LOS PERROS: CRÓNICA DE UN DESTINO ANUNCIADO - Teatro UC
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<strong>LOS</strong> <strong>PERROS</strong> TEATRO <strong>DE</strong> LA <strong>UN</strong>IVERSIDAD CATÓLICA <strong>DE</strong> CHILE<br />
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CLAvES <strong>DE</strong> RECEPCIÓN<br />
<strong>LOS</strong> <strong>PERROS</strong>: <strong>CRÓNICA</strong> <strong>DE</strong> <strong>UN</strong><br />
<strong>DE</strong>STINO AN<strong>UN</strong>CIADO<br />
POR ANDREA PELEGRI<br />
COORDINACIÓN <strong>DE</strong> INVESTIGACIÓN AMALÁ SAINT-PIERRE<br />
Esta sección del cuadernillo ofrece a nuestro público<br />
de docentes y estudiantes, una serie de claves para<br />
comprender la obra Los Perros desde un punto de vista<br />
dramatúrgico.<br />
Estas Claves de Recepción tienen como objetivo<br />
situar a los estudiantes y los docentes en el análisis del<br />
texto dramático, el cual permitirá desglosar los hitos<br />
importantes de la obra y comprender las funciones de los<br />
personajes dentro de la acción dramática.<br />
Asimismo, los artículos y entrevistas que componen la<br />
primera parte del cuadernillo, ayudarán a contextualizar<br />
a la dramaturga y a entender esta obra en su contexto<br />
latinoamericano. La segunda parte tiene por finalidad<br />
mostrar el proceso creativo del montaje a manos del<br />
director Rodrigo Pérez. Destacados investigadores e<br />
historiadores como Lucía Melgar, Margarita Iglesias<br />
y Patricio Rodríguez-Plaza contribuyen a entender a<br />
la controvertida Elena Garro en su vida, su obra y su<br />
contexto.<br />
Los Perros ofrece un sinfín de temáticas interesantes y<br />
pertinentes para ser discutidas dentro y fuera del aula, que<br />
desarrollarán en los alumnos habilidades comunicativas<br />
y reflexivas acordes con los OFT, relacionados con las<br />
dimensiones éticas, morales y sociales del proceso<br />
formativo de cada alumno.<br />
Gran parte de la obra narrativa y dramática de Elena<br />
Garro retrata la condición femenina en México, en<br />
particular la situación de la mujer oprimida y violentada<br />
en una sociedad extremadamente machista. En Los<br />
Perros, la autora retoma esta temática creando una<br />
obra en donde el silencio opresor y la fatalidad que<br />
envuelven a la mujer abusada aportan al lirismo y la<br />
riqueza estética de la pieza.<br />
FÁBULA<br />
La acción de Los Perros se sitúa al interior de una modesta choza<br />
de lodo seco en una zona rural de México y transcurre en un día de<br />
fiesta: la celebración del patrono del pueblo, San Miguel. El texto<br />
es breve y la fábula simple: Manuela, de cuarenta años, y Úrsula,<br />
su hija de doce, se preparan para subir al monte y celebrar junto a<br />
los habitantes del pueblo. Úrsula, sin embargo, teme ir a la fiesta<br />
ya que uno de los hombres de la aldea, Jerónimo, la ha estado<br />
observando de manera lasciva. En un momento, Úrsula queda sola<br />
en la choza y llega su primo Javier, quien le anuncia que, esa misma<br />
noche, Jerónimo y sus amigos planean raptarla. La niña cuenta<br />
luego a su madre lo sucedido con Javier y ésta le narra a su vez<br />
cómo ella también fue raptada por otro hombre cuando era sólo<br />
una niña. Durante el relato, y sin que se den cuenta, dos hombres<br />
entran a la choza y raptan a Úrsula, cumpliendo el destino nefasto<br />
que parece afectar a las mujeres “por estas tierras de Dios”.<br />
A pesar de la brevedad del texto y de la aparente simpleza de<br />
la acción dramática, Los Perros encierra en su estructura una<br />
rica cosmovisión de inspiración latinoamericana y una delicada<br />
construcción dramática, creando un texto en donde el silencio, lo<br />
no dicho, la tragedia y el tiempo cíclico se entrelazan sutilmente.<br />
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EL SILENCIO Y LO NO DICHO:<br />
“NO DIGAS LO qUE NO <strong>DE</strong>BE <strong>DE</strong>CIRSE”<br />
Para ser una obra que trata de la violencia de género y, más<br />
específicamente, de la violencia sexual en México, resulta peculiar<br />
que en el texto nunca se mencionen palabras como violación, sexo,<br />
abuso o incluso violencia. Es más, no existe momento alguno en<br />
el que se describa, de manera concreta, el acto de la violación, ni<br />
por parte de Javier ni de Manuela. Muy por el contrario, se evita<br />
constantemente cualquier alusión al peligro inminente, alusión<br />
que podría atraer la mala suerte: “¡Cállate, no tientes al poder! No<br />
digas lo que no debe decirse”, “¡Cállese, no lo nombre!”, “No lo<br />
digas, no lo repitas”. Tales frases, repetidas constantemente como<br />
un mantra, en especial por Manuela, pueblan la acción dramática.<br />
Al igual que en las culturas mexicanas prehispánicas, que han<br />
determinado la cosmovisión de su sociedad moderna, la palabra<br />
contiene poderes mágicos y misteriosos que la hacen capaz de<br />
materializar una realidad aún inexistente pero extremadamente<br />
peligrosa. Tal como afirma la crítica e investigadora Gabriela Mora,<br />
uno de los leitmotiv presentes en la obra es “[…] la creencia en<br />
la fuerza mágica de la palabra que, llena de maléficas potencias,<br />
es una influencia que hay que cuidar” 1 . Incluso Jerónimo, quien<br />
pareciera no tener remordimiento alguno, debe emborracharse<br />
antes de raptar a Úrsula y debe sobre todo “decir las palabras<br />
terribles” para perderles el miedo y poder actuar.<br />
Siguiendo esta lógica, cualquier mención a la violencia sexual y<br />
física es censurada por los mismos personajes que la provocan<br />
o la sufren. Y si es necesario decirla, ésta se esconde tras<br />
eufemismos y metáforas que, aunque censuradoras, no dejan de<br />
ser elocuentes. Es notable en ese sentido la manera en que Javier<br />
explica a Úrsula cómo Jerónimo abusará de ella sin que ese relato<br />
le “quite la inocencia”:<br />
Eso quiere. Dejarte en carne viva, para que luego cualquier brisa<br />
te lastime, para que dejes tu rastro de sangre por donde pases,<br />
para que todos te señalen como la sin piel, la desgraciada, la que<br />
no puede acercarse al agua, ni a la lumbre, ni dormir en paz con<br />
ningún hombre.<br />
La alusión al rito azteca2 del sacrificio, a través de la imagen<br />
del desollamiento, oculta por un lado la verdadera violencia de<br />
la agresión sexual, pero, por el otro, revela de manera indirecta<br />
aunque elocuente el dolor y la vergüenza que tal agresión<br />
conllevan. De igual manera, la pareja de ancianos que encuentra<br />
a Manuela luego de haber sido violada, le dice que “este hombre<br />
[Rosales] te pegó con su machete”, para no revelarle la verdad y<br />
para que así no pierda su inocencia. El simbolismo del machete,<br />
no obstante, es clarísimo.<br />
Es interesante notar, sin embargo, cómo el silencio se quiebra<br />
finalmente al momento en que Manuela relata a su hija la historia<br />
de su propia violación, para “borrar con mis palabras a las tuyas”,<br />
en un intento de revertir el nefasto destino que se cierne sobre<br />
su hija. Aún cuando este acto de anamnesis 3 no contrarreste la<br />
acción final que condenará la infancia de Úrsula, su valor simbólico<br />
en la historia es significativo: luego del ocultamiento sistemático,<br />
luego del silencio opresor, luego de la amnesia, explota el recuerdo<br />
y las palabras deben decir, deben expresar en esta elipsis narrativa<br />
que nos lleva vívidamente al pasado y que permite además al<br />
espectador comprender por qué para Manuela era necesario callar.<br />
Lamentablemente, el testimonio sólo sirve para revelar el destino<br />
cíclico que afecta a la mujer “en estas tierras de Dios”.<br />
En términos culturales, el silencio es la herramienta que permite la<br />
perpetuación de este destino violento que afecta a las mujeres. El<br />
silencio es cómplice en Javier e Hipólito, ambas figuras arquetípicas<br />
del traidor; el silencio es también cómplice en Úrsula y Manuela,<br />
quienes, si las agarran, “deben quedarse calladitas” y no decir<br />
nada; en fin, el silencio es cómplice en una sociedad que avala tales<br />
actos de violencia contra la mujer, en particular contra una niña.<br />
En términos estéticos y dramatúrgicos, el silencio es el intersticio a<br />
través del cual aparece el lirismo y la poesía de la acción dramática.<br />
Tal como afirma el investigador francés Patrice Pavis, se trata del<br />
“silencio psicológico de la palabra reprimida […]. Percibimos con<br />
notable claridad lo que el personaje se niega a revelar. Y la obra se<br />
basa en esta dicotomía entre lo no dicho y lo descifrable […]”. 4<br />
El silencio habla, volviéndose paradójicamente material expresivo.<br />
La investigadora mexicana Lucía Melgar nota su importancia en la<br />
totalidad de la obra garriana:<br />
1. Mora, Gabriela, “Los perros y La mudanza de Elena Garro: designio social y virtualidad feminista” en Latin American Theatre Review,<br />
n°8, Vol. 1, Primavera 1975, p. 9.<br />
2. Las referencias a la cultura azteca en la obra de Elena Garro son múltiples, tal como lo han notado varios académicos (Lucía Melgar<br />
o Richard Callan, entre otros).<br />
3. La anamnesis es sinónimo de reminiscencia, “representación o traída de la memoria de algo pasado” (Diccionario de la Real<br />
Academia Española, p. 145).<br />
4. Pavis, Patrice, Diccionario del teatro. Dramaturgia, estética, semiología, Buenos Aires, Paidós, 2003, p. 421-422.<br />
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El vasto espacio de lo no dicho es más que un hueco: El silencio<br />
textual que intensifica ambigüedad y misterio, o que hila la trama<br />
del suspenso, es más que una laguna funcional. Lo no dicho es lo<br />
que no se puede decir –por acallamiento impuesto o autocensura-<br />
o lo que no se quiere decir –refugio elíptico o mutismo rebelde.<br />
El silencio es pues recurso poderoso, signo, metáfora. 5<br />
Y en ese sentido, el silencio de Los Perros también es elocuente. Para<br />
la investigadora estadounidense Jessica Burke, los perros, a diferencia<br />
de los humanos, no tienen convenciones sociales y culturales que<br />
les impidan expresarse cuando hay peligro: “los perros no están<br />
condicionados socialmente a guardar silencio respecto a los temas<br />
tabú; si ven una amenaza, ladran. Denuncian al intruso, develando la<br />
transgresión, haciendo cualquier esfuerzo para defender a su gente” 6 .<br />
Si el perro calla, quiere decir que la última esperanza de la mujer se ha<br />
extinguido a manos del hombre. La última frase de Manuela, dicha en la<br />
soledad de su choza luego del rapto de su hija, expresa la importancia<br />
y el valor del perro, símbolo de la fidelidad y, en esta historia, del único<br />
ser vivo que custodia en cierta forma a la mujer: “¡Qué silenciosos,<br />
qué silenciosos están los perros de mi casa! Dios permita que no les<br />
mocharan las patas… ¡Qué silenciosos están los perros de mi casa!...” El<br />
silencio final de los perros es indicio, señal del cumplimiento del destino<br />
trágico, aquel que se repite y se repite en un ciclo sin fin.<br />
EL <strong>DE</strong>STINO TRÁGICO Y EL TIEMPO CÍCLICO:<br />
“NO qUIERO qUE <strong>LOS</strong> DÍAS PASADOS AHOGUEN<br />
A <strong>LOS</strong> DÍAS NUEvOS”<br />
La acción dramática de Los Perros se enmarca claramente en una<br />
temporalidad cíclica que envuelve a los personajes y determina a fuego<br />
sus destinos. Cada palabra, cada pausa indican al espectador que existe<br />
una especie de sino trágico, de fatalidad inquebrantable que define de<br />
antemano lo que sucederá a los personajes. Una atmósfera de infortunio<br />
se impone, advirtiendo al espectador cuál será el desenlace en las vidas<br />
de Úrsula y Manuela.<br />
5. Melgar, Lucía, “Silencios expresivos: gamas y matices del silencio en la obra de Elena Garro” en Monografic Review- Revista monográfica,<br />
16 (2000), p. 358.<br />
6. Burke, Jessica, “Significant Silence in Elena Garro’s Los perros” en Hispania, Vol. 93, n° 1 (2010), p. 27. La traducción de la cita es mía.<br />
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Desde el inicio de la pieza, Manuela revela la circularidad del<br />
tiempo y la influencia que éste ejerce en su diario vivir: madre e hija<br />
deben esmerarse en los preparativos de la fiesta del patrono pues<br />
la forma en que ésta se desarrolle determina el éxito del resto del<br />
año. La superstición y el miedo que envuelven a Manuela denotan<br />
la visión cíclica del tiempo, inspirada en la tradición campesina<br />
latinoamericana y en las culturas indígenas prehispánicas (en<br />
especial la azteca). Aun cuando la fiesta involucre a un patrono<br />
cristiano, el sincretismo cultural combina una concepción linear<br />
del tiempo y de la historia (de inspiración judeo-cristiana) y otra<br />
cosmovisión donde el tiempo es cíclico, donde el inicio y el final<br />
no pueden determinarse de forma clara:<br />
La cosmología [indígena] no concebía espacio y tiempo<br />
como nociones abstractas y separadas, sino como unidades<br />
concretas que se sucedían ‘según un ritmo determinado de<br />
una manera cíclica, conforme a un orden eterno’. 7<br />
El tiempo deja de ser una línea de eventos que se suceden y<br />
se convierte más bien en una serie de acontecimientos que se<br />
repiten una y otra vez, donde el futuro, el pasado y el presente se<br />
confunden constantemente, de manera atemporal. En Los Perros,<br />
la autora sitúa la acción en un momento presente: la preparación<br />
de Úrsula y Manuela para la fiesta. Sin embargo, eventos del<br />
futuro y del pasado se insertan en el relato presente. Javier, por<br />
ejemplo, irrumpe en la choza con imágenes del futuro trágico que<br />
se cierne sobre Úrsula. Si en un comienzo el espectador piensa que<br />
el primo juega un simple rol de informante, emulando la función<br />
del mensajero trágico griego, el relato de Manuela y la acción<br />
final de la obra revelan cómo Javier es en realidad un agente del<br />
antagonista, un traidor que hace posible el desenlace. Por otro<br />
lado, el pasado se hace presente a través del relato de Manuela,<br />
con la irrupción de voces de otros personajes, alterando la<br />
estructura dialógica y los registros de lenguaje, variando la textura<br />
del campo lexical e introduciendo imágenes casi cinematográficas,<br />
que recuerdan al mecanismo del flash-back. Gracias a la irrupción<br />
del pasado en el relato memorial de Manuela, la temporalidad<br />
cíclica y fatal de la obra se revela, evidenciando cómo, dentro y<br />
fuera de la ficción, la violencia sistemática contra la mujer forma<br />
parte de un ciclo irrompible, avalado por un orden social y cultural<br />
que ve lo femenino desde una lógica dual -ser amable y peligroso<br />
a la vez- y que, por ende, debe ser domado por el macho a través<br />
de la violencia y la agresión.<br />
Hacia el final de la obra, la circularidad temporal de la acción<br />
dramática se manifiesta además a través de los roles/arquetipos<br />
espejados en ambas historias de violación: Manuela y Úrsula<br />
representan a la mujer abusada, Jerónimo y Antonio cumplen el<br />
rol del abusador; y Javier e Hipólito juegan el papel del traidor. El<br />
hecho de que cada personaje encuentre a su par en el pasado y/o<br />
en el futuro refuerza la idea del tiempo circular así como la de<br />
destino trágico.<br />
Ahora bien, es necesario aclarar que el sentimiento trágico que<br />
envuelve a Los Perros se acerca más a las categorías analíticas del<br />
naturalismo que de la tragedia griega, pues, si bien la presencia<br />
divina existe en Los Perros (representada en la fiesta del patrono,<br />
por ejemplo), es mucho más fuerte el peso del determinismo<br />
social y de un medio que parece ser inmutable e inmodificable:<br />
nada de lo que hagan los personajes podría alterar ese destino. Y<br />
lo que la ficción plantea es reflejo de la realidad social que retrata<br />
la autora: este es el destino de la mujer en esta cultura y nada<br />
puede hacerse para cambiarlo, excepto guardar silencio y rogar<br />
porque el ciclo de violencia se rompa.<br />
LA INvESTIGADORA L<strong>UC</strong>ÍA MELGAR<br />
RESPON<strong>DE</strong> A LA PREG<strong>UN</strong>TA <strong>DE</strong>L TIEMPO<br />
EN LA OBRA <strong>DE</strong> ELENA GARRO.<br />
En la obra general de Elena Garro el tiempo no es cronológico. En<br />
Los Perros hay un tiempo cíclico que tiene que ver con una idea<br />
de fatalidad y de destino que se desdobla. Reencontramos esta<br />
fatalidad en otros textos de Garro como Los recuerdos del porvenir.<br />
Este destino se repite porque en la obra no hay posibilidad de<br />
ruptura. La palabra es mágica, tiene un peso supersticioso; pero<br />
en realidad es una creencia que tiene que ver con el miedo, con<br />
el mundo indígena y también con el pensamiento religioso. Hay<br />
un pensamiento mágico de que ciertas palabras pueden provocar<br />
ciertos hechos y, en este caso, este peso del silencio puede ser<br />
interpretado de otra manera. Por más que se trate de callar algo,<br />
vuelve a suceder. Elena Garro sí cree en un destino porque no<br />
cree o no ha visto un movimiento social que rompa con ese sino<br />
nefasto de las mujeres violentadas. En ese sentido, puede ser un<br />
tanto pesimista; pero, por otro lado, es lo que hace que su crítica<br />
sea mucho más fuerte respecto de la condición de las mujeres.<br />
ANDREA PELEGRI KRISTIC. Actriz titulada de la Escuela de <strong>Teatro</strong> de la Universidad Católica,<br />
Magíster en teatro, teoría teatral y dramaturgia de la Universidad de Ottawa, Canadá. En la<br />
actualidad se desempeña como actriz, traductora y dramaturgista en su compañía, Tiatro, cofundada<br />
en 2006 junto al actor Mauricio Quevedo.<br />
7. Mora, Gabriela, “Los perros y La mudanza de Elena Garro: designio social y virtualidad feminista” en Latin American Theatre Review,<br />
n°8, Vol. 1, Primavera 1975, p. 9.<br />
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