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POR EL SENDERO DEL ASRAMA 79<br />
había preguntado que cuánto me había costado y lo bonita que<br />
era aquella joya <strong>de</strong> India, toda <strong>de</strong> oro.<br />
- ¡Ay!, pobre hija mía, con lo que te gustaba esa joya y lo<br />
que insististe a tu padre para que te la comprara.<br />
- También le encantaba a mi suegro. Cuando se dio cuenta<br />
que ya no la llevaba me preguntó por ella. Como yo no podía<br />
<strong>de</strong>cirle nada, guardé silencio. Ahora también me entran ganas<br />
<strong>de</strong> llorar cuando me acuerdo <strong>de</strong> ella. Pero eso no es nada. ¿Sabes?<br />
En la casa siempre hay mucha leche <strong>de</strong> vaca pero un día el<br />
barreño don<strong>de</strong> or<strong>de</strong>ñaban estaba tan sucio que la leche se cortó.<br />
Yo pensé que cómo íbamos a tirar toda esa leche, así que se me<br />
ocurrió proponer que hiciéramos requesón y así luego preparar<br />
un curry con él. ¡Bueno! Aquello fue un escándalo. Empezaron<br />
a murmurar entre ellos: “¿Habéis oído? ¿Pues no dice la nuera<br />
nueva que quiere preparar curry con la leche? ¿Pero cómo se le<br />
pue<strong>de</strong> ocurrir mezclar leche y sal? Si es poca la <strong>de</strong>sgracia que ya<br />
nos ha traído el vaquero con su rezo sin incienso ahora ésta nos<br />
quiere traer peor suerte.” Y yo casi me puse allí a llorar y lamenté<br />
haber propuesto nada. Otro día se me ocurrió preparar una<br />
raita <strong>de</strong> pepino sin poner cúrcuma en el yogurt y todos se<br />
burlaron <strong>de</strong> mí acusándome <strong>de</strong> atraer los malos espíritus que<br />
ellos espantaban con aquel colorante. Así que <strong>de</strong>jé <strong>de</strong> meterme<br />
en la cocina. ¿Lo entien<strong>de</strong> ahora, madre? Me temo que aunque<br />
somos aquí todos nepalíes no enten<strong>de</strong>mos mucho <strong>de</strong> aquella<br />
cultura. ¡Ojalá me hubiera enseñado todo esto antes!<br />
Así fueron pasando los días. Poco tiempo quedaba ya para<br />
bailar y cantar. Empezaron a afectarme todas esas pequeñas<br />
cosas. Y entonces apareció Kalyani y me comentó que no<br />
vendría ya conmigo <strong>de</strong> vuelta a Katmandú. Su padre le había<br />
fijado una boda con un chico <strong>de</strong>l pueblo. Se sentó en mi cama y<br />
empezó a or<strong>de</strong>nar mi maleta. Entonces halló un sobre y un<br />
pequeño paquete.<br />
- ¿Qué es esto <strong>Bulu</strong>? – Me preguntó enseñándome el<br />
sobre.<br />
Al verlo recordé la escena <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida en Thankot. Abrí la<br />
carta y leí: