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Manili - Las Ventas

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18<br />

ENTREVISTA<br />

<strong>Manili</strong>:<br />

“El torero que tiene afición<br />

no se aburre nunca”<br />

No había tigres en Cantillana cuando <strong>Manili</strong> triunfó en Madrid. Pero dos salidas a hombros por la Puerta Grande de <strong>Las</strong><br />

<strong>Ventas</strong> rebautizaron al bravo y talentoso torero Manuel Ruiz como El Tigre de Cantillana, al tiempo que se proclamaba<br />

máximo triunfador de la Feria de San Isidro de 1988. Luego, una mala administración y sobre todo dos cornadas a<br />

destiempo se llevaron por delante la fragilidad de un sueño hecho realidad. No siente rencor por ello. De niño aprendió<br />

lo mucho que cuesta conseguir algo en esta vida. “Lo que tengo me lo he ganado a pulso”. Esta es la historia de<br />

<strong>Manili</strong>: el ‘tigre’ que asustó a los leones.<br />

Texto: José Ignacio de la Serna Miró<br />

Fotos: Archivo de 6toros6<br />

Soy un hombre de campo. Procedo de una<br />

familia de trabajadores, gente humilde,<br />

pero honrada. Nunca nos faltó de nada.<br />

No pasamos hambre ni necesidad, pero las circunstancias<br />

familiares me obligaron a trabajar<br />

desde niño, en la finca del empresario y ganadero<br />

Martín Berrocal, donde hice de todo.<br />

Apenas fui al colegio. Era un niño muy travieso,<br />

pero ¡ojo!, de ‘mangante’, nada. Ahora<br />

con el paso del tiempo me pesa no haber estudiado,<br />

pero había que ayudar en casa, arrimar<br />

el hombro. Mi madre se puso enferma y<br />

estuvo muchos años ingresada en el antiguo<br />

Hospital de la Macarena de Sevilla. Murió joven.<br />

Fue una mujer extraordinaria. Al morir,<br />

mi hermana, aunque ya era matador de toros,<br />

se hizo cargo de mí como si fuera un hijo.<br />

Cuando toreaba, mi madre no quería que me<br />

preocupase por ella: “No pienses en mí. Tú,<br />

pa’lante”, decía. Verla en aquella situación fue<br />

muy duro para todos nosotros.<br />

Pregunta | ¿Llegó a verle triunfar?<br />

Respuesta | Aún vivía cuando triunfé en Sevilla,<br />

al principio de mi carrera, pero mi éxito<br />

grande en <strong>Las</strong> <strong>Ventas</strong>, cuando Zabala padre<br />

me apodó ‘El Tigre de Cantillana’, no llegó a<br />

disfrutarlo. ¡Qué pena! Ella no quería que fuera<br />

torero, decía que estaba loco. La que me apoyó<br />

de verdad fue mi abuela, que tenía mucha<br />

casta. Yo salí de la nada, de mi pueblo de Cantillana,<br />

sin un duro en el bolsillo, sin ayudas<br />

de ningún tipo. Para comprarme una muleta<br />

o un capote me iba de furtivo a cazar conejos,<br />

para luego venderlos en los bares. Mi primer<br />

vestido de luces me lo prestó el matador de toros<br />

José Luis Parada. Pero estoy muy orgulloso.<br />

Todo lo que tengo me lo he ganado a pulso.<br />

A pesar de que la periodista Mariví Romero,<br />

en mis comienzos, dijo que <strong>Manili</strong> no tenía futuro<br />

como torero.


¿Toreó su primera becerra en casa de<br />

Martín Berrocal?<br />

No, la toreé en la finca del ganadero Isaías y<br />

Tulio Vázquez, de noche, después de un herradero.<br />

¿Una premonición?<br />

Quizás (risas).<br />

Su carrera ha sido un camino de espinas,<br />

a veces incluso un rosario de penalidades<br />

¿es bueno sufrir o es una frase hecha a la<br />

que nos agarramos en busca de consuelo?<br />

En los comienzos es bueno sufrir, para saber<br />

lo que cuestan las cosas. Te curte como torero<br />

y te hace madurar como persona. Pero en<br />

esta vida todo tiene un límite.<br />

De novillero llegó a torear bastante.<br />

Triunfé en Sevilla y eso me abrió las puertas<br />

de Andalucía. También toreé mucho en el Valle<br />

del Tiétar, o del Terror, como lo llaman, en<br />

la provincia de Ávila, donde maté autenticas<br />

corridas de toros, y en Francia. En Madrid<br />

tuve suerte. Le corté una oreja a un novillo de<br />

Flores Albarrán el día de mi presentación, el<br />

10 de mayo de 1975. De novillero tuve ambiente,<br />

pero mi carrera se desarrolló muy<br />

lentamente. Demasiado. La empresa de Sevilla<br />

nunca me trató bien, sobre todo de matador,<br />

porque de novillero ponía el cartel de ‘no<br />

hay billetes’. Me pagaban mal, y a pesar de<br />

que casi siempre triunfaba, cuando llegaba la<br />

feria otra vez me echaban a los leones. Fueron<br />

injustos conmigo, aunque no le guardo rencor<br />

a nadie, ¿para qué? Después de tomar la<br />

alternativa en Sevilla, en el 76, de manos de<br />

Curro Romero y de cortar tres orejas en la Feria<br />

de Abril, seguía sin un duro. Al año siguiente<br />

empecé a respirar, y al menos puede<br />

pasar el invierno.<br />

Convivir con el toro en el campo, observar<br />

de cerca sus reacciones, en la finca de Berrocal<br />

¿le ayudó luego en la plaza?<br />

Sin duda. El roce diario con el toro es fundamental,<br />

te da confianza y cuando sales a la<br />

plaza estás familiarizado. Además me gustaba<br />

torear vacas, hacía muchísimos tentaderos,<br />

incluso ahora. Todo el día tentando.<br />

Hace unos días fui a lo de Miura, algo ‘mosca’,<br />

porque no toreo desde hace tiempo. Al terminar<br />

le pregunté al ganadero ¿Antonio, qué<br />

tal? “Ya quisieran muchos de los que están en<br />

activo estar como has estado tú esta tarde”,<br />

contestó.<br />

Su carrera está ligada a la ganadería de<br />

Eduardo Miura.<br />

La primera vez que maté una corrida de Miura<br />

fue en Daimiel. Ni siquiera antes había toreado<br />

una becerra en el campo. Salió bonita<br />

de cara, pero fuerte. Fue extraordinaria. De<br />

seis, embistieron cinco. Cortamos un montón<br />

de orejas. Después llegué a Sevilla con otra de<br />

”Al final de<br />

mi carrera<br />

ya no estaba<br />

dispuesto a bajarme<br />

los pantalones con<br />

las empresas”<br />

Miura, en el 83, y le corté una oreja a cada toro.<br />

Algunos años maté la camada entera, en ferias<br />

de primera categoría.<br />

¿Se pasa mucho miedo?<br />

¡Se pasa un miedo horroroso! Solo con oír su<br />

nombre… Es un toro que nunca consigues definirlo.<br />

Pega muchos cambios durante la lidia,<br />

es incierto y no lo ves metido en los engaños.<br />

He visto a muchos embestir como demonios<br />

en el capote y luego ser extraordinarios en la<br />

muleta. Pero en general se orientan ‘mu’<br />

pronto. Tienen una viveza especial en la mirada.<br />

Poco a poco les fui cogiendo el aire, aunque<br />

al principio las pasé canutas. Me costó meterme<br />

en el lío.<br />

¿Qué es lo más importante para triunfar<br />

con ellos?<br />

Ir ‘mentalizao’. Ser consciente de que vas a enfrentarte<br />

a un toro duro, que tienes que jugártela<br />

y resolver la papeleta. En el toreo todo<br />

es mentalización.<br />

¿Es un toro agradecido?<br />

Sí. Cuando tiene buena condición, si no le pe-<br />

gas tirones, lo consientes y tienes el valor necesario<br />

para esperar el momento de atacar, al<br />

final le cortas las orejas con pocos muletazos.<br />

Pero no admiten un solo error. Hay que andar<br />

listo, despierto y medir bien tus pasos, con pies<br />

de plomo. Resulta fundamental que no enganchen.<br />

Cuando tropiezan los engaños se descomponen.<br />

¿Le hirió alguno?<br />

Oye, pues no… Me han pegado muchos porrazos,<br />

pero nunca me han herido.<br />

Desde que toma la alternativa en Sevilla<br />

hasta que abre la Puerta Grande de <strong>Las</strong><br />

<strong>Ventas</strong> en 1988, en dos ocasiones, transcurren<br />

nada menos que doce años: una<br />

travesía por el desierto. ¿Cómo mantuvo<br />

viva la ilusión, la esperanza?<br />

Con fe, teniendo confianza en mí mismo. Sabía<br />

que era capaz y que mi momento, tarde o<br />

temprano, iba a llegar. Además estaba soltero<br />

y no tenía que mantener a nadie. Tampoco he<br />

sido un hombre de salir de noche ni de gastar,<br />

y gracias a eso puede sobrevivir tantos años.<br />

Vivía en torero. Pero hasta que triunfé lo pasé<br />

mal. Sin embargo, ni en los peores momentos<br />

pensé en hacerme banderillero.<br />

¿Alguna vez contempló la posibilidad de<br />

estar equivocado?<br />

No, porque triunfaba en Sevilla con corridas<br />

muy duras y eso me daba moral. Toreaba unas<br />

quince o veinte al año, aunque de dinero siempre<br />

andaba cortito. Cuando llegaba el invierno<br />

me quedaba lo justo ‘pa’ una pringá. Entonces<br />

me apoderaba Victoriano Valencia.<br />

Torear sin una recompensa económica<br />

acaba aburriendo a los toreros.<br />

El que tiene afición no se aburre nunca.<br />

¿Cuándo empezó a verle el color a su<br />

profesión?<br />

Cuando me apoderó Manolo Lozano, en 1986.<br />

Él estaba en America y me dijo que si estaba<br />

de acuerdo me daba cuatrocientas mil pesetas<br />

por corrida, limpias, pasara lo que pasara.<br />

Su oferta era buena porque yo no tenía<br />

que pagar hoteles, ni cuadrilla, ni nada. Él se<br />

encargaba de ‘to’ los gastos. Y, claro, le dije<br />

que sí.<br />

Un hombre, Manolo Lozano, con visión de<br />

futuro…<br />

Manolo me hacía las cosas en America, en España<br />

me apoderaba José Molina. Eran socios.<br />

Molina era un buen hombre, pero le daba<br />

miedo pedirles dinero a los empresarios. Si<br />

no me espabilo tras el zambombazo de San<br />

Isidro me quedo seco. Sin un duro. Después<br />

de Madrid un toro del Marqués de Albayda<br />

me pegó una cornada de caballo en Almería,<br />

el 25 de agosto. Esa tarde cobré ¡un millón<br />

quinientas mil pesetas! Una vergüenza. Y eso<br />

19


20<br />

ENTREVISTA<br />

que era el único torero que había salido dos<br />

veces a hombros de <strong>Las</strong> <strong>Ventas</strong>.<br />

¡Caramba con el señor Molina!<br />

Insisto en que era buena persona, pero también<br />

era secretario de ANOET (Asociación Nacional<br />

de Organizadores de Espectáculos Taurinos),<br />

y el hombre se encontraba entre la espada<br />

y la pared. No quería tener problemas<br />

con nadie. “¿Pero cómo le voy a pedir dinero<br />

a Manolo Chopera?”, decía angustiado. “¿Entonces<br />

qué quieres, ‘ozé’, que se lo pida yo?”,<br />

le contestaba. Me tenía frito.<br />

¿Qué tiempo duró con Molina?<br />

Lo aguanté varios años…<br />

¿Dónde se dejó las garras El Tigre de Cantillana?<br />

Mis honorarios no pasaban de los tres millones<br />

y medio de pesetas. <strong>Las</strong> figuras en aquellos<br />

años andaban por los quince o dieciséis, en plazas<br />

importantes. Manolo Lozano me decía que<br />

le apretara. Ellos ya ni se hablaban.<br />

Cuando triunfó en la Feria de San Isidro,<br />

¿estaba <strong>Manili</strong> en su mejor momento o<br />

pudo haber triunfado antes?<br />

Yo pude haber triunfado mucho antes, porque<br />

estaba cuajado como torero. Pero las cosas, los<br />

triunfos en este caso, llegan cuando tienen que<br />

llegar, no cuando uno quiere o los necesita. En<br />

<strong>Las</strong> <strong>Ventas</strong> no falté un solo año desde que confirmé<br />

la alternativa, en el 78. Toreé 36 tardes<br />

a lo largo de mi carrera. El que se portó bien<br />

de verdad fue don Manuel Chopera, que me<br />

dio toros y confió en mis posibilidades. Decía<br />

que <strong>Manili</strong> además de buen torero le era simpático.<br />

Entendió mi lucha. Luego, cuando cambié<br />

de apoderado le pedimos más dinero por<br />

torear y no puso ningún problema. Nos pagó<br />

justo lo acordado. ¡Solo había que pedirlo! Me<br />

lo había ganado delante del toro y él como empresario<br />

lo sabía.<br />

Curiosamente, hace unas semanas el periodista<br />

Álvaro Acevedo escribió un artículo<br />

donde hablaba precisamente de la diferencia<br />

que existe entre un apoderado y<br />

un simple comisionista. “El primero creará<br />

enemistades entre el empresariado. El<br />

segundo permitirá comisionar más incluso<br />

de lo que factura el matador. Lo primero<br />

es actuar con honestidad y rectitud.<br />

Lo segundo, en el fondo, es ser un golfo”,<br />

decía.<br />

Un apoderado tiene que defender los intereses<br />

del torero, porque ese y no otro es su trabajo,<br />

y por hacerlo se lleva una buena comisión.<br />

Pero la mayoría quiere estar en esto toda<br />

la vida, y para estar tanto tiempo en el toreo<br />

no hay que tener enemigos. El problema es que<br />

la carrera de un torero, salvo excepciones, es<br />

mucho más corta que la del apoderado y en<br />

ese tiempo tienes que resolver tu vida econó-<br />

micamente. Por lo que me cuentan, creo que<br />

en ese aspecto pocas cosas han cambiado.<br />

Un año antes del ‘bombazo’ en San Isidro,<br />

recibió una llamada de don Manuel Chopera<br />

para torear en Madrid que fue clave<br />

en el devenir de su carrera.<br />

Aunque era el mes de julio, había toreado en<br />

Lisboa mi primera corrida de toros de la temporada.<br />

Al terminar, Manolo Lozano me convenció<br />

para que nos fuésemos juntos a Madrid,<br />

a ver el festejo del domingo en <strong>Las</strong><br />

<strong>Ventas</strong>. Yo no tenía ganas, la verdad, estaba<br />

desmoralizado y solo quería marcharme a<br />

Cantillana. Pero fui. Por la noche, después<br />

de la corrida Lozano le pidió a Chopera que<br />

me diera la sustitución del mexicano David<br />

Silveti, que estaba herido. La idea le gustó y<br />

decidió ponerme. La corrida era de Murteria<br />

Grave. Esa tarde aunque pinché estuve muy<br />

bien y me repitió dos semanas más tarde. El<br />

9 de agosto corté una oreja a un toro de Rocío<br />

de la Cámara. Luego, Chopera me dio varias<br />

corridas en otras plazas. Pasé de no tener un<br />

puto duro a terminar la temporada con siete<br />

millones de pesetas. ¡Eché un invierno cojonudo!<br />

Y lo que aun es más importante: cogí la<br />

moral que necesitaba. Por fin empezaba a ver<br />

la luz. Al año siguiente me contrató dos tardes<br />

en la Feria de San Isidro, con toros de<br />

Eduardo Miura y Puerto de San Lorenzo. Había<br />

llegado mi momento.<br />

Ese año, antes de torear en San Isidro cortó<br />

una oreja a un toro de Miura en la Feria<br />

de Abril de Sevilla.<br />

El triunfo que tanto esperaba no se me podía<br />

escapar. La corrida de Miura de Madrid fue televisada<br />

y el éxito tuvo una enorme repercusión.<br />

Llegué a la plaza totalmente convencido,<br />

motivado, pero hasta las trancas. ¡Qué ratos<br />

más duros y amargos se pasan en ese túnel de<br />

cuadrillas! Tenía miedo al fracaso. Pero en esos<br />

momentos uno se sobrepone y tira para adelante.<br />

Así es el toreo.<br />

Aquella fue una tarde colosal, heroica, y el<br />

público rápidamente se identificó con el<br />

esfuerzo y las ansias de triunfo de un torero<br />

injustamente postergado, casi olvidado…<br />

El público de Madrid me ayudó muchísimo.<br />

Lo sentía cerca, a mi lado. Los oles sonaron<br />

atronadores. Sobre todo cuando a mitad de faena<br />

aguanté un parón sin rectificar, al segundo<br />

de mi lote. Ahí la gente hizo así y se metió<br />

de lleno en la pelea. Fue impresionante. Estaba<br />

dando la vida en ese momento.<br />

Al día siguiente el crítico taurino Ignacio<br />

Álvarez Vara Barquerito dijo en su crónica<br />

de Diario 16 algo muy interesante: “Es<br />

dificilísimo conseguir que tras una corrida<br />

tan complicada como ésta se recuerde<br />

más a <strong>Manili</strong> que a Miura”.<br />

”La periodista<br />

Mariví Romero<br />

dijo en mis<br />

comienzos que<br />

<strong>Manili</strong> no tenía<br />

futuro”<br />

¡Qué bonito! Es que aquella tarde sucedió algo<br />

fundamental para un torero, que además no<br />

es habitual que ocurra en Madrid: el público<br />

supo esperar, me dejó desarrollar y tuvo paciencia.<br />

Los toros sacaron muchas complicaciones,<br />

fueron duros y tuve que sobarlos,<br />

‘marinear’ con ellos, antes de meterme en su<br />

terreno. Pero una vez dentro disfruté con los<br />

que estaba haciendo. Meter a un torazo de Miura<br />

en la muleta, verlo entregado, es una sensación<br />

que no puede compararse con nada.<br />

Pero hasta que llega ese momento las pasas pu-


”La cornada<br />

de Almería<br />

me hizo cortar<br />

la temporada y<br />

perder cincuenta<br />

corridas de toros”<br />

tas. Corté una oreja a cada toro, pero al segundo,<br />

si lo mato bien, le cortó las dos. Cuando<br />

salí por la Puerta Grande me acordé de mi<br />

madre y de todo lo que habíamos padecido. El<br />

siguiente 5 de junio salí de nuevo a hombros<br />

de Madrid, con toros de Puerto de San Lorenzo,<br />

y un mes más tarde, con Curro Romero y Antoñete,<br />

le corté otra oreja a uno de Torrestrella.<br />

Luego me ofrecieron matar seis toros de<br />

Victorino Martín en la corrida de la Prensa,<br />

pero ya era demasiado. Además lo de Victorino<br />

no se me daba bien.<br />

¿Tuvieron un sabor distinto las salidas por<br />

la Puerta Grande?<br />

Fueron diferentes. Pero en la segunda tarde<br />

también salí arreando. Cuando triunfé ya no<br />

me daba coba. Aun arrimándote podías quedarte<br />

atrás. En cualquier pueblo saltaba uno<br />

en el tendido y gritaba: “¡<strong>Manili</strong>, arrímate<br />

como en Madrid!”. Cuando toreaba me daba<br />

hasta fiebre.<br />

¿Por qué no se le daba bien lo de Victorino?<br />

Principalmente, porque no he tenido suerte<br />

con esta ganadería. No terminaba de cogerle<br />

el aire, aunque he cuajado algún toro de categoría,<br />

como en Bilbao. Cuando embiste por<br />

derecho lo hace con una clase extraordinaria.<br />

Pero son toros que para que rompan hay que<br />

sobarlos mucho, perderles muchos pasos entre<br />

pase y pase, y lo mío era quedarme en el<br />

sitio y ligar los muletazos desde un principio.<br />

Tampoco admiten las cercanías, y yo donde<br />

me encontraba a gusto era pisando el terreno<br />

del toro.<br />

Desgraciadamente, poco después, el 25 de<br />

agosto en Almería un toro del Marqués de<br />

Albayda le hiere de extrema gravedad en<br />

la zona inguinal, causando daños en el paquete<br />

intestinal, en el recto y en la cavidad<br />

abdominal.<br />

Por culpa de esa cornada tuve que cortar la<br />

temporada. Perdí nada menos que cincuenta<br />

corridas de toros. ¡Un dineral! Fue una cornada<br />

muy grande. Me llegó hasta aquí arriba.<br />

Cuando me quitaron la taleguilla en la enfermería<br />

tenía la barriga hinchada como un<br />

globo. Lo único que le dije a los médicos, antes<br />

de que hiciera efecto la anestesia, fue que<br />

la herida era profunda. La que me quitó del toreo<br />

fue la cornada en el brazo que años más<br />

tarde me pegó un toro en Sevilla. La de Almería,<br />

no.<br />

¿Pasó miedo?<br />

No. Nunca pensé que me podía matar un toro.<br />

Jamás. La muerte llega cuando tiene que llegar.<br />

Unos días antes de morir Paquirri cenamos<br />

juntos. “Manuel, que injusta es la vida, yo voy<br />

a torear una corrida así de bonita en Pozoblanco<br />

y tú, con las cualidades tan buenas que<br />

tienes, vas a Madrid a matar una ‘dominguera’”.<br />

Paco pensaba que en el toreo primero hay<br />

que ser yunque y luego martillo. “Pero cuando<br />

seas martillo, golpea”, decía.<br />

Al año siguiente suma un buen número de<br />

festejos, pero su carrera empieza a declinar…<br />

No tuve suerte, la verdad. Y encima seguía con<br />

el problema del dinero que antes te he comentado.<br />

Así que decidí dejar a Molina y me<br />

fui con Pepe Luis Segura. Pero mi momento había<br />

pasado. Tenía contratos, vale, pero otra vez<br />

sin dinero, y ya no estaba dispuesto a bajarme<br />

los pantalones. Prefería irme a casa, pero ¿empezar<br />

de cero? Ni hablar.<br />

¿Se retiró amargado?<br />

Amargado no he estado nunca, jodido, sí. Ahora<br />

soy feliz con lo que tengo.<br />

O sea, que de volver a cazar conejos para<br />

torear, nada.<br />

Según que tipo de conejos (risa maliciosa).<br />

¿Cree usted que los aficionados y la prensa<br />

taurina en general ha sabido apreciar<br />

que El Tigre de Cantillana, además de tener<br />

un valor espartano, ha sido un buen<br />

torero y un gran profesional?<br />

Me consta que los profesionales y los buenos<br />

aficionados piensan eso de mí. No me gusta<br />

echarme flores, pero he sido capaz de meter<br />

muchos toros en la muleta, de distinta condición,<br />

y eso no se consigue solo con valor. A<br />

cojones gana el toro. Conozco a fondo mi<br />

profesión y he sido un torero templado. Porque<br />

<strong>Manili</strong> ha toreado despacio, a toros duros<br />

y correosos que no cabían por esa puerta. La<br />

mayoría de los toros tienen un momento en<br />

que se dejan meter mano. Y ahí estaba yo,<br />

para darles fiesta.<br />

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