1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas
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varios saltos de este tipo uno detrás de otro, de manera que el animal parece<br />
rebotar en el suelo. Es curioso que en el momento en que su vida corre un peligro<br />
real, cuando la prioridad debería estar en huir, encuentren el momento y la energía<br />
para regocijarse en realizar ejercicios gimnásticos gratuitos.<br />
Si las gacelas son perseguidas por un guepardo, rara vez se comportarán de este<br />
modo. El guepardo empieza su caza al acecho y se va aproximando a la manada y se<br />
concentra en un animal en particular, que está pastando en un lugar cercano.<br />
Cuando el guepardo llega a cierta distancia, abandona su posición y se lanza en un<br />
esfuerzo final. Una vez empezada la persecución, se concentra en su objetivo. Tal<br />
vez le distraigan otras gacelas que corren muy cerca o incluso se cruzan delante de<br />
él, pero casi nunca cambia su víctima y, o bien la alcanza en una distancia de unos<br />
cien metros y se abalanza sobre ella, o bien abandona. En persecuciones de este<br />
tipo, la gacela no brinca, sino que corre para salvar la vida.<br />
Sin embargo, los licaones cazan de una manera bastante distinta, ya que lo hacen<br />
en manadas, y cuando encuentran gacelas, las persiguen implacablemente. En esos<br />
momentos no muestran señales de haber seleccionado una víctima en particular, y<br />
con frecuencia acosan a varios individuos sucesivamente. Entonces las gacelas<br />
empiezan a brincar. Cada una está enviando un mensaje de su capacidad y, por<br />
tanto, de su habilidad para poder escapar de los licaones. Cuanto más alto y más<br />
veces brinquen, más fuerte debe ser el individuo. El animal sobre el cual finalmente<br />
los licaones centren su atención será aquel cuyos saltos son más débiles. Las<br />
gacelas que saltan más alto escapan sin que su capacidad haya sido puesta a<br />
prueba.<br />
Pero si una gacela es tan fuerte que pueda correr más que los licaones, ¿por qué<br />
gasta tiempo y energía en brincar sólo para demostrarlo? La respuesta puede ser<br />
que así evita el gasto de energía, incluso mayor, que supondría una persecución<br />
larga, y no se arriesga a malherirse en choques o caídas, y en caso de que fuera<br />
amenazada por un segundo cazador inmediatamente después del primero, estaría<br />
ya exhausta y, por tanto, vulnerable.<br />
El mensaje que se da con el brinco no puede ser falseado, pues una gacela no<br />
aparenta ser más capaz de lo que es. Sin embargo, un chorlitejo miente a sus<br />
enemigos. Si durante la época de cría uno se acerca a un chorlitejo grande que se<br />
encuentra incubando sus huevos en una playa de guijarros de Gran Bretaña, éste se<br />
quedará sentado muy tieso, confiando en su excelente camuflaje para pasar<br />
inadvertido, hasta que uno se encuentra a pocos metros de él. Cuando el<br />
descubrimiento parece inevitable, sale de pronto corriendo, chillando fuerte, con<br />
un ala levantada por encima de su espalda y arrastrando la otra como si estuviera<br />
herida y no fuera capaz de volar. Si uno caza en busca de comida, es casi seguro que<br />
le seguirá, pensando que un pájaro tan malherido es fácil de atrapar. Pues bien,<br />
está equivocado. Después de algunos metros, a medida que se acerca al pájaro, éste<br />
extiende las alas y echa a volar sin ningún esfuerzo. Mientras tanto distrajo la<br />
atención del intruso hacia sus huevos, y así se encuentran a salvo en su nido.<br />
Es bastante fácil describir lo que un ser humano puede estar pensando durante<br />
un encuentro de este tipo. Es imposible saber lo que está pasando por la mente de<br />
un chorlitejo. No está justificado suponer que envía conscientemente un mensaje<br />
del tipo: «Estoy herido, ¡perseguidme!» Su comportamiento puede no ser nada<br />
más que una elaboración de un conflicto emocional que surge cuando un pájaro