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Matas de calafate En el informe sobre la Reserva levantado en 19521 se menciona a una familia recién llegada que: "momentáneamente viven en un campamento de calafates" (Perea y Muñiz 2000: 60). Según nuestros registros actuales, estos refugios de ramas se usan cuando hay una reunión grande, por ejemplo en la ceremonia del camaruco, propia de los mapuches, a la que han asistido, sobre todo últimamente, los descendientes de tehuelches. Yo he ido a los camarucos (de Loma Redonda). Hacen un reparo, un cerco grande todo de mata calafate. Escarban, hacen un fogoncito, cada uno tiene su fogón, se juntan todas las familias de Loma Redonda, no falta ni una (J. G., 2008). Según los mismos informantes, antes de 1951, un “chehuelcho” del Chalía vivía en un monte grande, le llamaban la “tapera de Gabriel”. (J. y A. G., abril 2010). Nuestros amigos recuerdan a una de las "abuelitas", muy caminadora, que "sesteaba" entre visita y visita dentro de la colonia, abajo de "su" mata, siempre la misma: la mata de la abuela (D. K., y A. G., abril de 2010).Cuando andan cazando (“zorreando”) se usa un refugio bajo los calafates, con el apero o unos cueros por cama, y contra el viento, el fuego. Una pobladora no indígena de Río Mayo recuerda que, cuando su familia se instaló en el campo, usaron una choza abandonada por un aborigen por haber muerto allí su mujer, mientras él vivía en una mata. (A. de P., Septiembre 2010). Estos casos muestran el uso de la mata para refugio individual o grupal; transitorio (una noche) o semipermanente. En todos los casos parece repetirse la elección de la/s mata/s no dejándose al azar este hecho. Según algunos las matas en que habitaba un hombre 1 Relevamiento del Ministerio de Agricultura y Ganadería, Dirección General de Tierras, F.427, 1952. 74

armaban como un “túnel” por debajo de la copa (“glorieta” le llaman los traductores de Musters); a la salida del mismo se encendía el fogón, siempre en contra del viento predominante en el lugar. Algunos pertrechos quedaban en los alrededores para ser usados al regreso. Era tal la recurrencia en el uso de algunas matas que los dueños de las estancias en las que alguna de éstas se encontraban, llegaron a talarlas para impedir la instalación de gente. Final El uso cultural de un elemento natural casi sin transformación nos lleva a la consideración de elementos culturales que se invisibilizan tanto en su uso en el pasado como en el hoy. El calafate no es usado como materia prima de nada, sino tal como la naturaleza lo hizo y sin embargo es parte de la cultura: marca hitos en el paisaje, lugares de refugio, se vincula con información relacionada con el combustible y la alimentación. Las relaciones entre cultura y territorio son múltiples y diversas. No son las mismas en culturas materiales complejas que han transformado el territorio en el que vivieron de manera inconfundible y visible, que entre los grupos nómades con una densidad poblacional escasa y sobre un territorio inmenso como es la Patagonia. La cultura “objetivada” en enseres, caminos o edificios es, obviamente, más fácil de detectar en las primeras que en las segundas. Aunque los tehuelches, por lo que explicamos más arriba (parágrafo1) podrían ser incluidos en lo que Harrison llama “culturas dadas a la adquisición” (op. cit.:13), o sea aquellas que incorporan sin problemas a su repertorio rasgos culturales siempre que sean útiles o considerados prestigiosos, como todo grupo nómade tuvieron y pudieron trasladar pocos enseres, por lo cual su cultura material siguió siendo escueta. El territorio puede ser valorizado culturalmente desde distintos puntos de vista, entre ellos como fuente de recursos económicos y como espacio donde han sucedido hechos históricos que involucran a sus antepasados. Hay otros aspectos desde los cuales considerar el territorio propio, pero estos son los que en este caso importan (Ver G. Giménez, op.cit.). Cuando se vuelcan al territorio conocido los conocimientos que toda cultura incluye, encontramos a veces transformaciones de materias primas, elaboración de elementos para construir viviendas, transportes o vestimenta. En otros casos podemos decir que la cultura y su vínculo con la naturaleza en la que se inscribe, se puede manifestar en algo tan sutil como los gestos o la postura corporal (Durham 1984:73, citado por G. Giménez) . El territorio que tratamos, la vasta Patagonia es considerada por los actuales descendientes de tehuelches como propio puesto que allí se desarrolló la vida de sus ancestros cuando, como nómades, recorrían el espacio, vivían en toldos, comerciaban o luchaban y usaban del entorno. También es el de ellos porque es el que conocen y su 75

armaban como un “túnel” por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la copa (“glorieta” le llaman los traductores <strong>de</strong><br />

Musters); a la salida <strong>de</strong>l mismo se encendía el fogón, siempre en contra <strong>de</strong>l viento<br />

predominante en el lugar. Algunos pertrechos quedaban en los alre<strong>de</strong>dores para ser<br />

usados al regreso. Era tal la recurrencia en el uso <strong>de</strong> algunas matas que los dueños <strong>de</strong><br />

las estancias en las que alguna <strong>de</strong> éstas se encontraban, llegaron a talarlas para impedir<br />

la instalación <strong>de</strong> gente.<br />

Final<br />

El uso cultural <strong>de</strong> un elemento natural casi sin transformación nos lleva a la consi<strong>de</strong>ración<br />

<strong>de</strong> elementos culturales que se invisibilizan tanto en su uso en el pasado como en el hoy.<br />

El calafate no es usado como materia prima <strong>de</strong> nada, sino tal como la naturaleza lo hizo y<br />

sin embargo es parte <strong>de</strong> la cultura: marca hitos en el paisaje, lugares <strong>de</strong> refugio, se<br />

vincula con información relacionada con el combustible y la alimentación.<br />

Las relaciones entre cultura y territorio son múltiples y diversas. No son las mismas en<br />

culturas materiales complejas que han transformado el territorio en el que vivieron <strong>de</strong><br />

manera inconfundible y visible, que entre los grupos nóma<strong>de</strong>s con una <strong>de</strong>nsidad<br />

poblacional escasa y sobre un territorio inmenso como es la Patagonia. La cultura<br />

“objetivada” en enseres, caminos o edificios es, obviamente, más fácil <strong>de</strong> <strong>de</strong>tectar en las<br />

primeras que en las segundas.<br />

Aunque los tehuelches, por lo que explicamos más arriba (parágrafo1) podrían ser<br />

incluidos en lo que Harrison llama “culturas dadas a la adquisición” (op. cit.:13), o sea<br />

aquellas que incorporan sin problemas a su repertorio rasgos culturales siempre que sean<br />

útiles o consi<strong>de</strong>rados prestigiosos, como todo grupo nóma<strong>de</strong> tuvieron y pudieron trasladar<br />

pocos enseres, por lo cual su cultura material siguió siendo escueta.<br />

El territorio pue<strong>de</strong> ser valorizado culturalmente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> distintos puntos <strong>de</strong> vista, entre ellos<br />

como fuente <strong>de</strong> recursos económicos y como espacio don<strong>de</strong> han sucedido hechos<br />

históricos que involucran a sus antepasados. Hay otros aspectos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los cuales<br />

consi<strong>de</strong>rar el territorio propio, pero estos son los que en este caso importan (Ver G.<br />

Giménez, op.cit.).<br />

Cuando se vuelcan al territorio conocido los conocimientos que toda cultura incluye,<br />

encontramos a veces transformaciones <strong>de</strong> materias primas, elaboración <strong>de</strong> elementos<br />

para construir viviendas, transportes o vestimenta. En otros casos po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que la<br />

cultura y su vínculo con la naturaleza en la que se inscribe, se pue<strong>de</strong> manifestar en algo<br />

tan sutil como los gestos o la postura corporal (Durham 1984:73, citado por G. Giménez) .<br />

El territorio que tratamos, la vasta Patagonia es consi<strong>de</strong>rada por los actuales<br />

<strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> tehuelches como propio puesto que allí se <strong>de</strong>sarrolló la vida <strong>de</strong> sus<br />

ancestros cuando, como nóma<strong>de</strong>s, recorrían el espacio, vivían en toldos, comerciaban o<br />

luchaban y usaban <strong>de</strong>l entorno. También es el <strong>de</strong> ellos porque es el que conocen y su<br />

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