1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas
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alejando a otros machos de allí. Pero son también elementos importantes en el<br />
cortejo. El carricerín común, por ejemplo, canta cuando toma posesión de un<br />
territorio por primera vez y produce un canto largo. Pero su complejidad varía<br />
según los machos. Observaciones detalladas y grabaciones han mostrado que los<br />
machos con cantos más complejos toman hembras antes que los que tienen cantos<br />
más simples. Más aún, tan pronto como el macho se ha apareado, deja de cantar. Si<br />
después de ello necesita alejar un intruso, no lo hace con el canto sino con<br />
amenazas visuales y violencia física.<br />
Las habilidades del ruiseñor común como cantante se han hecho famosas, ya que<br />
lo hace de noche, cuando la mayoría de los demás pájaros están en silencio. Quizá<br />
lo haga para atraer a las hembras que viajan desde sus cuarteles de invierno en el<br />
sur bajo el manto de la oscuridad y que están pasando por encima de su cabeza. Su<br />
fama es merecida, ya que produce una gloriosa secuencia de risas guturales y de<br />
fuertes silbidos, trinos y floreos que pueden prolongarse durante varios minutos. A<br />
medida que pasan las semanas, incrementa lentamente la longitud y complejidad<br />
de sus arias, pero, una vez se ha apareado y la hembra ha puesto, interrumpe sus<br />
serenatas.<br />
El esplendor visual también es difícil de valorar cuando se trata de criar una<br />
familia. Sin embargo, las aves hembras también seleccionan sus compañeros de<br />
acuerdo con ello. Las plumas son el elemento ideal para crear efectos dramáticos y<br />
espectaculares. Son ligeras, se pliegan y levantan, y durante el normal desarrollo de<br />
los acontecimientos, incluso son mudadas y renovadas. Los machos de las aves las<br />
explotan al máximo para apelar a las preferencias de sus hembras.<br />
Cuando se aproxima la estación de cría, muchos patos mudan las desgastadas<br />
plumas que llevaron durante el invierno y, al mismo tiempo, les crece un plumaje<br />
muy distinto. Un pequeño pato arborícola chino con cabeza gris y vientre marrón<br />
moteado se viste con un traje elaborado. La parte superior de su cabeza se vuelve<br />
verde brillante. Un penacho de largas plumas aparece alrededor de su cuello y, lo<br />
más extraordinario de todo, velas triangulares surgen de sus alas. Ha asumido todo<br />
un refinamiento necesario tal y como su nombre, pato mandarín, indica.<br />
Los machos mandarines se exhiben en grupos delante de las hembras,<br />
sumergiendo sus picos en el agua, estirando y arqueando sus cuellos y volviendo<br />
sus cabezas para tocar, con el extremo del pico, la superficie interna de las erectas<br />
velas de sus alas, escogiendo la del lado más próximo a las hembras que intentan<br />
impresionar.<br />
El pato mandarín tiene un pariente cercano que vive en Norteamérica, el pato de<br />
Carolina. Durante el invierno se parece mucho a un mandarín, pero cuando viene la<br />
estación de cría, el de Carolina también se transforma, si bien de forma muy<br />
distinta. Sus alas se tornan de un azulverde metálico y no desarrolla velas; su cuello<br />
no lleva una gorguera marrón sino que se torna de un púrpura vistoso rematado en<br />
una línea blanca; y su ojo que, como el mandarín, era oscuro, se vuelve rojo<br />
brillante. Las diferencias extremas entre los plumajes nupciales de estos dos<br />
parientes cercanos pone de manifiesto cómo pueden ser de arbitrarias las<br />
preferencias de las hembras. El hecho de que durante el cortejo una hembra forje<br />
con un macho un enlace que dure hasta después de la cópula, depende de si los dos<br />
padres son necesarios para llevar a sus jóvenes hasta su independencia. La hembra<br />
de la mayoría de las especies de aves, por sí sola, es incapaz de incubar sus huevos y