONSTRUYENDO CASAS<br />
Pocos lugares tienen un clima tan benévolo y uniforme que los animales que allí<br />
vivan nunca tengan necesidad de buscar refugio; y pocos animales están tan bien<br />
armados que no agradezcan un escondite para ocultarse de sus enemigos o para<br />
tener a sus crías. Por eso muchos animales, en algún momento de su vida, si no<br />
siempre, necesitan una casa. Para construirla tienen que hacerse alfareros y<br />
yeseros, tejedores y costureros, mineros, albañiles, mamposteros, techadores y<br />
escultores. Estos oficios no son privativos de ningún grupo de animales. Cada<br />
especie, dentro de las limitaciones de su anatomía y las posibilidades físicas de los<br />
alrededores, utiliza la técnica más apropiada a sus necesidades.<br />
La casa más sencilla de todas es un simple agujero. Una rama cae de un árbol,<br />
permitiendo que los hongos descompongan la parte interna del tronco, y allí hay<br />
una casa para mochuelos, ardillas voladoras, lémures, cotorras y tucanes. Un río<br />
con aguas un poco ácidas disuelve la roca caliza y se forman agujeros mayores –<br />
cuevas– para murciélagos y osos, incluso en algunos lugares y en ciertas épocas,<br />
para seres humanos. Pero los agujeros que se producen de forma natural son<br />
escasos. La mayor parte de los animales que viven en agujeros tienen que<br />
excavárselos ellos mismos, y eso puede ser un trabajo pesado.<br />
La barrena perfora su agujero en la roca sólida. Se trata de un pequeño molusco,<br />
de menor tamaño que un mejillón, que empieza la vida en forma de diminuta larva<br />
nadadora transparente. Esta larva acaba por fijarse en una roca, por lo general<br />
caliza, momento en que se desarrollan las dos valvas de su concha, cuya<br />
composición química consiste en carbonato cálcico; estas valvas están provistas en<br />
un extremo de pequeñas espículas duras que forman unos dientes de sierra. La<br />
joven barrena se fija a la superficie de la roca con un órgano muscular llamado pie<br />
que actúa como ventosa, aprieta su sierra contra la piedra y empieza a columpiarse<br />
adelante y atrás. Los dientes van perforando la roca, y el animal, lenta, metódica y<br />
persistentemente, se introduce en ella. Al cabo de unos días, ha fabricado una<br />
galería tan profunda que queda oculto y a salvo de ataques. Desde esta posición,<br />
extiende un largo tubo, el sifón, hasta el exterior del agujero para absorber<br />
minúsculas partículas de alimento arrastradas por la corriente.<br />
Por extraño que parezca, también hay aves que perforan la roca. Tienen una<br />
única herramienta para hacerlo: el pico; pero puede ser muy eficaz. El pico del<br />
abejaruco es fino y delicado: unas pinzas con las que atrapa abejas y otros insectos<br />
en el aire; pero cuando empieza a hacer su nido vuela repetidamente, con el pico<br />
por delante, contra una pared de arenisca o un ribazo de barro seco hasta que,<br />
desprendiendo grano tras grano, consigue disponer de una pequeña depresión en la<br />
que colgarse. Después picotea con gran eficacia hasta que ha excavado un estrecho<br />
túnel de hasta un metro de longitud.<br />
Varias especies de abejarucos anidan en colonias de mil o más individuos. Esto<br />
puede ser debido a la escasez de lugares disponibles, pero el gran número de<br />
individuos presentes hace posible que las aves jóvenes no emparejadas ayuden a<br />
sus padres en la tarea de cavar nidos, igual que los arrendajos de matorral de<br />
Florida jóvenes ayudaban a criar nuevas polladas. Con mucho ingenio y acierto, el<br />
abejaruco de garganta roja, de Nigeria, empieza su trabajo al final de la estación de<br />
las lluvias, cuando la tierra está blanda, aun cuando todavía tardará tres meses en