De ALTAMIRA al - Fiestabrava

Evolución Fiesta Brava
Cuando Cayo Julio César se
enfrentaba a uno de aquellos poderosos
vacunos del Mediodía francés, siempre
lograba herirlos de muerte, porque se
aprestaba a ello con tal empeño, tan ¡Alea
jacta est! (frase equivalente a la locución
española: Echar pecho al agua, ir resuelto a
todo o ir a por todas), que salía victorioso.
Semejante diversión fue acogida, especialmente
en el Sur, por algunos de los numerosos
pueblos-tribus que existían en la antigua
Galia, entre ellos los Arecómicos volcos,
(Arecomici volcae). Estaban establecidos en
la región de la Narbonense Primera. Otras
de las tribus fueron rechazadas a la orilla
derecha del Ródano y encerrados en una
especie de reserva natural entre éste río y el
Hérault. Durante el Imperio de Julio César
existía en las Galias un pueblo primitivo
llamado Ambibarios, que formaban parte de
la Confederación armoricana.
Aquellos antiguos pueblos galorromanos,
que consiguieron rápidamente un alto
grado de civilización, sustituyendo sus
antiguas lenguas por el Latín, también
aprendieron cómo los soldados romanos,
después de alancear Julio César a sus
víctimas, separaban cada una de las partes
en que se dividían las entrañas de la res
cazada, de las cuales una se quemaba, otra
se daba a los sacerdotes y otra la reservaban
para sí, los que hacían el trabajo de cazarlas.
Tan valiente romano, que llegó
también a Egipto, destronó a Tolomeo y dio
la corona a su hermana Cleopatra, no pudo
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TOMO I
evitar enredarse en las redes amorosas que
le preparó la célebre reina, y de la que tuvo
un hijo llamado Cesarión. Cleopatra, en
aquellos años en César estuvo en Egipto, le
mostró los lugares más célebres y hermosos
del país, ambos se pasearon por el Nilo,
visitaron Tebas y otras ciudades, así como
los centros arqueológicos más relevantes,
como las pirámides de Gizek y los grandes
templos…para después ser asesinado.
Y resulta esencial saber, sobre todo,
que los pueblos de la antigua Galia tuvieron
al toro por el dios de las selvas, y en sus
templos, un ídolo de estaño –el becerro que
adoraron los israelitas fue de oro-, o de
bronce, que le representa, era el objeto de
sus adoraciones, siendo el juramento más
solemne el que se hacía por él. Dice Plutarco
de Queronea, historiador griego (46-120 d.
C.), que en tiempo del consulado de Mario,
un ejército considerable, compuesto de
ambrones –tribu descendiente de los antiguos
cimbrios-, teutones y cimbrios, después de
pasar el Adile para sitiar a Roma, propusieron
capitulación a los romanos que habían
defendido el fuerte, jurando por su toro de
bronce, observar las condiciones del tratado.
Añade el historiador que después de su
derrota, el cónsul Cátulo hizo llevar a su casa
este toro, como un glorioso despojo y como
el más precioso monumento de su victoria.
Asegura Gregorio de Tours, que adoraron al
toro los galos, tal como los israelitas y cuatro
mil años después los celtas, ya que Servir
en sus monumentos célticos, se halló una
(15) César deriva de caedere, verbo en latín que significa cortar. Cuenta la leyenda que
una de las abuelas de Julio César dio a luz tras ser sometida a una cesárea, pero otra
tradición afirma que fue el mismo emperador el que nació de esa forma. La primera
mención de haberse realizado una intervención quirúrgica, realizada a una mujer
embarazada que tuvo problemas o le resultaba imposible dar a luz, un médico le hizo una
incisión vertical u horizontal en el abdomen de la parturienta: nació la cesárea. La palabra
cesárea proviene, sin embargo, de César. Sin embargo, la primera mención de una
cirugía de este tipo se remonta a una ley de Numa Pompilio (715-672 a. C.), segundo rey
legendario de Roma. Según dicha ley, ninguna mujer muerta en el parto podía ser
enterrada sino después de que se le extrajera el producto mediante una incisión
abdominal. La primera cesárea de los tiempos modernos fue practicada, al parecer, en
1610, por el cirujano alemán Trautmann.
El PUERTO de SANTA MARÍA