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PDF - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento ...

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sólo si la exigencia <strong>de</strong> la ética teleológicamente suspendida conserva toda su fuerza<br />

coactiva. Quien se constituye como Singular es el mismo hombre que había estado<br />

subordinado a la legalidad <strong>de</strong> lo general. El peculiar posicionamiento <strong>de</strong>l hombre particular<br />

en relación a su grupo <strong>de</strong> pertenencia, <strong>de</strong>finido con el término Singular, es producto <strong>de</strong><br />

una trabajosa y constante lucha <strong>de</strong>l individuo contra aquellos requerimientos morales<br />

inscriptos en el corazón <strong>de</strong> toda vida comunitaria.<br />

La tesis <strong>de</strong> Kierkegaard es la siguiente: lo que posibilita la construcción <strong>de</strong> la propia<br />

subjetividad como singularidad existencial es un acto consciente, voluntario y fundamental<br />

que implica el alejamiento <strong>de</strong>l individuo <strong>de</strong> su comunidad <strong>de</strong> pertenencia. Nuestra<br />

hipótesis es que esta «teoría <strong>de</strong> la excepcionalidad religiosa» sólo es operativa bajo la<br />

teoría política iusnaturalista que entien<strong>de</strong> la sociedad como un conjunto artificial <strong>de</strong><br />

individualida<strong>de</strong>s. La <strong>de</strong>cisión a favor <strong>de</strong> una ruptura individual con lo social-general<br />

solamente es posible en la medida en que la pertenencia y el acatamiento <strong>de</strong>l individuo a<br />

lo social-general es, a su vez, producto <strong>de</strong> una <strong>de</strong>cisión.<br />

Temor y Temblor, en el análisis <strong>de</strong>l primero <strong>de</strong> los tres problemas éticos provocados por<br />

la «teoría <strong>de</strong> la singularidad», nos ofrece un breve resumen <strong>de</strong> la exigencia ética<br />

mo<strong>de</strong>rna:<br />

“El individuo que contemplamos en su inmediatez corpórea y psíquica encuentra su<br />

telos en lo general, y su tarea ética consiste precisamente en expresarse<br />

continuamente en ello, cancelando su individualidad para pasar a ser lo general” 1<br />

El pseudónimo kierkegaar<strong>de</strong>ano sin negar la vali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> este reclamo, lo relativiza. El<br />

requerimiento <strong>de</strong> la ética sería absoluto bajo el supuesto <strong>de</strong> una perfecta i<strong>de</strong>ntidad entre<br />

el plano <strong>de</strong> la conciencia subjetiva y el plano <strong>de</strong> las realizaciones histórico-objetivas. Por<br />

el contrario, Kierkegaard, sirviéndose <strong>de</strong> Abraham, <strong>de</strong>staca que la interioridad es<br />

inconmensurable con la exterioridad 2<br />

. Si el hombre fuese una realidad exclusivamente<br />

psicofísica, su individualidad podría manifestarse sin reservas y <strong>de</strong> modo inmediato <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> los límites <strong>de</strong> lo general. No obstante, el hombre, como enseña el cristianismo, a<strong>de</strong>más<br />

<strong>de</strong> un cuerpo y una mente, posee un espíritu y éste posee tal grado <strong>de</strong> especificidad que<br />

no pue<strong>de</strong> expresarse por completo en lo general sin omitir, falsear o negar algún aspecto<br />

<strong>de</strong> su singularidad.<br />

Este renovado dualismo antropológico trae importantes consecuencias en el plano<br />

político. Quien es propiamente ciudadano –o sea, miembro <strong>de</strong> una sociedad que organiza<br />

la coexistencia <strong>de</strong> los hombres estableciendo para cada uno <strong>de</strong> ellos <strong>de</strong>rechos y<br />

obligaciones– es el «hombre exterior». Si el ser humano fuese un espíritu puro bien<br />

podría prescindir a lo largo <strong>de</strong> su existencia <strong>de</strong> la interacción con otros individuos <strong>de</strong> su<br />

misma especie. La inevitable conclusión <strong>de</strong> este dualismo antropológico es que la vida en<br />

sociedad es una mera concesión a favor <strong>de</strong> la conservación <strong>de</strong>l substrato material <strong>de</strong>l<br />

espíritu. El pensamiento <strong>de</strong> Kierkegaard, por tanto, tiene como horizonte último una<br />

«reducción <strong>de</strong> la política a la economía». Humanamente hablando, toda asociación <strong>de</strong><br />

individuos <strong>de</strong>be ser concebida en los términos <strong>de</strong> una organización colectiva cuyo único<br />

fin es la satisfacción <strong>de</strong> las necesida<strong>de</strong>s e intereses materiales privados <strong>de</strong> sus<br />

integrantes.<br />

1 SKS 4, p.148: TT, p. 45.<br />

2 Cfr. SKS 4, p. 71: TT, pp. 58 -59.<br />

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