De ALTAMIRA al - Fiestabrava

Evolución Fiesta Brava
Sin embargo, creemos que esa clase
de luchas entre fieras y toros debió
producirse con mucha más anterioridad.
Esas ocurrencias deben ser viejas en los
hombres y estamos seguros que aparece
alguna crónica largo tiempo empolvada que
nos refiera encuentros de esa naturaleza
muchos siglos antes. En ese sentido,
Valeriano Marcial, español natural de Bilbilis,
dice en su Anfiteatro, que las fieras que se
sacaban al circo eran de todas las especies,
a saber: leones, osos, tigres, rinocerontes,
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TOMO I
elefantes, jabalíes y toros, y que la lucha se
hacía peleando las fieras unas veces entre sí
y otras, fieras con hombres. Los muchos
circos romanos que se ven en España,
hacen ver que en este país introdujeron los
romanos los juegos circenses, que se
acomodaron tanto a nuestro belicoso
carácter, que aún subsiste. La ley 57, título
5º, parte 1ª, prevenía que los eclesiásticos
no asistieran a las corridas de toros, y el papa
San Pío, en 1567 prohibió estas fiestas en
toda la Cristiandad, privando de sepultura
(11) Tal vez la primera referencia a una lucha de un toro y una leona, acaeció en pleno
siglo XV, mismo que nos ha sido transmitido por la Crónica del condestable Miguel Lucas
de Iranzo. Dicen que fue un gran aficionado a las fiestas de toros este favorito plebeyo de
Enrique IV, hermano de la reina Isabel la Católica y padre de la célebre Beltraneja,
«hombre de bajo linaje y de muy poco estado y asaz nacido y criado bajamente»,
personajes que abundan en nuestra democracia del siglo XXI, donde la educación y los
buenos modales brillan por su ausencia, según frase de Fernán Pérez de Guzmán.
En la primavera de 1460, hallándose nuestro protagonista en Bailén, recibió la visita del
embajador francés Juan de Fox, conde de Amagnac, y entre las diversiones que le
organizó para festejar la noble visita dispuso, «un día antes que se partiese mandó correr
ciertos toros en el patio interior del Alcázar, y al tiempo que se corrían mandó soltar al
recinto una leona muy grande que allí tenía enjaulada, la cual espantó a toda la gente que
andaba corriendo los toros, y anduvo de vuelta tras ellos, pero quiso Dios que no hizo
daño a persona alguna, y después de los toros corridos y muertos, el leonero tomó a la
dicha leona e llevóla a encerrar donde solía estar cautiva.» De esta salvaje broma, bien
delatora del mezquino carácter del condestable, no puntualiza más su crónica. Pero aquí
queda como anécdota, de la supuesta primera vez de que tenemos noticia directa de un
enfrentamiento del toro con fieras en España, en la que por cierto siempre vencía el
astado hasta comienzos del siglo XX, cuando éstas fueron prohibidas ya en aras de una
mayor sensibilidad por parte de los espectadores.
El PUERTO de SANTA MARÍA