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POR EL SENDERO DEL VARNA 47<br />
Mi madre, que estaba en la habitación, me empezó a mirar<br />
y yo le pregunté:<br />
- Muwa, ¿por qué me mira así?<br />
- Hija, eres todavía tan niña. ¿Cómo podrás llevar a<strong>de</strong>lante<br />
una casa? ¿Y encima en un sitio tan tradicional como Nepal?<br />
- Te estoy diciendo que no quiero ir a Nepal. ¿Por qué os<br />
empeñáis en casarme y en enviarme allí?<br />
Mi madre, en silencio, salió <strong>de</strong> la habitación conteniendo<br />
las lágrimas.<br />
Hasta ese momento yo no había asistido a ninguna boda.<br />
Recuerdo que entonces mi tía Kunti vino a Patna <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Birjung.<br />
Ella se había criado en una gran familia y conocía las costumbres<br />
muy bien. Tenía un sentido <strong>de</strong>l juego muy particular. Fabricaba<br />
muñecas <strong>de</strong> tela y las nombraba con parentescos como suegra,<br />
cuñada, tía, como si fueran también una gran familia. Al oír sus<br />
nombres yo le preguntaba:<br />
- Didi, ¿quiénes son? ¿Son amigas <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong>l novio? Si es<br />
así yo no me sentiré mal allí ¿verdad?<br />
- Yo no sé cómo será esa familia – me dijo.<br />
- Pero ¿por qué? Serán como los <strong>de</strong> aquí ¿no?<br />
- Aquí has crecido en la cultura india <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una pequeña<br />
familia sin que te falte <strong>de</strong> nada. ¿Quién sabe que va a pasar<br />
mañana? Contentar a la gente <strong>de</strong> Nepal es muy difícil. Allí no<br />
hay sitios a los que salir <strong>de</strong> excursión ni ver otras cosas. No<br />
saben nada. Sólo saben mostrar su orgullo.<br />
- Espera, didi. No me cuentes más que ya tengo miedo.<br />
- ¿Sabes? Vamos a jugar a la boda <strong>de</strong> las muñecas. Primero,<br />
entra la novia en la casa y saluda a todos y luego se va a<br />
dormir.<br />
- ¿Y los otros, didi? ¿No se van a dormir?<br />
- ¡Tonta! Nadie más duerme en la habitación <strong>de</strong> los novios.<br />
- Didi, te cambio mi muñeca ¿vale? Ésta me la compró mi<br />
padre en Calcuta.<br />
- No, no. Me dirán que te he quitado tu muñeca. Lo que<br />
puedo hacer es enseñarte a hacerlas tú misma.<br />
Y así apuraba mis últimos días <strong>de</strong> infancia.