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LAS GAFAS DE BULU<br />
- No <strong>de</strong>bes llevar vestidos así en casa. <strong>Las</strong> ropas caras se<br />
estropean y a<strong>de</strong>más la gente dirá que quieres igualarte a la gente<br />
<strong>de</strong> Palacio. En casa <strong>de</strong>bes vestir como visten los brahmines, ¿has<br />
entendido, nuera?<br />
¡Ay!, ¿y cómo visten los brahmines? Por aquellos días tuve<br />
que enfrentarme a muchas preguntas así. ¿Sería esto bueno?<br />
¿Sería esto malo? ¿Le gustaría esto a mi suegra? ¿Le sentará mal<br />
esto? ¡Qué mundo, dios mío!<br />
Una tar<strong>de</strong> me senté junto a mi cuñada y le dije:<br />
- ¿Usted es mi amiga, verdad?<br />
Y aquello fue suficiente para que no me hablara en dos o<br />
tres días. Estaba claro que había vuelto a meter la pata. Al ser yo<br />
más joven que ella había cometido una falta <strong>de</strong> respeto.<br />
En mi familia todo era radicalmente distinto. Aquí mi<br />
marido no entraba nunca en la habitación durante el día y si<br />
había alguien con él me resultaba imposible ni dirigirle la<br />
palabra. Tampoco salía nunca a trabajar fuera. En mi familia mi<br />
padre y mis tíos solían salir a trabajar todos los días y regresaban<br />
a la tar<strong>de</strong>. Pero en esta casa pasaban todo el día durmiendo o<br />
jugando entre los hermanos. Muy pocos salían a trabajar a las<br />
oficinas. Sólo <strong>de</strong> vez en cuando acudían a Palacio. Era difícil <strong>de</strong><br />
enten<strong>de</strong>r. Tampoco me era familiar ni el idioma ni sus costumbres.<br />
¿En qué habían pensado mis padres al entregarme a una casa<br />
así?<br />
Pero los días pasaron y la primavera entró un día por la<br />
ventana. Un aroma <strong>de</strong> flores invadió la habitación al <strong>de</strong>spertarnos.<br />
Estaba ya preparando mi mente para el día y durante un segundo<br />
me quedé mirando a mi marido. Aquella era la primera vez que<br />
le observaba así. De repente él abrió los ojos y me entró mucha<br />
vergüenza.<br />
- Maya, ¿qué estabas mirando? ¿Estabas pensando si era<br />
guapo o feo?<br />
En realidad yo no me había planteado todavía si había<br />
hombres guapos o feos.<br />
- Me ha gustado que me miraras con esos ojos. Ven un<br />
momento junto a mí.- Y trató <strong>de</strong> acercarse.<br />
- No, no, no puedo. Los suegros y todos en la casa están ya<br />
<strong>de</strong>spiertos. Hoy vienen los sacerdotes para colocar el cordón