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PDF - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento ...

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Antígona: Como que no fue Zeus quien me las or<strong>de</strong>nó; ni Dike, la compañera <strong>de</strong><br />

los dioses subterráneos, instauró unas leyes tales entre los hombres; ni siquiera<br />

creía que tus edictos tuvieran tanta fuerza como para que un simple mortal pase<br />

por sobre las ágrafas pero inconmovibles leyes <strong>de</strong> los dioses […]. 1<br />

Antígona es plenamente consciente <strong>de</strong> la transgresión que cometió. En su “escala <strong>de</strong><br />

valores”, estaba por encima el respeto a las leyes ágrafas que provienen <strong>de</strong> los dioses, y<br />

por tanto, las leyes humanas quedaban en un segundo plano, puesto que eran<br />

disposiciones <strong>de</strong> un “simple mortal”. Hegel se atreve a ir un paso más allá: es “<strong>de</strong>ber” <strong>de</strong><br />

la mujer velar por el cumplimiento <strong>de</strong> las leyes divinas.<br />

Este conflicto implica a<strong>de</strong>más una tensión entre varón y mujer, como seres<br />

diferentemente dotados por naturaleza. Mientras la ley humana es ley manifiesta que<br />

atañe a la polis, al individuo libre como ciudadano y al gobierno, es diurna, pública y<br />

promulgada; la ley divina es oculta, interior, <strong>de</strong> las familias y <strong>de</strong> los penates (frente al<br />

espíritu universal). La primera compete al varón, y la segunda es tesoro <strong>de</strong> la mujer.<br />

La sustancia real efectiva es un pueblo, y conciencia real efectiva es cada ciudadano.<br />

Es por esto que Antígona, que era habitante <strong>de</strong> Tebas, sabía bien <strong>de</strong> los edictos <strong>de</strong> la<br />

polis, puesto que son <strong>de</strong> público conocimiento. Pero lo que le resulta inconcebible es que<br />

esta disposición <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar insepulto a Polinices <strong>de</strong>ba primar sobre su <strong>de</strong>ber familiar <strong>de</strong><br />

rendirle culto al muerto. Ella no pue<strong>de</strong> hacer diferencias entre Etéocles y Polinices,<br />

porque son hermanos suyos y la familia ha <strong>de</strong> ofrecerles los mismos rituales funerarios.<br />

A Creonte esto no le atañe, porque su ley es la <strong>de</strong> la ciudad, don<strong>de</strong> las personas son<br />

juzgadas como “amigos <strong>de</strong>” o “enemigos <strong>de</strong>”, sin hacer distinciones entre vivos y muertos.<br />

Haciendo un análisis <strong>de</strong> la familia ad intra, Hegel nos mencionaba tres tipos <strong>de</strong><br />

relaciones posibles: entre esposos (marido y mujer), entre padres e hijos (y viceversa) y<br />

entre hermano-hermana. También señala que la i<strong>de</strong>al entre ellas es la que se logra en<br />

tercer lugar, porque aquí es don<strong>de</strong> realmente se produce un reconocimiento mutuo entre<br />

seres que son semejantes, simétricos. Aquí la sangre ha obtenido quietud, no hay entre<br />

hermanos atracción sexual ni afecciones naturales. No obstante, la diferencia sexual<br />

natural entre ambos es inevitable: la mujer seguirá confinada a los asuntos domésticos<br />

una vez casada, y el varón maduro se volcará a los asuntos <strong>de</strong> la polis, abandonando el<br />

ámbito familiar. Esta es una especie <strong>de</strong> “pre<strong>de</strong>stinación” ineludible. El varón es<br />

consciente <strong>de</strong> la universalidad <strong>de</strong> las instituciones particulares <strong>de</strong> su pueblo, mientras que<br />

el espíritu inconsciente <strong>de</strong>l singular tiene su ser-ahí en la mujer.<br />

La oposición es la confirmación <strong>de</strong> una parte por la otra: la sustancia ética exige tanto a<br />

una como otra para po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sarrollarse, así como la naturaleza exige <strong>de</strong>l varón y la mujer<br />

para po<strong>de</strong>r procrear y autoconservar la especie.<br />

2. Varón y mujer en F. Nietzsche.<br />

En El nacimiento <strong>de</strong> la tragedia, Nietzsche <strong>de</strong>scribe los dos principios centrales que<br />

permiten una interpretación <strong>de</strong> la tradición griega y <strong>de</strong>l arte: lo apolíneo y lo dionisíaco.<br />

Señala al principio <strong>de</strong> la obra:<br />

[…] el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>l arte está ligado a la duplicidad <strong>de</strong> lo apolíneo y lo<br />

dionisíaco: <strong>de</strong> modo similar a como la generación <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la dualidad <strong>de</strong> los<br />

1 Sófocles, Antígona, vv. 445-455.<br />

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