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LAS GAFAS DE BULU<br />
En la casa hacía un frío horrible también. Me eché en la<br />
cama y traté <strong>de</strong> dormir. A media noche escuché unos ruidos<br />
extraños. De repente vi que entraban Suresh y mi marido<br />
envueltos en una manta.<br />
Me levanté y fui corriendo a abrazarle. En la clínica hacía<br />
tanto frío que habían <strong>de</strong>cidido regresar. El oxígeno se había<br />
acabado y el médico roncaba plácidamente en su cama.<br />
- Pero ¿cómo le has traído? A estas horas no hay ningún<br />
trasporte. – le dije a Suresh.<br />
- No sabía qué hacer. No quería <strong>de</strong>jarle solo. Pero en ese<br />
momento se acercó un rickshaw.<br />
Salí a la puerta para pagarle pero ya no había ni rastro <strong>de</strong>l<br />
rickshaw ni <strong>de</strong> su conductor. Pensé que a lo mejor volvería por<br />
la mañana pero lo cierto es que nunca más volvió.<br />
Mi marido ya no quería quedarse en Birgunj. Quería volver<br />
a Katmandú aunque hiciera frío. Cuando volvió mi primo, se lo<br />
dijimos y se quedó sorprendido. Avisamos a Munu. Al día<br />
siguiente Munu no llegaba. Mi marido me hizo ir a la casa <strong>de</strong> al<br />
lado para llamar y saber si había salido. Binita nos aseguró que<br />
sí, que habían salido por la mañana. Al rato llegó una niña<br />
diciendo que había una llamada <strong>de</strong> Katmandú para Tulsi, la<br />
ayudante <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> mi primo. Entonces yo me puse muy<br />
nerviosa. Y le cogí el teléfono. Era Binita. Nos <strong>de</strong>cía que había<br />
un acci<strong>de</strong>nte en la carretera y todo estaba bloqueado. Que Munu<br />
había dicho que llegarían al día siguiente.<br />
Nos sentamos a la mesa y cenamos tranquilos algo <strong>de</strong> raju<br />
que nos supo riquísimo. Luego charlamos mientras mi primo<br />
abrió el armario y encendió la tele. En ese momento dos lagartijas<br />
enormes se escondieron. Y yo que odio los ratones y las lagartijas<br />
me quedé vigilándolas. Al rato, y adormecida por el sonido <strong>de</strong><br />
la tele, noté algo en mi cabeza. Chillé y una lagartija saltó al<br />
suelo.