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circulación de la obra, siguiendo con Safo, sus poemas se hayan en pergaminos que envolvían jarrones en tumbas del desierto, y otros sólo en citas para iniciados. Detengámonos en un caso particular, asistimos en el año 2007 a la apertura de los archivos de Gabriela Mistral, a partir de su publicación se pueden leer sus cartas a Doris Dana. En el texto las formas de “legibilidad” pueden llegar a ser muy elaboradas, tanto que requieran peritajes, como el caligráfico que hace Zegers 1 sobre las cartas de Mistral a Dana para resolver respecto sus inflexiones que escribe con el género gramatical masculino y dice que a medida que Gabriela Mistral fue avanzando en el tiempo adquirió una función gramaticalmente masculina en las huellas de sus cartas y se acostumbró a firmar: Tuyo, Gabriela. La reterritorialización que hace Mistral es más que eso, muestra que, como en la vida, no hay una alineación entre sexo, género y sexualidad (para no hablar del amor que, como dice Kristeva 2 es el cenit de la subjetividad.). Gabriela Mistral es, desde el punto de vista de la antroponimia, su definición en el nombre propio, la iniciativa al atribuírselo, la muerte del individuo Godoy, es decir una identidad que se anula y da lugar a la realización del deseo en la constitución de la escritora (llega a esta formación en base a la suma de los nombres de dos escritores, Gabriele D´Anuncio y Frédéric Mistral) y esta es la segunda lección, deseo e identificación/identidad no tienen porqué ser mutuamente excluyentes. La identidad se 3 hace en la medida en que se es al escribirse. Para Anne-Marie Christin el estatuto paradójico que cobra el nombre propio en todas las culturas no debe infringir las leyes de la palabra común y debe mantener una fórmula por medio del cual un grupo se apropia de la identidad del individuo que lo encarna al mismo tiempo que le reconoce autonomía, es un yo objeto, una enunciación de indicios –tanto como una marca inscrita, el elemento eje de un proceso de comunicación que funciona manifestando la copresencia de sus miembros y el equilibrio institucional de sus intercambios, y señala que el peligro principal para este equilibrio, ya que, todo portador de nombre con una palabra imprevista, y que puede ser irremediable, es susceptible de transgredir las leyes no formuladas de su clan. La escritora chilena desarrolla sus capacidades en un marco de resistencia en consonancia a su situación de migrante, a diferencia de Peri Rossi quien a 50 años de distancia, en otras condiciones, se permite prácticas de los recursos identitarios, con 1 Mistral, Gabriela, La niña errante –Cartas a Doris Dana-, Ed. y prólogo Zegers Blachet, Pedro P., Barcelona, Lumen, 2010. 2 Kristeva, Julia, Historias de amor, México, siglo xxi, 1887. 3 Christin, Anne-Marie (comp.), El poder del nombre propio –Su escritura y significado a través de la historia en diferentes culturas-, Barcelona, Gedisa, 2001. 64
mayor libertad y sinceridad, y que a otras escritoras latinoamericanas, basta con mencionar el caso de Delmira Agustini y las cartas a su ex marido que pudieron costarle la vida. IV De un curioso fragmento de Lyotard 1 titulado “Diferendo” sobre las Confesiones de San Agustín cito: Sujeto de la obra confesiva, el autor en primera persona olvida que él es la obra de la escritura. Es obra del tiempo: se detiene, se cree actuar, recuperarse, se engaña con la decepción repetida que lo sexual trama en la misma escritura, restableciendo el instante de la presencia en todos los tiempos. Con estas palabras concluyo, el sujeto es la obra de arte y en la escritura confesional, en especial, allí donde lo sexual hace su trama, la afirmación aplicada a estas notas otorga nuevos sentidos al catálogo de inscripciones, de dispositivos y enunciaciones individuales que operan en el lenguaje, con la dinámica de la tecnología más compleja y rica que haya recorrido los siglos, la literatura. Su lectura pretende abrir posibilidades, abrir espacios culturales y políticos, también en tanto acceso a la materialidad del cuerpo –como superficie sobre la que se proyectan signos 2 y a su vez, acceso al imaginario social, a través de sus discursos, sus prácticas y sus normas. Por eso se impone el conocimiento y crítica de las escrituras de la identidad aun cuando no tengan garantías, como pretende Blanchot, no haya un/a autor/a en términos de identidad fija, de matriz, no hay un género; no hay, en la mayoría de los casos ni siquiera un lector modelizado y estas dificultades son una buena señal.- 1 Lyotard, Jean Francois, La confesión de San Agustín, Madrid, Losada, 2002. 2 V. Preciado, Beatriz, Género y performance. (www.arteleku.net/publicaciones) 65
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circulación <strong>de</strong> la obra, siguiendo con Safo, sus poemas se hayan en pergaminos que<br />
envolvían jarrones en tumbas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto, y otros sólo en citas para iniciados.<br />
Detengámonos en un caso particular, asistimos en el año 2007 a la apertura <strong>de</strong> los<br />
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Dana. En el texto las formas <strong>de</strong> “legibilidad” pue<strong>de</strong>n llegar a ser muy elaboradas, tanto<br />
que requieran peritajes, como el caligráfico que hace Zegers 1 sobre las cartas <strong>de</strong> Mistral<br />
a Dana para resolver respecto sus inflexiones que escribe con el género gramatical<br />
masculino y dice que a medida que Gabriela Mistral fue avanzando en el tiempo adquirió<br />
una función gramaticalmente masculina en las huellas <strong>de</strong> sus cartas y se acostumbró a<br />
firmar: Tuyo, Gabriela. La reterritorialización que hace Mistral es más que eso, muestra<br />
que, como en la vida, no hay una alineación entre sexo, género y sexualidad (para no<br />
hablar <strong>de</strong>l amor que, como dice Kristeva 2<br />
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Gabriela Mistral es, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la antroponimia, su <strong>de</strong>finición en el<br />
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Gabriele D´Anuncio y Frédéric Mistral) y esta es la segunda lección, <strong>de</strong>seo e<br />
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hace en la medida en que se es al escribirse. Para Anne-Marie Christin el estatuto<br />
paradójico que cobra el nombre propio en todas las culturas no <strong>de</strong>be infringir las leyes<br />
<strong>de</strong> la palabra común y <strong>de</strong>be mantener una fórmula por medio <strong>de</strong>l cual un grupo se<br />
apropia <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong>l individuo que lo encarna al mismo tiempo que le reconoce<br />
autonomía, es un yo objeto, una enunciación <strong>de</strong> indicios –tanto como una marca inscrita,<br />
el elemento eje <strong>de</strong> un proceso <strong>de</strong> comunicación que funciona manifestando la<br />
copresencia <strong>de</strong> sus miembros y el equilibrio institucional <strong>de</strong> sus intercambios, y señala<br />
que el peligro principal para este equilibrio, ya que, todo portador <strong>de</strong> nombre con una<br />
palabra imprevista, y que pue<strong>de</strong> ser irremediable, es susceptible <strong>de</strong> transgredir las leyes<br />
no formuladas <strong>de</strong> su clan.<br />
La escritora chilena <strong>de</strong>sarrolla sus capacida<strong>de</strong>s en un marco <strong>de</strong> resistencia en<br />
consonancia a su situación <strong>de</strong> migrante, a diferencia <strong>de</strong> Peri Rossi quien a 50 años <strong>de</strong><br />
distancia, en otras condiciones, se permite prácticas <strong>de</strong> los recursos i<strong>de</strong>ntitarios, con<br />
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Mistral, Gabriela, La niña errante –Cartas a Doris Dana-, Ed. y prólogo Zegers Blachet, Pedro P.,<br />
Barcelona, Lumen, 2010.<br />
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Kristeva, Julia, Historias <strong>de</strong> amor, México, siglo xxi, 1887.<br />
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Christin, Anne-Marie (comp.), El po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l nombre propio –Su escritura y significado a través <strong>de</strong><br />
la historia en diferentes culturas-, Barcelona, Gedisa, 2001.<br />
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