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1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas

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escarabajos van de una rama a otra. Minuto a minuto, su número aumenta. Las<br />

siluetas de las ramas con el cielo de fondo aparecen adornadas con diminutos<br />

puntos de luces verdes parpadeantes, hasta que todo el árbol parece chispear y<br />

relucir. Esta visión por sí sola corta la respiración, pero algo todavía más<br />

asombroso acontecerá a continuación.<br />

Lentamente, la confusión de parpadeos empieza a resolverse en un orden, ya que<br />

miles de insectos sincronizan sus ritmos. Gradualmente, todo el árbol, como una<br />

unidad, empieza a latir de luz. Los mangles no son en absoluto árboles apropiados<br />

para este tipo de exhibición, ya que muchos están habitados por hormigas, que<br />

atraparán y matarán cualquier escarabajo que aterrice entre ellas.<br />

Así pues, aquellos árboles que están iluminados con frecuencia se mantienen<br />

aislados por encima de sus reflejos ondulantes, con sus luces latentes brillando más<br />

que las estrellas que resplandecen en el aterciopelado cielo negro.<br />

La velocidad de sus latidos es tan rápida que no sería posible para los insectos<br />

seguir su ejemplo visualmente de uno a otro. Cada uno de ellos debe tener un<br />

metrónomo interno, que late con tal precisión y tan igual entre ellos que, una vez se<br />

han unido, un conjunto entero de muchos miles se enciende y apaga al unísono.<br />

Además, el ritmo de latidos varía un poco con la temperatura. Cuanto más fría sea<br />

la noche, más lento será el ritmo. Sin embargo, los metrónomos varían en el mismo<br />

grado hasta que la sincronía se mantiene.<br />

Sólo los machos brillan. Los árboles están atestados hasta tal punto que si no<br />

estuviesen sincronizadas, sus señales serían confusas e irreconocibles.<br />

Además, combinando sus ritmos fuertes, reflejadas en el agua, las señales<br />

pueden ser vistas a un cuarto de kilómetro de distancia en el lago, de manera que<br />

las hembras que estén buscando su propia especie puedan identificarlos desde una<br />

distancia considerable. Cuando se posan en las ramas, se aparejan con los primeros<br />

machos con los que se tropiezan, mientras que los machos menos afortunados,<br />

continúan haciendo ostentaciones a su alrededor. Al este de los Estados Unidos, las<br />

luciérnagas trabajan individualmente. Muchas veces un mismo prado o bosque lo<br />

ocupan varias especies distintas. Todos los machos son mucho menores que las<br />

hembras y las sobrepasan en número en una proporción de cincuenta a uno.<br />

Encontrar una hembra desaparejada es una tarea competitiva para un macho de<br />

luciérnaga. Poco después del ocaso empieza la demostración y dura más o menos<br />

una hora. Las hembras salen de sus agujeros y toman posiciones mientras los<br />

machos atraviesan el aire con sus preguntas en forma de destellos, usando cada<br />

especie su código característico.<br />

Uno realiza largas ráfagas al ritmo de un destello cada medio segundo. Otro hace<br />

dos destellos un segundo después, para y espera. Un tercero ejecuta sólo simples<br />

destellos esporádicamente. La respuesta más común de las hembras de todas las<br />

especies es un único destello corto, pero el tiempo que dejan transcurrir antes de<br />

hacerlo es una característica esencial; un macho que busca pareja no se fijará en<br />

una respuesta a no ser que venga en el intervalo correcto de tiempo después de<br />

haber concluido su llamada.<br />

Cuando esos códigos ya han sido descifrados, es fácil darles réplica con una<br />

pequeña linterna y persuadir a un macho esperanzado que vuele y aterrice en tu<br />

dedo. Este truco también lo llevan a cabo algunas hembras de luciérnaga. Aunque<br />

es un hecho poco común, hembras de algunas especies de Norteamérica son

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