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análisis del año 2006 - Facultad de Ciencias Sociales - Universidad ...

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126 ANÁLISIS DEL AÑO <strong>2006</strong> - Departamento <strong>de</strong> Sociología <strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> Chile<br />

Muchos huelen la necesidad <strong>de</strong> ser el opuesto perfecto <strong>de</strong> Pinochet. Y el opuesto<br />

perfecto es ser ‘exactamente distinto’, es <strong>de</strong>cir, parecerse en muchas cosas y<br />

diferenciarse radicalmente en otras. Para empezar, ser el opuesto perfecto en esta<br />

cultura sería ser víctima <strong>de</strong> violaciones a los <strong>de</strong>rechos humanos. Pero ojalá tener un<br />

dolor que supere al <strong>de</strong> casi todo el resto. No es el caso <strong>de</strong> Lagos. En eso Bachelet<br />

lleva ventaja, ese era el espíritu <strong>de</strong> Gladys Marín y ha sido lo que <strong>de</strong>sesperadamente<br />

los Frei trataron <strong>de</strong> armar para reconquistar el díscolo pueblo que les ha dado la<br />

espalda. Pero para no ser Pinochet se requiere ser en parte él. Tal y como a Carrera<br />

se le aparece un opuesto perfecto en O’Higgins (por haber semejanzas y diferencias),<br />

Pinochet necesita un opuesto <strong>de</strong> futuro. No se trata <strong>de</strong> ir a rendir honores al opuesto<br />

en el pasado, que es Allen<strong>de</strong>, aun cuando muchos lo hayan hecho el día <strong>de</strong> la muerte<br />

<strong>de</strong> Pinochet. Se trata <strong>de</strong> la búsqueda <strong>de</strong> una figura que reemplace esa dualidad<br />

Allen<strong>de</strong>/Pinochet, básicamente por el lado <strong>de</strong> Pinochet, que se ha transformado en<br />

el principio activo <strong>de</strong> todas las tensiones <strong>de</strong> nuestra ritualidad política. Es lo que hizo<br />

Portales en su momento, reemplazando las discusiones entre li<strong>de</strong>razgos militares,<br />

reemplazando los asuntos <strong>de</strong> la oligarquía, por una nueva estructuración <strong>de</strong> la<br />

dominación, por una nueva violencia presi<strong>de</strong>ncialista, enormemente formal e<br />

institucionalista.<br />

Para terminar este punto, es necesario volver al núcleo. Hay dos elementos<br />

permanentes en las ecuaciones <strong>de</strong> la moral política chilena: el dolor y la violencia.<br />

No siempre están unidos, pero sin duda pue<strong>de</strong>n estarlo. Sin embargo, toda la historia<br />

<strong>de</strong> Chile es recorrida por un atávico vínculo con la violencia creadora. No es tan<br />

raro. Ya lo <strong>de</strong>cía Marx: la violencia es la partera <strong>de</strong> la historia. Pero en Chile es una<br />

violencia institucionalizada en las milicias, que avanzan sobre la esfera pública y la<br />

cubren <strong>de</strong> lado a lado. Probablemente el mayor golpe a lo público no provenga<br />

solamente <strong>de</strong> la privatización económica, hoy tan comentada. La reducción <strong>de</strong> lo<br />

público ha sido fundamentalmente reducción violenta, sometimiento permanente<br />

<strong>de</strong> lo público al juicio militar, mirada vigilante. De hecho, la privatización económica<br />

es hija <strong>de</strong> esta violencia militarmente institucionalizada. Las ecuaciones <strong>de</strong> violencia<br />

son <strong>año</strong>radas. Son los mismos ciudadanos quienes apelan a ellas. La violencia es la<br />

carta ganadora para mantener el or<strong>de</strong>n, para conservar a Chile, su unidad y su<br />

sentido. La ecuación <strong>de</strong> la dominación en Chile es fundamentalmente una ecuación<br />

<strong>de</strong> violencia.<br />

Pero por otro lado, la ecuación <strong>de</strong> la legitimidad es la ecuación <strong><strong>de</strong>l</strong> dolor. Sólo el<br />

dolor sacrificial transmuta actos individuales en sociales. Es el dolor el que construye<br />

méritos políticos. Es el dolor lo que el pueblo encarna, es el dolor el que conquista<br />

las causas políticas. La legitimidad tiene la forma <strong><strong>de</strong>l</strong> dolor. Es el dolor la energía<br />

integrativa. Y más aún, es el dolor la energía femenina por excelencia en medio <strong>de</strong><br />

esta cultura cristiana don<strong>de</strong> la mujer es centro <strong>de</strong> gestión privado <strong><strong>de</strong>l</strong> dolor, mientras<br />

el macho es centro público <strong>de</strong> gestión <strong>de</strong> violencia.

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