pelaje castaño muy brillante, marcado en el inicio de las extremidades de negro púrpura. La manera de comportarse durante la estación de cría varía. Algunos machos que viven en un terreno donde hay buenos pastos y arbustos dispersos establecen sus propios territorios individuales, que guardan contra los otros machos y que atraen a las hembras por la calidad del alimento. Pero otros que viven en las llanuras abiertas, se reúnen formando leks. Hasta un centenar de machos se desplazan a uno de estos ruedos, que son lugares que son usados para este propósito año tras año. Allí se pelean entre sí, reclamando unas zonas de terreno que serán sus territorios. Los machos más poderosos ocupan los territorios del centro del área de exhibición. Los individuos están ahora separados entre sí unos treinta metros, cada uno en su propio fragmento de territorio, pelado y pisoteado y marcado con montones de sus heces. A menudo, una de estas áreas se centra alrededor de un antiguo termitero destruido, en el que el macho permanece de pie durante la mayor parte del tiempo, con sus patas anteriores en la zona más alta, de manera que sus hombros están altos y la cabeza alzada como un centinela en una posición ritualizada. En ocasiones lo abandona y galopa alrededor de su pequeño territorio. Cuando los vecinos se encuentran, se miran el uno al otro a través de su mutua frontera, levantando y bajando sus cabezas como si estuvieran a punto de cargar contra el otro. En ocasiones, se tiran sobre sus rodillas, y así permanecen paralizados en una amenaza inmóvil. Cuando las hembras se tornan sexualmente receptivas, visitan el lek. Cada una se mueve con cautela entre los machos jóvenes hacia el centro del ruedo. Cuando pasan, los jóvenes tratan de aparearse con ellas, pero éstas los evitan con facilidad y ellos no abandonan sus lugares individuales. Así, al final las hembras llegan al centro, donde está el macho más adulto, y allí se aparean. Los territorios del centro son, sin duda, las mejores posiciones, ya que son las más seguras. Al encontrarse en terreno abierto, los topis son muy vulnerables. Leones y hienas, escondidos por la espesa hierba que circunda todo el ruedo, pueden arrastrarse y abalanzarse sobre un macho de pie en el sol ardiente, cansado por sus cabriolas y despistado. Por consiguiente, los machos de los territorios externos están expuestos a un riesgo considerable. No sólo eso, sino que rara vez van a tener, incluso, la posibilidad de aparearse con una hembra. Parece que son los perdedores desde todos los puntos de vista. La pregunta que entonces se plantea es: ¿por qué debe cualquier macho (de topi o abeja de orquídea, gallo de las praderas o saltarín) tomar parte en estas asambleas? ¿No sería mejor para él hacerlo solo? En el caso del topi, los machos jóvenes son ligeramente menores, tanto los adultos del centro del lek como aquellos que han instaurado territorios independientes en zonas ricas. Para ellos el lek puede que no ofrezca una buena oportunidad para aparearse, pero es la única. Existe la posibilidad de alcanzar una hembra en su camino hacia el centro. Tal vez lleguen varias hembras al mismo tiempo y el macho adulto no sea capaz de prestarles atención a todas. En los leks del gallito de roca y del gallo de las praderas, las aves en las áreas más externas pueden tener una razonable posibilidad de ascender a las mejores posiciones. Éstas se hallan ocupadas por las aves más viejas, y éstas, por sus años de más y por los efectos de sus excesivos esfuerzos, pueden tener sólo unas pocas temporadas por
delante. Así, pronto habrá vacantes que los jóvenes machos reclamarán. De forma similar, un joven saltarín azul puede adherirse a un equipo de exhibición ante la posibilidad de heredar el posadero, tan importante, cuando falte su compañero adulto. La atracción que puedan tener los ruedos y leks para las hembras es fácil de entender. La conmoción y el espectáculo creados por tantos galantes resulta irresistible. Difícilmente pueden prestar mucha atención a un macho que se esté exhibiendo en solitario. Toda la excitación radica en el lek. Allí tienen la mejor elección y serán capaces de seleccionar el mejor macho de los alrededores. ¿Y por qué no conseguir el mejor, si van a ser ellas las que harán todo el trabajo de criar a la familia cuando la fiesta se haya acabado?
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de fabricar tantos huevos como pued
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el que necesitan los polluelos de s
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Los pulgones también paren crías
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madre los puede retener en su inter
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hembras molestas por su intromisió
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con hasta cuarenta huevos a su carg
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que necesitan tiene que estar en un
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Los titíes, pequeños monos que vi
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que se han reunido tiburones tigre,
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el veneno en sus tejidos, por lo qu
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agateador los captura agarrándose
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cabeza es grande y contiene un cere
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pequeño pez cofre que expulsa vene
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