1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas
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5. BUSCANDO EL CAMINO<br />
El final del día en las sabanas de África oriental, por aclamación popular, es un<br />
momento de gran belleza y esplendor. El sol, un enorme disco escarlata, cae con<br />
inusitada rapidez entre las nubes desgarradas tiñéndolas de rojo y oro. El silencio<br />
se cierne sobre el paisaje y los animales se preparan para la llegada de la noche. Las<br />
manadas de antílopes se hacen un poco más compactas. Los buitres y las cigüeñas<br />
se posan en los árboles para descansar; los papiones trepan a las ramas en que<br />
estarán a salvo de los leopardos. Pero si se viaja a pie y sobre todo sin linterna, éste<br />
puede ser un momento alarmante. Al extenderse la oscuridad con rapidez sobre la<br />
tierra, el camino que se ha seguido desaparece entre las tinieblas. Pronto las únicas<br />
cosas que sirven de referencia son las siluetas de árboles y rocas, negras contra un<br />
fondo algo menos negro. Espinas invisibles empiezan a clavarse en las ropas y a<br />
lacerar la piel. Se ve tan poco que uno es presa fácil para un animal que ande en<br />
busca de carne fresca. Si se continúa caminando y la luna aún no ha salido, lo más<br />
probable es que uno se pierda enseguida.<br />
Pero no todos los mamíferos dependen tanto de los ojos como el hombre. En las<br />
acacias espinosas, los gálagos, pequeños primates peludos, están saliendo de sus<br />
agujeros en los troncos. Sus grandes ojos son mucho más sensibles que los<br />
nuestros, pero no confían en ellos por completo. Tienen otro sentido que les ayuda<br />
a orientarse en la oscuridad.<br />
Mientras un macho se desplaza por una rama, se inclina de lado, levanta una de<br />
sus patas posteriores y expulsa cuidadosamente unas gotas de orina en la planta del<br />
pie, luego estira la mano hacia atrás y la frota con el pie. Hecho esto, se inclina<br />
hacia el otro lado y hace lo mismo con la otra mano y el otro pie, de forma que las<br />
palmas y las plantas quedan untadas con esta orina de olor acre. A partir de ahora<br />
deja un rastro oloroso tras él mientras realiza sus paseos nocturnos. Esto advierte a<br />
cualquier gálago divagante de otro grupo que el territorio de ese árbol ya tiene<br />
propietarios que lo defenderán. También indica el sexo y la identidad personal.<br />
Marcas parecidas dejadas por las hembras transmiten mensajes parecidos, incluida<br />
la información sobre la receptividad sexual. Pero las largas pistas olorosas a lo<br />
largo de las ramas, renovadas cada noche, también marcan los principales caminos<br />
por el árbol, de forma que, si es necesario, los gálagos pueden correr a bastante<br />
velocidad por ellas en la oscuridad más absoluta.<br />
En la llanura, pequeños roedores que han pasado las horas de luz a salvo en su<br />
madriguera, se aventuran al exterior en busca de comida amparados por la noche.<br />
También tienen una red de pistas sinuosas extendida por la hierba rala. A veces se<br />
trata de largos túneles que corren bajo tallos secos caídos, a veces poco más que<br />
pasos imperceptibles limpios de polvo que cruzan pedazos de tierra desnuda.<br />
También tienen una identidad olorosa, porque sus usuarios tienen glándulas<br />
odoríferas en la planta de los pies.<br />
Las hienas, que han pasado el día ocultas en la espesura sin nada que hacer o<br />
deambulando en campo abierto, ahora se transforman en cazadores decididos.<br />
Mientras recorren su territorio en la oscuridad en busca de presas, dejan marcas<br />
olorosas. No sólo defecan de forma comunal en zonas especiales de letrinas, sino<br />
que ponen «mojones». Unas glándulas especiales que tienen debajo de la cola