PDF - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento ...

PDF - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento ... PDF - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento ...

12.05.2013 Views

1.1.2. Los deberes del Estado. Fundamentalmente, la tarea dentro de la polis es el mantenimiento de la unidad. A veces admite segmentaciones, pero no extremas, puesto que ello conllevaría a una disgregación. Por ello, dice Hegel que de vez en cuando el Estado les hace sentir la guerra a los individuos para que recuerden que su señor es la muerte. La familia es un elemento de de esta realidad que es el espíritu. La polis está constituida por los ciudadanos y el mutuo reflejarse de los ciudadanos entre sí. El ápice de esta polis es el gobierno. La verdadera comunidad es aquella que surge del obrar de todos y de cada uno. Este espíritu se diferencia en momentos singulares. Y es propiamente la vida ética de un pueblo. Es por eso que Hegel pone el acento en esta dimensión y lo trágico se patentiza en el conflicto que tiene lugar en la eticidad o mundo ético. Hemos hecho una descripción de los deberes que responden al ámbito de lo público (diurno) y de lo privado, por llamarle de alguna manera. Sin embargo, la colisión entre ambos principios es inminente en el hecho que hemos tomado como paradigma: la sepultura de Polinices. Aparecen así el deber de Estado y el deber de familia como contracaras de un mismo acontecimiento. Y esto no sólo depara un dilema para Antígona que vela por las obligaciones familiares, sino también para Creonte que ha de dar preeminencia a las leyes escritas por sobre las no escritas. 1.2. El conflicto. Detrás del relato de Antígona se encuentra un conflicto “legal” cuya resolución no tiene cabida en ningún tribunal. Cada individuo involucrado ha de decidir en soledad su modo de proceder, y por tanto sobre él recaerá la culpa (subjetiva) y el castigo (objetivo) como pesares del mismo pathos que les acaece. Este malestar es inevitable, sólo una piedra evitaría caer dentro de estos parámetros, porque todo obrar, incluso el de un niño implica este desdoblamiento. Hay un dinamismo de la eticidad que tiene que ver con la sustancia ética que se divide en ley humana y ley divina. El mundo inmaculado termina con la acción trágica, porque al adherirse a una de las leyes, toda acción infringe a la otra. En toda acción ético-trágica, hay siempre un cono de sombra que la acompaña. En la acción hay un paso de la posibilidad a la realidad efectiva (Wirklichkeit). Y cada persona asume en esta decisión un carácter y una ley. La individualidad se alcanza por medio de la acción ética, es con la acción real que reaparece el individuo singular. No hay ley que prevalezca por encima de la otra, y tanto Creonte como Antígona son culpables e inocentes. Al obrar obedeciendo a un destino, en la medida en que cada uno cumple con su ley, son inocentes. Pero al tener en cuenta una sola ley, y traicionar a la otra, también son culpables. Se trata pues de un “delito santo”. 1.3. La diferencia entre varón y mujer. Tomemos un pasaje de la tragedia: Creonte: […] y tú, sin explayarte, respóndeme concretamente: ¿sabías que estaba prohibido hacer lo que hiciste? Antígona: ¡Sí que lo sabía! ¿Cómo no iba a saberlo si era público? Creonte: ¿Y aun así te atreviste a transgredir estas disposiciones? 44

Antígona: Como que no fue Zeus quien me las ordenó; ni Dike, la compañera de los dioses subterráneos, instauró unas leyes tales entre los hombres; ni siquiera creía que tus edictos tuvieran tanta fuerza como para que un simple mortal pase por sobre las ágrafas pero inconmovibles leyes de los dioses […]. 1 Antígona es plenamente consciente de la transgresión que cometió. En su “escala de valores”, estaba por encima el respeto a las leyes ágrafas que provienen de los dioses, y por tanto, las leyes humanas quedaban en un segundo plano, puesto que eran disposiciones de un “simple mortal”. Hegel se atreve a ir un paso más allá: es “deber” de la mujer velar por el cumplimiento de las leyes divinas. Este conflicto implica además una tensión entre varón y mujer, como seres diferentemente dotados por naturaleza. Mientras la ley humana es ley manifiesta que atañe a la polis, al individuo libre como ciudadano y al gobierno, es diurna, pública y promulgada; la ley divina es oculta, interior, de las familias y de los penates (frente al espíritu universal). La primera compete al varón, y la segunda es tesoro de la mujer. La sustancia real efectiva es un pueblo, y conciencia real efectiva es cada ciudadano. Es por esto que Antígona, que era habitante de Tebas, sabía bien de los edictos de la polis, puesto que son de público conocimiento. Pero lo que le resulta inconcebible es que esta disposición de dejar insepulto a Polinices deba primar sobre su deber familiar de rendirle culto al muerto. Ella no puede hacer diferencias entre Etéocles y Polinices, porque son hermanos suyos y la familia ha de ofrecerles los mismos rituales funerarios. A Creonte esto no le atañe, porque su ley es la de la ciudad, donde las personas son juzgadas como “amigos de” o “enemigos de”, sin hacer distinciones entre vivos y muertos. Haciendo un análisis de la familia ad intra, Hegel nos mencionaba tres tipos de relaciones posibles: entre esposos (marido y mujer), entre padres e hijos (y viceversa) y entre hermano-hermana. También señala que la ideal entre ellas es la que se logra en tercer lugar, porque aquí es donde realmente se produce un reconocimiento mutuo entre seres que son semejantes, simétricos. Aquí la sangre ha obtenido quietud, no hay entre hermanos atracción sexual ni afecciones naturales. No obstante, la diferencia sexual natural entre ambos es inevitable: la mujer seguirá confinada a los asuntos domésticos una vez casada, y el varón maduro se volcará a los asuntos de la polis, abandonando el ámbito familiar. Esta es una especie de “predestinación” ineludible. El varón es consciente de la universalidad de las instituciones particulares de su pueblo, mientras que el espíritu inconsciente del singular tiene su ser-ahí en la mujer. La oposición es la confirmación de una parte por la otra: la sustancia ética exige tanto a una como otra para poder desarrollarse, así como la naturaleza exige del varón y la mujer para poder procrear y autoconservar la especie. 2. Varón y mujer en F. Nietzsche. En El nacimiento de la tragedia, Nietzsche describe los dos principios centrales que permiten una interpretación de la tradición griega y del arte: lo apolíneo y lo dionisíaco. Señala al principio de la obra: […] el desarrollo del arte está ligado a la duplicidad de lo apolíneo y lo dionisíaco: de modo similar a como la generación depende de la dualidad de los 1 Sófocles, Antígona, vv. 445-455. 45

1.1.2. Los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong>l Estado.<br />

Fundamentalmente, la tarea <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la polis es el mantenimiento <strong>de</strong> la unidad. A<br />

veces admite segmentaciones, pero no extremas, puesto que ello conllevaría a una<br />

disgregación. Por ello, dice Hegel que <strong>de</strong> vez en cuando el Estado les hace sentir la<br />

guerra a los individuos para que recuer<strong>de</strong>n que su señor es la muerte.<br />

La familia es un elemento <strong>de</strong> <strong>de</strong> esta realidad que es el espíritu. La polis está<br />

constituida por los ciudadanos y el mutuo reflejarse <strong>de</strong> los ciudadanos entre sí. El ápice<br />

<strong>de</strong> esta polis es el gobierno. La verda<strong>de</strong>ra comunidad es aquella que surge <strong>de</strong>l obrar <strong>de</strong><br />

todos y <strong>de</strong> cada uno.<br />

Este espíritu se diferencia en momentos singulares. Y es propiamente la vida ética <strong>de</strong><br />

un pueblo. Es por eso que Hegel pone el acento en esta dimensión y lo trágico se<br />

patentiza en el conflicto que tiene lugar en la eticidad o mundo ético.<br />

Hemos hecho una <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> los <strong>de</strong>beres que respon<strong>de</strong>n al ámbito <strong>de</strong> lo público<br />

(diurno) y <strong>de</strong> lo privado, por llamarle <strong>de</strong> alguna manera. Sin embargo, la colisión entre<br />

ambos principios es inminente en el hecho que hemos tomado como paradigma: la<br />

sepultura <strong>de</strong> Polinices. Aparecen así el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> Estado y el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> familia como<br />

contracaras <strong>de</strong> un mismo acontecimiento. Y esto no sólo <strong>de</strong>para un dilema para Antígona<br />

que vela por las obligaciones familiares, sino también para Creonte que ha <strong>de</strong> dar<br />

preeminencia a las leyes escritas por sobre las no escritas.<br />

1.2. El conflicto.<br />

Detrás <strong>de</strong>l relato <strong>de</strong> Antígona se encuentra un conflicto “legal” cuya resolución no tiene<br />

cabida en ningún tribunal. Cada individuo involucrado ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidir en soledad su modo<br />

<strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r, y por tanto sobre él recaerá la culpa (subjetiva) y el castigo (objetivo) como<br />

pesares <strong>de</strong>l mismo pathos que les acaece.<br />

Este malestar es inevitable, sólo una piedra evitaría caer <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> estos parámetros,<br />

porque todo obrar, incluso el <strong>de</strong> un niño implica este <strong>de</strong>sdoblamiento. Hay un dinamismo<br />

<strong>de</strong> la eticidad que tiene que ver con la sustancia ética que se divi<strong>de</strong> en ley humana y ley<br />

divina. El mundo inmaculado termina con la acción trágica, porque al adherirse a una <strong>de</strong><br />

las leyes, toda acción infringe a la otra. En toda acción ético-trágica, hay siempre un cono<br />

<strong>de</strong> sombra que la acompaña. En la acción hay un paso <strong>de</strong> la posibilidad a la realidad<br />

efectiva (Wirklichkeit). Y cada persona asume en esta <strong>de</strong>cisión un carácter y una ley. La<br />

individualidad se alcanza por medio <strong>de</strong> la acción ética, es con la acción real que<br />

reaparece el individuo singular.<br />

No hay ley que prevalezca por encima <strong>de</strong> la otra, y tanto Creonte como Antígona<br />

son culpables e inocentes. Al obrar obe<strong>de</strong>ciendo a un <strong>de</strong>stino, en la medida en que<br />

cada uno cumple con su ley, son inocentes. Pero al tener en cuenta una sola ley, y<br />

traicionar a la otra, también son culpables. Se trata pues <strong>de</strong> un “<strong>de</strong>lito santo”.<br />

1.3. La diferencia entre varón y mujer.<br />

Tomemos un pasaje <strong>de</strong> la tragedia:<br />

Creonte: […] y tú, sin explayarte, respón<strong>de</strong>me concretamente: ¿sabías que<br />

estaba prohibido hacer lo que hiciste?<br />

Antígona: ¡Sí que lo sabía! ¿Cómo no iba a saberlo si era público?<br />

Creonte: ¿Y aun así te atreviste a transgredir estas disposiciones?<br />

44

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!