13.05.2013 Views

1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas

1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas

1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

apuntándolos hacia arriba, hacia abajo y moviéndolos hacia todos lados.<br />

Otras aves usan sus voces para proclamar su especie. Esto también ayuda al<br />

naturalista experto. Con ellas, puede identificar los pájaros cantores escondidos en<br />

un seto mucho antes de ser capaz de verlos. Más aún, en algunos casos es más fácil<br />

identificar un ave por su canto que por su apariencia. Se necesita una vista muy<br />

entrenada para distinguir entre las tres especies de pequeños mosquiteros, de color<br />

gris verdoso, que visitan Gran Bretaña cada verano. Pero cualquiera puede saber la<br />

diferencia en cuanto empiezan a cantar. Uno produce una serie de notas líquidas y<br />

musicales que se tornan más fuertes y se elevan hasta alcanzar un clímax, para<br />

descender luego en una escala descendente. Éste es el mosquitero musical. El<br />

segundo empieza con una punzante llamada stip-stip-stip que incrementa su<br />

velocidad y finaliza en un trino penetrante. Se trata del mosquitero silbador. Y el<br />

tercero, y el más fácilmente identificable de todos ellos, tiene una llamada de dos<br />

notas que le da su nombre, chiff-chaff. Si estas diferencias permiten que una<br />

persona identifique la especie de ave, todavía más fácil ha de ser a las propias aves<br />

hacer lo mismo.<br />

Pero, ¿cómo sabe un individuo a qué especie pertenece? A grandes rasgos se<br />

trata de un conocimiento imbuido en sus genes, pero en algunas aves sus primeras<br />

experiencias cuando son pollos tienen una considerable influencia. El proceso de<br />

impregnación (impronta) que hace que los patitos, tan pronto como salen del<br />

huevo, sigan a sus padres, deja en ellos una marca para toda la vida. Si un huevo de<br />

una barnacla canadiense es colocado en el nido de un ánade real, el pequeño<br />

ansarino que sale del huevo se unirá tan contento al bando de patitos, siguiendo a<br />

los adultos por todas partes, nadando y alimentándose. En ese momento, no parece<br />

muy distinto. Dos años después, cuando ha adquirido su plumaje de adulto se ve,<br />

muy distinto. Pero no puede darse cuenta por sí mismo de su propia apariencia.<br />

Ahora, cuando busca una pareja, no se dirige a un ave como él sino a una que se<br />

parezca a los ánades que lo criaron. Así, si el joven es un macho, cortejará<br />

infatigablemente a las hembras de ánade real arriba y abajo del río, sin ningún<br />

resultado, ya que ellas encontrarán que estos movimientos de inclinación de la<br />

cabeza no tienen ningún parecido al de los ánades, y por ello, son incomprensibles.<br />

Una respuesta a esta pregunta inicial del cortejo sobre la identidad no es<br />

suficiente como para permitir el apareamiento. Un macho, que en muchas especies<br />

es el que da el primer paso, debe persuadir a su presunta pareja que él tiene más<br />

que ofrecer que cualquiera de sus rivales. Los caballitos del diablo ponen sus<br />

huevos en el agua y raramente se encuentran lejos de ella. Pero en América Central,<br />

el mayor de todos ellos, un gigante con alas de dieciocho centímetros de largo, se<br />

las ha arreglado para colonizar la selva usando las pequeñas charcas de agua de<br />

lluvia que se forman en los tocones de los árboles y los agujeros que se producen en<br />

un tronco cuando se cae una rama. No hay muchas charcas, y los machos deben<br />

pelear para tomar posesión de ellas, haciendo picados y zumbándose entre sí hasta<br />

que uno se marcha. Entonces el vencedor vuela en círculos en el aire por encima de<br />

su charca privada, batiendo sus largas alas blancas con prominentes topos azules<br />

en las puntas, en una curiosa secuencia en remolino que le da el apodo de<br />

<strong>1.</strong> En inglés el nombre de esta ave (Phylloscopus collybita) es onomatopéyico: chiff-chaf. Su nombre en español es<br />

«mosquitero común».

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!