Piscina de enero - Publicatuslibros.com
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<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 1
2009. Herminia Luque Ortiz<br />
Portada diseño: Celeste Ortega (www.ce<strong>de</strong>celeste.<strong>com</strong>)<br />
Difusión <strong>de</strong> la obra: Íttakus<br />
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<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 2
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong><br />
Herminia Luque Ortiz<br />
Una joven se dirige a un interlocutor, que permanece mudo durante todo el<br />
relato. En un auténtico ajuste <strong>de</strong> cuentas verbal, vamos conociendo <strong>de</strong>talles<br />
escabrosos <strong>de</strong> la relación sentimental que los unía, a la vez que se van<br />
revelando circunstancias <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> ambos y las dramáticas<br />
consecuencias <strong>de</strong> los hechos ocurridos.<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 3
Índice<br />
1. Estaba escrito ................................................................................................. 6<br />
2. Que mi muerte .............................................................................................. 14<br />
3. Fuera Terrible ............................................................................................... 30<br />
4. Un catálogo <strong>de</strong> horrores ............................................................................... 36<br />
5. Una doble enseñanza también ..................................................................... 42<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 4
Ver<strong>de</strong>s y sucios <strong>com</strong>o piscinas <strong>de</strong> <strong>enero</strong>, así eran sus ojos.<br />
J. M. Maldonado<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 5
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 6<br />
1<br />
¿Qué te creías? ¿Que no iba a volver? ¿Que te ibas a quedar tan<br />
tranquilo disfrutando <strong>de</strong>l sol y <strong>de</strong>l vino blanco, <strong>de</strong> tu macrosiestas y <strong>de</strong> tu<br />
piscinilla? ¿Sin mí, sin mi persona? Porque yo ya no significo nada, no soy<br />
nada ¿no? Yo soy la garrapata y tú el homo sapiens. Pues no, hermoso, las<br />
cosas no van a quedar así; las cosas no son así y yo vengo a explicártelas.<br />
A explicarte por qué, el porqué <strong>de</strong> toda la historia. Con lo listo que eres y no<br />
sabes <strong>de</strong> la misa la mitad. Te has quedado en el trailer pero la película la<br />
tengo <strong>de</strong>ntro yo y te la voy a contar. Te la cuento y ya me puedo pudrir con<br />
tranquilidad. Las verda<strong>de</strong>s son ácido puro que, o las sueltas o te queman,<br />
eso ya lo sabrás tú por experiencia. Aunque otros las disfrazan <strong>de</strong> mentiras y<br />
las llevan consigo <strong>com</strong>o perrillos, perrúnculos vestidos <strong>de</strong> lana, animales<br />
ridículos y falsos que traicionan a sus congéneres pero qué más da si sus<br />
dueños son también falsos seres humanos. Pero tú no querrías eso<br />
¿verdad? Caminar toda tu vida, toda tu puta vida con tu caniche <strong>de</strong> cuadros<br />
<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l brazo, con tu mentira encima <strong>de</strong> la mesa o enredada en las patas<br />
<strong>de</strong> la cama o brincando sobre los pupitres <strong>de</strong> cada aula. O tal vez sí, eso es<br />
exactamente lo que querrías. Que en apariencia todo siguiera <strong>com</strong>o antes<br />
(antes <strong>de</strong> mí). Como si hubiera habido algo en tu vida antes <strong>de</strong> mí, pobre<br />
idiota. Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mí, ya lo verás, sólo sufrimiento, eso es lo que te<br />
espera. Pero antes tienes que saber y saber te hará daño. El saber no ocupa<br />
lugar, que <strong>de</strong>cía mi madre, pero tiene filo, hace pupa y eso ella no se lo
podía imaginar porque era semianalfabeta y creía que el saber era siempre<br />
lo que estaba fuera <strong>de</strong> ella, lo que no alcanzaba, no sus palabras o sus<br />
pensamientos. El saber era siempre el <strong>de</strong> los otros y era bueno, lo mejor <strong>de</strong><br />
lo mejor y por eso reverenciaba la letra, creía en la superioridad <strong>de</strong> los que<br />
dominan las letras, aunque fuera la mala letra <strong>de</strong>l médico o la <strong>de</strong>l funcionario<br />
<strong>de</strong> correos. Pobre mamá, qué equivocada estaba. Todo su empeño estaba<br />
en que yo me sacase el título <strong>de</strong> bachillerato, lo que le parecía ya lo más <strong>de</strong><br />
lo más. Mi hermano David, claro, ni siquiera había acabado la secundaria<br />
obligatoria. Y así andaba, a salto <strong>de</strong> mata: tres meses <strong>de</strong> camarero, seis en<br />
el paro, con alguna chapuza entretanto; algún curso <strong>de</strong>l Inem, <strong>de</strong> esos que<br />
pagan seis euros al día. Y, por supuesto, gastándose en su persona lo poco<br />
que ganaba, en cubatas y en tabaco rubio, y ,bueno, mi madre haciéndose<br />
cruces para que no se pasara a la coca o a la jeringa. De modo que yo era la<br />
esperanza <strong>de</strong> mi madre, su salvación en diferido, ya que con mi hermano no<br />
había manera y con mi padre para qué hablar. Y tenía que acabar el<br />
bachillerato y hacer una carrera aunque fuera corta, <strong>de</strong> maestra o algo así.<br />
Qué bonito el título enmarcado y colgado en el recibidor para que lo viera<br />
todo el mundo, hasta el repartidor <strong>de</strong> butano. Y mi madre tan ancha: sí, mi<br />
niña acabó la carrera y ya está trabajando. Y yo en Sevilla o más lejos<br />
todavía sin acordarme putamente <strong>de</strong> mi madre porque así es la vida, te<br />
crees que es tuya: tu vida es tuya y tienes que vivirla <strong>com</strong>o te dé la gana.<br />
Pero resulta que la vida nunca es tuya <strong>de</strong>l todo, sólo cuando estás muerto,<br />
entonces sí. En cambio, mientras la vives, cosa misteriosas, también le<br />
pertenece a otras personas: la mía a mi madre, la tuya a tu novia (esa novia<br />
fea, el avechucho con el que te piensas casar). No, no me mires así. Claro<br />
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que la he visto: en una fotografía. Y no te he registrado, eh, que no es mi<br />
estilo; te la <strong>de</strong>jaste un día encima <strong>de</strong> la mesa <strong>de</strong>l <strong>com</strong>edor. Bueno, en la<br />
cartera que te <strong>de</strong>jaste encima <strong>de</strong> la mesa <strong>de</strong>l <strong>com</strong>edor pero sobresalía un<br />
poco y yo sólo tiré <strong>de</strong> una esquina. Qué gracia, tú <strong>de</strong> guaperas y ella más<br />
fea que unas mondas <strong>de</strong> papa. Claro que algo bueno tendrá, buena chica y<br />
esas cosas (con carrera, ya trabajando, seguro, un sueldo más; con edad y<br />
ganas <strong>de</strong> parir, será fiel, tendrá coc h e propio, ¿verdad?). Una chica muy<br />
apropiada, muy práctica, qué bien. A lo mejor eso era lo que quería mi<br />
madre para mí, cosas medianas y no <strong>de</strong>masiado difíciles <strong>de</strong> conseguir pero<br />
menuda cabeza <strong>de</strong> pájaros criaba. Le ponía todos los días el plato <strong>de</strong><br />
tajadas a alguien que había parido pero que no conocía en absoluto (le pasa<br />
a todas las madres) y yo tampoco iba a darle pistas. Mira, me lo pasé muy<br />
bien, para qué te voy a engañar. Yo era la reina <strong>de</strong>l mundo y no porque<br />
ningún hombre se empeñara en <strong>de</strong>círmelo sino porque yo lo sentía así; la<br />
vida era en cada momento lo que yo quería y estaba dispuesta a que fuera<br />
así hasta que la diñara, cosa que me imaginaba que me ocurriría <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />
unos ochenta años, fíjate. Y no era, <strong>com</strong>o me dijo una vez mi madre, que yo<br />
creyera que la vida era una juerga continua. No, no era tan tonta: no había<br />
más que mirarla a ella, con las manos <strong>de</strong>strozadas <strong>de</strong> tanto limpiar, tanto<br />
lidiar con la mierda ajena, siempre entre tufos <strong>de</strong> lejía y don limpiol, y luego<br />
mirar a mi padre, borracho siempre, gritando siempre, una mala bestia. No,<br />
la vida no era una fiestecita pero yo sabía que tenía suficientes cosas <strong>com</strong>o<br />
para pasárselo lo mejor posible en cada momento y a mí esa i<strong>de</strong>a no me la<br />
iba a quitar nadie <strong>de</strong> la cabeza. La vida estaba ahí para <strong>com</strong>érsela a<br />
puñados, para sacarle siempre el mejor bocado y si el instituto era un<br />
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aburrimiento por qué iba a per<strong>de</strong>r el tiempo aburriéndome, arrastrándome<br />
por los pupitres <strong>com</strong>o una con<strong>de</strong>nada. Con<strong>de</strong>nada a escuchar seis horas<br />
diarias a seis tipos distintos ,a cuál más vociferante; cada uno con su manía,<br />
todos pensando que lo hacen por nuestro bien y por eso nos administran sus<br />
píldoras <strong>de</strong> sabiduría. Es <strong>de</strong>cir, qué hizo un muerto hace trescientos años o<br />
qué escribió el otro muerto <strong>de</strong> más allá, cosas importantísimas, la verdad en<br />
un canuto, la única verdad <strong>de</strong> verdad, la legítima, la dura<strong>de</strong>ra, la que nos<br />
salvará <strong>de</strong> todos los escollos <strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong> ésta y <strong>de</strong> la <strong>de</strong> más allá. Ellos<br />
sabían y nosotros no sabíamos; los alumnos nunca sabíamos o para qué<br />
íbamos a ser alumnos, sólo teníamos que asentir <strong>com</strong>o si tuviéramos un<br />
muelle en el cuello y cuanto más engrasado el muelle y mayor número <strong>de</strong><br />
cabezadas con los ojos abiertos, más puntos para el boletín <strong>de</strong> notas <strong>de</strong>l<br />
trimestre. Pero a mí no me la iban a dar con queso, yo sabía otras cosas,<br />
otras cosas más necesarias y <strong>de</strong> primera mano, sin necesidad <strong>de</strong> libro.<br />
Sabía, por ejemplo, que había hombres. Hombres adultos, me refiero; los<br />
niños <strong>de</strong> mi edad no me interesaban en absoluto porque no me podían<br />
ofrecer nada, estábamos en igualdad <strong>de</strong> condiciones y en esas<br />
circunstancias los intercambios tienen muy poco beneficio. Como verás, yo<br />
tenía una cabecita muy capitalista, muy interesada pero muy milagrera<br />
también: creía <strong>de</strong> buena fe en los prodigios que yo podía obrar sobre los<br />
hombres. Y aunque en lo esencial no me equivocara, tampoco las tenía<br />
todas conmigo (convendrás tú también en eso). Tampoco hubo tantos<br />
hombres, no creas. Había muchos sueltos por ahí pero no me dio tiempo a<br />
topar con tantos, El Italiano y tú. Si es que a ti se te pue<strong>de</strong> llamar<br />
hombre...Tan chulo con tus listezas y tus historietas sobre la momia <strong>de</strong><br />
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Tutánkamon y los encajes <strong>de</strong>l camisón <strong>de</strong>l marido <strong>de</strong> Isabel II, que la clase<br />
entera se te quedaba embobaba, no digo que no, que hasta tenías gracia y<br />
parecía que habías estudiado mucho... Pero no sé, no sé si <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> esa<br />
calota hay algún sentimiento <strong>de</strong> hombre o una víbora gris enroscada. Mala<br />
bestia, cómo nadie se percataba <strong>de</strong> la materia <strong>de</strong> la que estás hecho. El<br />
Italiano a tu lado era un santo <strong>de</strong> novena, <strong>de</strong> los <strong>de</strong> cueva y estadal, aunque<br />
eso <strong>de</strong> tener un puticlub <strong>de</strong> carretera lo <strong>de</strong>smereciera bastante pero ¿y qué?<br />
No haría mucho malo porque el fulanerío lo tenía al lado <strong>de</strong> una <strong>com</strong>isaría<br />
<strong>de</strong> policía y el <strong>com</strong>isario era íntimo suyo, se tomaba sus copazos allí y otros<br />
polis también y todos tan contentos, las niñas también. Si te digo la verdad,<br />
esto yo al principio no lo sabía. El tío gastaba, hablaba <strong>de</strong> sus negocios,<br />
pero yo no iba a preguntarle que qué negocios, si estaba dado <strong>de</strong> alta en la<br />
Seguridad Social o si le pagaba a Hacienda lo suyo, a mí qué leche me iba a<br />
importar. Lo único que sabía era que nunca le faltaba un billete para nada,<br />
no <strong>com</strong>o tú, que te las dabas <strong>de</strong> <strong>de</strong>spreocupado pero siempre haciendo<br />
cuentas por lo bajini, que si saco <strong>de</strong> allí no tengo para esto y así, hasta que<br />
te que<strong>de</strong>s sin nómina, pero éste no, El Italiano iba con <strong>de</strong>spreocupación, así<br />
lo conocí, gastando a manos llenas. Fue en una discoteca <strong>de</strong> aquí, <strong>de</strong> la<br />
costa. Estaba solo en la barra. Mis amigas y yo nos reímos un montón, se le<br />
veía una cara <strong>de</strong> escapado a la legua. Vamos, que le faltaba la marca en<br />
blanco en el anular <strong>de</strong>recho, <strong>com</strong>o <strong>de</strong> haberse tragado la alianza con el<br />
cubata anterior. Nos pusimos en la barra al lado por pura casualidad. El tío<br />
antes nos había estado mirando pero <strong>com</strong>o si nosotras tuviéramos que llevar<br />
la contabilidad <strong>de</strong> quién nos mira y quién no. Y el tío con modales <strong>de</strong> ligón<br />
costero: Estas niñas tan guapísimas beben <strong>de</strong> mi cuenta, camarero. Y para<br />
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qué le íbamos a llevar la contraria. Hasta el camarero estaba un poco<br />
guasón. ¿Otro mojito, jefe? le preguntaba. Y venga copas y más copas.<br />
Cuando salimos fuera y vimos el <strong>de</strong>scapotable amarillo aparcado nos entró<br />
la risa floja. Nos subimos en él para ir al otro extremo <strong>de</strong>l pueblo, nada más<br />
que por fardar un rato pero en vez <strong>de</strong> llevarnos a casa nos invitó en otro<br />
bareto. Nos regaló rosas; pasó un moro vendiendo alfombras y le <strong>com</strong>pró<br />
una: Para esta niñas, niñas tan guapas tienen que ir pisando siempre<br />
alfombra, <strong>de</strong>cía. Hablaba en plural y sólo me miraba a mí y a mí me subía<br />
por el estómago un cosquilleo que no veas, hasta que <strong>com</strong>prendí que lo que<br />
tenía era unas bascas <strong>de</strong> mil <strong>de</strong>monios y corrí <strong>com</strong>o una loca a los servicios<br />
para vomitar. Cuando acabé <strong>de</strong> echar la papa me pinté los labios <strong>com</strong>o pu<strong>de</strong><br />
porque tenía la mano temblona y en el espejo <strong>de</strong>l servicio lo vi entonces,<br />
asomaba la cabeza preguntando si me encontraba bien, me volví y le dije<br />
que sí, lo miré <strong>com</strong>o nunca había mirado a un tío, me lo hubiera follado allí<br />
mismo pero él entró, me cogió <strong>de</strong> la mano y me dijo, vamos, os llevaré a<br />
vuestras casas, están cerrando el local. Yo le susurré que era el último sitio<br />
a don<strong>de</strong> me gustaría ir y él no dijo nada, me tenía cogida la mano y me la<br />
besó, el muy cazurro. Me pasé toda la noche pensando en él, jurándome<br />
que me lo follaría en el capó <strong>de</strong>l coche amarillo. Pobre <strong>de</strong> mí, si no sabía ni<br />
siquiera dón<strong>de</strong> vivía, si le gustaría yo, cuántos hijos tendría... Ni tampoco<br />
podía saber si sobria me gustaría tanto, borracha era el hombre <strong>de</strong> mi vida<br />
pero en fin, el alcohol tiene sus misterios y la luci<strong>de</strong>z pue<strong>de</strong> seR uno <strong>de</strong><br />
ellos. Eso tú no lo pue<strong>de</strong>s saber, que <strong>de</strong> lo único que te has emborrachado<br />
en tu vida ha sido <strong>de</strong> presunción, angelito <strong>de</strong> poco vino. Qué sabrás, <strong>com</strong>o<br />
<strong>de</strong> casi todo: nada, aunque luego te las <strong>de</strong>s <strong>de</strong> entendido, que si este caldo<br />
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<strong>de</strong>l año tal, el otro <strong>de</strong>l cuando la sequía...Venga ya, si tú no bebes,<br />
regurgitas tu mala uva. Porque cómo vas a beber, cómo vas a per<strong>de</strong>r el<br />
control sobre ti y sobre los <strong>de</strong>más. No, eso es <strong>de</strong>masiado, tú lo has<br />
controlado todo en tu vida, menos a mí. Qué gracia, a una mosca. Pero eso<br />
tú no podías <strong>com</strong>pren<strong>de</strong>rlo, que una mosca tuviera una o dos i<strong>de</strong>as propias.<br />
Tu novia tendrá las que tú digas, supongo. Tampoco entendías que yo<br />
tuviera algún sentimiento, aunque fuera uno pequeñito. Que me enamorase<br />
<strong>de</strong> El Italiano, por ejemplo, eso no te cabía en la cabeza. De ti sí podía<br />
enamorarme , cómo no, pero <strong>de</strong> ese tipejo...Pues oye, sí, lo quería <strong>de</strong><br />
verdad. Lo <strong>de</strong> los diamantes vino <strong>de</strong>spués. Me regaló tres diamantes <strong>com</strong>o<br />
tres garbanzos para ponérmelos en los tres agujeros <strong>de</strong> la oreja, la <strong>de</strong>recha,<br />
así, en ristre los tres, una chulada. Y <strong>com</strong>o me daba pánico que me los<br />
<strong>de</strong>scubriera mi madre (pero tampoco pensaba prescindir <strong>de</strong> ellos) no se me<br />
ocurrió otra cosa que llevarlos puestos recubiertos, eso sí, con una capa <strong>de</strong><br />
esmalte <strong>de</strong> uñas color rosa para que no brillaran tanto. ¡Qué luces! ¡Ni que<br />
jugara todavía con la barbie! Pero si vieras las cosas que hice por él, una<br />
locura <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> otra. Lo suyo eran niñerías al lado <strong>de</strong> lo que yo hacía<br />
porque yo me jugaba el cuello todos los días para ir a verlo. Pero él tampoco<br />
se quedaba manco. Volvió al día siguiente <strong>de</strong> la borrachera <strong>de</strong> marras, me<br />
buscó en el bareto que habíamos estado la noche <strong>de</strong> antes y, <strong>com</strong>o si<br />
hubiéramos quedado, allí estaba yo, esperándolo con el corazón dando<br />
botes. Y resultó que en fresco también me gustaba, así que me fui a cenar<br />
con él, sin mayor <strong>com</strong>plicación. Me llevó a una pizzería y entre “quattro<br />
stagioni” , lambrusco y tiramisú me hizo una <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> amor que ni en<br />
las telenovelas. Me dijo que yo era la reina <strong>de</strong>l mundo y él no había nacido<br />
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más que para besarme los pies, que lo tenía <strong>de</strong>strozado, que hiciera con él<br />
lo que me diera la gana, que si quería nos íbamos en ese instante al Caribe<br />
o a la Cochinchina. Dinero no nos iba a faltar, viviríamos <strong>com</strong>o príncipes en<br />
hoteles <strong>de</strong> lujo, él <strong>de</strong>dicado a quererme y nada más. Yo me reí en sus<br />
barbas y le dije que estaba loco, loco <strong>de</strong> atar, que si se había dado un golpe<br />
<strong>de</strong> pequeño o era <strong>de</strong> nacimiento. Y él sin ofuscarse, que ahora reservo los<br />
billetes. Y marcaba en el teléfono portátil y yo se lo quitaba. Anda, pí<strong>de</strong>me<br />
otro postre, profiteroles, que todavía tengo hambre. Y él, lo que quieras, mi<br />
reina, <strong>com</strong>o si tuviera que ir al fin <strong>de</strong>l mundo a buscártelos ,y un chupito<br />
también, lo que tú digas, reina <strong>de</strong>l universo. Nos trajeron un amaretto ,un<br />
traguito amargo y dulce, hiel <strong>de</strong> almendra y calor <strong>de</strong> alcohol en el cielo <strong>de</strong> la<br />
boca, en el estómago... cuando aún podía sentirlo. ¡Ojala le hubiera hecho<br />
caso! ¡Ojala me hubiera fugado con él esa misma noche aunque me hubiera<br />
hecho <strong>de</strong>sgraciada a los tres días porque él era un cuarentoncillo con tres<br />
vueltas <strong>de</strong> tuerca y yo una niñata lela! Pero otra historia hubiera sido, otra y<br />
no ésta en la que tú me has metido, Fernandito, este infierno, maldito seas.<br />
Tuve miedo o fui sensata, no sé. Tenía una madre, no quería hacerla sufrir,<br />
tenía que seguir haciendo el paripé <strong>de</strong> hija, seguir en el instituto. Todo tenía<br />
que seguir con la cáscara <strong>de</strong> antes, aunque yo ya no fuese la misma. Pero<br />
no, todo iba a cambiar, estaba cambiando mi historia, mi vida, mi papel en la<br />
vida y yo, tonta <strong>de</strong> mí, quería que todo siguiese <strong>com</strong>o antes. Y aún me tenía<br />
que topar contigo, aún me quedaban algunos riscos que saltar, alguna<br />
hierba que triscar pero poca, poca hierba me quedaba ya, estaba escrito.<br />
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2<br />
Sería noviembre, si mal no recuerdo, mitad <strong>de</strong>l primer trimestre. La<br />
rutina <strong>de</strong> las clases royendo los días <strong>de</strong> todos: que si el examen <strong>de</strong> tal el<br />
quince, el <strong>de</strong> Historia con el Fernan la semana siguiente, una pesa<strong>de</strong>z;<br />
Sisinio que pi<strong>de</strong> un libro entero traducido <strong>de</strong>l francés antes <strong>de</strong> Navidad,<br />
cojonudo. Me daba igual, yo no pensaba hacer nada, yo tenía mi rutina<br />
propia, única: acudir a las ocho y media al instituto, ir a alguna clase o no<br />
(eso ya lo <strong>de</strong>cidía sobre la marcha), <strong>de</strong>sayunar en el bar <strong>de</strong>l insti y largarme<br />
en mi motito siempre al mismo sitio, al apartamento <strong>de</strong> El Italiano. Bueno,<br />
uno <strong>de</strong> tantos, tenía varios por toda la costa, en Málaga y más allá, hasta en<br />
el Campo <strong>de</strong> Gibraltar, creo. El apartamento era precioso <strong>de</strong> verdad, con<br />
vistas al mar y un saloncito con un tres y dos <strong>de</strong> piel blanca supercómodo; y<br />
el mueble-bar siempre dispuesto, con su neverita y sus cosas para picar. No<br />
te lo creerás pero a las once <strong>de</strong> la mañana veíamos películas; sí, películas<br />
normales, ni porno ni narices, <strong>de</strong> Van Damme y Steven Seagal, <strong>de</strong> mucho<br />
mamporro <strong>com</strong>o a mí me gustan (y los tíos duros también, no los plastas<br />
<strong>com</strong>o tú). Las películas <strong>de</strong> moco y pañuelito no las soporto, bastantes<br />
jodiendas tiene la vida, <strong>com</strong>o para <strong>de</strong>jarte los hipos por una imbécil que<br />
renuncia al amor <strong>de</strong> su vida, un pelagatos, por un marido, otro pelagatos<br />
pero que le da unos hijos con los que cenan puré y guisantes (en todas las<br />
películas cenan puré y guisantes y unas salchichas gordas horrorosas). Yo<br />
me juraba a mí todas las noches que no iba a renunciar jamás a nada, ni a
mi vida <strong>de</strong> estudiante (supuesta) , ni a mi amante con horario escolar, ni al<br />
dinero <strong>de</strong> El Italiano, faltaría más. Y menos todavía al placer que me daba el<br />
cuerpo serrano, el mío, tan bien hecho, tan en su punto. Y no hablo sólo <strong>de</strong><br />
sexo, que tampoco es para tanto, hablo <strong>de</strong> otro placer <strong>de</strong>l cuerpo, el propio.<br />
El placer <strong>de</strong> gustarlo, amarlo, disfrutar <strong>de</strong> él mimándolo con ropas, con<br />
pinturas, con lencería cuca, y ver encima el efecto que hace en el otro, que<br />
se le cae la lengua, la baba, qué sé yo. Tú sabrás algo más <strong>de</strong> esto, eres<br />
hombre u hombrecillo, bueno lo que sea, pero <strong>de</strong>l sexo que se parte el culo<br />
por ver una tía guapa. Vamos, que las tonterías que hacéis los tíos no las he<br />
visto yo en mujeres; en fin, <strong>de</strong> algo tendrán que vivir los <strong>de</strong> las piscinas y las<br />
discotecas, <strong>de</strong> mirones sin remedio. Tú claro, a lo tonto a lo tonto, pero<br />
también tienes tu porción <strong>de</strong> baba caída, sólo que tú tenías el ganado en tu<br />
trabajo, en tu clase, todos los días y con tus fichas con fotos incluidas,<br />
vamos, que lo único que te faltaba era tenerlas con fotos <strong>de</strong> cuerpo entero.<br />
El Italiano, tú lo ves, flipaba conmigo. Le chiflaba ver cómo me pintaba las<br />
uñas o cómo me probaba ropa nueva. Me daba un montón <strong>de</strong> dinero; él<br />
mismo me <strong>com</strong>praba cosas. Decía que era tan guapa que me merecía eso y<br />
mucho más, millones <strong>de</strong> cosas más. Ya verás que sólo lo llevaba puesto<br />
<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él, luego tenía que <strong>de</strong>jar mi guardarropa encerradito en el<br />
apartamento hasta el día siguiente, todo lo más me llevaba alguna camiseta<br />
que tenía que quitarme antes <strong>de</strong> llegar a casa si no quería que mi madre me<br />
matara <strong>de</strong> una paliza o <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> iba a sacar para tanta cosa, en el instituto<br />
no hacen rifas <strong>de</strong> prendas <strong>de</strong> moda para niñas pobres. Mi madre, la pobre,<br />
me <strong>com</strong>praba lo que podía. Hasta más <strong>de</strong> lo que podía. Se lo quitaba ella<br />
misma para vestirme a mí. Como aquel traje tan horroroso que se empeñó en<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 15
<strong>com</strong>prarme para la <strong>com</strong>unión <strong>de</strong> mi prima Tama; bueno tampoco tan feo<br />
pero <strong>de</strong>masiado formal para mis hechuras, un conjuntito <strong>de</strong> falda y chaqueta<br />
en color pastel. A alguna infanta le hubiera gustado pero lo que es a mí...<br />
Pasé por el aro por no darle un soponcio a mi madre y luego resulta que por<br />
el trajecito <strong>de</strong> marras ella se quedó sin <strong>com</strong>prarse nada, otra vez con el<br />
mismo vestido <strong>de</strong> todos los años. Y yo hecha un perifollo, <strong>de</strong>seando tirar el<br />
traje al primer contenedor <strong>de</strong> basura; hala, un mes <strong>de</strong> trabajo a la basura. Un<br />
mes <strong>de</strong> limpiar mierda ajena. No <strong>de</strong> darse un paseíto hasta el instituto y<br />
esperar luego a fin <strong>de</strong> mes que caiga la nómina, <strong>com</strong>o tú, so <strong>com</strong>odón, que<br />
trabajas menos que la cisterna <strong>de</strong> un estreñido. Un día <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> otro<br />
restregando, fregando, acarreando cubos, vaciando papeleras, con la peste<br />
<strong>de</strong> los otros saliéndole por las orejas, la peste <strong>de</strong> las colillas, el hedor <strong>de</strong> los<br />
meados, el tufo <strong>de</strong>l amoníaco y las lejías que te parte los pulmones, tanta<br />
fatiga para un suel<strong>de</strong>cillo mezquino que no daba ni para sobrevivir . Y mi<br />
padre que tampoco contribuía. Des<strong>de</strong> la cárcel no iba a mandar un duro y<br />
luego menos todavía. Cuando salió estaba medio zumbado, se quedaba<br />
pegado en el sillón hasta las tantas, que muchas veces le apagaba yo la tele<br />
por la mañana cuando me iba al instituto. Y luego, cuando le petaba, se iba a<br />
restregar el codo a la barra <strong>de</strong>l barecillo <strong>de</strong> la esquina o a otro <strong>de</strong> más allá,<br />
que lo lleva un putón <strong>de</strong>smelenado, una tiorra con el pelo cardado <strong>com</strong>o una<br />
bolina y unas camisetas <strong>de</strong> guepardo macho que no veas. Pero lo que<br />
hiciera mi padre me daba igual. Yo por él no iba a hacer nada, <strong>com</strong>o<br />
tampoco él nunca había hecho nada por mí o eso creía. Al parecer cuando<br />
era chica sí se preocupaba <strong>de</strong> mí y <strong>de</strong> mi madre;quiero <strong>de</strong>cir que trabajaba y<br />
esas cosas. A mi hermano David le <strong>com</strong>pró una bicicleta,. Y los domingos<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 16
nos íbamos al campo, a <strong>com</strong>er al río o a casa <strong>de</strong> unos tíos. Pero eso se<br />
acabó. Des<strong>de</strong> luego yo no era el centro <strong>de</strong> sus preocupaciones <strong>com</strong>o él no<br />
estaba ni remotamente esquinado en las mías, qué le vamos a hacer. De<br />
esas pastas también están hechas las familias, la tuya también, Fernando,<br />
ya lo verás...si es que algún día llegas a formar una, que ya con esta novia<br />
me parece que no. Cuando se entere se va a tronchar <strong>de</strong> risa, ya lo verás.<br />
De buena se va a librar la pobre. Mejor para ella <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo, aunque<br />
tenga que tragar bilis a espuertas. Reconoce que ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio era<br />
una pasada, una auténtica jugarreta: ella preparando el bodorrio, cosiendo<br />
ajuar no, porque ya no se lleva pero eligiendo muebles, seleccionando hasta<br />
el último cacharrito <strong>de</strong> la lista <strong>de</strong> bodas, el exprimidor <strong>de</strong> naranjas no, porque<br />
a ninguno <strong>de</strong> los dos nos gusta el zumo, la sandwichera sí, la champanera<br />
con dorados, imprescindible. Y tú entretanto pirrándote por una alumna,<br />
haciendo más tonterías juntas que en toda tu vida. No es que yo no lo<br />
mereciera, no estoy diciendo eso, pero a lo mejor hubiera valido la pena si<br />
yo te hubiera querido, digo yo, todo no es hozar un ratito. Lo importante es lo<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro, <strong>com</strong>o en los bocadillos, el amor y esas cosas. Al final es lo que<br />
queda, lo que significa para ti y lo <strong>de</strong>más es filfa. Yo estaba segurísima <strong>de</strong><br />
querer a El Italiano. Fíjate, <strong>de</strong> quererlo hasta las últimas pero eso no era<br />
ningún obstáculo para <strong>de</strong>jarme querer por mi profe <strong>de</strong> Historia. Es facilísimo<br />
<strong>de</strong>jarse amar.,sobre todo si encima obtienes algún beneficio y el mío no era<br />
magro: tenía a mis ór<strong>de</strong>nes la mano boba, la mano que sin querer borra<br />
huellas, <strong>de</strong>struye pruebas, borra evi<strong>de</strong>ncias. Zas, <strong>de</strong> un plumazo mi parte <strong>de</strong><br />
faltas impecable, ni una ausencia <strong>de</strong>mostrable; una carta <strong>de</strong> la tutora a mi<br />
familia, oportunamente interceptada y <strong>de</strong>struida; la Historia aprobada, junto<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 17
con la gimnasia porque al Eudaldo le gustaba mucho mi culo en chándal, y la<br />
Religión también, que la Soledad era <strong>com</strong>pasiva hasta la tontería y le daba<br />
mucha penita atisbar en mi situación familiar tan <strong>de</strong>sastrosa, con un padre<br />
ex-recluso, alcohólico perdido y más flojo que un hato <strong>de</strong> guita; mi madre, la<br />
pobre un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> abnegación, pues sí, <strong>com</strong>o si no le quedara otro<br />
remedio, o lo asesinaba o se aguantaba, para los pobres no hay término<br />
medio (la Soledita eso no lo <strong>com</strong>prendía, ella era <strong>de</strong> una familia bien, con<br />
propieda<strong>de</strong>s: hoteles y hectáreas <strong>de</strong> chirimoyos). Los otros profesores eran<br />
menos <strong>com</strong>prensivos, <strong>de</strong> modo que en las otras asignaturas tenía ya<br />
asegurada una ristra estupenda <strong>de</strong> unos y doses, una quiniela <strong>de</strong> las<br />
millonarias. Hasta con el Sisinio lo tenía crudo, y mira que le gustaban las<br />
tías, que hasta se iba a las playas a verlas más o menos <strong>de</strong>snudas. Pero ahí<br />
no podías meter cuchara, <strong>de</strong>cías. Con taparme un poco ya tenias bastante y<br />
te gustaba <strong>de</strong>scribir el lío tan majestuoso que te estabas buscando, sólo por<br />
mí, porque me querías o eso te gustaba <strong>de</strong>cir a ciertas horas. Y yo ni que si<br />
ni que no, <strong>com</strong>o en el cuento <strong>de</strong> pan y pimiento, ni frío ni calor. Yo me<br />
acostaba contigo y punto. El corazón prefería <strong>de</strong>jarlo aparcado. Des<strong>de</strong> luego<br />
a principio <strong>de</strong> curso te aborrecía. ¿Te acuerdas cuando te mandé a la<br />
mierda, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> toda la clase? Bueno pero eso fue por una razón<br />
justísima. Te estabas riendo <strong>de</strong> mí en mis narices y con público, y encima<br />
por un <strong>de</strong>fecto mío, algo que yo procuraba disimular con toda mi alma y tú<br />
vas y lo pones en evi<strong>de</strong>ncia. Estaba leyendo un texto (si es que es <strong>com</strong>o si<br />
lo tuviera <strong>de</strong>lante), la carta <strong>de</strong> Torrijos a su mujer, tan romántica. Por favor,<br />
Sara Mar ¿quieres leer en voz alta, bien alta, para toda la clase? Y yo qué<br />
iba a hacer, leer la carta <strong>de</strong> Toguijos a su mujer, escrita el mismo día que lo<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 18
fusilaron.“Amadísima Luisa mía: Voy a moguig, pego voy a moguig <strong>com</strong>o<br />
mueguen los valientes. Sabes mis pgincipios, conoces cuán figme he sido en<br />
ellos, y al ig a pegueceg pongo mi suegte en la miseguicogdia <strong>de</strong> Dios...”<br />
Pero por qué lees así, Mar, lee bien, haz el favor, no se te entien<strong>de</strong><br />
nada, me dijiste con una maldad increíble. Y yo con las lágrimas a punto <strong>de</strong><br />
saltárseme pero <strong>de</strong> rabia. Pero si yo leo así, maestro, tengo frenillo. ¿Que<br />
tienes frenillo, Sara Mar? Pero si tú no pue<strong>de</strong>s tener <strong>de</strong> eso; eso sólo lo<br />
pue<strong>de</strong>n tener los hombres. Es un <strong>de</strong>fecto muy frecuente aunque leve (tú<br />
hablando con absoluta seriedad y la clase entera <strong>de</strong>spepitándose <strong>de</strong> risa).<br />
Se le llama fimosis también. Tú seguías erre que erre, no sé cómo te pu<strong>de</strong><br />
seguir mirando a la cara luego. A lo mejor me sentía culpable, pobrecillo mío,<br />
por haberte mandado don<strong>de</strong> picó el pollo. Te dije: vete a la mierda, y salí <strong>de</strong><br />
clase dando un portazo. Y tú, un mártir, ni diste parte al jefe <strong>de</strong> estudios ni<br />
carta <strong>de</strong> amonestación a mis padres ni nada <strong>de</strong> nada. Y yo haciéndome<br />
cruces, melona <strong>de</strong> mí, pensando que me la había buscado yo solita, cuando<br />
en realidad la agresión verbal era la tuya, la mía no era más que una pobre<br />
<strong>de</strong>fensa. Me da risa pensar cuántas veces me chuparías luego el chochillo<br />
¿Diez, veinte? No creo que nos diera tiempo a más, en dos meses escasos.<br />
En Navidad tú te fuiste al pueblo <strong>de</strong> tu novia, yo a mi casa a esperar que se<br />
acabaran las vacaciones. En mi vida me había ocurrido pero estar metida en<br />
la casa me mataba y salir con las amigas también. Ninguna podía seguirme<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 19
por el camino que iba yo, tenía que recorrerlo yo sola. Estaba sola, <strong>com</strong>o<br />
ahora o más. Hay cosas en la vida, <strong>com</strong>o en la muerte, que tiene que hacer<br />
uno solito, aunque el resto <strong>de</strong>l tiempo siempre esté uno ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> gente,<br />
montones <strong>de</strong> gente, quieras o no. O por lo menos <strong>de</strong> dos en dos, <strong>com</strong>o<br />
mínimo, <strong>com</strong>o a mí me gustaba estar y a ti también, cabroncete, lamiendo y<br />
chupando, que era lo que más te gustaba ¿A tu novia también se lo haces?<br />
te preguntaba yo y tú muy serio: A ella no la metas en esto. Si yo no la meto,<br />
eres tú el que la metes, te <strong>de</strong>cía con candor porque yo aprendía pronto. De<br />
tu asignatura no, <strong>de</strong> historia <strong>de</strong>l mundo contemporáneo no, qué horror,<br />
guerras y más guerras, cabreos entre países <strong>com</strong>pletamente<br />
in<strong>com</strong>prensibles. Un asco total la historia, aunque ya ves, yo soy ya pura<br />
historia. Pero no te envidio ni un pelo, créeme, no te arriendo la ganancia.<br />
Mírate, hecho un guiñapo al lado <strong>de</strong> tu piscinuca, con el tobillo enyesado.<br />
Aunque eso es lo <strong>de</strong> menos, lo que tienes enyesado es el cerebro. No<br />
sabes qué hacer con él, qué hacer contigo, con tu miserable persona<br />
¿Quedarte ahí el resto <strong>de</strong>l curso viendo cómo caen más hojas en el agua,<br />
cómo caen plumas? Hasta cáscaras <strong>de</strong> naranja flotan. Las habrás tirado tú,<br />
so marrano, porque no creo que venga el vecino a tirar la basura a tu<br />
piscinúncula. No tienes ni fuerzas para levantarte <strong>de</strong> la tumbona, que<br />
también está hecha una porquería. Claro que el vino no ayuda. A ver, ah, sí,<br />
ese vino <strong>de</strong> Mollina. Cómo es, ese latinajo que significa “vive el momento”,<br />
“coge el capullo”, “corta el clavel, Macarena” (¿o esa era otra frase en latín?)<br />
¡Con lo gracioso que estabas cuando me lo explicabas entre vaso y vaso!<br />
Vasos <strong>de</strong> plástico porque no te quedaba ni uno limpio y no ibas a per<strong>de</strong>r el<br />
tiempo fregando uno y menos dos. Tenías mucha prisa por seducirme, y yo<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 20
<strong>com</strong>o una tonta sentada en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la otra tumbona, con la carpeta sobre<br />
las rodillas, haciendo el papel a las mil maravillas, <strong>com</strong>o si hubiese ido a tu<br />
casa a prolongar una conversación profesor-alumna, un profesor tan<br />
interesadísimo en su labor que se lleva el trabajo a casa o sea a una<br />
alumna. Y me explicabas la importancia <strong>de</strong> la historia mientras me<br />
preguntabas casi <strong>de</strong> <strong>com</strong>promiso si me apetecía un aperitivo. Distraídamente<br />
al lado <strong>de</strong> unas patatas fritas colocas un vaso con un culillo <strong>de</strong> vino blanco,<br />
<strong>de</strong>l que te cal<strong>de</strong>a las venas sin que te enteres, que pasa más suave que un<br />
minutero. Y tú dale que te pego: la Historia, con mayúscula, nos enseña.<br />
(engolabas la voz) algo sobre nosotros mismos: que en realidad no somos<br />
más que un eslabón pequeñísimo <strong>de</strong> una ca<strong>de</strong>na infinita, <strong>de</strong> la que ni<br />
sabemos en qué homínido empieza ni en qué Jan Solo acaba. Nos enseña a<br />
ser mo<strong>de</strong>stos pero también soberbios. A disfrutar <strong>de</strong> cada momento <strong>com</strong>o si<br />
fuera el último. Como si la patata que te <strong>com</strong>es fuese la última y tres minutos<br />
<strong>de</strong>spués ya no pudieras percibir más el sabor <strong>de</strong> la sal y <strong>de</strong>l aceite, o tres<br />
años o tres décadas <strong>de</strong>spués, eso no po<strong>de</strong>mos saberlo. Pero en algún<br />
momento <strong>de</strong>jarás <strong>de</strong> percibirlo y la ca<strong>de</strong>na seguirá, sin embargo, intacta.<br />
Como si ningún eslabón se le hubiera <strong>de</strong>sprendido, idéntica a sí misma y sin<br />
un dueño <strong>de</strong>clarad. Yo asentía sin enten<strong>de</strong>r ni pajote y me limpiaba la<br />
pringue <strong>de</strong> las patatas en los bajos <strong>de</strong>l pantalón y tú con el tole tole. Que si<br />
la fugacidad, la brevedad <strong>de</strong> las cosas; <strong>de</strong> las brevas, por ejemplo y<br />
señalabas una higuera que había allá a lo lejos aunque yo juraría que no lo<br />
era, que era un almendro, te lo estabas imaginando porque pensabas sólo<br />
en higos, en el mío. Yo parpa<strong>de</strong>aba pensando: tanto rollo para lo mismo, si<br />
vamos a acabar igual, pero quizás sería mejor meternos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la casa,<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 21
algún vecino podría vernos. Y tú nada, a tu rollo. Otra botella que cae. Luego<br />
nos pasamos al ron <strong>de</strong> caña, qué rico. Era noviembre pero mediodía, una<br />
borrachera <strong>de</strong> mediodía. El calor si es calor es igual, qué sabe <strong>de</strong><br />
calendarios. Sudábamos <strong>com</strong>o pollos con el sol <strong>de</strong>l mediodía y el alcohol. Yo<br />
me moría <strong>de</strong> ganas <strong>de</strong> orinar y no se me ocurrió cosa más elegante que<br />
hacerlo en la piscina, tu piscinilla ver<strong>de</strong> sucio. No eres capaz <strong>de</strong> bañarte, te<br />
dije retadora ¿Que no? Espera. En dos segundos te <strong>de</strong>snudaste y al agua.<br />
Qué chillidos, dios. Nos besamos a base <strong>de</strong> bien agarrados a la<br />
escalerilla,¿te acuerdas? Me abrazabas y me oriné, no pu<strong>de</strong> evitarlo. Tú no<br />
te diste cuenta, estabas <strong>de</strong>masiado ocupado.Yo aún tenía el sujetador<br />
puesto y, <strong>com</strong>o el más torpe <strong>de</strong> los torpes, metías los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong>ntro, tirabas<br />
<strong>de</strong> la copa elástica. Yo gritaba <strong>com</strong>o una <strong>com</strong>adreja ¡Aquí no, vamos <strong>de</strong>ntro!<br />
Me daba cosa que alguien nos viera. Hasta las higueras tienen ojos y <strong>de</strong> las<br />
tapias salen cabezas. No seas boba, me <strong>de</strong>cías. Bueno, pues no soy boba<br />
pero ahí hay un tío. Un corpachón <strong>de</strong> hombre por la medianera, el vecino<br />
extranjero ,rojo <strong>de</strong> ira, que nos amenazaba con llamar a la policía ¡no se<br />
pue<strong>de</strong> ni dormirrr una siesta! Le gritaste no sé qué grosería, algo xenófobo y<br />
marrón. Fue la primera vez que te vi furioso. El labio te temblaba, pero<br />
seguías hecho un gurruño en el agua, al lado <strong>de</strong> la escalerilla. Yo también<br />
pero mordiéndome la lengua para no saltar la carcajada <strong>de</strong> ver a los dos<br />
marranicos enrabecidos. Cuando el tipo se fue tú le seguías dando vueltas a<br />
la cosa. Será cabrón, estoy en mi casa y hago el ruido que me da la gana,<br />
<strong>de</strong>cías. La primera y la última vez que el fascista ése me llama la atención, a<br />
mí con ésas, <strong>com</strong>o me alce la voz otra vez lo mato a ese hijo puta....Venga<br />
déjalo ya, te <strong>de</strong>cía yo, no merece la pena. Y a la <strong>de</strong> tres me contestaste.<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 22
tienes razón, niña, eres tú lo único que merece la pena. Anda, dame el<br />
sujetador, que tengo que irme y fíjate qué pelos. Como me vea mi madre<br />
llegar así, no lo cuento luego. Me parece que tengo uno arriba, ven. Y allá<br />
fuimos. Te acordarás que no tenías ni secador ni nada. En el dormitorio, un<br />
colchón en el suelo pelado, la persiana rota, que sólo <strong>de</strong>jaba tres rayas <strong>de</strong><br />
luz sobre el suelo. Pero qué te voy a contar que no sepas, que no tengas<br />
encerradito en el seso, revuelto con tanta fecha <strong>de</strong> constitución, tanto<br />
ministro <strong>de</strong> Alfonso XII, tantas cosas inútiles. No te van a servir mucho <strong>de</strong><br />
ahora en a<strong>de</strong>lante, no hace falta que yo te lo diga, tú sabes muy bien lo que<br />
te espera. Pues entonces, ¿para qué lo dilatas?¿Para sentirte más<br />
<strong>de</strong>sgraciado, para rego<strong>de</strong>arte en tu <strong>de</strong>sastre? Llama <strong>de</strong> una vez a tu novia y<br />
díselo y al mundo entero también. Si lo tienes que hacer, hazlo, no te que<strong>de</strong>s<br />
dándote penita ¿O estás esperando que se te gangrene a pierna? Ajá,<br />
piensas acabar antes con todas las reservas <strong>de</strong> tu vino <strong>de</strong> Mollina. Pues <strong>de</strong><br />
acuerdo, seguiré poniendo or<strong>de</strong>n en tus recuerdos y así será más fácil<br />
contártetelos a ti mismo luego y a tu novia y a tu abogado también.<br />
Empecemos por el principio. En el principio <strong>de</strong> los tiempos hubo un sofá. Sí,<br />
un sofá estampado en medio <strong>de</strong> una rambla: cosas más raras se han visto.<br />
A algún propietario <strong>de</strong> finca que le gustaría ver pasar el tiempo a la vera <strong>de</strong><br />
una rambla, en el sombreado <strong>de</strong> su chirimoyal. Nunca sabremos <strong>de</strong> dón<strong>de</strong><br />
venía el dichoso sofá, pero allí estaba, en medio <strong>de</strong> la rambla. Un<br />
<strong>de</strong>scubrimiento sensacional para un grupo <strong>de</strong> profesor y alumnos que venían<br />
<strong>de</strong> vuelta <strong>de</strong> la excursión más aburrida posible, una a las inmediaciones para<br />
ver el acueducto romano, que ya lo teníamos más visto que la playa. Pero<br />
los profesores sois <strong>com</strong>o extraterrestres, os creéis que <strong>de</strong>scubrimos el<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 23
mundo gracias a vuestros ojos. Pensáis que si no fuera por vosotros el<br />
mundo no existiría y esa es vuestra gracia, vuestra labor <strong>de</strong> cada día, <strong>com</strong>o<br />
<strong>com</strong>er pan y queso, abrirles los ojos a unos pobres niños y abrirles las<br />
puertas <strong>de</strong>l mundo también. Todo muy gracioso, <strong>de</strong> verdad, si a veces no<br />
tuviera consecuencias verda<strong>de</strong>ramente patéticas. El acueducto romano<br />
estaba ahí. Todos sabíamos lo que era y nos habíamos subido por las<br />
arquerías <strong>de</strong> chicos. Sabíamos que existía y hasta para qué servía. Pero<br />
tiene que llegar la tontorrona <strong>de</strong> Almu<strong>de</strong>na y <strong>de</strong>cirnos cuatro chorradas, las<br />
que ya sabíamos. Ni una pizca más, porque ella tampoco estaba muy<br />
puesta en el asunto y lo miraba <strong>com</strong>o si nunca hubiera visto un acueducto<br />
romano. A lo mejor no, ahora que lo pienso. Y sin embargo pretendía<br />
enseñarnos lo que no sabía . Eso sí que tiene mérito Lo mejor <strong>de</strong> todo fue<br />
cuando el Luismi se subió a lo a lo más alto <strong>de</strong>l acueducto y todos le<br />
gritamos que se tirase, que la arena <strong>de</strong> la rambla estaba blandita. Así se le<br />
acabarían <strong>de</strong> forma automática todos los problemas que tenía con la <strong>de</strong><br />
matemáticas, que tanta ojeriza le tenía. Y así hubiera sido si hubiese<br />
a<strong>de</strong>lantado un pie y luego otro. Pero, <strong>com</strong>o casi todos, era un cobardica. Y a<br />
todos nos gusta el sabor <strong>de</strong> las peras más <strong>de</strong> lo que nos creemos, hasta a<br />
un amorfo <strong>com</strong>o el Luismi, quien, aparte <strong>de</strong> <strong>com</strong>er, no parecía tener otro<br />
objetivo en la vida Aparte <strong>de</strong> todo eso, un aburrimiento total, la mañana<br />
echada por alto. Yo sentía haberla <strong>de</strong>sperdiciado horriblemente porque El<br />
Italiano, <strong>com</strong>o siempre, me esperaba a las once y no fui. Conchi y A<strong>de</strong>la me<br />
habían convencido. Pasaríamos un día muy agradable por ahí, <strong>de</strong>cían. Y<br />
mira por dón<strong>de</strong> tenían razón: para mí fue un día memorable y para ti no<br />
digamos. El sofá tuvo la culpa, el sofá abandonado. No me digas que no era<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 24
algo fantástico, un mueble así en medio <strong>de</strong> una rambla <strong>de</strong> arena. Parecía<br />
algo sacado <strong>de</strong> un ví<strong>de</strong>o-clip. Faltaba, claro, el fondo musical. Cuando lo<br />
vimos, todos, chicos y chicas, nos tiramos <strong>de</strong> cabeza en él, todos a una. En<br />
principio para sentarnos pero luego nos salió la veta salvaje y empezamos a<br />
saltar en él, a darle puntapiés, a hacer con él todo lo que no se pue<strong>de</strong> hacer<br />
con el sofá <strong>de</strong> nuestra casa. Porque por feo que sea, <strong>com</strong>o el <strong>de</strong> mi casa,<br />
siempre hay una madre que se lleva las manos a la cabeza. Si es muy caro<br />
porque es muy caro; si es barato porque no habrá dinero para reponerlo, qué<br />
ruina. Hay madres que se preocupan más <strong>de</strong> sus sofás que <strong>de</strong> sus hijos. De<br />
modo que botamos en él hasta que se volcó. Nos caímos todos los que<br />
estábamos encima <strong>de</strong> él, yo con la peor fortuna porque estaba sentada en el<br />
respaldo. En mi casa hubiera querido poner el culo en los antimacasares <strong>de</strong><br />
ganchillo que mi madre le ponía al sofá y a los sillones pero no me atrevía.<br />
Recuerdo la caída <strong>com</strong>o a cámara lenta, mis piernas recortándose en el aire,<br />
luego el cielo azul, muy azul. Pu<strong>de</strong> haberme matado allí mismo pero no era<br />
mi hora. Sentí que se me iba la cabeza. Quizás me golpeé <strong>de</strong> veras y quedé<br />
inconsciente. Ni siquiera me acuerdo. Sólo recuerdo haberme quedado un<br />
segundo o dos aletargada o con una i<strong>de</strong>a oscura en el cerebro. Creo que se<br />
me pasó por primera vez en mi vida el pensamiento <strong>de</strong> que el placer era la<br />
muerte. Que el placer era el no existir y no al revés. Percibí que el sentir<br />
todos los días es una fatiga inmensa, un incordio incesante. Y sentir que tú<br />
no eres tú sino otra cosa o tal vez nada era un alivio. Yo qué sé. Me estoy<br />
haciendo un lío. Tú que eres más leído y más viejo <strong>de</strong>berías saber a lo que<br />
me refiero. No, so listo, no hablo <strong>de</strong> un orgasmo, eso sé diferenciarlo yo<br />
solita. Fue una sensación muy rara, una no sensación. Todos os creísteis<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 25
que me estaba quedando con vosotros. Que os estaba tomando el pelo. No.<br />
No lo hice adre<strong>de</strong>, <strong>de</strong> verdad. Yo creí que había estado tumbada un<br />
segundo y resulta que no. Transcurrieron varios minutos y alguien gritó: Está<br />
muerta, está muerta. Nadie se atrevió a acercarse, ni siquiera Maldonado.<br />
Mis <strong>com</strong>pañeros, con certero instinto, huyeron <strong>de</strong>spavoridos. Fuiste tú el<br />
único que tuvo huevos <strong>de</strong> acercarse y tomarme el pulso y ver si respiraba.<br />
Entonces abrí los ojos y te vi <strong>com</strong>o nunca te había visto: aterrorizado. Tenías<br />
miedo por mí pero sobre todo por ti. O qué hacer si se te muere una alumna<br />
en una excursión, en una actividad extraescolar <strong>de</strong> lo más tonto porque son<br />
sólo unas horas, ni siquiera un viaje <strong>de</strong> estudios don<strong>de</strong> siempre hay alcohol<br />
y algún embarazo. Pero en una excursioncita <strong>de</strong> tres horas, vaya fatalidad.<br />
Menuda papeleta ( y no las <strong>de</strong> navidad). Acto seguido pu<strong>de</strong> percibir tu enojo.<br />
Yo no pu<strong>de</strong> evitar la carcajada, te lo juro. Tenías miedo, pánico pintado. No<br />
se me ocurrió ni por un momento que fuera miedo a per<strong>de</strong>rme. ¿Qué era yo<br />
para ti entonces? Nada, una alumna más, un chochito bonito e inasequible<br />
(por el momento) que se sentaba en la tercera fila cuando tenía a bien<br />
aparecer por clase. Pero también A<strong>de</strong>la estaba muy potable y Conchi y un<br />
tercio <strong>de</strong>l instituto también. Por mucho que me dijeras <strong>de</strong>spués que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
primer momento en que me viste no pudiste <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> pensar en mí, eso no<br />
hay quien se lo trague. A otro perro con ese hueso. Te hubiera dado igual<br />
otro cuerpecito. Vale, lo que tú digas. Pero yo no me bajo <strong>de</strong>l burro: te<br />
hubieras cepillado a cualquiera. Hasta a la <strong>de</strong> Religión, si hubiera encartado.<br />
El caso es que yo estaba ahí, vuelta a la vida a la vera <strong>de</strong> un sofá y tú casi<br />
encima <strong>de</strong> mí. No hubo recochineo por mi parte, ya te lo dije. Estuve <strong>de</strong><br />
visita en algún lugar y no lo sabía siquiera. Abro los ojos y me encuentro a<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 26
un tío con el rostro <strong>de</strong>sencajado a un palmo <strong>de</strong> mis narices. Oye, que a esa<br />
distancia no había tenido yo a tantos tíos. A El Italiano sí, unas cuantas<br />
veces; y entonces yo le pasaba la mano por el cogote y le <strong>de</strong>cía: mamma<br />
mía, qué rizos. Y él se reía siempre, con el bigote y con los ojillos <strong>de</strong> topo<br />
también. Pero tú no te reías. Supe entonces que no eras <strong>de</strong> mármol. Que<br />
eras vulnerable, mucho. S e te podía hacer pupa <strong>com</strong>o a otro ser humano.<br />
No ibas a ser tú siempre el que partiera el bacalao, con toda esa fama <strong>de</strong> tío<br />
listo y guapito que tenías. Tanta <strong>com</strong>o Maldonado <strong>de</strong> tonto y <strong>de</strong>spistado,<br />
pobre hombre. Pero ganada a pulso ¿eh? Porque anda que eso <strong>de</strong> meterse<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l coche en los recreos para no tener que hablar con ningún<br />
<strong>com</strong>pañero, tiene tela. Y allí se <strong>com</strong>ía sus pastelitos <strong>de</strong> la pantera rosa, sus<br />
bollicaos, sus donettes. Por eso lo bautizamos “Maldonettis”, por los<br />
rosquillos, y por lo ridículo, el pobre. Se ponía colorado por menos <strong>de</strong> nada.<br />
Un tímido sin remedio. Pobrecillo, <strong>de</strong>cíamos. Y resulta que se estaba<br />
planchando a la <strong>de</strong> Lengua. ¿Cómo se llama? Rebeca. Esa no nos daba<br />
clases. Ya me los imagino en la cama, la mojama con el bacalao. Qué<br />
poema <strong>de</strong> carnes, dios. Pero cada uno se acuesta con lo que pue<strong>de</strong>, digo<br />
yo. Tú tuviste una suerte, cabronazo, que no te merecías. Mi carne <strong>de</strong><br />
plástico fino para ti, toda tuya porque sí, por la gracia <strong>de</strong> Dios. No tuviste que<br />
hacer nada. Me tiré en plancha sobre ti, un zarpazo en la piscina. Porque sí,<br />
porque me dio la gana. No es que estuvieras tan bueno <strong>com</strong>o creías.<br />
Tampoco es para tanto: mírate <strong>de</strong> cerca. A<strong>de</strong>más a los tíos, en cuanto<br />
pasáis los treinta, empiezan a saliros unos flotadores abdominales que<br />
adornaros no os adornarán pero tampoco os sirven para flotar en las<br />
piscinas. Era hacer la guarrada <strong>com</strong>pleta lo que me apetecía. Acostarme con<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 27
quien menos <strong>de</strong>bía, con mi profe <strong>de</strong> historia y verlo cabecear, mover el culo<br />
<strong>com</strong>o un energúmeno por la tar<strong>de</strong> y encontrármelo por la mañana con el<br />
pelo planchado, sonriente, la tiza en la mano. Hablando <strong>de</strong>l sexenio<br />
revolucionario tan campante, con las bromitas <strong>de</strong> siempre <strong>de</strong>l rey don<br />
Ama<strong>de</strong>o <strong>de</strong> Cebolla y su esposa Del Pozzo y La Cisterna, y tu coro <strong>de</strong> niñas<br />
pelota <strong>de</strong> siempre riéndose cuando convenía. No, no te merecías mi carne<br />
soberana. Claro que tu novia tampoco se merecía el ornato que le estabas<br />
poniendo en la frente, unos cuernos verda<strong>de</strong>ramente apoteósicos. Qué<br />
cegata. O qué lista. Se creería que te iba a reformar, don Juan <strong>de</strong> instituto.<br />
Que podría llevarte por el buen camino, el trillado, la veredica que va <strong>de</strong><br />
casa al trabajo y <strong>de</strong>l trabajo a la casa. Como si tus <strong>de</strong>monios no los tuvieras<br />
en el trabajo. Lista la chica ¿eh? Bueno, tonta y lista, <strong>com</strong>o la mayoría. Pero<br />
en qué hora se le ocurriríaecharse un novio tan cerdo <strong>com</strong>o tú. No, no se lo<br />
merecía. Ni mi madre tampoco se lo merecía todo esto. Tanta lucha, tanta<br />
batalla para qué. Siempre con los guantes amarillos y ver<strong>de</strong>s quitando la<br />
mugre <strong>de</strong> los otros. Y luego volvía a casa y ¡hala!, a seguir quitando mugre y<br />
mierda y latas. A mí no me <strong>de</strong>jabas ni fregar los platos. Después <strong>de</strong> <strong>com</strong>er<br />
me mandabas a mi cuarto a estudiar . Y yo ni rechistaba. Me ponía el<br />
discman y los auriculares y a <strong>de</strong>scansar <strong>de</strong>l ajetreo <strong>de</strong> la mañana. En<br />
realidad me ponía sólo un auricular; me tumbaba en la cama con una oreja<br />
puesta en las escaleras, por si oía a mi madre subirlas. A las seis me traía<br />
un vaso <strong>de</strong> leche y galletas. Pero antes <strong>de</strong> que abriera la puerta ya me había<br />
sentado en la silla, los codos atornillados a la mesa <strong>de</strong> estudio, y las gafas<br />
en la punta <strong>de</strong> la nariz. Sí, no te rías. Tenía gafas pero sólo para leer; en la<br />
calle no me hacían falta en absoluto. Ni le daba las gracias a mi madre. Me<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 28
parecía lo más lógico y natural <strong>de</strong>l mundo que me preparase la merienda y<br />
me la trajese al cuarto. Si es que estás en los huesos, me <strong>de</strong>cía. No sé<br />
dón<strong>de</strong> echas lo que <strong>com</strong>es, niña. Pues tú a mi edad también estabas así, me<br />
<strong>de</strong>fendía yo. O más bien le echaba la culpa. La culpa era suya, la culpa <strong>de</strong><br />
todo. De las penurias, <strong>de</strong> la mala vida, hasta <strong>de</strong> mis malas notas. La culpa<br />
era suya por casarse con un <strong>de</strong>sgraciado <strong>com</strong>o mi padre que no daba ni un<br />
palo al agua para alimentarnos y encima se la pegaba con otra, con la<br />
tiarrona <strong>de</strong> la camiseta <strong>de</strong> guepardo macho <strong>de</strong>l barecillo. Pobrecilla mi<br />
madre, no se lo merecía. En el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> las penas <strong>de</strong>l mundo dicen que la<br />
peor <strong>de</strong> todas es que se te muera un hijo. Un hijo es un hijo y una tía con la<br />
que uno se acuesta no es nada, algo <strong>de</strong> quita y pon, ahora sí, ahora no...Yo<br />
no era nada en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> tu vida. Qué te iba a importar que yo<br />
<strong>de</strong>sapareciera <strong>de</strong> la faz <strong>de</strong> la tierra. Quien sabe si hasta lo <strong>de</strong>seabas porque<br />
así me venciste o eso pensabas. Me anulaste, a la nada redujiste mis<br />
palabras, las que tú no utilizabas porque eran mías, no ese montón <strong>de</strong><br />
palabras huecas <strong>de</strong> tus clases tan mediocres. Mis palabras eran mías y no<br />
podías manipularlas. ¿Te crees que no te he calado? ¿Acaso no temías más<br />
la humillación que el asesinato, hacer el ridículo más que hacer un cadáver?<br />
Acaso no es el recuerdo <strong>de</strong> tu humillación un trago más amargo que mi<br />
muerte.<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 29
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 30<br />
3<br />
Estar muerta, créeme, no es algo muy diferente a lo <strong>de</strong>l sofá. Lo malo<br />
es que no vuelves <strong>de</strong>spués. Te <strong>de</strong>svaneces, te borras. Te vas <strong>de</strong> ese sitio<br />
tan agradable en el que estabas y que creías que te iba a servir <strong>de</strong> abrigo<br />
para siempre. Pero no, con un asombro infinito, que ya no tiene que caberte<br />
en ningún sitio concreto, ves cómo se te ha olvidado allí abajo un guiñapo.<br />
Quieres recogerlo <strong>com</strong>o si fuera un zapato o una camiseta sucia. Pero no,<br />
no es un trapajo, no es un objeto caído. Es tu cuerpo el que está ahí<br />
<strong>de</strong>sma<strong>de</strong>jado, hecho una pena. Y tú le gritas y es <strong>com</strong>o si le gritaras a un<br />
brazo que se mueva pero sólo con palabras, sin mover los músculos y<br />
entonces no sirve <strong>de</strong> nada, las palabras no sirven <strong>de</strong> nada. Esto era una<br />
cosa que<strong>de</strong> chica me intrigaba muchísimo y jugaba muchas veces cuando<br />
estaba sola. Era un juego estupendo para grabarse en la memoria lo poco<br />
que vale un brazo y un cuerpo entero también porque son torpes, no<br />
atien<strong>de</strong>n a razones, <strong>com</strong>o niños <strong>de</strong> teta. Le dices a tu brazo, muévete y<br />
nada. Se lo repites más alto: nada. Sólo atien<strong>de</strong> a cosas idiotas e<br />
incontrolables <strong>com</strong>o un picotazo <strong>de</strong> mosquito. Te pica un insecto diminuto y<br />
entonces sí, el brazo se encoge aunque uno no le diga nada sino porque él<br />
dice que sí aunque tu cabeza diga que no. El cuerpo tiene sus leyes, que<br />
nadie te explica. Están ahí pero a ti te enseñan otras leyes que ni te van ni te<br />
vienen, a los que las hacen supongo que sí. Pero las leyes <strong>de</strong>l propio cuerpo<br />
no. Una <strong>de</strong>bería apren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> sí misma, hacerse más caso a una, <strong>de</strong> lo que
se enseña una misma. Pero esos juegos infantiles se olvidan pronto y una se<br />
cree o se va haciendo a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que el cuerpo te va a durar siempre. Y la<br />
primera i<strong>de</strong>a cuando lo ves ahí abajo es <strong>de</strong>cir: no, no pue<strong>de</strong> ser, ése no es el<br />
mío, y te falta el canto <strong>de</strong> un duro para ir a pedirle el carné <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad a<br />
esa cosa fláccida que se queda ahí abajo, una masa <strong>de</strong> pestiño sin freír.<br />
Hasta que te haces a la i<strong>de</strong>a pasa un tiempo, no mucho, pero alguno. Luego<br />
te vas dando cuenta que no eres ni humo y que tu <strong>de</strong>stino natural está en un<br />
sitio con sombras, sólo sombras y fango, mucho fango. Yo nunca había<br />
visto tanto barro y tan poco sol, tanta niebla. Una misma es niebla o la i<strong>de</strong>a<br />
<strong>de</strong> niebla que una tiene en la cabeza, algo que sabes que se borra, algo que<br />
se disipa pasado un tiempo. Sabes que te vas a borrar <strong>de</strong> un momento a<br />
otro y lo más angustioso es que no sabes cuándo, cuándo se te acaba ese<br />
<strong>com</strong>bustible que no sabes ni lo que es. Tal vez cuando los recuerdos <strong>de</strong> los<br />
que se quedan ahí tan panchos se disuelvan también. O cuando<br />
<strong>de</strong>saparezca toda esa carnecilla que te sostenía y no que<strong>de</strong>n más que los<br />
huesos mondos, <strong>com</strong>o si los hubiera chupado un perro. Lo cierto es que<br />
mientras te ves aún sobre la tierra, muerta pero no enterrada, aún te queda<br />
alguna esperanza. Te ves aún fresca, no más que una ternera en<br />
hamburguesa ,pero <strong>com</strong>estible todavía. Aún no apestas y aún no te<br />
resignas. Aunque veas cómo te lloran, aunque veas cómo te rajan <strong>de</strong> arriba<br />
abajo, <strong>com</strong>o si te fueran a guisar. Ras, <strong>de</strong> izquierda a <strong>de</strong>recha. Ahora por<br />
aquí y viscerilla fuera por allá. Porque me hicieron la autopsia ¿sabes? Toda<br />
muerte violenta la lleva hoy en día <strong>com</strong>o un latiguillo. ¿Que te estrangulan?<br />
Autopsia. ¿Que te tiran por un terraplén? Autopsia. ¿Que te violan y luego<br />
te matan <strong>com</strong>o a una cucaracha? Autopsia que te crió. Y lo mío era todo<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 31
junto, dos muertes en una. ¡Qué barbaridad, si con una ya había más que<br />
suficiente!. Pero, no había que remachar. Y todavía <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> rajada y<br />
requeterajada, eviscerada, analizada, aún te queda lo más gracioso: ver<br />
cómo te lloran, ver cómo lloran a lo que ya no es, a esa amiga íntima, a esa<br />
<strong>com</strong>pañera excelente que todos conocían y todos amaban, esa hija adorable<br />
<strong>de</strong> la que hay que <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong> inmediato porque pronto apestará y se te<br />
quiere muchísimo y se te suelta con rapi<strong>de</strong>z en el hoyo y metros <strong>de</strong> tierra<br />
encima, no te vayas a escapar, <strong>de</strong>salmada, <strong>com</strong>o te escapabas <strong>de</strong>l instituto<br />
para ir a ver a tu amante italiano. Y menos mal porque si no qué hubiera<br />
vivido. Si me iban a matar a tan tierna edad y mis últimos meses los hubiera<br />
empleado en leerme la Celestina, <strong>com</strong>o quería Maldonado ¿qué? O mejor<br />
todavía, en analizar la constitución <strong>de</strong> 1845, toma castaña, mira qué bonita.<br />
Pero no, fui más lista y me bebí hasta el último trago. Me voy con mi carne<br />
linda y nadie me va a ver arrugada <strong>com</strong>o una papa, <strong>com</strong>o esas urracas. ¿A<br />
quién lloraban? Era muy cómico verlas en el entierro llorando, todo el lote <strong>de</strong><br />
profesoras al <strong>com</strong>pleto. ¿A quién lloraban? ¿A mí? No creo. ¿A una alumna<br />
díscola y cebollona, más fresca que un regado? No creo ni que le cayera<br />
medianamente bien a ninguna. Ni a la Almu<strong>de</strong>na, ni a la Rebeca, ni a la<br />
Fanny, ni siquiera a la Soledita, por muy <strong>de</strong> religión que fuera. ¿Qué les iba<br />
a importar que yo <strong>de</strong>jara <strong>de</strong> ir a clase unos días o para siempre? ¿Qué les<br />
iba en ello? Nada en absoluto. Yo creo que en realidad se lloraban a sí<br />
mismas, todas las cacatúas en el día <strong>de</strong> mi entierro. O a los hijos que no<br />
tuvieron o a los a mantes muertos. O porque sí, porque lo daba el ambiente:<br />
porque era una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> invierno dulce, el aire suave <strong>com</strong>o un susurro, el<br />
mar brillando a lo lejos (mira que tiene buenas vistas el cementerio). Y esa<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 32
lancura <strong>de</strong> cal y las buganvillas que florecen hasta en <strong>enero</strong> con esos<br />
colores fucsia, granate, dorado. La vida que estalla en mil colores, puro<br />
artificio. Yo creo que se lloraban a sí mismas, a las jóvenes que fueron y<br />
que están enterradas en alguna parte porque ellas ya no son. Fueron<br />
jóvenes y ya no lo serán más, nunca más. Todos los días se levantarán con<br />
la misma carne un poco más vieja y la joven que existió alguna vez la han<br />
enterrado en alguna parte y no lo sabían y se acuerdan <strong>de</strong> pronto que algún<br />
día tendrán que enterrar a la mujer madura y otro a la mujer vieja y luego se<br />
acabó, ya no hay más que enterrar, se acabó el carbón, ya no hay más<br />
jolgorio, ni altar ni rezo ni lloro ni dorado ni cal ni tierra. Te <strong>de</strong>jan solo en tu<br />
tablón y tú te preguntas si esto tenía que ser así, tan cruel, tan espantoso, y<br />
siempre lo mismo, a toda la gente a todo el mundo que pisa y pisará la tierra.<br />
Pero hasta que no te pasa en carne propia no te haces a la i<strong>de</strong>a. Todo lo<br />
malo <strong>de</strong> abajo te parece entonces una fruslería, cualquier dolor, miles <strong>de</strong><br />
dolores que vinieran, porque se pasan y hay medicinas y hay otros sitios<br />
don<strong>de</strong> mirar si estás harto <strong>de</strong> ti mismo. Pero aquí dón<strong>de</strong> vas a mirar, todo es<br />
niebla, humo, fango. Qué dolor no se soportaría con tal <strong>de</strong> sentir otra vez<br />
calor, un poco <strong>de</strong> calor en las venas, una sopa caliente en el estómago, un<br />
buen vaso <strong>de</strong> vino en las venas. Si hasta el rubor <strong>de</strong> Maldonado me<br />
parecería bueno. Me metería en su pellejo y soportaría su calva con tal <strong>de</strong><br />
<strong>com</strong>er caliente y acostarme en una cama caliente y dar un beso caliente y<br />
sentir el calor <strong>de</strong>l sol en los párpados rojos, cerrados y rojos y calientes, para<br />
abrirlos <strong>de</strong>spués con la certeza <strong>de</strong> que el mundo sigue ahí y tu cuerpo ocupa<br />
un lugar en él. Ahora sé que era una pobre idiota cuando me creía<br />
<strong>de</strong>sgraciada, cuando pensaba que el instituto era una tortura diseñada sólo<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 33
para fastidiarme y que mi madre sólo me había parido para tener alguien en<br />
quien mandar. Que si, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo, conseguía algo <strong>de</strong> felicidad era a<br />
fuerza <strong>de</strong> hachazos, <strong>de</strong> engaños, <strong>de</strong> darle la vuelta a la tortilla aunque sabía<br />
que algún día la tortilla podía caerse <strong>de</strong>l plato y no a la sartén, a la basura<br />
directamente; era el riesgo y lo asumía. Yo me hacía mi ruina <strong>com</strong>o otras se<br />
hacen un tapete a punto <strong>de</strong> cruz, eligiendo colores y puntada a puntada.<br />
Oscuramente sabía que a quien saca los pies <strong>de</strong>l plato se los cortan un día.<br />
Pero era mi vida y en el fondo tenía razón, sólo hay una vida y yo me la bebí<br />
<strong>de</strong> un trago. Como postre tuve dos muertes, una ya la conoces, la segunda<br />
no, nadie aún, ni el imbécil que me hizo la autopsia lo llegó a adivinar. Tanto<br />
rajar y volver a rajar, tanta muestra <strong>de</strong> tejido <strong>de</strong> aquí, <strong>de</strong> liquidillo <strong>de</strong> allá,<br />
para nada, para acabar sin saber nada, no adivinó que hubo otro, sí, otro. Por<br />
los periódicos hasta se podía haber sacado pero nadie lo hizo, ningún lector<br />
avispado, nadie tuvo la mente lo bastante turbia <strong>com</strong>o para leer entre líneas,<br />
para adivinar lo que hizo el camionero, sí, el camionero que me encontró, el<br />
que avisó a la guardia civil. El que dijo que había visto una pierna <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong><br />
un matojo y se paró. Una pierna a la vera <strong>de</strong> un matorral con flores amarillas,<br />
<strong>com</strong>o a mí me gustaban, las flores <strong>de</strong>l mal fario, todas las flores amarillas y<br />
<strong>de</strong> ningún otro color. Iba el camionero tan tranquilo, era <strong>de</strong> madrugada,<br />
amaneciendo ya, y se para a mear en una cuneta, y en un lugar apenas<br />
visible <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la carretera ve un cadáver. Un cadáver muy bonito, recién<br />
matadito, caliente, hermoso, enfundado en pantalones ceñidos, camiseta<br />
ceñida algo rasgada. Y el tío dice que subió <strong>de</strong> inmediato y llamó por la<br />
radio. Y un cuerno para él. Te pue<strong>de</strong>s imaginar lo que hizo con un cadáver<br />
tan bonito <strong>com</strong>o el mío. Lo arrastró hacia un escarpe don<strong>de</strong> no había ni dios<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 34
que lo viera y allá se estuvo un ratito divirtiéndose conmigo, sí señor. No<br />
llegó a <strong>de</strong>snudarme pero me palpó, me masajeó y todo lo <strong>de</strong>más, te ahorraré<br />
los <strong>de</strong>talles. Tuvo, eso sí, el cuidado <strong>de</strong> correrse en su bragueta y luego se<br />
limpiaría con esmero en la cabina <strong>de</strong>l camión, para no arrastrar ni partícula<br />
<strong>de</strong> mí, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l retrato <strong>de</strong> su Juani y su Vanessa <strong>de</strong>l Pilar, pobres<br />
inocentes, <strong>com</strong>o todas las Juanis y Vanessas <strong>de</strong>l Pilar <strong>de</strong>l mundo, siempre al<br />
otro lado <strong>de</strong> don<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>n las cosas <strong>de</strong>l mundo, las que hacen el mundo<br />
<strong>com</strong>o es y no <strong>com</strong>o ellas se imaginan. Y su papá y esposo, el sustento <strong>de</strong> la<br />
casa con patas <strong>de</strong> hombre <strong>de</strong> putas por ahí, en el puticlub <strong>de</strong> El Italiano o en<br />
cualquier otro, codo con codo con el <strong>com</strong>isario tan enrollado y <strong>de</strong>jándose la<br />
pasta con alegría, diez mil kilos <strong>de</strong> habichuela que ha <strong>de</strong>jado en Barcelona y<br />
a la vuelta un poco <strong>de</strong> humedad en el gaznate no viene mal y una buena<br />
<strong>com</strong>pañía tampoco. O a lo mejor no, era un padre intachable, un esposo<br />
ejemplar hasta que una amanecida le pasó lo que pasó. Cómo iba a saber<br />
que le gustaban los cadáveres si nunca había visto uno, si nunca había.<br />
tenido uno tan a la mano, tibio y rebonito, una preciosidad <strong>de</strong> niña medio<br />
dormida, un poco magullada pero nada más, un candor <strong>de</strong> cadáver, tan<br />
dócil. Y luego ya no soñó más que con cadáveres finos, <strong>de</strong> tobillos finos, <strong>de</strong><br />
pezones finos, <strong>de</strong> dientes finos <strong>de</strong> tiburón hembra. Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mí sólo ha<br />
soñado con muertitas, no con vampiresas <strong>de</strong> cine ni zombies <strong>de</strong>l Caribe: con<br />
muertecitas <strong>de</strong> verdad, <strong>de</strong> las que se <strong>de</strong>sma<strong>de</strong>jan con suavidad en la tierra,<br />
<strong>de</strong> las que se pue<strong>de</strong> encontrar uno por las cunetas <strong>de</strong> las carreteras<br />
nacionales al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l mar. Quién dijo que la muerte era triste, que esa<br />
cosa con la que no nos atrevemos ni a rozarnos tuviese sus encantos. Quién<br />
dijo que la muerte fuera asquerosa, fuera terrible.<br />
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4<br />
¿Lo ves? Tú no piensas <strong>de</strong> distinta manera. Te parezco hermosa<br />
¿eh? Todavía te excito. Serías capaz <strong>de</strong> arrastrarme a tu cama (el secador<br />
está arriba en el armario, ¿te acuerdas?). ¿O ya no te atreves, cobardón?<br />
Mejor empezamos <strong>com</strong>o aquel día, en la piscina. El agua estará más fría<br />
aún, más<br />
sucia aún, pero te <strong>de</strong>spertará <strong>de</strong>l letargo. Tres botellas <strong>de</strong> carpediem<br />
no son una broma, que el vino entra dulcito y sale amargo <strong>com</strong>o<br />
una tuera. Pero la verdad es también amarga, ya te lo dije, la verdad <strong>de</strong> mi<br />
muerte, la verdad <strong>de</strong> tus días, con todo lo que te espera, no te arriendo la<br />
ganancia. Venga, quítate el albornoz que está asqueroso. Siempre me hizo<br />
gracia esa aversión tuya a la ropa interior <strong>de</strong> color. Ahora todos<br />
los hombres llevan los calzoncillos rojos, negros, ver<strong>de</strong> militar<br />
o con dibujos <strong>de</strong> trenes y aeroplanos o <strong>de</strong> donald y daisy follando (te<br />
juro por mis muertos que he visto unos así) pero a ti no te gusta más<br />
que la ropa interior blanca: los calzoncillos, los pijamas, todo blanco <strong>com</strong>o<br />
el ajuar <strong>com</strong>o el <strong>de</strong> una novia. Vaya, qué sorpresa, unos calzoncitos<br />
rojo amor. Será un regalito <strong>de</strong> la que ya no será tu esposa. Ven, abrázame y<br />
dime todo lo que me <strong>de</strong>cías entonces, lengua <strong>de</strong> plata, que<br />
el vino te la ha <strong>de</strong>jado hecha una estopa. No, no me mires con ojos<br />
<strong>de</strong> luna <strong>de</strong> jueves santo. No te atreves, cabronazo. Si es mi carne, la<br />
que conoces. Tócala. Mira mis pezones, dos pilas <strong>de</strong> botón ¿te acuerdas?La
teta que en la mano quepa, <strong>de</strong>cías. Y yo pensando, bueno, a lo<br />
mejor te doy una sorpresa un día, me meto el kilo <strong>de</strong> silicona.<br />
Pero claro, que me ibas a ver entonces, nada más que en las revistas.<br />
Algunos planes así tenía yo para mi vida en general y mis tetas en particular.<br />
Vamos, acércate. No, ni borracho te atreves, hombre <strong>de</strong> poca fe. Un pasito<br />
más y ya estás fuera. Pero no, prefieres seguir arrastrando la panza sobre la<br />
tierra, <strong>com</strong>o un reptil, el resto <strong>de</strong> tus días. Tan cobar<strong>de</strong> <strong>com</strong>o siempre.<br />
Siempre escondiéndote <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> algo, <strong>de</strong> tus libros o <strong>de</strong> tu novia, <strong>de</strong> tu<br />
guapura o <strong>de</strong> tu pico <strong>de</strong> oro. Siempre con un pretexto para no mostrarte<br />
<strong>com</strong>o eres y haces bien porque eres un miserable, no tienes ni un gramo <strong>de</strong><br />
bien en tus entrañas y sin embargo das el pego, tan simpático, tan<br />
barbilindo, quién te ha <strong>de</strong> conocer, sólo una muerta, pero no, todo a su<br />
<strong>de</strong>bido tiempo. Todo se sabrá, te verás <strong>com</strong>o yo en los papeles, en todas las<br />
televisiones <strong>de</strong>l mundo <strong>com</strong>o me sacaron a mí, mi foto, la <strong>de</strong>l carné <strong>de</strong><br />
estudiante que alguien sirló en secretaría, mi cara en papel <strong>de</strong> periódico, en<br />
papel <strong>de</strong> revista, en papel <strong>de</strong> sumario. La rabia que me da es no haber<br />
puesto más cara <strong>de</strong> ángel cuando me hice la foto, mecachis: la ceja tan<br />
<strong>de</strong>pilada, la sonrisa a medio aflorar, el pelo pintado, el cordón al cuello con el<br />
dije, dios. Toda la foto <strong>de</strong>cía: rebáname el cuello, soy muy malita, muy<br />
picarona, en realidad me lo merecía porque hago pupa a los hombres, me<br />
los <strong>com</strong>o crudos y sin sal. Y a las mujeres también les hago dañito y a la<br />
reputación <strong>de</strong> toda la localidad y a la reputación <strong>de</strong> todas las mujeres <strong>de</strong> la<br />
zona y <strong>de</strong>l mundo también. Las sexitanas somos así, <strong>com</strong>o las <strong>de</strong> A Coruña<br />
o las <strong>de</strong> Hong-Kong, mira tú, con muchas papeletas para caer tronchadas<br />
por mano <strong>de</strong> hombre, sobre todo el que un día te jura respeto eterno y dinero<br />
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eterno y niños eternos también, o por mano <strong>de</strong> <strong>com</strong>pañero sentimental o<br />
cualquier otro con pinga batiente, que también sirve, así está la estadística.<br />
Repásatela algún día por simple curiosidad, tú que pue<strong>de</strong>s todavía y luego<br />
se la cuentas a tu novia, antes <strong>de</strong> matrimoniar, la noche antes le dices: había<br />
una vez, más allá <strong>de</strong> las colinas, un país con un rey y ese país era muy<br />
<strong>de</strong>sgraciado porque en él todas las semanas uno o dos maridos se<br />
merendaban a sus esposas, unos las quemaban, otros las rajaban, otros las<br />
tiraban por el balcón y así todos los días, todas las semanas, todos los años.<br />
Cuéntale luego la penúltima, tu contribución a la estadística. Escríbele una<br />
carta antes <strong>de</strong> salir en los telediarios, en los <strong>de</strong> las dos y media y los <strong>de</strong> las<br />
tres también. Te lo digo porque no te va a dar tiempo a ir a <strong>de</strong>círselo en<br />
persona tierra a<strong>de</strong>ntro. Tus minutos <strong>de</strong> buey suelto están más que contados,<br />
habas sueltas son. Venga, coge papel y escribe. Empezarás a lo clásico.<br />
Querida novia: tendrás que odiarme <strong>de</strong> una vez. Sí, ya sé que te resultará<br />
difícil pero verás, te he puesto los cuernos aunque eso carece <strong>de</strong><br />
importancia. No, no arrugues el ceño, eso hasta podrías perdonármelo,<br />
mejor dicho, <strong>de</strong>berías perdonármelo, entra en el cupo <strong>de</strong> novia enamorada y<br />
pre-esposa sacrificada, un <strong>de</strong>sliz o tres lo tiene cualquiera. Lo peor es que<br />
no me querrás manchadito <strong>de</strong> sangre ¿verdad? Aunque ahora que lo pienso,<br />
no llegué a mancharme <strong>de</strong> sangre, no tuve que lavar camisa ni restregar<br />
alfombra <strong>com</strong>o un maldito, en las películas se ve mucho, es una forma <strong>de</strong><br />
hablar. Estrangulé a una niña porque era una imbécil y quería arruinar mi<br />
vida y <strong>de</strong> paso la tuya también, la <strong>de</strong> los niños que ya no tendremos <strong>de</strong> igual<br />
forma. Esa niña me lió y yo me <strong>de</strong>jé liar. La cosa estuvo bien mientras duró.<br />
Bueno, bien....Normal, un rollo con una cría muy espabilada y ése era el<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 38
problema, que era <strong>de</strong>masiado espabilada y quiso buscarme las cosquillas. O<br />
sea, que se iba a ir <strong>de</strong> la lengua y yo me iba a tener que largar <strong>de</strong>l instituto<br />
con el rabo entre las piernas y el escándalo <strong>de</strong> cascabel en el rabo, un<br />
expedientazo para acordarme toda la vida. Mi amor, esta niña era tonta. Se<br />
creía la reina <strong>de</strong>l mundo. Que el sol salía sólo por ella y que todos los<br />
hombres lamían el suelo por su percha. Se le ocurrió un día la brillante i<strong>de</strong>a<br />
<strong>de</strong> tenerme <strong>de</strong> sustento para toda la vida:el adosado le gustaba, la piscina<br />
también y el dueño no digamos. Mi amor, el nidito que estaba preparando<br />
para ti, allí puso ella sus garras. Pensaba quedarse por lo canónico, con<br />
velo, celebración y arras. Y así me lo dijo la muy <strong>de</strong>svergonzada una tar<strong>de</strong>.<br />
Volvía yo <strong>de</strong> tu pueblo; habíamos estado <strong>com</strong>iendo en familia y venía yo en<br />
el coche pensando en lo memo que había sido. Le diría que se fuera con<br />
viento fresco, <strong>com</strong>o había venido. Que me <strong>de</strong>jara tranquilo <strong>de</strong> una vez.<br />
Cuando entro en casa y veo la luz <strong>de</strong>l salón encendida. Oigo la tele ¿Me la<br />
habré <strong>de</strong>jado puesta? ¡Qué <strong>de</strong>spiste! Me acerco y la veo en el sofá<br />
repatingada, con su copa servida y siete más en el cuerpo. Le digo que se<br />
marche. Cómo se atreve a entrar allí sin mi permiso, estando yo ausente. Le<br />
digo que <strong>de</strong>socupe <strong>de</strong> inmediato y que no vuelva nunca más. Ella se ríe, se<br />
cree que estoy <strong>de</strong> broma. Cuando <strong>com</strong>prendió que iba en serio se puso,<br />
furiosa, rabiosa, una arpía con las uñas ver<strong>de</strong>s. Con una voz enronquecida,<br />
me dijo que a ella no la echaba nadie, que me iba a enterar. Que ella valía<br />
más que cien novias que yo pudiera tener, que si la botaba <strong>de</strong> allí, allá con<br />
las consecuencias en mi trabajo y en mi noviazgo. Aquí perdí los papeles.<br />
Me di cuenta que había caído en su trampa <strong>com</strong>o un simple. Había sido una<br />
estupi<strong>de</strong>z mezclarme con semejante fulana, un error imperdonable, y más<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 39
teniéndote a ti, queriéndote <strong>com</strong>o te quiero. Créeme, mi amor, los hombres<br />
somos a veces unos estúpidos, unos idiotas que por una cereza per<strong>de</strong>mos<br />
un huerto. Tú eres mi único amor y vi entonces que te perdía. Te perdía sin<br />
remedio si este zorrón se iba <strong>de</strong> la lengua. Todo se iba al traste por un<br />
capricho, por una fulanita que se tiró encima un día y yo no supe <strong>de</strong>cir no. A<br />
qué hombre le enseñan eso, un hombre <strong>de</strong>be <strong>com</strong>érselo todo, tragárselo<br />
todo o le llaman cobardón, mariconazo, qué se yo. Yo sólo quise darle una<br />
lección, un tortazo y poner en su sitio a una niña malcriada, mejor dicho, sin<br />
educación ninguna, una bestezuela semisalvaje sin escrúpulos ni pudor<br />
alguno. Darle el mojicón que nadie le había dado, la galleta que su madre<br />
<strong>de</strong>bió propinarle a los cuatro años cuando el primer berrinche, el correazo <strong>de</strong><br />
un padre a los once, cuando empezara las oposiciones a fulanita, los golpes<br />
que la vida no le había dado a esa fiera corrupia que me <strong>de</strong>safiaba con toda<br />
su borrachera encima. Sólo un tortazo, te lo juro. Eso iba a darle, un galletón<br />
bien dado y nada más. Pero ella me lo <strong>de</strong>volvió y no tuve más remedio que<br />
darle otro, no se iba a quedar tan fresca, se cayó al suelo y aún la ayudé a<br />
levantarse pero entonces empezó a darme patadas, una <strong>de</strong> ellas<br />
especialmente dolorosa me lastimó el tobillo. Traté <strong>de</strong> inmovilizarla y ella me<br />
mordió en el pecho, sobre la tetilla, ahí tengo el <strong>de</strong>sgarrón, malvendado,<br />
malcurado porque a ver a qué médico le <strong>de</strong>cía yo que me había mordido una<br />
fiera, una fiera semihumana, y no me aconsejaba vacunarme contra la rabia.<br />
Contra las mujeres es lo que hay que vacunarse, perdón, mi amor, contra ti<br />
no, eres un cielo y ésa un <strong>de</strong>monio que me lleva directo al infierno por<br />
imbécil, por no <strong>de</strong>jar quietos los huevos un rato. Perdóname, amor, era el<br />
último escarceo <strong>de</strong> un soltero <strong>de</strong> oro, el último trago non sancto, una<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 40
<strong>de</strong>spedida <strong>de</strong> soltero sin jaleo <strong>de</strong> amigos, sin tarta con chica en bikini. Eso<br />
creía yo antes <strong>de</strong> caer en este pozo <strong>de</strong> horrores, esta pesadilla perpetua. He<br />
visto muchas películas <strong>de</strong> terror pero nada se parece a esto, estos días al<br />
bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la piscinúncula, al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la cordura, sólo al bor<strong>de</strong>, bebiendo<br />
mañana y tar<strong>de</strong>, noche y madrugada, bebiendo y odiándome, dándole<br />
vueltas a lo sucedido con una sensación fatal <strong>de</strong> extrañeza, <strong>com</strong>o si no me<br />
hubiera ocurrido a mí, sólo a alguien muy cercano y el dolor que siento<br />
estuviera motivado por eso, por el amor a alguien íntimo pero no a mi<br />
persona. La pierna sigue hinchándose, tumefacta. Siento <strong>de</strong>seos <strong>de</strong><br />
arrancármela, <strong>de</strong> cortármela <strong>de</strong> un tajo y arrojarla a la maldita piscina. Amor<br />
mío, no me odies, <strong>com</strong>padécete <strong>de</strong> mí y dame fuerzas para acabar con esto<br />
que no es vivir, tan sólo una colección <strong>de</strong> sufrimientos, un catálogo <strong>de</strong><br />
horrores.<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 41
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 42<br />
5<br />
Bien, así esta bien. Cierra la carta con unas lágrimas o con unos<br />
mocos, el efecto es el mismo. Ella te creerá porque necesitará creerte para<br />
sobrevivir y para aguantar la mirada <strong>de</strong>l prójimo el resto <strong>de</strong> su vida. Siempre<br />
será la novia <strong>de</strong>l asesino aquél, el profesor que estranguló a una alumna.<br />
Eso marca, ¿eh? Y si por lo menos cree en tu media verdad tendrá algo a lo<br />
que agarrarse, algo con lo que resistir frente a tanta <strong>com</strong>pasión ajena, que<br />
es lo que le espera. Y el chaparrón <strong>de</strong> periodistas, curiosos y otras ladillas<br />
que no la <strong>de</strong>jarán ni beberse su angustia a solas. Creerá al menos que la<br />
quisiste, que al menos hubo un tiempo en que fuiste íntegro y aún habrá otro<br />
en el que te redimirá tu confesión, eso es lo que creerá. Entre tú y yo<br />
quedará enterrada la verdad, la que no quieres ni recordar pero que está ahí<br />
tan campante. La que no pue<strong>de</strong>s ahogar entre tus manos porque no es <strong>de</strong><br />
carne. La verdad sí pue<strong>de</strong>s enterrarla pero no el muerto. ¿Que qué<br />
muerto?¿Tú? ¿Serás capaz <strong>de</strong> suicidarte?. No, no te engañes, a base <strong>de</strong><br />
vino es muy difícil. Con vino <strong>de</strong> calidad más difícil todavía. Ya que no te<br />
atreves a acabar con todo <strong>de</strong> un tirón tendrás que cargar con tu muertita. Sí,<br />
no te hagas ilusiones, no hay por dón<strong>de</strong> escapar. Ya hay gente que lo sabe y<br />
pronto vendrán a <strong>de</strong>tenerte. Los muertos sabemos cómo soplar en la oreja <strong>de</strong><br />
los dormidos, inspirar sueños que luego creen ellos intuiciones propias, y yo<br />
<strong>com</strong>o muerta aprendo pronto, más que en tu clase, querido profesor, más<br />
que en tu cama, y a mis viejas amigas les he vertido esta noche en la oreja<br />
un sueño espantosísimo. A Maldonado el pobre también. Alguno acudirá. Si
no, seguiré noche tras noche. No tengo otra cosa que hacer hasta que<br />
<strong>de</strong>scanse en paz: buscar un poco <strong>de</strong> <strong>com</strong>prensión entre los vivos. Y que<br />
vean la vida <strong>com</strong>o es y cómo han sucedido las cosas en realidad. A algún<br />
magistrado, a algún miembro <strong>de</strong>l jurado le tendré que susurrar también algo.<br />
Le contaré, cómo lo llaman, el móvil <strong>de</strong>l crimen, el resorte último pero que en<br />
realidad nunca es el último sino el penúltimo, siempre hay otra capa <strong>de</strong> salsa<br />
que sobreponer. Se lo contaré <strong>de</strong>spaciosamente. Héte aquí la causa <strong>de</strong> un<br />
acto irracional hecha una almendra, una cosa digerible para los estómagos<br />
humanos, los pobres humanos tan bondadosos que apenas conciben que<br />
haya mal porque si, malvados porque sí, tíos <strong>com</strong>o tú que toda la vida dan el<br />
pego hasta que un día las circunstancias los ponen en el brete <strong>de</strong> cantar<br />
cómo son y ellos dan el do <strong>de</strong> pecho y dicen aquí estoy yo, éste soy yo, no<br />
un acci<strong>de</strong>nte, no una circunstancia, éste soy yo, el mal en formato <strong>de</strong><br />
hombre, el mal con cabeza y pies aunque sin razones o con razones tan<br />
poco claras <strong>com</strong>o las <strong>de</strong> una rana. Y no me vengas con que eres un bilioso<br />
iracundo. ¿Y qué? El vecino tuyo, el extranjero también te sacó <strong>de</strong> tus<br />
casillas pero no lo estrangulaste porque entre otras cosas estabas en bolas,<br />
en tu piscinuca con el agua al cuello, <strong>de</strong>snudico, in<strong>de</strong>fenso <strong>com</strong>o un beibi.<br />
Ojalá no, ojalá hubieras estado con un cuchillo <strong>de</strong> cortar jamón en la mano y<br />
lo que me hubiera ahorrado. Ahora estaría <strong>com</strong>iendo pan o limándome las<br />
uñas, a lo peor preñada <strong>de</strong> El Italiano, quién sabe, pero en la tierra, sobre la<br />
tierra, y no con kilos <strong>de</strong> tierra encima <strong>de</strong>l estómago. Aunque si tú eres una<br />
mala bestia, antes o <strong>de</strong>spués se iba a saber. Lo ibas a escribir sobre otra<br />
persona, sobre tu mujer, por ejemplo. Pobre chica; sufrirá, pero no veas <strong>de</strong><br />
la que se ha librado. Con tantos hombres respirando y mira con el que iba a<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 43
dar, a acostarse todas las noches, a <strong>com</strong>er todos los días, con un criminal.<br />
Un monstruo que no soporta la vida <strong>com</strong>o es sino que quiere que la vida sea<br />
<strong>com</strong>o a él le dé la gana, al milímetro. Y ¡ay <strong>de</strong>l que se salga <strong>de</strong>l papel! Y una<br />
esposa menos todavía. Pero una alumna, una tiílla <strong>de</strong> medio pelo, una<br />
cebollona que se le suba a las barbas y le diga ésta vida es mía¡ oh no, eso<br />
es <strong>de</strong>masiado! Yo tenía que haberme tragado mis palabras, no haberme<br />
reído <strong>de</strong> lo miserable que eras. Qué tar<strong>de</strong> te conocí, qué tar<strong>de</strong> supe <strong>de</strong> qué<br />
pasta estás hecho. Pero mucho más tar<strong>de</strong> me conocí yo, aquella tar<strong>de</strong><br />
maldita cuando me reí <strong>de</strong> ti <strong>com</strong>o hombre y <strong>de</strong> todos los hombres <strong>de</strong>l<br />
mundo, cuando te dije (y lo acababa <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir en ese mismo instante, un<br />
instante <strong>de</strong> oro, más lúcido que diez tomos <strong>de</strong> filosofía) que eras un cerdo.<br />
Todos los hombres <strong>de</strong>l mundo érais unos cerdos, empezando por mi padre.<br />
Y todas las mujeres unas idiotas, que nos poníamos a la misma altura y<br />
dábamos los mismos gruñidos. Qué bonicas todas las mujeres <strong>de</strong>l mundo<br />
gruñendo <strong>com</strong>o se lo veían hacer al <strong>de</strong> al lado, al que sabe más que ellas.<br />
Otro gruñidico, así, otra vez hasta que esté perfecto. Vamos, ahora tres<br />
seguidos y uno <strong>de</strong> satisfacción, oink, oink. Más, dame más, oink, oink, oink,<br />
ja, ja, ja. Pero ¿y si <strong>de</strong>járamos <strong>de</strong> gruñir <strong>com</strong>o cerdas y nos lamiéramos sin<br />
tanto aparato? ¡Qué <strong>de</strong>scubrimiento! ¿A ti no te gustan las tías? te pregunté.<br />
Pues a mí también. Lo acabo <strong>de</strong> saber. Nunca me ha gustado un pimiento lo<br />
que me hacía El Italiano y lo tuyo menos aún. Y ni gran<strong>de</strong> ni chico, ni tieso ni<br />
torcido: es una cosa estúpida y os creéis que es el eje <strong>de</strong>l mundo ¡Qué<br />
simpáticos! ¿Te gusta, pichona? me <strong>de</strong>cía El Italiano. Todo para ti. Y tú lo<br />
mismo, <strong>com</strong>o si fuera la bendición <strong>de</strong>l papa. Y yo, sí, huy, qué bonito. Y era<br />
risa lo que me daba y no otra cosa. Risa y ganas <strong>de</strong> llorar <strong>de</strong> ver en qué<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 44
estaba perdiendo el tiempo. Con un imbécil que no me podía enseñar otra<br />
cosa que un palote colorado. La Columna <strong>de</strong> la Historia, <strong>com</strong>o tú <strong>de</strong>cías, en<br />
broma pero <strong>de</strong> veras, te lo creías <strong>de</strong> veras. La Palanca <strong>de</strong>l Mundo, el<br />
Instrumento <strong>de</strong>l Progreso, el Hacha <strong>de</strong> Mano <strong>de</strong>l Homo Erectus ¿Esto? te<br />
dije yo, <strong>de</strong>jándolo caer <strong>de</strong> mi mano ¿Esta cosa?te dije esa maldita tar<strong>de</strong>. Si<br />
mi <strong>de</strong>do es <strong>de</strong> oro y tengo diez y Fátima otros diez y Marisa otros tantos y<br />
Lola y Yeni y Yaqui y Yoli. Y así me fui inventando el harén <strong>de</strong> El Italiano,<br />
<strong>com</strong>o si me hubiese repasado su colección a ratos muertos. Su colección <strong>de</strong><br />
puticlub a beneficio <strong>de</strong> inventario. Como si acaso lo conociera, yo que jamás<br />
estuve en él. Apenas si lo vi <strong>de</strong> refilón un día: un local al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la<br />
carretera, sin neón ni colores rosa. Un bareto muy normal <strong>de</strong>l que salió una<br />
mujer <strong>de</strong>speluznada, barrigona que hubiera podido ser mi madre. Pero no,<br />
en buena hora se me ocurrió inventarme una colección <strong>de</strong> chicas, unos<br />
bimbollos: la Yeni rubia y <strong>de</strong> Barcelona; la Yaqui con unas tetas <strong>de</strong> balón y<br />
una cintura <strong>de</strong> hormiga; y Fátima, la <strong>de</strong> Ceuta, con los labios morados,<br />
guapísima, los <strong>de</strong> arriba y los <strong>de</strong> abajo ¿Quieres más? te dije y me reía,<br />
vaya si me reía. De mi malicia, <strong>de</strong> mi cuento hilvanado con color <strong>de</strong> verdad y<br />
<strong>de</strong> mentira. Pero quiso entonces No Sé Quién que te brotara la mala sangre,<br />
el monstruo que iba ya sin argolla. Y mi cuello ¿te acuerdas? se doblaba<br />
hacia atrás con la risa, la última risa, dibujándose fuerte cuando en verdad<br />
no había más que un hilo <strong>de</strong> aire que romper, el que divi<strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> la<br />
muerte. Un hilo <strong>de</strong> aire precioso y tan fácil <strong>de</strong> cortar. Tus manos lo supieron<br />
pronto, antes que la cabeza. Y cuando me viste allí hecha un guiñapo cómo<br />
tuviste aún la sangre podrida para hacer lo que hiciste, más frío que la noche<br />
más fría fuiste. La cabeza no te <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> funcionar mientras me vestías. Una<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 45
a una me pusiste las prendas, las que nadie en vida me quitó sin mi permiso.<br />
Y con qué frialdad esperaste la noche, qué paciencia <strong>de</strong> mármol. Aunque la<br />
noche llega pronto en invierno pero el mal más pronto aún y las i<strong>de</strong>as más<br />
negras pegadas a ella con pez más negra todavía. Qué pensabas mientras<br />
me cargabas en tu todoterreno y cargabas mi moto también, mi pequeña<br />
moto cómplice <strong>de</strong> las fugas matinales, <strong>de</strong> idas y vueltas por la carretera <strong>de</strong> la<br />
costa, con el sol arriba persiguiéndome y el mar siempre el mar a la mano.<br />
Qué pensabas mientras te calzabas los guantes, acaso los que te regaló tu<br />
suegra en navida<strong>de</strong>s, pensando en las manos frías que tocarían a su hija, en<br />
el dibujo <strong>de</strong> las venas con tan mal fario: una doble eme, eme <strong>de</strong> mal, doblete<br />
<strong>de</strong> venas <strong>de</strong>l mal <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los nudillos a la muñeca, matarás, matarás, <strong>de</strong>cían<br />
tus manos. Y las manos nunca se equivocan porque son ellas las que<br />
ejecutan, no las que piensan. El que piensa habla y el que habla miente,<br />
pero las manos no, las manos hacen y <strong>de</strong>shacen las cosas <strong>de</strong>l mundo sin<br />
jaleo <strong>de</strong> palabras sin sonrisas ni ayes colgando.¿ No te temblaron un poco<br />
siquiera, no te dio un vuelco el corazón mientras conducías ya <strong>de</strong> noche? El<br />
mar negro a tu izquierda, los túneles largos, tantos coches que se cruzan<br />
con el tuyo y te <strong>de</strong>slumbran ¿Y si la Guardia Civil te para?¿No lo pensaste?<br />
Con un bulto sospechoso en la trasera ¿qué haces?Pero no, nadie te<br />
<strong>de</strong>tiene. Un hombre solo no levanta sospechas, ni una ceja levantarían. Irá<br />
<strong>de</strong> farra. Un hombre no solo, la noche y él, la muerte y yo, hasta dón<strong>de</strong> por<br />
fin, hasta dón<strong>de</strong>, dón<strong>de</strong> te <strong>de</strong>sharás <strong>de</strong> mi cuerpo inerte. Un poco más y te<br />
<strong>de</strong>tienes. Un tramo <strong>de</strong> la carretera antigua, un meandro abandonado, un<br />
terraplén <strong>de</strong> grava, y abajo el mar hambriento, lamiendo el paredón con<br />
saña. Por allí rodamos mi moto y yo, bien muerta ya, sucia <strong>de</strong> sangre y<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 46
tierra, magullada, hasta parar bajo unos matojos. Con qué <strong>de</strong>sesperación lo<br />
verías, un matorral me <strong>de</strong>tenía ,unas flores amarillas, glaucio marino. Qué<br />
blanda la tierra para la muerta, qué corona <strong>de</strong> flores tan tierna. No te<br />
atreviste a bajar y darme un empujón hasta el mar. Te diste la media vuelta, y<br />
<strong>de</strong> nuevo condujiste hasta tu casa. Qué placer encen<strong>de</strong>r la luz y soltar las<br />
llaves. Y aún serías capaz <strong>de</strong> cenar algo y te asistirían las mismas manos,<br />
las <strong>de</strong>l mal, las <strong>de</strong> la eme mayúscula <strong>com</strong>o emblema y aún te servirían en<br />
días sucesivos para llamar por teléfono a tu novia y para ducharte y para<br />
regar las plantas que ro<strong>de</strong>an la piscinuca. Las mismas manos abrirían la<br />
persiana a la mañana siguiente. Amanecía sobre tu cabeza y sobre la mía<br />
no. Comenzaban las tinieblas a espesarse, las nieblas en jirones a formar<br />
trenzas. Una pálida luz <strong>de</strong> <strong>enero</strong> coloreó un cuerpo yerto, una piel morena<br />
cobriza, una tela vaquera azul jacinto, un pie <strong>de</strong>scalzo. La <strong>de</strong>l camionero es<br />
la última escena, ya la conoces. Ya conoces mis dos muertes, sus dos<br />
facetas o una doble, la <strong>de</strong>l cuerpo que habla, la <strong>de</strong>l cuerpo que calla. Una<br />
muerte doble, una doble enseñanza también.<br />
<strong>Piscina</strong>s <strong>de</strong> <strong>enero</strong> Herminia Luque Ortiz 47
El autor<br />
Nació en Granada, en cuya universidad se<br />
licenció en Geografía e Historia. Es profesora <strong>de</strong><br />
enseñanza secundaria en una localidad <strong>de</strong> la<br />
provincia <strong>de</strong> Málaga. Resi<strong>de</strong> en el Rincón <strong>de</strong> la<br />
Victoria (Málaga).<br />
Ha publicado poesía en antologías <strong>com</strong>o Inéditos<br />
(Huerga y Fierro, 2002) y Al<strong>de</strong>a poética II (Ópera<br />
prima, 2000) y relatos en Relato español actual<br />
(Fondo <strong>de</strong> Cultura Económica, 2003) o Espacios<br />
(Systime, Arhus, Dinamarca, 2003). Su pasión por<br />
el siglo XVVIII le ha llevado a escribir un<br />
Diccionario la Ilustración (inédito) e investigar<br />
sobre autores <strong>com</strong>o Juan Pablo Forner (Los vicios<br />
<strong>de</strong> Jazmín. El concepto <strong>de</strong> Naturaleza en Juan Pablo Forner, en Juan Pablo<br />
Forner y la Ilustración, Mérida, 2006). En 2005 recibió una mención <strong>de</strong> honor<br />
en el certamen <strong>de</strong> artículos periodístico sobre el zapato <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong>l Calzado<br />
<strong>de</strong> Elda (www.museocalzado.<strong>com</strong>). Ha colaborado en revistas <strong>com</strong>o Zut<br />
(dirigida por Juan Bonilla) y en la revista electrónica <strong>de</strong> filosofía www.<br />
lacaverna<strong>de</strong>platón (La carne ferina, su penúltimo artículo). En la actualidad<br />
trabaja en un ciclo <strong>de</strong> novelas policíacas. Cultiva con esmero su pasión<br />
anti<strong>de</strong>portiva (no-sport.blogspot.<strong>com</strong>).<br />
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