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PDF - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento ...

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Pero, lo conmovedor, es la renuncia y a la vez la conciencia <strong>de</strong> la imposibilidad <strong>de</strong> que la<br />

ayuda venga <strong>de</strong> otros <strong>de</strong> manera directa.<br />

De manera indirecta, el “otro” pue<strong>de</strong> recordarme que <strong>de</strong>bo “rescatarme”, pero es un<br />

imperativo, un consejo, un reclamo, no acompaña el cuerpo, la intervención concreta, el<br />

compromiso.<br />

Esta <strong>de</strong>sestimación <strong>de</strong>l rol <strong>de</strong> los otros para la construcción <strong>de</strong> la propia i<strong>de</strong>ntidad que<br />

sufren los jóvenes en situación <strong>de</strong> marginalidad,, habla, por un lado, <strong>de</strong> la impotencia y<br />

vulnerabilidad grupal y por el otro <strong>de</strong> la profunda herida en las re<strong>de</strong>s <strong>de</strong> apoyo y<br />

contención social que <strong>de</strong>jó la cultura <strong>de</strong>l individualismo <strong>de</strong> los 90.<br />

Se transgre<strong>de</strong>, profundizando el daño, minimizando el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l enemigo ( la droga, los<br />

grupos <strong>de</strong> mafias organizadas, los transas…) al punto <strong>de</strong> gritar que uno pue<strong>de</strong> rescatarse,<br />

si quiere, aunque mayormente, no pueda…<br />

Carne <strong>de</strong> “estigmatización” funcional, huelga preguntarse quiénes son sus interlocutores<br />

imaginarios, mas allá <strong>de</strong> sus pares, contra quienes construyen los bor<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su i<strong>de</strong>ntidad<br />

los jóvenes en situación <strong>de</strong> exclusión.<br />

En el otro extremo <strong>de</strong>l hilo vincular, no está la Elite, o los “hacendados”, dueños <strong>de</strong><br />

capitales nacionales, internacionales o los “oligarcas”. Tal es la distancia <strong>de</strong><br />

regionalización entre este grupo vulnerable y los sectores altamente favorecidos que no<br />

existe posibilidad alguna <strong>de</strong> que se visualicen o encuentren en algún punto <strong>de</strong> la<br />

estructura.<br />

Los “ caretas” o los “chetos”, términos con los que estos grupos <strong>de</strong> jóvenes hacen<br />

referencia a los personajes hipócritas, falsos o indiferentes, no refieren tanto a los<br />

operadores reales <strong>de</strong>l hegemón como a aquellos que aspiran a sostenerse en la lógica <strong>de</strong>l<br />

mercado, sin ser ellos mismos los po<strong>de</strong>rosos.<br />

En este caso, parece más grave e imperdonable, querer pertenecer al po<strong>de</strong>r indiferente y<br />

segregador, que “ser” el mismo po<strong>de</strong>r indiferente y segregador.<br />

El blanco <strong>de</strong> los reclamos y las críticas, en las letras <strong>de</strong> las cumbias villeras, la verda<strong>de</strong>ra<br />

“clase complementaria” la ocupan las clases medias-baja y media- media, masa crítica<br />

heterogénea, sin i<strong>de</strong>ntidad auto<strong>de</strong>finida y conceptualmente <strong>de</strong>valuada, clase que<br />

finalmente constituye el único interlocutor visible y a la mano <strong>de</strong> la juventud marginalizada,<br />

para actuar como frente <strong>de</strong> acción y réplica.<br />

La realidad es que uno le grita al único que lo escucha.<br />

Un hecho sintomático <strong>de</strong> este último año es que la cumbia villera comenzó a sonar<br />

públicamente en los trenes y colectivos, <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> jóvenes que encien<strong>de</strong>n el<br />

volumen <strong>de</strong> sus celulares y exponen a todo los pasajeros a escucharlos.<br />

Vale cuestionarse: ¿Quiénes viajan en esos trenes, aparte <strong>de</strong> ellos?<br />

En un 99% gente que trabaja y también vive en la periferia <strong>de</strong> la ciudad. Pero, tienen<br />

trabajo, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> afuera parecen tener una vida organizada…<br />

Entre ambas i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>splegarán un juego que no encuentra hasta el momento un<br />

punto <strong>de</strong> reconocimiento mutuo, <strong>de</strong> legitimidad y <strong>de</strong> explicitación y que cumple con todos<br />

los requisitos anteriormente <strong>de</strong>scritos <strong>de</strong> la estigmatización <strong>de</strong>scontextualizada.<br />

Esta "polarización funcional" se consolida finalmente con la estereotipia <strong>de</strong> los grupos<br />

emergentes mas vulnerables, quienes a su vez se asumen <strong>de</strong> manera reactiva como<br />

encarnando aquellos disvalores que el mismo mo<strong>de</strong>lo moral imperante <strong>de</strong>sprecia y<br />

cuyas " transgresiones" reserva sólo como privilegio para los grupos <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r.<br />

Sí pue<strong>de</strong> arriesgarse como hipótesis que la brecha social se profundiza a través <strong>de</strong> este<br />

particular diálogo <strong>de</strong> sordos <strong>de</strong>stinado a lograr “menos <strong>de</strong> lo mismo”, recargado por los<br />

medios <strong>de</strong> comunicación con un lenguaje moralizante, judicializador y pacato, que apunta<br />

a generar una repulsión casi “ontológica” contra esos” monstruos <strong>de</strong>scarados”, ese<br />

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