De Harmont a Trujillo - Banco de Reservas
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César A. Herrera | DE HARTmOnT A TRUJILLO El manejo de las aduanas nacionales por los funcionarios norteamericanos, además de ser un baldón para un pueblo libre, era un rémora para el desarrollo de todos los factores de su prosperidad. Los Estados Unidos otorgaron a Cuba un Tratado Comercial que impulsó a toda máquina el desarrollo de la Antilla hermana, y a la República Dominicana le impidieron, por la desdichada cláusula III de la Convención de 1907, reiterada en 1924, el derecho a modificar sus aranceles, y como consecuencia a negociar tratados de comercio favorables al desarrollo de la economía nacional. Trujillo planteó con soberana dignidad el problema dominicano, y triunfó, amparado por la fuerza del derecho. De un solo golpe de acción, borró para siempre lo que fue llaga viva y dolorosa para la nacionalidad. De Hartmont a Trujillo hay una diferencia astronómica. Los acuerdos financieros del pasado son el fruto de la miseria moral de muchos políticos sin escrúpulos, mientras que el Tratado Trujillo-Hull es el símbolo luminoso que marca la integración total del Estado dominicano, en la plenitud de sus formas políticas y en la concreción de la soberanía con todos sus atributos inmortales. La Receptoría General de Aduanas, símbolo de la mutilación de la soberanía nacional, quedaba clausurada, pasando sus funciones al gobierno dominicano, como una dependencia más del tren administrativo. Las amortizaciones se fijaron en un límite tolerable para las finanzas nacionales, sin caer en las obligaciones onerosas que invalidaron tantos contratos anteriores, y obligaron al Estado a recurrir a nuevos empréstitos. Esta vez el Consejo de Protección de los Tenedores de Bonos Extranjeros protestó del Acuerdo, alegando que se violaban las garantías de los bonos. Cuando se sometió el Acuerdo a la consideración del Senado de los Estados Unidos, este Comité le sometió 228
César A. Herrera | DE HARTmOnT A TRUJILLO un memorándum presentando sus objeciones y puntos de vista. Dos de sus miembros, francis White y Dana G. munro, fueron citados a declarar ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano. Sus declaraciones quedaron a la altura de la vieja política imperialista que Roosevelt estaba eliminando en esos históricos momentos. Ambos presentaron una tesis tan mezquina frente a las conclusiones fundamentales del Departamento de Estado en defensa del Acuerdo, que el Senado no tuvo dificultades para impartirle su aprobación del 15 de febrero de 1941. La transferencia de las funciones de la Receptoría a las autoridades dominicanas se efectuó en la mañana del 1º de abril de ese mismo año, en un acto solemne que tuvo efecto en el muelle principal del puerto de Ciudad Trujillo. El presidente Troncoso de la Concha, acompañado del gobierno en pleno y de todos los altos funcionarios del Estado, procedió a enhestar, como símbolo de plena soberanía, la bandera nacional en la Puerta de San Diego, principal vía de acceso a la zona portuaria. Un regimiento del Ejército nacional rindió los honores en ese momento espléndido, que ponía cese a la intervención directa de los Estados Unidos en la recaudación de las rentas aduaneras nacionales que tuvo su inicio con la designación del coronel George R. Colton, bajo las cláusulas del Modus Vivendi en 1905. El último receptor general norteamericano fue el señor Thomas Pearson, y el primer director general de Aduanas, (nueva designación oficial de la Receptoría) fue el ciudadano dominicano don Horacio Pérez Licairac. El éxito alcanzado por la administración dominicana de las aduanas ha sido uno de los factores preponderantes en la total liberación financiera de la República Dominicana. Desde esa fecha, los ingresos aduaneros han mantenido un ritmo creciente gracias a las normas científicas, y a la revisión de los viejos aranceles, dictadas por el presidente Trujillo. 229
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un memorándum presentando sus objeciones y puntos <strong>de</strong> vista. Dos<br />
<strong>de</strong> sus miembros, francis White y Dana G. munro, fueron citados<br />
a <strong>de</strong>clarar ante el Comité <strong>de</strong> Relaciones Exteriores <strong>de</strong>l Senado<br />
norteamericano. Sus <strong>de</strong>claraciones quedaron a la altura <strong>de</strong> la vieja<br />
política imperialista que Roosevelt estaba eliminando en esos<br />
históricos momentos. Ambos presentaron una tesis tan mezquina<br />
frente a las conclusiones fundamentales <strong>de</strong>l <strong>De</strong>partamento <strong>de</strong> Estado<br />
en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>l Acuerdo, que el Senado no tuvo dificulta<strong>de</strong>s<br />
para impartirle su aprobación <strong>de</strong>l 15 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1941.<br />
La transferencia <strong>de</strong> las funciones <strong>de</strong> la Receptoría a las autorida<strong>de</strong>s<br />
dominicanas se efectuó en la mañana <strong>de</strong>l 1º <strong>de</strong> abril <strong>de</strong><br />
ese mismo año, en un acto solemne que tuvo efecto en el muelle<br />
principal <strong>de</strong>l puerto <strong>de</strong> Ciudad <strong>Trujillo</strong>. El presi<strong>de</strong>nte Troncoso<br />
<strong>de</strong> la Concha, acompañado <strong>de</strong>l gobierno en pleno y <strong>de</strong> todos los<br />
altos funcionarios <strong>de</strong>l Estado, procedió a enhestar, como símbolo<br />
<strong>de</strong> plena soberanía, la ban<strong>de</strong>ra nacional en la Puerta <strong>de</strong> San Diego,<br />
principal vía <strong>de</strong> acceso a la zona portuaria. Un regimiento <strong>de</strong>l<br />
Ejército nacional rindió los honores en ese momento espléndido,<br />
que ponía cese a la intervención directa <strong>de</strong> los Estados Unidos<br />
en la recaudación <strong>de</strong> las rentas aduaneras nacionales que tuvo su<br />
inicio con la <strong>de</strong>signación <strong>de</strong>l coronel George R. Colton, bajo las<br />
cláusulas <strong>de</strong>l Modus Vivendi en 1905. El último receptor general<br />
norteamericano fue el señor Thomas Pearson, y el primer director<br />
general <strong>de</strong> Aduanas, (nueva <strong>de</strong>signación oficial <strong>de</strong> la Receptoría)<br />
fue el ciudadano dominicano don Horacio Pérez Licairac.<br />
El éxito alcanzado por la administración dominicana <strong>de</strong> las<br />
aduanas ha sido uno <strong>de</strong> los factores prepon<strong>de</strong>rantes en la total liberación<br />
financiera <strong>de</strong> la República Dominicana. <strong>De</strong>s<strong>de</strong> esa fecha, los<br />
ingresos aduaneros han mantenido un ritmo creciente gracias a las<br />
normas científicas, y a la revisión <strong>de</strong> los viejos aranceles, dictadas<br />
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