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POR EL SENDERO DEL VARNA 37<br />
Volvamos a Ramnagar, al que también llamaban Harinagar.<br />
Aunque era un estado indio, allí reinaba Ramraja, <strong>de</strong> la dinastía<br />
Shah. Desconozco la historia <strong>de</strong> sus ancestros. Quizá si estudian<br />
su historia se enteren <strong>de</strong> algo. Yo no tengo tiempo ni interés en<br />
hacerlo. Como ya he escrito más arriba, mis dos abuelos habían<br />
sido como los ministros o secretarios <strong>de</strong> aquel estado. Por toda<br />
su <strong>de</strong>dicación llegaron a ser con<strong>de</strong>corados con el título <strong>de</strong><br />
Phaugdar, por el que aún se conoce a nuestra familia allí. Aquel<br />
título nos llenaba <strong>de</strong> orgullo.<br />
En Ramnagar teníamos tierras. Había un montón <strong>de</strong> obreros<br />
allí. Mi padre se encargaba <strong>de</strong> cuidarlas y todos los trabajadores<br />
le tenían respeto. Siempre aparecía ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> administradores,<br />
como si fuera un califa. En aquella época la disciplina aún<br />
organizaba el trabajo.<br />
En algunas vacaciones íbamos por allí y todos los niños <strong>de</strong>l<br />
barrio venían a visitarme. Los campesinos acudían a vernos con<br />
regalos: yogures, plátanos, pescados, cabras, verduras… Todos<br />
se preocupaban por tener felices a los jefes. Nos íbamos <strong>de</strong> picnic<br />
y mientras se asaban las cabras nosotros corríamos y<br />
saltábamos por el campo felices. Recuerdo que salíamos <strong>de</strong> casa<br />
con todas las cosas en un carro <strong>de</strong> bueyes. Aquello se movía<br />
mucho y no era fácil ponerle el yugo al buey. Todos los niños<br />
metíamos las cosas en el carro y nos subíamos en él. Y <strong>de</strong> repente<br />
el carro se daba la vuelta y todos nos caíamos. Nos habíamos<br />
olvidado <strong>de</strong> atar al buey. Todos los niños empezaban a llorar y<br />
nosotros al explicarlo no podíamos sino reírnos <strong>de</strong> todo aquello.<br />
Aquellos sí que eran días felices…<br />
Poco a poco empezó a llegar la electricidad y empezaron a<br />
arreglar las calles. Nuestra casa, aunque estaba en el campo,<br />
disfrutaba <strong>de</strong> muchas <strong>de</strong> las comodida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la ciudad. Para<br />
luchar contra el calor <strong>de</strong>l verano trajeron un ventilador muy<br />
gracioso. Era un palo redondo en el que había una tela enrollada<br />
y <strong>de</strong> la que salían dos cordones que iban a la barandilla. Por las<br />
tar<strong>de</strong>s, cuando nos echábamos la siesta, los ayudantes se turnaban<br />
para tirar <strong>de</strong> los cordones <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera <strong>de</strong> modo que hacían que<br />
la tela se moviera <strong>de</strong>jando pasar una brisa <strong>de</strong> aire. En Patna no<br />
había visto nada parecido y cuando lo vi en Ramnagar me hizo<br />
mucha gracia.