De ALTAMIRA al - Fiestabrava
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TOMO I<br />
diversión.» Y t<strong>al</strong> es la importancia que Paquiro<br />
da a esta condición, para fundamentar las<br />
reglas del toreo, que a continuación dice<br />
refiriéndose a los toros placeados: «En los<br />
toros placeados varían del todo las circunstancias.<br />
La lidia que ya han sufrido les ha<br />
puesto en el caso de distinguir <strong>al</strong> torero del<br />
capote que lleva por defensa, y despreciando<br />
éste, acomete rabioso a aquel; saben en cada<br />
clase de suertes cuál debe ser la huída del<br />
diestro, y conforme lo ven en disposición de<br />
ejecutarla empiezan a ganar terreno, le quitan<br />
la s<strong>al</strong>ida, y cuando lo ven encerrado y en una<br />
posición t<strong>al</strong> que apenas pueda escapárseles,<br />
arranca a él, y si, por desgracia lo cogen, es<br />
muy posible que se aquella la última hora de<br />
su existencia.»<br />
<strong>De</strong>sde el inicio del siglo XVII los<br />
madrileños aprovechaban cu<strong>al</strong>quier ocasión<br />
para correr toros, más bien en principio para<br />
que los nobles y cab<strong>al</strong>leros los <strong>al</strong>ancearan y<br />
rejonearan, <strong>al</strong> tiempo que <strong>al</strong>gunos chulos<br />
comenzaron a lidiarlos a pie, en la Plaza<br />
Mayor. Por las mismas fechas comenzaron<br />
a lidiarse a pie en la Plaza de la Corredera de<br />
Córdoba, en 1651. Casi en igu<strong>al</strong> sentido que<br />
Moratín, se pronuncia Nicolás Díaz de<br />
Benjumea, en su libro Costumbres del<br />
Universo, T. 1., cap. V, publicado en Barcelona<br />
en 1864: «Que la braveza de los toros en<br />
nuestro suelo había de dar margen a que los<br />
hombres estudiasen su particular condición<br />
en el ataque y en la defensa y tuviesen a g<strong>al</strong>a<br />
vencer la furia y la fuerza con la maña y la<br />
astucia, es cosa tan natur<strong>al</strong> y está tan en lo<br />
humano que no hay motivo para admirarse<br />
del espectáculo de la lidia como se hacía en<br />
los antiguo y con las modificaciones con que<br />
hoy se ejecuta.»<br />
El PUERTO de SANTA MARÍA<br />
Evolución Fiesta Brava<br />
El escritor taurino Basilio Sebastián<br />
Castellano, en su libro multicitado, ya tenía<br />
cuando lo escribió en 1847 una idea <strong>al</strong> parecer<br />
muy clara del origen de las fiestas de toros,<br />
resultando interesante transcribir lo expuesto<br />
por él: «El toro fue tenido en todos tiempos<br />
por uno de los anim<strong>al</strong>es más útiles <strong>al</strong> hombre,<br />
razón por la que fue venerado en muchos<br />
pueblos antiguos como un dios, particularmente<br />
en Egipto, en que se denominó <strong>al</strong><br />
toro sagrado Apis. D´Aucarvilole, en el<br />
capítulo 3º, página 137 del tomo 1º de su obra<br />
sobre el origen y progreso del arte griego, dice:<br />
«Que el emblema del toro empleado<br />
antiguamente por los árabes bajo el nombre<br />
de Urot<strong>al</strong>t y de Adonaus y por los israelitas<br />
bajo el de Adonai, lo fue también por los<br />
persas bajo la dominación de Mitras o del<br />
Señor. Los griegos le dieron el nombre de<br />
Dionysino o de Baches y los egipcios el de<br />
Mnevis y de Apis. Se ignora, en cambio, cómo<br />
le llamaron los cimbrios (6) que del Asia le<br />
condujeron <strong>al</strong> Norte de Alemania, y de <strong>al</strong>lí a<br />
It<strong>al</strong>ia. Este emblema existe aún en el Japón,<br />
en la India y en la Tartaria, y se h<strong>al</strong>la, en fin,<br />
en la China en el templo de Ma-K<strong>al</strong>a-tyen,<br />
cuyo nombre significa el P<strong>al</strong>acio del Bueycornudo.»<br />
Por esta razón y porqué en él se<br />
explicaban muchas cosas de utilidad y del<br />
culto gentilicio que le colocó hasta en el cielo<br />
como una de las princip<strong>al</strong>es constelaciones,<br />
se le dedicaron multitud de versos, de<br />
med<strong>al</strong>las griegas y romanas, como puede ver<br />
el curioso en la voz Toro del diccionario<br />
numismático de Gusseme, siendo España<br />
uno de los pueblos que más prodigaron este<br />
uso, como se advierte en las med<strong>al</strong>las de los<br />
municipios y las colonias romanas en este<br />
(6) Resulta muy difícil determinar cuando llegaron a la Europa Centr<strong>al</strong>, para después<br />
inst<strong>al</strong>arse en la antigua G<strong>al</strong>ia Trans<strong>al</strong>pina los cimbrios procedentes del Asia. Sólo<br />
sabemos que el año 57 a. de C., Julio César exterminó en Aduáticos o Aduatucos,<br />
antiguo pueblo de la G<strong>al</strong>ia, situado entre el Esc<strong>al</strong>da y el Mosa, a todos los descendientes<br />
de los cimbrios y teutones. Uno de los jefes de los cimbrios, de nombre Boiorix, dio<br />
muerte <strong>al</strong> legado romano Marco Aurelio Scauro, el año 105 a. de C. y pereció cuatro<br />
años más tarde a manos de Mario, junto a la ciudad de Vercelli, el año 101 a. de C.<br />
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