Julio de 2007 - El Pitic

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Año VII Número 76 Julio del 2007 Edición Mensual Hermosillo, Sonora.
LA NOCHE DE LOS YAQUIS...
Por: Fernando A. Galaz
Tomado de su libro: “Dejaron Huella en el Hermosillo de Ayer y de Hoy”.
Introducción:
En esta ocasión ofrecemos como portada una excelente crónica de don
Fernando Galaz Abril, (+) como todas las suyas cuyo título aparece
renglones arriba.
Este relato nos ubica en la época revolucionaria años de 1911 a 1915, y de
ciertos acontecimientos que sucedieron en la ciudad. Desde la descripción de
matanzas horripilantes, saqueos por hambre del pueblo, los excesos de una
nación en guerra fraticida y hasta una historia de amor un tanto esotérica.
Interesante relato…
LA NOCHE DE LOS YAQUIS…
Las lluvias se habían adelantado esa temporada del año de 1911, pues el 18 de
junio, sin ningún preparativo atmosférico, esa mañana, caía en la ciudad un
corto aguacero y, para alegría de muchos, llovió -pariendo la venada -llover con
sol-. Paró y el aire se puso denso, caluroso, pero duró poco, pues casi al
atardecer, cuando el cielo se encapotó y comenzaron a llegar las enchocolatadas
aguas de la creciente y los marinos de las riberas se tiraban a retozar en su cauce,
la temperatura se tornó fresca, agradable. Como la lluvia fue en las cercanías del
municipio, la corriente duró poco y cuando su nivel bajaba, se vio una tropa de
caballería cruzar el río con el agua que chacoteaba en los ijares de los animales.
Eran las tropas maderistas al mando del coronel Amavizca que venían a ocupar
la Plaza de Hermosillo que un día antes había sido entregada por el presidente
municipal don José María Paredes.
Maravilloso el espectáculo de la columna en marcha, iniciada por un soldado
que orgulloso a su diestra tremolaba la insignia patria, saludada por mil gritos
de:
¡Viva México! ¡Viva Madero! Atrás del solitario abanderado venía el coronel
Amavizca y a sus lados dos oficiales y después de dos en fondo marchaban no
muy en orden la larga columna de bisoños soldados salidos de la llanura, de la
hacienda, de la ciudad. Todos con ropa civil, unos con tejanos, otros con
sombrero de palma, otros con sombrero de tule, todos con toquillas tricolor,
cananas cruzadas al pecho formando una equis, la de su destino. Traen armas
portátiles de todos calibres, sus caramayolas forradas de lona, reata de gamuza,
de cerda, de vil piel o de ixtle y entre gritos, dianas, música de orquestas y
aficionados, cruzaron la ciudad hasta llegar al Parque Madero, donde una
maestra le dio calurosa bienvenida.
Los catarrientos fonógrafos de las cantinas se amanecieron tocando El
Carretero, Juan Soldado, La Valentina y El Abandonado y, ahí cerca, en la calle
de Chihuahua, donde se acorralaba el ganado bravo de livianos cascos, atronaba
el espacio los berrinches de la música pueblerina, confundiéndose con los gritos
de las mujeres y de hombres que en feroz bacanal más parecían animales en
brama que humanas criaturas. A eso de las seis de la mañana, zarabanda y
refusilata concluyeron y del cuartel del 5º. y del 14, bandas de desafinados
clarines y tambores tocaban diana.
Con aquella tropa venía el teniente Jesús Ruelas, un muchachote sano de
cuerpo y de alma, de carácter reservado, amante de la lectura y de preparar
tabacos especiales para su uso personal y fumárselos al ruido de una mandolina
que nunca le faltaba. No hacía ni dos meses que había dejado allá en la rica
Minas Prietas la herrería donde prestaba sus servicios, presentándose a los
maderistas de Juan G. Cabral que merodeaban por Ures y tan sólo por saber
"cuentas" y no hablar mal se la dieron de Teniente Jefe de la Proveeduría.
Cuando el combate de San Rafael, por ahí cerca de Ures, les dijo a un grupo de
sus compañeros: "Voy a demostrarles que soy merecedor de estas dos barras que
me dieron. No he pensado ni quiero ser oficialito de banqueta". Y el muchachote
aquél al frente de un pelotón lo dirigió y peleó como un profesional.
Rosario Moncada, líder obrero que sí trabajaba en una herrería cerca del
mercado, se hizo amigo de Jesús. Una noche, en una fonda de candil, le dijo que
Madero iba a cometer el error de licenciar las tropas del pueblo. Pero no te
mortifiques, mi Chuy, ahí en la herrería nomás "pichoneando" -ensayando un
quehacer- puedes sacar el chivo para la mecatona, suavemente. Además, pronto
-si es tu gusto- saldremos a las haciendas a hacerle propaganda a don José María
Maytorena, candidato a gobernador del Estado.
-Oye, mi Chuy, no me has dicho ¿por qué te metiste a la bola?
-Bueno, porque me gustó.
- ¿Y el motivo?
- Es que en todas las bolas, mucho o poco, hay reflejos de un anhelo de justicia.
-Y el gobierno. ¿Qué?
-¿Y el gobierno, ¿qué?
-¡Mi ñero, cómo estás de preguntón! Pero por darte gusto te responderé en
pocas palabras. El gobierno, aunque no es persona física, por conducto de los
poderes, no es otra cosa que el que reglamentado le da valor legal a la injusticia.
Hubo un silencio que se interrumpió cuando trajeron el café.
-Sí, ¿le haces a un macuchi de los míos?
- Sí.
Ahí se quedaron envueltos en nubes de humo. Moncada tosiendo como perro
viejo sin collar de limón y Jesús sorbiendo con deleite un enorme cigarro de hoja
de maíz, con hojas de orégano y polvo de péchitas blancas.
José María Maytorena obtuvo un limpio y arrollador triunfo en las elecciones,
llevando como vicegobernador al ingeniero Alberto Gayou, que también ganó,
a forciori y para eso, con agrado del pueblo, por primera vez en muchos años,
no había tropas en las casillas, pero los escrutadores contaron los votos de
Gayou, con tenedor, Jesús no reclamó hueso alguno, siguió pichoneando en la
herrería de Moncada. Rentó una casa con gran corral y pozo de luz al centro.
Plantó una variedad de arbustos y otra de yerbas, sin faltar el chual, la
verdolaga, el quelite grueso, la acelga, la verdolaga de cochi y el plomizo y
popular Juan. En el día hacía injertos, curtía hojas o las secaba. Buscaba hacer un
cigarro que en dulce sopor lo condujera a otros mundos. Por las noches se
tomaba unos tragos de mezcal añejo en frutas. Se chupaba un macuchi con la
revoltura del día, tocando la mandolina con lo que se quedaba zarazón. Se
tomaba otros tragos, se chupaba otro cigarro y empezaba a invocar a los
espíritus buenos y ya bien cuete, se quedaba plácidamente de jetas. Una que otra
vez lo acompañaba en estos desvaríos una mujer, no piruja arrabalera, sino de
esas que tanto abundan "muy reservada".
No hizo ningún aprecio, por más que le insistió Moncada, de la invasión de
los orozquistas al norte del Estado, pero cuando el 23 de febrero de 1913 supo
del asesinato de Madero, con pistola, carabina y cruzadas dos cananas, hecho
una furia se presentó ante el señor Gayou, jefe de la Sección de Guerra. Ahí le
dijeron que tuviera calma, que se esperara unos días y aunque ascendiéndolo a
(Sigue en Pág 2)

2 Hermosillo, Son. Julio del 2007
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El hombre joven no tiene memoria
Más tarde, gozaal recordar
vivencias pasadas.
Y mucho más tarde, vive de ellas
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La noche de los Yaquis...
Capitán Segundo le dieron nombramiento, salió colérico de aquel recinto donde
en esos días se jugaba el destino de la patria. Trabajo le dio a Moncada calmar
los nervios de aquel extraño muchacho. En la noche, Jesús, que de su vida había
hecho un ritual, se puso lleno de contento cuando al segundo cigarro y después
de enfrascarse en patético monólogo, logró hablar con un espíritu. Sin la menor
brizna de miedo, escuchó lo que el celeste mensajero le decía: "En este instante
va entrando en tu camino una preciosa criatura. Dentro de poco te escribirá. ¡Ten
cuidado Jesús, veo piedras rojas en la vereda de tu destino!" Fueron días en que
la dicha colmó su ilusión, los que transcurrieron hasta el 26 de marzo.
La alegría en el combate de Nogales no lo abandonó. Cantando bajo la lluvia
de balas de los federales, entró hasta las alturas de un cerrito. Hubo momentos
en que se encabritó cuando no pudo darle caza al coronel Kosterlinski, defensor
de la plaza. Ese coraje fue pasajero. Esa nube gris que por momentos turbó su
alegría se disipó y siguió alegre, frenético en la lucha. Marchó con la demás
tropa a Cananea peleando en la misma forma. Ahí lo cautivó la manera de
dirigir, de pelear, de prevenir, la valentía y el genio del coronel Obregón y el
sereno valor y la hombría del coronel Moreno, jefe federal de la plaza. Fueron
tres feroces días de combate en que al fin las fuerzas de Obregón salieron
triunfantes. De ahí pasó a Naco, donde con tristeza se dio cuenta de la bastarda
ambición de los hombres. Un grupo de coroneles querían el mando, no querían
a Obregón como jefe. Presumían de pavo real y no llegaban ni a guajolotes. Uno
de los coronelazos envió a un oficial con un piquete de hombres al cuartel de
Obregón. Llevaban intenciones negras y Obregón lo sabía. Cuando llegaron,
salió Obregón a la puerta de la carpa y los asesinos en embrión hicieron alto.
Sonriente, Obregón los barrió con su mirada burlesca y de señor hombre. Jefe
y soldados del grupo de malas intenciones permanecían mudos con un ligero
temblor en las corvas.
-Ustedes, señores -les dijo golpeando sus palabras- vienen a matarme, pero no
son tan hombres como para eso. Retírense y díganle a su jefe que en la mañana
atacamos la plaza. Ahí es el lugar y es el tiempo de demostrar que los tienen bien
parejos,
Recitó Obregón aunque en otras palabras y sin música la pieza de moda, El
Guango. Las cabrillas y el caminito de San Pedro, con su corte de rutilantes
estrellas aún lucían su esplendor en aquella madrugada. El inmenso valle
sediento de agua, donde el tísico mezquite jorobado por el viento sus ramas se
quejaban, despertaba amodorrado. Las viznagas, encerradas en su globo de
espinas como los garfios, regalaban al espacio sus hermosas corolas amarillas y
los sahuaros, cual tubos de monstruoso órgano dibujaban la silueta del centinela
del desierto. Cuando el coyote, presintiendo algo husmeaba ocico hacia arriba a
los cuatro vientos, un gallo asmático, afinando su pecho soltó en dos tiempos,
porque se le atravesó un gargajo, destemplado chillido anunciando un nuevo
día y cuando azorado vio que se iluminaba el mundo en grandes llamas y
negras nubes, un ataque cardiaco coronó su vida.
De las pequeñas ondulaciones del terreno, rifle en mano, comenzaron a salir
los atacantes. Vistos de lejos parecían mogotitos humanos en extraña danza.
Vistos de cerca, lívido el semblante, rechinando los dientes, tozca la faz, firme y
decidida la mirada, con rifle en mano vomitando rojo plomo, no parecía sino
que en realidad bailaban la sublime loca danza de la muerte al son de la tétrica
música de la metralla, tambores y clarines. Hacía dos horas que el embrujo de la
siniestra danza rompía los sentidos, cuando una bala incrustándose en su
hombro lo hizo perder el equilibrio cayendo al suelo desmayado. Recobró el
conocimiento en una sala del Hospital de Sangre, de Hermosillo.
Unos días después le dieron licencia para que convaleciera de la herida y se
fue a reposar a su domicilio particular.
Una noche, después de haberse
fumado un cigarro con tabaco
americano de El Toro, al que le agregó
unas gotas de agua de colonia y unas
pringas de polvo Melba, oyó unos
ruidos en el fondo del corral, se
levantó de su asiento y pistola en
mano, se encaminó a donde venía el
ruido y se encontró con Rosenda, una
hermosa muchacha que de vez en
cuando venía al nido de Jesús a calmar
sus ansias de mujer. Preciosa, ¿por qué
no entraste por la puerta? Porque me
venía siguiendo alguien de la casa.
Que no ves que sospechan algo.
Además, vine a despedirme, ya que en
unos días más, me caso. ¿Cómo? Me
caso, te repito y como no me gusta
engañar a nadie, le hablé a mi novio
diciéndole que no era pura. Nada le
dije de nuestros enjuagues. Eso sí,
tengo el firme propósito de una vez
casada, no engañarlo con nadie.
Vengo, pues, a disfrutar, por última
vez, el placer de la noche entre tus
brazos y a dejarte como recuerdo de
las caricias que se van, este anillo que
te doy. Pasaron sonrientes, felices a la
recámara. Apagó la luz. Luego el
ambiente se envaneció al conjuro de
dos cuerpos jóvenes que en la ofrenda
a Eros se entregaban. Unos suspiros
huérfanos de su destino se perdieron
en la oscuridad de la estancia.
Antes de las doce de la noche, sin
ningún melindre, Rosenda se despidió
y Jesús, aunque optimista, se quedó
pensando en la inmortalidad del
cangrejo. No terminaba el tema,
cuando unas pisadas como si fueran
caminando por encima de una
alfombra, le llamaron su atención. Se
fue a la otra pieza y ahí una tenue luz
verde por segundos, iluminó el
espacio. Es el alma de algún espíritu,
se dijo a sí mismo. En ese preciso
instante, una carta por debajo de la
puerta, empujada por quién sabe qué
manos hacía su arribo sin pedir
permiso. Jesús, de un salto abrió la
puerta con la esperanza de ver al
mensajero. No había nadie en la
oscura calle. Un solo murmullo que
venía del Parián, el ladrido de una
perra alborotada, el cacareo de una
histérica gallina, perturbaban el
silencio y el misterio de aquella noche
de verano.
¿Estaré soñando? ¿Será el cigarro
que me ha puesto vacilón? No. Qué
va. Aquí está la carta y eso es lo real.
Se acordó de lo que meses antes le
anunciaba un espíritu bueno y se
sonrió. ¡Qué elegante la misiva de
cubierta azul y estampilla americana!
Al reverso, cerrada la cubierta con un
sello de lacre y arriba un elegante
monograma. Lo golpeó
pausadamente entre sus manos y se
(Sigue en Pág 3)

Hermosillo, Son. Julio del 2007
La noche de los Yaquis...
fue para la alcoba. Se empujó una copa grande de delicioso añejo mezcal y se
quedó un rato pensando en las orejas de la burra pinta, volvió a sonreírse como
si oyera la respuesta del abismo de ideas en que se ahogaba y abrió la carta. La
leyó despacio para el solo y luego saboreándola en voz alta:
"Jesús, mi bien amado: Desde hace meses apareces en mis sueños, no te
conozco materialmente, pero en mi alma donde ya tienes tu altar, refulge como
oro tu cuerpo sin par y tu alma luminosa. Estoy por siempre enamorada de ti,
pero no puedo unirme a ti hasta el 20 de septiembre de 1915. Esto es, mi bien
amado, muy largo y doloroso. Pero es preciso que termine mis estudios sobre el
espíritu y además así está decretado por un ser que es todo amor. Cada quince
días, estés donde estés, verás mi figura y platicaré contigo. Recibirás otra carta
el 15 de agosto de 1914 y la última el 10 de septiembre de 1915. Porque existe
entre nos comunión de ideas y pensamientos y ni necesito preguntarte si me
quieres. No me contestes ni trates de identificar a quien sangrando su corazón
te adora como el único ser sobre la Tierra. Adiós mi idolatrado amor, recibe el
alma de tu "Rosa de la Cruz". Viene del Tucson que los Boris nos quitaron. Eso
de "Rosa de la Cruz, me suena. ¿No será que en la rosa hay belleza, hay amor y
en la cruz hay tragedia y hay perdón?
Ya en buena salud, Jesús se incorpora en San Alejandro a las tropas de
Obregón. Ahí estuvo en la batalla de San Alejandro, donde murió pistola en
mano el valiente mayor Luis Bule. En Estación Maytorena, donde algunos jefes
dudaban de la pericia de Obregón, criticándolo abiertamente el de pelear dos
mil hombres contra cinco mil del gran técnico militar general Luis Medina
Barrón, los reunió a todos.
Escuchando uno por uno de los jefes de las corporaciones a su indiscutible
mando, les propuso el plan que con lujo de detalles había formulado. El plan
sencillísimo, estaba en parte realizado: Alejar a Medina Barrón de su base de
aprovisionamiento, cortarlo de su base, cercarlo en Santa Rosa y darle mate.
Todos los jefes lo aprobaron y aquellos descontentos reconocieron para siempre,
que aquel hombre algo tenía en el cerebro que a ellos les faltaba. Aquella
próxima batalla, cuyos preliminares había creado pánico en el Estado, sería
decisiva para la Revolución; si la perdían, se estancaría por mucho tiempo el
movimiento; si la ganaban, el triunfo abriría las puertas hasta de la capital. Esa
noche, Jesús dormía plácidamente sin mortificarse por el sangrón chillido de
una que otra bala loca.
Por días, la infeliz campiña se estremeció y se quejó, como si fuera mujer
primeriza en los dolores del parto. Tropas sudorosas con bayoneta calada por el
centro de la vía. Tropas en líneas kilométricas por los lados. Tropas de caballería.
Levantando grandes nubes de polvo que, coqueteando al enemigo, dinamitaban
puentes, levantaban la vía y, como botana, cortaban los hilos del telégrafo y del
teléfono. Penachos de humo negro de las locomotoras y un ir y venir de gente
en el cuartel enemigo; y todo esto pasaba en un intermitente fuego de fusilería,
en fuego sincronizado de las cóconas, en el rugir de los cañones, en el sol
abrazador de junio. Aquel campo erizado de peligro, de fuego, de lumbre, de
agonía, lo cruzaba en todas direcciones, la heroica soldadera, para darle a Juan
su tasajo de carne seca, el bull de agua, el cigarro de torcer de natural tabaco, el
trago de mezcal si estaba herido y si lo encontraba agonizante o muerto, le
quitaba el máuser y le entraba desde luego a los cocolazos sin misericordia
alguna.
Han caído en el campo de batalla docenas de heridos, docenas de muertos con
los ojos opacos sin luz, con posturas macabras unos y otros con cara de
resignación. No falta la galleta -soldadera- que envuelta en sangre se acurruca al
lado de su Juan, cuando en su postrer agonía, presiente que la muerte llega. Dan
la sensación del pájaro que muere feliz, sin abandonar su nido. Se han cerrado
las tenazas, se ha apretado el cerco. Las máquinas ya no forman penachos de
humo, ni siquiera sus válvulas se quejan, están muertas por inercia. Los
federales que están dentro del círculo de hierro los agobia la sed, deliran por el
agua que desde hace más de 30 horas no beben. Unos, en cruel delirio invocan
a la muerte y la encuentran, cuando en los espasmos de sus atormentados
cuerpos se atreven a cruzar el cerco. Por fin se rinden. Y por aquí y por allá,
tambores y clarines alegremente tocan diana. Cuando el toque se va esparciendo
en aquel inmenso negro campo de la muerte, Jesús está en coloquio con el alma
de Rosa de la Cruz y aunque es feliz por el momento, no deja de pensar que
aquella batalla es parte del calvario de su vida y que su cruz la empieza a armar
el Ser Supremo.
El remolino de la Revolución contra el odioso chacal Huerta, ha terminado.
Como saldo trágico deja el campo desolado, triste, y el dolor de la invasión de
huestes extranjeras profanando nuestro patrio suelo. Y otra vez la bastarda
ambición de mando vuelve a teñir de rojo la campiña mexicana. Ya hace meses
que los poderosos ejércitos de Villa y de Carranza chocan en infernal estruendo
en el valle, en la ciudad, en los pueblos. Hay sangre en el arrollo, en los
durmientes, en el árbol, en el rancho y hacen de cualquier lugar, descanso
multiplicado en cruces, que extienden sus pequeños brazos al rojo horizonte,
implorando les dé paz a los que quedan.
Estamos en junio de 1915. Es indiscutible que los soldados de Carranza, que
con genio y valentía dirige el invicto Obregón, han hecho pedazos a la poderosa
División del Norte, comandada personalmente por el otrora Centauro del Norte,
general Francisco Villa. Jesús ostenta en su tejano, las tres barras blancas, de
capitán primero. Las arrugas prematuras de su cara las han formado las penas,
la angustia y el dolor de los horrores de la guerra. Ha recibido la segunda carta
de su amada ignota, donde le dice que el 20 de septiembre vendrá la muerte
como madrina de boda en el instante del postrer aliento, en el que por toda la
eternidad se enlazarán sus almas. Eso no le arredra, ni siquiera le causa pena. Lo
que le angustia es el hambre del pueblo que ya se siente, que ya se palpa.
Hace dos meses el gobernador Carlos Randall, pues Maytorena ha
desaparecido, erigió en la calle Lerdo, en las afueras del Mercado Municipal y
enfrente de la estación del ferrocarril, tiendas llamándolas proveedurías, a cargo
del señor Francisco Hernández, para suministrar al pueblo mercancías de
necesario consumo con precios de bilimbiques que el comercio no quiere recibir.
Pero el comercio controlado absolutamente por chinos, teniendo abarrotadas
sus bodegas de los vitales artículos alimenticios no los suelta si no se los pagan
en oro y hoy, junio de 1915, las tiendas del gobierno agotaron en definitiva la
existencia de alimentos. El hambre con sus mil tétricas garras, en todas las
barriadas con cavernosa voz, modulaba el responso, precursor de la infatigable
muerte.
La Guarnición de la Plaza la componían quinientos indios yaquis y el coronel
José Romero, un gran indio, era su jefe. Del cuartel del 5°, con un piquete de
soldados de caballería al mando del capitán primero Jesús Ruelas, salió en
comisión de vigilancia. Al llegar a la esquina de Garmendia y hoy Elías Calles,
donde estaba en ese tiempo un casino chino, hizo alto y se quedó mirando hacia
el mercado. Por diferentes calles, grupos de hombres, mujeres y niños con palos
y piedras, echando gritos y maldiciones se concentraron frente al mercado. El
capitán miró a sus hombres, no les dijo nada. Tampoco los indios nada
preguntaron. Después de unos instantes de silencio, volvió a mirarlos pero
entonces sí les dijo: Chaylas, nuestro deber es vigilar que no se altere el orden.
Allá hay una revolución en miniatura que pide alimento, que tiene hambre. No
vamos a desbaratar ese humano desorden, lo vamos a proteger. ¿Bien? Todos
(Sigue en Pág 4)
3

4 Hermosillo, Son. Julio del 2007
La noche de los Yaquis...
aprobaron con gesto lo propuesto, solamente el sargento, con alegre voz, le dijo:
¡Suave el aroma, Coba!
Se desata la furia del tumulto en medio de un torrente de aullidos que no
gritos, echan abajo a golpes, las puertas de los comercios de La Mariposa
-Guerrero y Elías Calles-, El Correo de Ultramar -de Domingo Chon-, Serdán y
Guerrero, Juan León -donde estaba la Ferretera de Sonora- La gran Muralla
-Guerrero y Monterrey- y Agustín Chang y Cía. -hoy La Cosalteca-. Ulula en el
viento la piedra que hace añicos los vidrios de las ventanas, el rojo ladrillo brilla
de alegría en el espacio, al tiempo que los cortadillos de lo hules de la
chamacada les imprimen música al singular ambiente. Unos entran a tomar por
la fuerza lo que les falta y otros salen cargados de harina, de carne seca, de maíz,
de ropa, de lo que encuentran y un niño de seis años se lleva el aplauso de la
masa, cuando muy orondo sale portando en su cabeza, a modo de sombrero,
una bacinica de peltre, una trenza de chorizo en su cuello, una linterna de aceite
en su derecha mano y boca y cachetes de dulce embadurnados. Ya han salido
muchos, contentos y satisfechos y los últimos en salir, dejan como irrefutable
testimonio del elocuente acto, las llamas de fuego que a los edificios van
lamiendo.
-Vámonos, muchachos, esa es la justicia de Dios en manos del sufrido pueblo
-dijo el capitán y emprendió la marcha.
El 10 de septiembre de 1915, Jesús recibió carta de su amada. No se le señalaba
lugar para el encuentro, le repetía su amor y le anunciaba que el triunfo y la
gloria de dos almas que se quieren, muy cerca estaba. Uno no se explica cómo el
pueblo tenía humor para oír el Grito de Dolores, menos aún, que por la avenida
General Francisco Contreras -Centenario- se verificaran fiestas con toda clase de
juegos y hasta les dieron permiso a los placeros para que en vez de las once de
la noche en adelante, bailara el ganado bravo de la zona roja y la de donde fuera
con tal de ser igual o parecida profesión, lo hiciera de las diez de la noche en
adelante. Fiestas, cuando el Gobierno del Estado y el general Villa estaban
dando patadas de ahogado. Fiestas, cuando las tripas del pueblo tronaban como
ruedas de carreta que les falta untura. Fiestas, cuando los yaquis de la ciudad y
de los barrios también manifestaban su inconformidad más que porque no se les
cubrían sus haberes, porque la jaspea los jareaba. En esto andaba sin remedio, la
mano de Cuilmas el Petatero, abogado de los imposibles.
Sin embargo, de tanta calamidad que asolaba a la ciudad, ahí estaban dos
hileras de puestos cubiertos de mantas, otros fuera de línea, uno con cantinas,
otros con expendios de cerveza y otro más grande con el "monte", con sus pilas
de pesos de plata, de oro, de escudos, de tostones, y de pesetas. En otra de
regular tamaño, una ruleta con sus pilas de monedas hacía caer al tonto
aspirante a rico. La ola giratoria con su miríada de luces de todos colores. El
volantín de caballitos dando vueltas y más vueltas al compás del vals Sobre las
Olas. Mesitas con el juego de las argollas, de los dados, de las letras y la más
popular, la de doña Chu Negrete, que con voz machacada, con dentadura
postiza, gritaba: La bolita ¿quién va a la bolita? ¡Se va la bolita! Juegos de lotería
con premios de juguetes y con premios en efectivo. ¡Otro cartón, no hay quien
quiera otro cartón! Se va… "La escalera de un sereno, el ferruco de la alameda,
las subas y las bajas, los dados y los vendidos y el diablo que va llegando". Por
aquí botes de tamales en la lumbre, por allá botes de provocativo menudo y por
todos lados, fruta de horno, dulces, gorditas, enchiladas y burros de mochomos
-tacos de machaca frita- o de tripas asadas bañados en salsa borracha.
Lonches de birote con "aceidutas" y queso. Quesadillas de Torres. Un
guitarrero cantando pomposamente "¡Oh Mari. Oh Mari! Cuántas noches en
vela por ti". El trompudo Samaniego, refocilándose con el corrido En Santa Rosa
Obregón, fortín de tanto pelón. En el cerro de la Plaza un cantor, haciendo gallos
se enrosca cantando: "¡Cuando llegue el pagaré, pagaré; qué gusto te voy a dar,
montarás en Cuba compani y un automóvil te voy a comprar!". Hay otro que le
revira desgañitándose: "¡Ya no tengo máquina! Se ponchó mi máquina. Préstame
tu máquina. ¿Ya no tengo máquina? Y a las diez el alboroto crece cuando hace
su entrada a la ramada el ganado bronco. Invade el pelotón de mujeres
sacerdotisas del placer, al entarimado dando demasiada puerta, dos que suben.
Con la orquesta del indio Jarero se sueltan el pelo bailando lo más moderno: el
fox trot, el pelícano, el "caque wac", Calle Doce, el "rac", la llegada de los ejotes
y el precioso vals Río Rita. A este ritmo de jolgorio los días fueron pasando hasta
la noche del 20 de septiembre.
Eran las nueve de la noche del día fijado por Rosa de la Cruz para unirse en
matrimonio espiritual con el capitán Jesús Ruelas. En el salón de La Anita -
Puebla y Yáñez- la abigarrada y medio sarazona concurrencia se divertía de lo
lindo, el pianolero pedaleándole duro se daba aires de personaje de cine de
película de tejanos. Los dos cantineros del antro no se daban un minuto de
reposo vendiéndole a la clientela cerveza a daime el vaso y pieza de pilón.
Sucedía lo de costumbre, gritos, alegatas, desafíos en una atmósfera en que
revueltos el sudor de las axilas con polvos y perfumes baratos y eructos
cervecianos de los bailadores, unidos a las emanaciones de los detritos urinarios
y excrementales de crudos, hacían un bouquet que ni en China. Estaban tocando
California cuando un sardo, ya beodo, perdió el compás y le pisó un juanete a
una piruja. La infeliz mujer dio un grito que hizo vibrar a los espejos y al
instante, sin saber cómo, de dónde, se soltó una balacera que hizo añicos espejos
y focos del alumbrado. Mujeres y hombres corrieron como locas liebres
desbocadas y al hacerse la calma, sólo encontraron en el suelo a un mocoso
chulo bañado en viscoso líquido. Del susto se había zurrado, cayendo al piso
desmayado.
Al llegar al salón del escándalo el capitán Jesús Ruelas, en servicio de
vigilancia, eran las diez pasadas de la noche. Una descarga de pistola y
unos tiros aislados de máuser, apagados pero audibles, se escucharon por
el rumbo de las fiestas. Cuando se dio cuenta de la verdad de lo sucedido
en el cabaret se retiró. No valía la pena lo que había pasado, era lo de todos
los días. Con la idea de estacionar su vigilancia en las fiestas, ya que
presentía que en ese lugar sería el encuentro con su amada y también por
suponer que algo grave pasaba en el Centenario, así pensaba, cuando un
fuego graneado se dejó escuchar por el rumbo de Ciudad Juárez
-Almacenes Vallejo- y tomó con su gente ese rumbo.
No se había equivocado el capitán en su apreciación. Hacía unos minutos
que habían llegado a las fiestas las a fuerzas alegres muchachas de la zona
y por tan natural razón, el tono del festín había subido. Aunque algunos
sospechaban lo que podía ocurrir, no se imaginaban lo que en esos instantes
se iniciaba. Por el callejón de San Antonio, un grupo de yaquis en dos
bandos, armas en los brazos, imitando el aullido del coyote irrumpieron en
la roja verbena del placer. Se oyó el seco golpe de las palancas del máuser y
seguido, el siniestro zumbido de las balas en el viento. Se desparramó el
ganado bravo del ramadón, huyendo despavorido como si las persiguieran
mil demonios. Hombres y mujeres en la vorágine del pánico huían por todas
direcciones y dos o tres del monte que se sintieron machos, a culatazos
fueron derribados. Cargaron los yaquis con lo que pudieron, se fueron a la
Plaza de Armas, haciendo fuego al viento y tomaron con rumbo al río por la
calle de La Cohetera, al grito de: ¡Viva Maytorena!
Jesús llegó a El Vapor, encontrando en el mezquital a dos hombres muertos,
aún con la pistola en mano. Dos de la ronda se los llevaron al Hospital
Municipal y él con los demás de la escolta, en furiosa carrera y armas
preparadas se internaron por el oscuro y estrecho callejón de los Benard,
llegando a la Capilla de San Antonio donde pararon para darle un respiro a los
animales.
En esos minutos de descanso, Jesús pensaba qué dulces palabras decirle a su
Rosa, que podía jurar, estaba cerca. Reanudaron la marcha pero a paso lento.
¿Las fiestas? Todo era ahí y en sus alrededores, destrozo y silencio. Las
parpadeantes luces mestizas de humo, unas de candiles de mecha, imponían
respeto a la soledad. No había siquiera un concurrente. Vieron sin inmutarse el
triste cuadro y siguieron. Al llegar a la esquina de la plaza, que aún estaba
iluminada, vio Jesús tirada en una banca a una mujer vestida de blanco. Fue
entonces que le dijo a su segundo;
-Sigan la vigilancia, yo me quedo aquí. Tienen como consigna no decir donde
me quedé.
-Buenas noches, capitán.
-Ustedes las tengan, muchachos -contestó Jesús-.
La hora de la noche huérfana de luna y moteada de opacas estrellas en un cielo
de nubes de color hollín, imponían respeto. Muy quedo y disparejo ritmo venía
de un extremo de la plaza, el sordo ruido de un perro callejero que afanoso
triscaba con sus dientes una piltrafa de un hermano de su misma especie y acá,
en frente de donde la mujer estaba, un burro de enormes orejas con sus
redondos párpados caídos en un éxtasis filosófico sonrió en su interior al
resolver sobre la pequeñez del hombre. Siguió rumiando su filosofía y se quedó
dormido. Trémulo el corazón, rebozando alegría sus sentidos, se acercó hasta
donde estaba su adorada. La levantó en sus poderosos brazos y contra la luz la
contempló extasiado. "Rosa, mi divina Rosa, por fin te encuentro". La muchacha
con un rojo sangriento que rompía la albura de su pecho, al reconocerlo, una
gloriosa sonrisa se dibujó en sus pálidos labios. "Mi bien amado", le dijo, al
tiempo que un ósculo triunfal, limpio, blanco, puro, sin escarceo erótico, los
unía. Aquel divino ósculo se quedó prendido en la solitaria noche y al despertar,
el burro, testigo del sublime idilio, se sintió feliz, una sonrisa dibujó su hocico,
entronó los ojos y suspiró profundo.
-¡Nuestro amor, Jesús, en unos instantes llegará a otros mundos!
-¡Lo veo, mi vida, y estoy pronto a entrar contigo a esos mundos siderales!
Dio Jesús unos pasos con su amada en brazos y al impacto de unas balas
salidas del misterio de la noche se fue doblando. Sonriendo, sin soltar su prenda
amada, fue cayendo y ya en el suelo en agonía los dos, sus lívidos labios se
juntaron y el beso, ya hecho suspiro partió y se prendió en las nubes de la noche.
El burro se soltó llorando, gruñó siniestro el perro y siguió su curso aquella
noche de los yaquis.

Hermosillo, Son. Julio del 2007
El edificio que se alzó en El Peloncito
Por: Juan Ramón Gutiérrez
El Museo y Biblioteca fue una obra del gobierno del Gral.
Abelardo, inaugurada en 1948; la diseñó el arquitecto Felipe Ortega
La primera biblioteca que hubo en Sonora fue creada en 1882 por el
gobernador Carlos Ortiz Retes, integrada al Instituto Sonorense en ese año
como escuela secundaria. Como preámbulo de dicha biblioteca, Ortiz
comisionó al doctor en Ciencias Pedro Garza a recorrer Europa y conseguir 4,500
volúmenes que versaran acerca de los diferentes temas de actualidad, como
ciencias, tecnología, historia, arquitectura, trigonometría, civismo, etc.
Al siguiente año, el mencionado Instituto, que funcionaba en lo que hoy es el
Palacio de Gobierno, tuvo que cerrar sus puertas, debido a que la Dirección de
Educación exigía como requisito a los que desearan ingresar en él, contar con la
primaria completa. En esa época, eran escasos los muchachos con ese nivel de
estudios. El Gral. Luis E. Torres ordenó su cierre, con el argumento de los altos
costos por la campaña del yaqui, pero la realidad era la falta de alumnado.
La biblioteca funcionó por un tiempo más y su horario era de 9 a 13 y de 15 a
18 horas, atendida por un señor Uruchurtu. Para 1898, el mismo Torres la
cambió a la esquina noroeste del Colegio Sonora, debido a que el edificio que
ocupaba el Instituto se le agregó un piso más y se le acondicionó como sede del
ejecutivo estatal.
Fue cerrada 10 años después con motivo del movimiento revolucionario; al
término de éste pasó a ocupar la planta alta, donde por muchos años estuviera
la Logia Hermosillo 19; anteriormente, la residencia del doctor Alfredo
Caturegli, frente a la hoy Plaza Alonso Vidal antes de la Bandera.
Ahí estuvo funcionando hasta 1942, cuando el material bibliográfico
adquirido por el Dr. Garza en Europa, además de otros volúmenes que fueron
recopilando a través de los años, fueron repartidos entre la biblioteca de la Casa
del Pueblo y la Universidad de Sonora.
Un año después, bajo la administración del gobernador y general Abelardo L.
Rodríguez, inició la construcción del flamante edificio que ocupa el hoy Museo
y Biblioteca de la Universidad de Sonora, en un sitio que fue parte del popular
barrio El Peloncito.
Por eso Ramón "Monchi" Samaniego, brazo ejecutor del Gral. Rodríguez, se
dio vuelo tumbando casas y manzanas completas del barrio, para levantar en
breve el majestuoso edificio que, por muchos años, fue considerado un
verdadero elefante blanco, debido a su inutilidad. Para realizar este proyecto,
fue formado un comité pro biblioteca cuya presidencia recayó en la persona de
don Jesús G. Lizárraga: su principal objetivo fue hacer colectas entre la sociedad
sonorense. Fue el propio General el primero en contribuir con la cantidad de 400
mil pesos.
Siempre de blanco
A finales de junio de 1947, el total recaudado sumaba 2,541,974 pesos, con los
cuales se iniciaron inmediatamente las obras; se encargó de las mismas el
arquitecto Felipe N. Ortega, así como el contratistas Santiago M. Aguirre.
En su informe de gobierno, el General hace mención del edificio y dice:
Museo y Biblioteca del Estado, se ha concluido la estructura principal del
edificio y la obra en general está por terminarse y actualmente se está trabajando
en el servicio sanitario, en la colocación de puertas y ventanas y acabado
ornamental, faltando detalles como la colocación del elevador y las butacas del
auditorium.
Las aportaciones para esta importante obra de cultura son: El Gobierno del
Estado con 1,714,121.13 pesos, los sectores sonorenses con 717 mil 955.64
centavos y el suscrito, de su peculio particular con 400 mil pesos.
Se cuenta que el General pidió que el edificio del Museo conservara siempre
el color blanco, pero a raíz de su muerte ha sido pintado en varias ocasiones con
diferentes colores. Por cierto que en cada campaña política, el Museo y
Biblioteca parece kiosco de revistas, dada la gran cantidad de basura electoral
que es colocada sobre él.
Finalmente el edificio fue inaugurado el 5 de abril de 1948, con la presencia del
presidente de la República Miguel Alemán Valdés, el jefe de Obras Públicas,
Francisco Q. Salazar, el arquitecto Ortega y el Gral. Rodríguez. Al conjunto
arquitectónico se le agregaron dos viejos cañones tipo Rodean, que todavía
existen a cada lado.
Por otra parte, el mismo día de la inauguración fue nombrado director de
Biblioteca el distinguido archivonomista y bibliotecario Don Fernando
Pesqueira. Poco después llegarían, para quedarse entre nosotros, la ilustre
musicóloga Emiliana de Zubeldía, así como el teatrero Alberto Estrella, entre
muchos más.
Siguiendo los lineamientos de su fundador, el Gral. Rodríguez, tomamos un
pensamiento de este distinguido sonorense, cuando por órdenes suyas, dio
inicio el programa estatal de escuelas y bibliotecas y dijo: "La ignorancia, el
analfabetismo, son factores que fomentan la esclavitud. Para que un pueblo sea
libre necesita ser instruido". Gracias por su tiempo.
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Agrícola
5
La cimentación
del
Museo y
Biblioteca.

6 Hermosillo, Son. Julio del 2007
“Fechas para recordar, de
Villa del Pitic-Hermosillo”
1694, Noviembre 24.- Es descubierta por el Padre Eusebio Francisco Kino
la Isla del Tiburón, que bautizó con el nombre de San Agustín.
1772, Octubre 14.- Es inaugurado el primer canal de riego en El Pitic, en el
primer gobierno de don Pedro Corbalán -1770-1772-.
1783 Febrero 24.- El Pitic recibe el nombre de Villa concedido por Teodoro
de Croix, gobernador y comandante general de las Provincias Internas.
1828, Septiembre 5.- Con esta fecha la H. Legislatura del Estado de
Occidente expidió un decreto, cambiando el nombre de -La Villa del Pitic- por
el de Hermosillo, otorgándole a la vez, la categoría de ciudad, para perpetuar,
inmerecida e injustamente la memoria de un mal militar, que jamás llegó
a pisar tierras sonorenses. Ojalá algún día se subsane el error.
1831, 13 de Marzo.- Se instala en Hermosillo el primer Congreso Legislativo
de Sonora, mismo que expide la primera Constitución Política del Estado, el
25 de diciembre 1831.
1837, 8 de Mayo.- Se inicia la construcción de la Capilla del Carmen, el templo
más antiguo de Hermosillo, que conserva totalmente su construcción
original.
1844.- Un día de otoño, Don Pascual Encinas y su hermano don Ignacio
María, iniciaron la excavación de un pozo y desarrollo en medio del desierto
virgen aún, de la famosa Hacienda de Costa Rica, iniciando así lo que sería
con el tiempo un emporio agrícola, la Costa de Hermosillo.
1852, 14 de Octubre.- El aventurero francés Gastón Raousset de Boulbon con
su hueste, toma a sangre y fuego la Ciudad de Hermosillo, durando la ocupación
una semana.
1859, 10 de Septiembre.- Se inaugura el primer edificio municipal de
Hermosillo, en el lugar que hoy ocupa el Palacio de Gobierno.
1866, Julio 3.- Nace en Hermosillo Rodolfo Campodónico, profesor de música
y compositor. Sus composiciones más notables, son: Club Verde, Himno
sonorense. Natalia, Lupe, Ma. Luisa y Viva Maytorena.
1879, 8 de Septiembre.- Se inaugura la primera línea telefónica en
Hermosillo, entre la Tesorería General y la Secretaría de Gobierno, siendo
gobernador el Gral. Luis E. Torres.
1880, 3 de Junio.- Se inaugura la línea telegráfica entre Hermosillo y
Guaymas.
1881, 1 de Diciembre.- NACE EN HERMOSILLO JESÚS GARCIA CORO-
NA, precisamente donde actualmente se encuentra un monumento a su
memoria, marca el sitio donde estaba su casa, el bien llamado "HÉROE DE LA
HUMANIDAD".
1883 Julio 1.- Canta en el Teatro Noriega, la famosa diva mexicana Angela
Peralta con gran éxito. Murió el 3 de agosto del mismo año en Mazatlán,
Sinaloa.
1883, Septiembre.- Llega la terrible fiebre amarilla a la ciudad, introducida a
Sonora en este mismo año por el vapor norteamericano "Newbern", atracado
en Guaymas. Para el mes de octubre, ya habían fallecido 211 personas y
existían enfermos en peligro de muerte, todo esto en menos de dos meses y en
una población de diez mil habitantes. La enfermedad se extendió por todo el
norte de la entidad cruzando la frontera hasta Arizona. Fue erradicada de la
ciudad hasta el año de 1885, dejando temor y dolor en sus habitantes.
1889.- Fue establecido el Colegio de Sonora por el gobernador del Estado
don Ramón Corral V. Al año siguiente fue trasladado al edificio que ocupa
actualmente.
1890, Octubre 1.- Se instala el Colegio Sonora en el edificio que actualmente
ocupa, ubicado en la Avenida Dr. Ruperto Paliza.
1897, 12 de Julio.- Se inaugura en Hermosillo el alumbrado eléctrico, aunque
el alumbrado comprendía solamente la Plaza Zaragoza, la calle Don Luis (hoy
Serdán) y la calle Benito Juárez; fue un día de asombro y júbilo para los
pitiquenses.
1897, 18 de Septiembre.- Inauguración del primer banco con capital
sonorense, con la denominación de Banco de Sonora, S.A., instalado frente a
lo que es hoy la Placita Hidalgo, aún se conserva el edificio. Su primer gerente
fue el señor Max Muller.
1897.- Sin precisar día o mes, en este año se terminó de construir y empezó
a operar la famosa Cervecería de Sonora, S.A. en majestuoso edificio y la más
moderna maquinaria alemana de su tiempo. Esta empresa fue factor de desarrollo
en todo el Estado con sus fábricas de hielo y malta, fue nuestro orgullo
y fue ejemplo a nivel nacional, factor de desarrollo industrial y comercial.
Cerró sus puertas en forma definitiva el 31 de octubre de 1969, dejando una
profunda huella en Hermosillo y el resto del Estado, difícil de olvidar.
1907, Noviembre 7.- Muere en NACOZARI, JESÚS GARCÍA CORONA,
HÉROE HERMOSILLENSE, salvando al pueblo de la explosión de un tren
cargado con dinamita. Jesús García Corona fue denominado internacionalmente
como "Héroe de la Humanidad".
1908, Septiembre 15.- Es inaugurado el edificio de la Penitenciaría General
del Estado, construido en las faldas del Cerro de la Campana. El inmueble de
cantera y ladrillo, sigue dando recibimiento a pesar de las amenazas de las
autoridades locales.
1910 Enero 9, Francisco I. Madero, candidato a la Presidencia de la
República, llega a Hermosillo acompañado de su esposa doña Sara Pérez de
Madero.
1913, Mayo 16.- Aterriza en Hermosillo el primer aeroplano que vieron en
tierra los hermosillenses. Era éste el avión "Sonora", adquirido por los revolucionarios.
1915, Noviembre 18.- En la hacienda El Alamito, Municipio de Hermosillo,
se libra la batalla entre las fuerzas convencionistas al mando de Francisco
Villa y tropas constitucionalistas al mando de los generales Manuel M.
Diéguez y Angel Flores, saliendo derrotado Francisco Villa.
1918, Diciembre 2.- Se instala en Hermosillo la primera Junta Central de
Conciliación y Arbitraje.
1919, Julio 9.- Llega a Sonora nuestro nuevo Obispo Don Juan Navarrete y
Guerrero, a la edad de 33 años. El día 12 de julio llega a Hermosillo, haciendo
su entrada oficial a la Catedral de Hermosillo, ese mismo día.

Hermosillo, Son. Julio del 2007
Fechas para recordar...
1929, Abril 28.- Domingo a las 9:30 a.m., la ciudad es bombardeada y
ametrallada por una escuadrilla de cinco aviones militares, al mando
del coronel Pablo Sidar. El ataque supuestamente era en contra de cerca
de tres mil soldados, acantonados en tres trenes en la estación del ferrocarril,
al mando de los generales Fausto Topete Almada, José Gonzalo
Escobar y Francisco R. Manzo, quienes eran los principales jefes del
cuartelazo del 3 de marzo de ese año. Los soldados contestaron el
fuego, por lo que los aviones se dedicaron a bombardear y disparar a
las calles de la ciudad, dando por resultado la muerte de cinco civiles,
entre éstos un niño de cinco años.
1935, Noviembre 20.- Es inaugurada la primera radio difusora en la ciudad,
la XEBH, durante la Exposición Industrial, Agrícola y Ganadera, que se
realizaba en los terrenos de la Escuela J. Cruz Gálvez.
1940, Octubre 25.- Por decreto desaparece el Municipio de Villa de Seris,
pasando el poblado de ese nombre, a la Municipalidad de Hermosillo.
1942, Octubre 12.- Es inaugurada la Universidad de Sonora por el gobernador
General Anselmo Macías Valenzuela y personalidades de aquella
época. El primer rector fue el maestro normalista Aureliano Esquivel Casas.
(1942-1944)
1944, Junio 8.- Un vagón del ferrocarril se desprendió de un tren carguero
en estación Carbó, de donde rodando solo llegó hasta Hermosillo cargado de
madera. Luego de una larga carrera de casi 70 kms. paró frente al Molino La
Fama, sin causar daños materiales.
1947, Noviembre 20.- Se inaugura el Palacio Municipal de Hermosillo por el
gobernador Abelardo L. Rodríguez.
1948, Abril 5.- Se inaugura el edificio de la Biblioteca y Museo del Estado,
con la presencia del Presidente de la República Miguel Alemán Valdés.
1948 Abril 6. Es inaugurada la “La Presa Abelardo L. Rodríguez” con la
presencia del Lic. Miguel Alemán Valdéz, Presidente de la República.
1948, Junio 11.- Incendio en el Palacio de Gobierno, destruye más de la
mitad del edificio. Antes de dos años fue reconstruido gracias a la cooperación
de los sonorenses y el erario público.
1948, Octubre 8.- El Presidente Municipal de Hermosillo, don Roberto E.
Romero, inaugura en Villa de Seris el alumbrado público.
1950, Julio 31.- Explotó el polvorín que la Mercería de la Paz, S.A. tenía
establecido extramuros, al norte de la ciudad, afortunadamente no hubo
muertes que lamentar. Las colonias más dañadas fueron: el Barrio de la Cruz
Gálvez, la Colonia Pitic, la Capilla del Espíritu Santo, el centro de la ciudad,
leves daños. El polvorín se encontraba situado al final de lo que hoy es la
Colonia Constitución, que en ese tiempo aún no existía. Sólo quedó el tremendo
susto y la alarma general.
1951, Diciembre 18.- Se inaugura el Bulevar Abelardo L. Rodríguez de 1,800
metros de longitud, esta obra se realizó en la administración de don Ignacio
Soto.
1952, Octubre 10.- Se inaugura el Aeropuerto Internacional de "La Manga",
por el Gobernador del Estado don Ignacio Soto, y el Lic. Agustín García
López, secretario de Comunicaciones y Obras Públicas.
1953, Diciembre 18.- Se expide el decreto federal que crea el Distrito de
Riego de la Costa de Hermosillo, siendo el Presidente de la República don
Adolfo Ruiz Cortines.
1956, Julio 27.- Se constituye en la ciudad, la Sociedad "Cruz Roja"
Delegación Hermosillo.
1957, Junio 18.- Los últimos reos fusilados en Hermosillo, José Rosario Don
Juan Zamarripa y Francisco Ruiz Corrales, acusados de violar y asesinar a las
niñas Ernestina Leyva Cajeme y Margarita Luz Mendoza Noriega, fueron
fusilados el día martes a las cinco horas de la fecha indicada, en cumplimiento
de la sentencia dictada.
1957, Noviembre 20.- Es inaugurada la nueva Estación del Ferrocarril en la
salida norte de la ciudad, por el Presidente de la República don Adolfo Ruiz
Cortines.
1959.- Año de celebración de Bodas de Oro sacerdotales de Don Juan
Navarrete y Guerrero, el papa Juan XXIII decretó la división de la Diócesis de
Sonora en dos: La de Hermosillo y la de Ciudad Obregón, así Don Juan se
convirtió en el Primer Obispo de Hermosillo.
1959, Mayo 1.- Fue inaugurado el primer canal de televisión de Hermosillo,
el promotor y propietario fue el señor Raúl Azcárraga. Fue el Canal 6, hoy
Telemax.
1963, Julio 13.- Don Juan Navarrete y Guerrero fue nombrado Primer
Arzobispo Metropolitano de la nueva Arquidiócesis de Hermosillo, por el
papa Paulo VI, tomando posesión en el año de 1964.
1966, Junio 17.- Llega a Hermosillo el Arzobispo coadjutor para esta
Arquidiócesis, el señor Don Carlos Quintero Arce, nombrado por el papa
Paulo VI.
1968.- Al ser aceptada la renuncia de Don Juan Navarrete, lo nombran
Arzobispo de Vulturara -título honorífico-, queda en su lugar como segundo
Arzobispo de Hermosillo, Don Carlos Quintero Arce.
1969, Junio 8.- Bodas de Oro Episcopales de Don Juan Navarrete y Guerrero.
El pueblo entero celebró con alegría este importante evento, profesando a Don
Juan su aprecio y su cariño.
1972, 12 de Enero.- Ante el asombro de la población, con el amparo de la
tarde-noche, se inicia y se realiza la total destrucción de la famosa y popular
"CASA DEL PUEBLO". Arrasaron con todo, instalaciones deportivas, canchas,
albercas, vestidores, oficinas y el flamante estudio de beisbol, recién remodelado.
Lleno de historia deportiva y parte integral de la ciudad de Hermosillo,
fue destruido totalmente. Lo anterior ordenado por el gobernador Fausto
Félix Serna. "La Casa del Pueblo", era parte integral del Parque Madero.
1975, Enero 12.- El Gobernador del Estado Lic. Carlos Armando Biebrich
Torres, sorpresivamente ante un pueblo estupefacto, presenta al Congreso su
renuncia al cargo. Después de dos años, un mes y once días de estar al frente
del Poder Ejecutivo. Lo substituyó el Lic. Alejandro Carrillo Marcor.
1982, Febrero 21.- Muere don Juan Navarrete y Guerrero, Pastor non del
pueblo de Sonora a los casi 96 años de edad, tras 63 años de una entrega total
al servicio de Sonora y los sonorenses… inmenso pesar del pueblo entero.
1996, Agosto 19 Nombramiento como tercer Arzobispo de Hermosillo a
monseñor Don José Ulises Macías Salcedo.
1997, Septiembre 7.- Muere Héctor Espino González, el bateador mexicano
más grande de todos los tiempos; fallece de un paro cardiaco en la ciudad de
Monterrey, N.L. Espino impactó a toda una generación durante 23 años, como
nadie lo había hecho en la pelota mexicana.
Libros consultados:
Efemérides Sonorenses, G. Escobosa G.; Hermosillo en Mi Memoria, G.
Escobosa G.; Juan Obispo de Sonora, Belén N. de Martínez De Castro;
Diccionario de Historia, Geografía y Biografías Sonorenses, F.R. Almada;
Pioneros de la Costa de Hermosillo, R. Thompson; Versos y Recuerdos, Ing. E.
Ramos Bours.
7

8 Hermosillo, Son. Julio del 2007
La movilización de tropas para defender
Hermosillo en 1915
Gilberto Escobosa Gámez
Cronista de la Ciudad de Hermosillo.
Francisco Villa, Jefe de la División del Norte, después de las tremendas
derrotas que le infligió el General Alvaro Obregón, se replegó con su
ejército, todavía poderoso, a sus primeros cuarteles en Chihuahua y desde
allí planeó apoderarse del Estado de Sonora con la ayuda de don José María
Maytorena, quien se había separado del Constitucionalismo.
Empero, el jefe de las tropas carrancistas tenía un buen servicio de inteligencia
y hasta su conocimiento llegó la noticia de que los villistas estaban destruyendo
grandes tramos de vía entre Torreón y Chihuahua, para evitar el paso de trenes
militares en su persecución. Además, fue informado Obregón de que estaban
reuniendo tropas con la finalidad de pasar la sierra para invadir nuestro Estado.
El General Villa, buen estratega, pretendía que los constitucionalistas no lo
atacaran por la retaguardia mientras cruzaban la Sierra Madre Occidental por el
Cañón del Púlpito.
En esas fechas había terminado el período constitucional del señor Maytorena,
como gobernador de Sonora; pero previamente expidió un decreto prorrogando
su mandato hasta que la "Soberana Convención de Aguascalientes nombre a la
persona que ha de recibir el gobierno".
Don José María había sido electo gobernador por el cuatrienio 1911-15, que
debía terminar el 30 de agosto del último año. Aunque desde meses atrás habían
comenzado las deserciones del maytorenismo, todavía éste contaba con
suficientes tropas para ayudar al villismo, que había cifrado sus esperanzas de
resurgir en el territorio sonorense.
En su libro "Ocho mil kilómetros en campaña", el General Obregón dice: "… dí
instrucciones urgentes al General Diéguez, para que activara que fuesen
posibles sus operaciones sobre Sonora, sugiriéndole que de Mazatlán efectuara
un movimiento por mar, con el mayor número posible de fuerzas, para atacar y
tomar Guaymas, apoyado por el cañonero "General Guerrero", que había sido
puesto a su disposición, y que, estableciendo en dicho puerto sonorense su base,
continuara el avance al centro del Estado, para ocupar Hermosillo. Al mismo
tiempo comuniqué instrucciones al General Calles para que, saliendo con una
parte de sus fuerzas de Agua Prieta, efectuara movimientos ofensivos sobre
Nogales, Sonora, y destacara guerrillas para destruir la vía del tren entre esa
plaza y Hermosillo, con el objetivo de llamar la atención del enemigo por el
norte, y facilitar, de esta manera, las operaciones del General Diéguez,
impidiendo que los maytorenistas cargaran sobre él, todo o la mayor parte de
sus elementos".
Al mismo tiempo que el divisionario sonorense disponía lo anterior, ordenó
que se movilizaran tropas de las tres armas, de San Luis Potosí, Coahuila,
Tamaulipas y Durango, para que se concentraran en Manzanillo y de allí ser
enviadas al noroeste. El General Gabriel Gavira tenía a su cargo esta gran
movilización militar, quizá la más grande en la historia militar de México, en
cuanto a las distancias que hubieron de recorrer de una sola vez esas fuerzas.
El traslado de tantos soldados, jefes y oficiales fue costosísimo, porque además
se les dotó de buenas armas, artillería y caballos. Hubo la necesidad de fletar
barcos a empresas norteamericanas, dado que no se tenían suficientes naves de
Villa, Obregón,
Pershing y con el
e n t o n c e s
Teniente Coronel
George S. Patton
en agosto de 1914
en camino a la
reunión con el
gobernador
Maytorena.
guerra del país. El transporte tenía que
ser rápido, una parte a Mazatlán y otra
a Guaymas cuando fuese tomado este
puerto.
El agente en los Estados Unidos, era
el señor Baldomero A. Almada, quien
con toda actividad contrató los barcos
"Solano", "Fort Braig", "Carlos",
"Manila" y "South Coats", que a la
mayor brevedad navegaron hasta
Manzanillo para realizar el traslado del
ejército reunido allí.
El sur de Sonora todavía estaba en
poder del maytorenismo porque el
General Angel Flores aún no lograba
apoderarse de Navojoa. Las primeras
fuerzas que salieron de Manzanillo
hicieron escala en Mazatlán, donde las
esperaba Diéguez; y dado que este Don José María Maytorena.
general era muy activo, preparó y
realizó un desembarco en la costa
frente a Cruz de Piedra, lugar al sur de Empalme, donde tuvo el primer
encuentro con el enemigo. Era el 9 de octubre de 1915 y después de derrotar a
los maytorenistas avanzó a la ciudad rielera donde tuvo otro encuentro en el que
nuevamente salió victorioso, y unas cuantas horas después ocupaba la plaza de
Guaymas.
Los siguientes convoyes de tropas que salían a Hermosillo venían
directamente de Guaymas. En esas fechas se tuvieron noticias de que el General
Angel Flores había tomado la plaza de Navojoa y venía a unírsele en su avance
hacia el centro y el norte del Estado. Fue una buena nueva para el General
Diéguez.
De allí, de Guaymas, el avance del General Diéguez hacia Hermosillo fue
arrollador, lo cual tenía que ser así puesto que toda su tropa era gente fogueada,
con una gran experiencia en el combate; recordamos que todo ese año había
luchado contra los villistas y los zapatistas. Por eso dijo un oficial yaqui que
tenía en su cuerpo varias cicatrices causadas por las balas enemigas: "No hemos
venido desde el Estado de Guanajuato para que nos hagan correr los
maytorenistas ni los villistas; aquí en mi tierra lo vamos a hacer mejor".
En Estación Torres había un destacamento maytorenista que hizo resistencia al
avance de Diéguez, pero pronto fue vencido y la mayoría de sus hombres
cayeron prisioneros, con sus jefes y oficiales.
Por fin, el 6 de noviembre Diéguez y Angel Flores ocuparon la plaza de
Hermosillo y desde luego continuaron concentrando fuerzas que llegaban a
Guaymas del Sur; y a la vez que reparaban cuarteles para los recién llegados,
construían o improvisaban defensas de la ciudad; ya sabían que los villistas
atacarían en cualquier momento, formando un puente de Carbó a El Alamito.
El General Villa, encontrándose en Nogales planeó el ataque a la capital de
Sonora; él fue quien había dispuesto la concentración de su gente en Magdalena
y luego en Carbó, con la intención de que desde este lugar trasladarse a El
Alamito, situado a unos cuantos kilómetros de Hermosillo.
El General Obregón, en su libro que anteriormente mencionamos,
dice que ordenó al General Manuel M. Diéguez que en caso de que no
hubiera reunido suficientes fuerzas en Hermosillo, retrocediera a
Guaymas.
Personas que en alguna forma fueron testigos de aquellos acontecimientos,
afirman que el general Angel Flores le pidió a Diéguez su jefe, que en caso de
que optara por regresar al puerto, le dejara a él con su gente defender
Hermosillo. También esas mismas personas dejaron escrito que el segundo le
respondió al primero:
"Si usted y su gente se quieren quedar para defender la plaza, yo también lo
haré con mis tropas".
Doce días después de la llegada de los carrancistas a Hermosillo, ocurrió el
primer combate cerca de El Alamito, donde sucedió una vez más que las
disposiciones militares de Obregón dieron el triunfo a la causa
Constitucionalista.

Hermosillo, Son. Julio del 2007
INTRODUCCION.
“Perfiles de la Ciudad”
En esta sección pretendemos solamente proporcionar una breve
semblanza y biografía, de personas no necesariamente oriundas
de esta ciudad, que se han destacado o superado en su vida
diaria en alguna actividad no específica, puede ser el deporte tanto
amateur como profesional, o el arte, a la literatura o la enseñanza.
Puede ser un personaje olvidado ya, o bien, algún personaje actual
dentro de un todo citadino, con una vida normal y común.
PERFIL DE FERNANDO ANDRADE DOMÍNGUEZ
En la década de los años cuarenta hasta la década quizá de los años
ochenta, el beisbol llanero incluyendo las ligas interbarriales y de
primera fuerza, se jugaba un beisbol de entrega verdadera. De ahí
surgieron verdaderos ídolos de la afición local y algunos fueron a las
ligas profesionales. Este juego es un ejemplo, como muchos que existen,
de cómo el deporte puede templar un espíritu de una juventud
que aspira a la superación.
Esta es la crónica de un juego excepcional, que se llevó a efecto el
domingo 10 de agosto de 1958, de la Liga "Interbarrial" celebrado en
San Benito, en el campo Fraccionamiento No. 1
Lo interesante de este juego es que fue de 18 entradas, y uno de los
lanzadores Fernando Andrade, fue retirado en la entrada 15 con el
juego empatado a 4 carreras, pero no fue retirado del juego, ya que el
manager lo mandó a cubrir la segunda base. El lanzador contrario
Rafael Castro, lanzó las 18 entradas, pero la carrera ganadora la empujó
Andrade con un triple, jugando ya como segunda base, quedando al
final 5 a 4 ganando el equipo Textiles a Gavilanes.
Esta es la crónica del juego, escrita por el máximo cronista deportivo
de esa época, 1958, el tremendo Miguel S. Durazo, alias "El Mike", que
lleva como título:
EL JUEGAZO DE 18 ENTRADAS.
Periódico "EL DEPORTISTA" 10 DE AGOSTO DE 1958.
Se anotó la carrera del gane, cuando ya iban dos outs, debido a un hit
de tres bases del pitcher Fernando Andrade, ya jugando del segunda
base y con el primera base, Bórquez que se encontraba en la tercera
base debido a hit sencillo, robo de la segunda base y el error del short
stop al tirar la pelota al pitcher.
LABOR DE LOS PITCHERS:- Pitcher ganador: SERGIO CRUZ, relevando
a Andrade desde la quinceava entrada; pitcher perdedor:
RAFAEL CASTRO, que lanzó las 18 entradas de que se compuso el
encuentro. FERNANDO ANDRADE, pitcher inicialista, lanzó 15
entradas, admitió 4 hits; hasta la séptima entrada le conectaron el
primer hit Ignacio Núñez, que había entrado de emergente por M. A.
Esquer.
Hits a Andrade 4 en 39 veces oficiales; admitió 4 carreras (1 sucia)
ponchó a 10 bateadores, regaló 15 bases por bolas, su cuadro le cometió
un error del tercera base Negrete en la cuarta entrada. (Sin consecuencias)
Ejecutó un rápido doble play de pitcher a tercera, atrapando línea
seca de Ricardo Gracia y cortando a Manuel Castillo, que se encontraba
en tercera y se despegó al garrotazo. Golpeó a uno (Manuel
Castillo).
Sergio Cruz lanzó 3 entradas, admitió 2 hits, regaló dos bases (a
Castro) ponchó a 8 bateadores enemigos y no admitió carreras.
RAFAEL CASTRO; lanzó las 18 entradas completas sin el menor asomo
de cansancio, admitió 5 carreras (1 sucia) de Alvarez en la tercera entrada
por error del segunda base M. A. Esquer. Ponchó a 13 enemigos,
PEGO DOS JONRONES.- Fernando Andrade, del
poderoso equipo “Los Gallos”, conectó dos
jonrones en la paliza que su equipo dio a la
Escuela Normal por 24.0, y ayudó para que se
colocaran de líderes absolutos de la Liga de
Beisbol de San Benito de Primera Fuerza. (Foto
QUINTERO.
admitió 8 hits, regaló 6 bases por bolas, su cuadro le cometió 5 errores.
Cuando se anotó la carrera del triunfo, ya iban dos outs.
9
UNO DE LOS MÁS CALLADOS, pero no por ello
efectivo jugador del equipo de Hermosillo en la
Liga Norte de beisbol de Sonora, es Fernando
Andrade, quien con su maravilloso fildeo y su
bateo hitero, ha sido de gran valía para el
equipo esta temporada (Foto PAREDES).

10 Hermosillo, Son. Julio del 2007
Perfiles...
Esta es la historia de un juego, que por ningún motivo merecía
perder el pitcher Rafael Castro, quien ha escrito una de las páginas más
brillante de la historia de la Liga Interbarrial, que se viene jugando
todos los años al terminar la Liga de San Benito.
La magnitud de su grandeza, habla por sí sola, y todo aquel buen aficionado
que se precie de saber jugar beisbol, seguramente que admirará
el trabajo desempeñado por el pitcher Castro, máxime cuando este
lanzador es hijo del ejido, pues según me han contado comenzó a jugar
pelota en el ejido del Topahui, de donde pasó a la Liga de Villa de Seris
y de este lugar al equipo de los Gavilanes. La honestidad y seriedad de
Castro, es digna de tomarse muy en consideración y se-guramente por
eso se agiganta más. No es de esos pitchers que cuando están trenzados
en un duelo de pitcheo y termina la entrada después de haber
dominado a sus enemigos, sale con sonrisitas y saludos a los aficionados
que lo premian con el aplauso. No, Castro, es parco en hablar y
parco también en su modo de proceder; en la Liga de San Benito también
acaba de dejar otra marca que durará algún tiempo en empatarse,
consistente en haber conectado ONCE garrotazos de vuelta entera. Es
fuerte y fornido y con unas muñecas de acero.
Por su parte, el pitcher FERNANDO ANDRADE, es todo lo contrario
físicamente hablando; delgado, aunque demuestra tener mucha fibra,
es de esos tipos correosos, sin ostentar mucha musculatura, más bien
dicho su musculatura es puro nervio, tiene una magnífica curva que
combina con una recta bastante aceptable por su velocidad y control;
temible bateador, pues en el juego a que me vengo refiriendo, conectó
un doblete y un triple, siendo él quien empujó la carrera de la victoria.
SERGIO CRUZ, al igual que sus antagonistas, es de constitución férrea,
de muy buena estatura para desempeñar con ventaja el difícil
puesto de pitcheo, tiene unos brazos bastante extendidos y fornidos,
que hace que la pelota tome más velocidad, amén que también posee
una magnífica curva que le revienta perfectamente en el plato.
Naturalmente, que como todo zurdo, no siempre entra al centro del
diamante con el control que él quisiera, sino que al igual que todos los
pitchers de brazo equivocado, luce descontrol. Con el basto es muy
peligroso y es poseedor de un elegante swing conectando con solidez
a la pelota. En los jardines cubre su terreno con mucha discreción y sus
piernas como muy fuertes que son, hace que luzca más, sabe medir y
colocarse en los momentos de perseguir un elevado.
En este juego le tocó en suerte ser el ganador, y por cierto que lo
merecía, pues entró en uno de esos días que tiene su control como para
asustar al más pintado, prueba de ello, que en tres entradas que lanzó,
o en otras palabras, le tiró a 12 jugadores enemigos haciendo abanicar
el último estraick a 8 de ellos.
La Liga de San Benito o, al igual que la Liga Interbarrial, que se juega
en los mismos diamantes, está dando sus dividendos, observándose
que día a día hay nuevos prospectos que en un tiempo no lejano lo veremos
vistiendo uniformes de más categoría y en Ligas más fuerte también.
Umpires: Alejandro García en home y Ricardo Martínez en bases.
Anotó un nuevo anotador amateur.
En la altura de la doceava entrada se reforzó el servicio de impireo,
con los umpires que iban llegando y de donde ya habían terminado los
demás encuentros en la siguiente. Francisco Dessens en segunda,
Ramón Barraza en tercera y el umpire supervisor Baldemar Barrios
Matrecitos en los jardines.
Fernando Andrade Domínguez, nació en Hermosillo, sus padres:
señor Fernando Andrade Cota y doña María Luisa Domínguez, los dos
originarios de esta ciudad. Casó con la señorita Guadalupe Fava
Muñoz, sus padres señor Rafael Fava Palomino y doña Sofía Muñoz
Díaz.
Fernando y doña Guadalupe, tuvieron cinco hijos todos ellos
son profesionistas:
Fernando, Ingeniero en Comunicaciones.
Martha, Química Bacterióloga Parasicóloga y Lic. En Pedagogía.
María Luisa, CPT,
Rafael Angel, Ingeniero Industrial y de Sistemas.
Javier, Licenciado en Derecho.
Educación: Primaria en la Escuela Heriberto H. Aja.
Secundaria y Comercial: Escuela Enseñanzas Especiales No. 26
Estudios Adicionales:
Diplomado en Mercadotecnia, Administración, Contabilidad y
Computación, en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de
Monterrey, Campus Sonora Norte, de 1997 al 2000.
Docencia: Asesor de Dirección Académica y maestro suplente del
turno vespertino-nocturno de la Academia Comercial del Colegio
Central de Comercio durante los años 1978 a 1985.
Actividades Especiales:
Practicante del beisbol y softbol, con participación de varios campeonatos,
municipales, estatales a nivel amateur.
Participación en el beisbol Semi-Profesional en la Liga Norte de
Sonora y en la Liga de Verano de Sonora con el equipo de Hermosillo,
y como beisbolista profesional perteneciente al Club de Béisbol
"Diablos Rojos de México".
Prensa:
Colaborador del periódico "El Pitic", dominical en el "Expreso" y en
varias revistas y periódicos locales, de 1980 a la fecha, (Edición,
Teledición, Valores Entendidos, etc.)
Otros: Co-autor en el Libro virtual (CD) "El Barrio de la 5 de Mayo",
mosaico de recuerdos, con el Lic. Héctor Rodríguez Espinoza, Juan
Antonio Ibarra y Juan Ramón Gutiérrez.
Reconocimientos:
Premio al Mérito Deportivo, de parte de la Asociación de Cronistas
Deportivos del Estado de Sonora en el año 2000.
Promotor de Cultura Popular:
Iniciador junto con José Rafael Aguirre de las "Tertulias Semanales"
Secretario de la Fundación Gustavo Hodgers, A.C., que
sostiene becados a atletas universitarios, con buenas calificaciones.
Miembro de la sociedad Sonorense de Historia.
Miembro de la Asoc. de Cronistas Deportivos A.C.
Miembro de la agrupación Amigos del Pitic.
Miembro fundador del Grupo Cultura y Arte.
Radio:
Locutor aficionado.
Co-conductor del programa dominical “Mi Barrio Querido”, en
Radio SOnora.
Conductor del programa “Miércoles de Serenata” en vivo, compartiendo
con el maestro Castro Cital, en Radio Sonora del año 2004 al
2006.
Conductor del programa “Aires de Nostalgia” durante dos años en
radio Sonora.
Aficionado, investigador, historiador y coleccionista de música
grabada así como libros y fotos que nos hablan de la historia de la
música popular.
Experiencia laboral:
Gerente de Satélite COmercial, S.A., Tele Rentas del NOroeste, S.A.
de C.V., Tele Motel del Noroeste, S.A., Gerente de la Agencia local de
la Lotería Nacional durante casi diez años, y actualmente gerente de
inmobiliaria Rodan, S.A.
A nuestro juicio, esta es una vida completa, llena de satisfacciones y
superación total.

Hermosillo, Son. Julio del 2007
“COSAS VIEJAS DE MI TIERRA”
“Capítulo XXVIII”
Hablando de las calles de mi tierra, diremos que una de las oscuras
era la de Morelia, por su parte oriente que conduce al Puente
Colorado. En esa calle había muy pocos faroles y los que estaban
instalados, alumbraban bien poco, porque debemos aclarar que los
faroles del centro tenían mejores lámparas que los de las orillas. En ese
Puente Colorado se encontraba algunos años antes de 1910, el taste
donde jugaban carreras de caballos domingo tras domingo. En estas
carreras domingueras había apuestas de bastante consideración entre los
bandos contendientes. Pero las carreras más famosas que hubo a las
cuales asistían gentes de muchas leguas a la redonda, fueron aquellas en
las cuales tomaron parte los famosos caballos El Prieto y El Zaino en que
por ambas partes se jugaban muchos miles de pesos, habiendo quedado
más de cuatro en la ruina, por apostar a su caballo favorito… pero muy
contentos. El famoso caballo El Prieto era propiedad de los hermanos
Pavlovich, y su historia es una de las que más llaman la atención, por ser
esta historia como para contársela a los niños por lo increíble que parece.
El tan discutido caballo Prieto, siendo un potrillo enclenque y pipisqui
que nadie daba cinco centavos por él, andaba pegado a la yegua que tiraba
un carrito lechero, propiedad de don Filomeno Loaiza o de don
Pancho Córdova, que para esta historia es lo mismo que fuera de uno o
de otro. Nadie hubiera creído que aquel potrillo cholenque y mal parado,
llegaría a ser con el tiempo el caballo más ligero de Sonora y parte de
Ures, y que daría a sus dueños muchos miles de pesos; nadie se fijaba en
él, y pasaba la vida muy choronamente pegado a su madre (la de él) que
sudaba la gota gorda para darle de mamar, jalando el carrito entregador
de leche, hasta que un buen día…
Los hermanos Pavlovich hacía muy pocos años que habían emigrado a
nuestras tierras, comisionados por casas comerciales americanas para la
compra de naranja y de toda clase de "chivas" comestibles. Eran agentes
activos en su ramo, pero no se imaginaron que al pisar estos terrenos se
irían a quedar para siempre. Al llegar estos señores a Hermosillo, fue el
último viaje que hicieron por cuenta de las casas comerciales americanas
que representaban; viendo que se daba muy buena naranja y de fina
calidad, capaz de competir con la mejor del mundo, decidieron avisar a
sus jefes que aquí en mi tierra se habían atorado por "século seculorum",
o en otras palabras: vieron a sus futuras medias naranjas… a pesar de
que ellos eran naranjeros.
Comenzaron a trabajar como los buenos, abriéndose camino a fuerza
de constancia y tratando con gentes que jamás habían soñado encontrar.
Su laboriosidad llamó la atención de los queliteros, que desde esa fecha
los consideraron como de casa. Poco tiempo después de haberse radicado
entre nosotros, dedicados a comprar naranja y empacarla pal'otro
lado, con sus ahorros compraron un terrenito que se llama o se llamó El
Tazajal, que en la actualidad no lo venden ni por todo el oro del mundo,
porque como dicen o decían ellos, es el pie veterano y fundador de su
prosperidad y de su buena suerte. Como estos muchachos eran conocedores
de caballos por haber andado por muchos países del mundo, la
dichosa casualidad quiso que un día de tantos se toparan con el carrito,
yegua y potrillo. Los Pavlovich le echaron "agua" al potrillo y como
conocedores que eran, vieron que aquel animalito cholenque y flaco
podía soplar, y decidieron hacerse de él a como lo vendieran, es decir,
cueste lo que cueste, como dijo Victoriano Huerta cuando le dio en la
pura torre a Madero…
Los Pavlovich se dirigieron al animal que guiaba al otro animal
inquiriendo sobre el dueño del mentado potrillo y fuéronse con éste, e
inmediatamente cambió de dueño el mentado potrillo, dejando a su
madre (he dicho que la de él) la yegua "sumida en el más profundo
De su libro del mismo nombre
Por: Enrique Contreras Sierra.
11
dolor…". Le digo animal al que conducía el carrito, porque si hubiera
sabido lo que traía pegado la yegua, se lo "atrinca" y él hubiera sido el
rico, pero como no sabía de qué pata cojeaba, el potrillo se quedó con
tamañas tapas el zopenco… Pero bien dice el dicho: el que nace pa'tamal
del cielo le cáin las hojas…
El animalito de nuestro cuento fue cuidado con esmero en su nueva
residencia de ricos, como si fuera una muchacha bonita. Todos los días lo
paseaban con una manta en el lomo por milpas y calles, al cuidado de un
"magnate" especial que le pusieron, pues los Pavlovich sabían lo que
tenían entre manos. Desde un principio se vio que sería un gran caballo
de carrera y sus nuevos dueños no estaban equivocados; los jóvenes
Pavlovich nomás se sobaban los bigotazos negros que se machucaban de
punta a punta, satisfechos de la compra que habían hecho. El potro creció
y comenzó a correr contra chiruzas de los ranchos vecinos a los
Pavlovich, viniéndoles todos muy guangos; no hubo uno solo que
pudiera con él y los dueños estaban contentísimos. Fue entonces cuando
se decidieron presentarlo en el taste de Puente Colorado; su presentación
causó admiración como cuando es presentada en sociedad una
muchacha que, aunque no sea bonita, nomás que sea pudiente… las
muchachas pobres nunca son presentadas, ellas solas se presentan.
Unos señores Fragoso, creo que de Fronteras, o "sabe dionde", tenían
como gallo tapado y de estaca, un caballo muy ligero que le decían El
Zaino, muy fino, que en su tierra no había perdido una sola carrera; pues
entre estos señores y los Pavlovich arreglaron una carrera para un día de
San Juan. El día de San Juan es tradicional para los "majacanos" pa'correr
caballos, y sacar el gallo que se entierra en un hoyo sacando la
pura maceta, y ser también el único día que en el año nos bañamos
enteros y bien bichis, pa'no desafiar a la tradición, que por antigua se
convierte en ley… No hay pueblo o pequeña ciudad de nuestro país,
principalmente en los estados del Noroeste, que tenga en sus aledaños
aunque sea un chorrito de agua corriente, que este día no se vea pletórico
de gente tomando su baño de San Juan que, como digo, es el único en
que nos bañamos enteros… en este día los bañistas se lavan muy bien las
"patas" raspándoselas con "piedra poma" o con ladrillo, para enseguida
ponerse mucho limón pa'que no le apesten, porque de este día al otro
San Juan, faltan muchísimas horas de vuelo, y es muy larga la jornada
siendo como es, el único día que nos bañamos enteros… En las poblaciones
donde el río queda lejos y por la ciudad no pasa siquiera una
"cequia", es costumbre inveterada que entre las familias conocidas se
avienten sendos baldes de agua, buscando la oportunidad que se
encuentren dormidos para que el chaparrón tenga más efecto… Bueno,
esto era antes.
Continuando con los caballos de carrera de mi tierra, que la habíamos
cortado para decir a mis estimados lectores la costumbre de pasar el día
de San Juan; fue la intención de agregar algunas cosas conocidas de mis
paisanos… El caballo Zaino de los Fragoso de Fronteras, era un caballo
de regular alzada y muy liviano, era famoso, como dije antes, en sus
terrenos y había ganado todas las carreras en las cuales había tomado
parte, y por lo tanto no había quien se le parara por delante. A oídos de
estos señores llegó la noticia de que en esta ciudad había un caballo
capaz de enfrentársele, y trajeron El Zaino para correrlo el día de San
Juan. Apalabrados ambos propietarios de los caballos, alistaron a sus
pencos lo mejor que pudieron algunos días antes de la mentada carrera;
las apuestas fueron a miles de pesos por ser la primera vez que estos animales
iban a correr y a darse en la torre, y los menos que podían apostar
"iban" sus mancuernas de vacas paridas, caballos ensillados y hasta
burros, no faltando en estas apuestas uno "quiotro" chivo mal parado.

12 Hermosillo, Son. Julio del 2007
Cosas viejas de mi...
Era ésta la primera vez que corría El Zaino en esta ciudad; del lugar de
donde era este caballo se dejaron venir como verdadera romería, trayendo
todos mucho dinero, creyendo que iban hacer roncha y matatuza con
los queliteros de por acá. Traían también mucho ganado para apostar, así
como carros con todo y bestias, carretas, etc. Hubo personas que apostaron
su casita con todo y "chivas" e inclusive la vieja, junto con el perico
y gallinas, contra el dinero de los fuereños. Todo fue aceptado menos la
vieja "hedionda"…
Se llegó la tan esperada fecha de la carrera estando el taste a reventar
de gente; tanta había que por ambos lados de la ruta que iban a correr los
caballos, la obstruían. Después de muchas alegatas como se acostumbra
en esta clase de deportes entre nosotros, sobre que la reata está mal tendida
en el arrancadero; de que un caballo arrancó primero que el otro,
etc., se arrancaron los pencos, ganándole El Prieto al Zaino con muy poca
ventaja, como por medio cuerpo delante. No ha habido otro caballo tan
astuto como El Prieto. Era tan vivo que le daba chanza al contrario hasta
con un cuerpo delante, y ya faltando poco pa'llegar al mecate lo adelantaba
como de rayo, y los dueños del caballo contrario le echaban la
culpa al jockey.
No contentos los Fragoso con esta primera derrota de su caballo
favorito, que creían que no había otro como él, arreglaron otra carrera con
el mismo caballo de mi tierra, que se había convertido en el enemigo
número uno de El Zaino. De nuevo asistió mucha gente al taste cruzándose
apuestas que superaron a las de la primera carrera, porque los de
Fronteras no querían creer que hubiera mejor caballo que el de ellos. De
nuevo perdió El Zaino ganándole El Prieto con la misma ventaja que la
primera vez. Estos caballos jugaron varias carreras en las cuales El Prieto
ganaba siempre a su enemigo, hasta que los señores Fragoso se convencieron
de que su enemigo era mejor, ya que el famoso Prieto lo tenía
"bocabajiado" de tanta cueriza que le había dado…
Como nunca falta la mala suerte hasta en los animales, como que también
tienen "el alma en el cuerpo", sucedió que un mal día El Prieto
andaba retozando en el monte, descansando de sus arduas labores, cuando
en un "redepente", no se sabe ni cómo y nunca se supo, pegó con la
maceta en un palo fierro tan fuerte y con tan mala fortuna que se quedó
"tuerto de un ojo", según el decir de algunos rancheros. Los dueños de
este caballo pensaron darlo de baja desde luego, porque aparte de que ya
les había dado mucho dinero, no era posible que en la situación en que
se encontraba estuviera capacitado para correr como antes, y casi optaron
por dejarlo en el potrero para que se la pasara muy choronamente
comiendo y durmiendo nomás… pero los amigos de los señores Fragoso
no estaban muy conformes que digamos, con que El Prieto quedara
invicto, y comenzaron a hacer barullo entre sus partidarios, para ver
cómo la hacían para darle en la pura torre al caballo que los había dejado
en la quinta chilla y en un petate.
Se corrió la voz de que El Prieto estaba "tuerto de un ojo" y que ahora
sí se le podía ganar viejo; pero la plancha que se tiraron no tiene paralelo
en la historia de los que entienden de estas cosas. Se arregló otra
carrera con su irreconciliable enemigo en el mismo taste; de nuevo la
muchedumbre llenó ambos lados por donde debían correr los famosos
caballos. El día fijado para la carrera se presentó El Prieto todo agüitado
y lagañoso, y se le notaba que no tenía muchas ganas de correr, y para
acabarla de fregar estaba "tuerto de un ojo". El vaquetón de El Prieto
reconoció inmediatamente a su enemigo que no lo dejaba descansar a
gusto, y pensó darle en esta ocasión más duro que antes pa'que se le
quitara lo pesado.
Se pusieron en línea y en facha de correr los famosos caballos, pegaditos
al mecate de donde parten, y el condenado Prieto tenía baja la maceta
que ya mero la pegaba al suelo. Muchos de los espectadores al verlo
en esta posición apostaron al Zaino, para que más lueguito les pesara por
"haber abdicado de sus principios" yéndole a otro que no era quelitero…
Una parte de la muchedumbre gritaba que ahora sí El Prieto perdería,
visto que estaba "tuerto de un ojo" y que no podía correr como antes, tal
era el entusiasmo de millares de personas ávidas de presenciar, posiblemente
una de las carreras más sonadas y maravillosas de El Prieto. Las
apuestas favorecían a El Zaino que relinchaba de gozo, como si realmente
supiera que toda la gente estaba a su favor y que en esta ocasión podía
ganar a su rival, amanándose de tantas derrotas y zurras recibidas. Pero
los Pavlovich que eran unas truchas de águilas, se pusieron changos
agarrando todas las apuestas de los enemigos de su querido caballo,
sumando éstas lo suficiente para acostarse a dormir sin pensar en trabajar.
El desgraciado Prieto seguía en sus trece, sin ganas de correr y
agachado más que nunca, astuto como él solo, haciéndose "pendejo" para
que las apuestas de los enemigos de los Pavlovich fueran "más muchas".
Cuando el gritón dio el "santiago" (antes no se acostumbraba el disparo
de pistola) la gente se quedó azorada mirando la ligereza de aquel animal
que minutos antes estaba tan triste, meditabundo y cabizbajo…
Prieto vaquetón "maderista". Esa carrera fue una de las últimas de El
Prieto que hizo época en los anales hípicos de mi tierra. El Prieto le ganó
a El Zaino como con cinco cuerpos delante, de puririto coraje para que se
diera un ligero sentón y se dejara de andar haciendo barullitos…
Después de algunas carreras más que no fueron de mucho interés
monetario, los Pavlovich vendieron el caballo que les dio tanto dinero. Su
nuevo dueño se lo llevó a México, en la capital no encontró sayo que le
pisara los talones, y en cierta carrera donde se versaban muchos miles de
pesos El Prieto ganó de calle, y sus enemigos de "razón" enojados por
esta victoria, lo envenenaron para que no siguiera corriendo y ganando,
así "tuerto de un ojo"… Hubo un caballo también quelitero que le decían
El Bayo Largo que era el único con quien hubiera podido perder, pero los
dueños de El Prieto nunca quisieron jugarlo con ese gallo, aunque
hubiera sido una de las mejores carreras del famoso caballo de mi
tierra… y nunca les compusieron un corrido como se acostumbra en cierto
Estado del sur. Sinaloa pa'no andar con medias tintas… "adió".
El sabor le dirá
cuando es nuestra!!
MAYOREO Y
MEDIO MAYOREO
Necesita un filete,
100 kilos o más,
nosotros se
lo surtimos
BLVD. MORELOS No. 299, Loc. 36
YARDITA MORELOS
Tel. 210.48.88 y 211.02.03

Hermosillo, Son. Mayo del 2007
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