De ALTAMIRA al - Fiestabrava

TOMO I
Figura del legendario Gilgamesh, quinto
monarca del reino de Uruk (Mesopotamia),
en el palacio de Sargón II,
en el Museo del Louvre.
ces los toros cabalgan en la Literatura, desde
Mesopotamia. Pero, tal y como siempre
desde entonces, los hombres -Gilgamés y
Enkidu- se pusieron de acuerdo para lograr
matarlo. El valeroso Enkidu se le enfrentó y
lo sujetó por los cuernos, es decir, lo mancornó
fuertemente. El Toro Celeste echaba
El PUERTO de SANTA MARÍA
Evolución Fiesta Brava
espuma por la boca, zarandeaba furiosamente
con la cabeza a Enkidu y le daba
latigazos con el rabo. Entonces el valiente
amigo de Gilgamés, saltó sobre el toro, lo
derribó y le retorció el rabo, gritando:
«Gilgamés, ¡clávale ahora tu espada
entre la nuca y los cuernos! -en ese punto
anatómico clavaron las puntas de sus lanzas
y garrochonos los reyes, nobles y caballeros
rejoneadores durante milenios, y hoy los puntilleros-,
y Gilgamés lo hizo con tanta maestría
que mató al Toro Celeste de un solo golpe.
Después arrancaron al animal su corazón y
se lo ofrecieron al dios Sol. La diosa Ishtar
vio como había sido vencido el azote que
enviara contra Gilgamés, quedando burlada...y
Enkidu le arrojó al rostro las vísceras
del toro, para seguidamente marchar ambos
al río Eufrates a purificar sus manos. Después
Gilgamés celebró con una gran fiesta
en su palacio la muerte del Toro Celeste.
El monstruoso «Toro Celeste» llevaba una
relación del número de sus víctimas.
(Apunte de Juan Medina).
29