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Finalmente cabe señalarse, que otra característica esencial relacionada con los niños que presentan dificultades para aprender se refiere a las alteraciones de la esfera emocional. La autora de esta tesis coincide con L. Morenza 53 , al considerar los trastornos afectivos, en estos casos, como el producto del fracaso escolar y no como su causa. Esto equivale a decir que los problemas emocionales que suelen presentar estos educandos, son secundarios respecto a los déficits intelectuales y se derivan de las irrealizaciones permanentes en la actividad escolar que los mismos exhiben. Todos los niños en edad escolar necesitan del reconocimiento y la aprobación de los adultos y sus coetáneos. Igualmente requieren sentirse competentes y dignos para autorrealizarse. Sin embargo, el deficiente desempeño académico del niño con problemas de aprendizaje conduce, como regla, a la inseguridad del menor; engendra angustia, desánimo y frustraciones frecuentes, con lo cual la imagen de sí que el niño posee resulta disminuida. A su vez, la baja estima personal deviene en un factor poderoso que incide cada vez con más fuerza en los insuficientes resultados escolares. 1.2) La autoestima en escolares con dificultades en el aprendizaje. Autoestima y capacidad de aprendizaje. Numerosos autores han señalado que las dificultades en el aprendizaje escolar aparecen comúnmente asociadas con alteraciones emocionales. Estas perturbaciones suelen constituirse en un poderoso obstáculo para lograr un rendimiento superior, incrementando también las dificultades en las relaciones interpersonales de sus portadores. Tal criterio determina que J. P. Brunet y la propia definición sobre dificultades para aprender del National Joint Committee on Learning Disabilities de los Estados Unidos, consideren como parte de este “constructo” a las perturbaciones persistentes en la adquisición y puesta en práctica de habilidades sociales 54 . Dentro de los desórdenes afectivos que presentan estos niños no es infrecuente que se aluda a la deficiente autoestima de los mismos, a pesar de que esta apenas se contempla en los programas interventivos dirigidos a accionar sobre la personalidad infantil de tales educandos y su rendimiento. Así, Clara Inés King de Larrarte puntualiza, en relación con este tipo de alumno que “aunque no tiene un disturbio emocional

primario, con frecuencia su conducta es inapropiada, tiene sentimientos de poca valoración y generalmente lo acompaña una gran tensión emocional.” 55 Estas ideas ya habían sido develadas en estudios de Porter y Rourke 56 con cien niños que presentaban dificultades en el aprendizaje, comprendidos entre los cinco y quince años de edad, los cuales aportaron que el 25% de los infantes presentaban alteraciones emocionales severas del tipo “internalizadas” como angustia, depresión y retraimiento, mientras el 15% manifestaban perturbaciones “externalizadas” del tipo agresividad e hiperquinesia. Por otra parte, en los Diseños Curriculares Base de la Educación Infantil y de la Educación Primaria (1989) en países como España 57 , se hace referencia explícita – en los apartados que se refieren a necesidades educativas especiales – a alumnos “con dificultades en el desarrollo emocional y socioafectivo” y “con autoimagen negativa”, entre otros términos, lo que reafirma el criterio antes planteado en torno a la deficiente autoestimación que tienen los alumnos con problemas para aprender. De igual manera, diferentes autores entre los que cabe citarse a Luis Bravo, hacen referencia a factores que se requiere invocar para el diagnóstico y pronóstico de niños con trastornos en el aprendizaje 58 . Así, se alude a factores concomitantes (que acompañan frecuentemente a estos trastornos, aunque no los originan), entre los que incluye a los emocionales y conductuales. Así mismo trae a colación a los factores consecuentes (originados por la interacción entre las conductas del niño y un manejo ambiental erróneo), que incluyen los sentimientos infantiles de frustración, angustia e inquietud (reacciones emocionales de ansiedad y depresión como consecuencia de los fracasos escolares repetitivos), el desinterés manifiesto por el aprendizaje escolar, alteraciones familiares diversas y desviaciones conductuales de carácter secundario. En el presente trabajo se identifica la autoestima como una necesidad esencial de los educandos con dificultades de aprendizaje–objeto de investigación, la cual se manifiesta en niveles ínfimos de desarrollo. Este resultado exige de un análisis teórico sobre la autoestima y de reflexiones en torno a su papel en la regulación de la conducta del niño y su comportamiento escolar. Desde la antigüedad, los hombres han dirigido su atención a estos complejos problemas de la psiquis humana y este interés no se ha debilitado con el paso del

Finalmente cabe señalarse, que otra característica esencial relacionada con los niños<br />

que presentan dificultades para aprender se refiere a las alteraciones de la esfera<br />

emocional. La autora de esta tesis coincide con L. Morenza 53 , al considerar los<br />

trastornos afectivos, en estos casos, como el producto del fracaso escolar y no como su<br />

causa. Esto equivale a decir que los problemas emocionales que suelen presentar estos<br />

educandos, son secundarios respecto a los déficits intelectuales y se derivan de las<br />

irrealizaciones permanentes en la actividad escolar que los mismos exhiben.<br />

Todos los niños en edad escolar necesitan del reconocimiento y la aprobación de los<br />

adultos y sus coetáneos. Igualmente requieren sentirse competentes y dignos para<br />

autorrealizarse. Sin embargo, el deficiente desempeño académico del niño con<br />

problemas de aprendizaje conduce, como regla, a la inseguridad del menor; engendra<br />

angustia, desánimo y frustraciones frecuentes, con lo cual la imagen de sí que el niño<br />

posee resulta disminuida. A su vez, la baja estima personal deviene en un factor<br />

poderoso que incide cada vez con más fuerza en los insuficientes resultados escolares.<br />

1.2) La autoestima en escolares con dificultades en el aprendizaje. Autoestima y<br />

capacidad de aprendizaje.<br />

Numerosos autores han señalado que las dificultades en el aprendizaje escolar<br />

aparecen comúnmente asociadas con alteraciones emocionales. Estas perturbaciones<br />

suelen constituirse en un poderoso obstáculo para lograr un rendimiento superior,<br />

incrementando también las dificultades en las relaciones interpersonales de sus<br />

portadores.<br />

Tal criterio determina que J. P. Brunet y la propia definición sobre dificultades para<br />

aprender del National Joint Committee on Learning Disabilities de los Estados Unidos,<br />

consideren como parte de este “constructo” a las perturbaciones persistentes en la<br />

adquisición y puesta en práctica de habilidades sociales 54 .<br />

Dentro de los desórdenes afectivos que presentan estos niños no es infrecuente que<br />

se aluda a la deficiente autoestima de los mismos, a pesar de que esta apenas se<br />

contempla en los programas interventivos dirigidos a accionar sobre la personalidad<br />

infantil de tales educandos y su rendimiento. Así, Clara Inés King de Larrarte puntualiza,<br />

en relación con este tipo de alumno que “aunque no tiene un disturbio emocional

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