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puede llegar a ser realmente opresivo; por otro lado, la revolución comunista se ha inmovilizado y aumenta el aparato dictatorial ahogando la libertad. Unos y otros han perdido los valores del humanismo y defienden la idea de libertad más que la libertad de los hombres (M. Merleu Ponty) - El humanismo del siglo XX enfrenta, en plena Guerra Fría, el peligro de que los hombres queden atrapados por las circunstancias resultantes de sus propias creaciones científicas y tecnológicas. El objetivo inexcusable del humanismo es, entonces, asegurar la paz (E. Fromm). Podríamos agregar al diagnóstico de Fromm el problema de los límites medioambientales del desarrollo tecnocientífico. - Tanto el imperialismo monopolista como las intervenciones masivas del Estado cancelan la libertad y la responsabilidad del individuo en la reproducción de la vida. Ello implica pérdida de autonomía y pasividad, desinterés por todo aquello que esté más allá de la satisfacción inmediata de las necesidades, esto es desinterés por la cultura y por la vida del espíritu. (L. Goldman) - El progreso técnico del siglo XX ha proporcionado suficientes elementos para organizar racionalmente el reino de la necesidad; sin embargo no ha pacificado la existencia. Al contrario ha intensificado la dominación y la explotación, pues apela exclusivamente a una racionalidad estratégica (H. Marcuse) - La exigencia de un pensar más originario, capaz de consumar la referencia del ser a la esencia del hombre (M. Heidegger), por una parte, y la persistencia en pensar la condición humana universal como proyecto existencial (J-P. Sartre), constituyen diferentes caminos en la búsqueda del sentido del humanismo en un mundo desesperanzado, para el que resultan insuficientes las respuestas de la tradición. - La crítica al humanismo llevada adelante desde una perspectiva estructuralista, implica poner en entredicho no sólo una clase o un sistema, sino el conjunto de la cultura occidental ilustrada. De ahí la necesidad de proponer criterios epistémicos diferentes a los de la racionalidad instrumental para intentar un análisis de las condiciones en que emerge el discurso acerca del hombre (M. Foucault, E. Trías) Frente al diagnóstico expresado por los filósofos de la posguerra, las alternativas que se buscaron al autoritarismo del Estado, del mercado, de la racionalidad estratégica, de la ciencia como paradigma legitimador, apelaron en algunos casos a la disolución del sujeto y/o al debilitamiento de la razón. Desde nuestra América, hubo reflexiones que se orientaron en sentido diferente. Tal es el caso de Augusto Salazar Bondy. Su obra alcanzó difusión a partir de la publicación de su libro ¿Existe una filosofía de nuestra América? (1968), en la que sostiene la polémica tesis de la inexistencia de que la filosofía que se practica en Latinoamérica, si bien presenta rasgos peculiares, no es auténtica ni original. Esta condición es consecuencia de una imagen mixtificada e ilusoria del hombre 276

y del mundo, que responde a una situación estructural de subdesarrollo, dependencia y dominación. Por el contrario, para el autor, una praxis filosófica auténtica encuentra sustento teórico a partir de una revisión crítica de los supuestos antropológicos y axiológicos, en los que estriba, también, sus consideraciones en torno a la educación y la puesta en práctica de la reforma educativa peruana en la que participó activamente a partir de 1969. En efecto, podemos reconstruir su concepción antropológica, los modos de reconocimiento de la diversidad (sexual, étnica, cultural) a través de textos dedicados a cuestiones prácticas tales como la educación, la fundamentación de la praxis política y de escritos destinados de favorecer la reflexión crítica acerca de los diversos modos de dominación padecidos por el pueblo peruano –y en general por los pueblos de América Latina–. A través de su producción comprobamos cómo Salazar Bondy atraviesa y asume las contradicciones del humanismo del siglo XX, y fija su postura definitiva al introducir la consideración de la cultura de la dominación. Sus últimos escritos nos proporcionan la oportunidad de comprender el sentido de la diversidad en el entramado conflictivo de la lucha por el reconocimiento en una situación de dominación, cuya superación auténtica permite un modo de integración social que no implica asimilación. Para Salazar, el “nuevo humanismo” no puede suscribir los errores de algunas tesis humanistas del pasado. No puede negar el mundo, ni aceptar diferencias de naturaleza entre los hombres, pero tampoco puede concebir la historia como proceso cerrado ni, menos aún, negar el carácter dinámico de la naturaleza humana a favor de un ec-stático permanecer en la manifestación del ser. A partir del análisis de la realidad económica, social y política del Perú en la década de los 60, en el contexto del subdesarrollo, la dependencia y la dominación, que afectaba en general a los países del Tercer Mundo, y con el propósito de esbozar un programa de acción política, Salazar redacta las “Bases del Socialismo Humanista Peruano”. En dicho documento se recupera la idea medular del valor de la vida humana –del hombre como persona y como miembro de una comunidad– y se orienta la acción en el sentido de una toma de conciencia de las condiciones históricas que favorecen la situación de minusvaloración de la propia capacidad de acción. Condiciones que, por ser contingentes, pueden ser modificadas conforme al principio de humanidad realizada, el cual funciona en este caso como categoría reguladora del obrar. Será imposible lograr la superación de la crisis de la llamada civilización industrial y asegurar la personalización de la vida planetaria, sin un cambio radical en las reglas de juego que permitan una participación de todos los pueblos en la decisiones que afectan al destino del hombre y sin una nueva distribución de todos los poderes y todos los bienes de la tierra (Salazar Bondy, A., 1971: 228) Queda esbozado así el sentido emergente del humanismo salazariano, que alcanzará mayor desarrollo en los últimos escritos del peruano. Bartolomé o de la Dominación –texto publicado por primera vez en la Argentina, en 1974, pocos meses después de la muerte del autor acaecida el 6 de febrero de 1974– constituye un ejercicio ideológico, en forma de diálogo indiano, precedido por la siguiente 277

pue<strong>de</strong> llegar a ser realmente opresivo; por otro lado, la revolución comunista se ha<br />

inmovilizado y aumenta el aparato dictatorial ahogando la libertad. Unos y otros han<br />

perdido los valores <strong>de</strong>l humanismo y <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> libertad más que la libertad <strong>de</strong><br />

los hombres (M. Merleu Ponty)<br />

- El humanismo <strong>de</strong>l siglo XX enfrenta, en plena Guerra Fría, el peligro <strong>de</strong> que los hombres<br />

que<strong>de</strong>n atrapados por las circunstancias resultantes <strong>de</strong> sus propias creaciones científicas<br />

y tecnológicas. El objetivo inexcusable <strong>de</strong>l humanismo es, entonces, asegurar la paz (E.<br />

Fromm). Podríamos agregar al diagnóstico <strong>de</strong> Fromm el problema <strong>de</strong> los límites<br />

medioambientales <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo tecnocientífico.<br />

- Tanto el imperialismo monopolista como las intervenciones masivas <strong>de</strong>l Estado cancelan<br />

la libertad y la responsabilidad <strong>de</strong>l individuo en la reproducción <strong>de</strong> la vida. Ello implica<br />

pérdida <strong>de</strong> autonomía y pasividad, <strong>de</strong>sinterés por todo aquello que esté más allá <strong>de</strong> la<br />

satisfacción inmediata <strong>de</strong> las necesida<strong>de</strong>s, esto es <strong>de</strong>sinterés por la cultura y por la vida<br />

<strong>de</strong>l espíritu. (L. Goldman)<br />

- El progreso técnico <strong>de</strong>l siglo XX ha proporcionado suficientes elementos para organizar<br />

racionalmente el reino <strong>de</strong> la necesidad; sin embargo no ha pacificado la existencia. Al<br />

contrario ha intensificado la dominación y la explotación, pues apela exclusivamente a una<br />

racionalidad estratégica (H. Marcuse)<br />

- La exigencia <strong>de</strong> un pensar más originario, capaz <strong>de</strong> consumar la referencia <strong>de</strong>l ser a la<br />

esencia <strong>de</strong>l hombre (M. Hei<strong>de</strong>gger), por una parte, y la persistencia en pensar la<br />

condición humana universal como proyecto existencial (J-P. Sartre), constituyen<br />

diferentes caminos en la búsqueda <strong>de</strong>l sentido <strong>de</strong>l humanismo en un mundo<br />

<strong>de</strong>sesperanzado, para el que resultan insuficientes las respuestas <strong>de</strong> la tradición.<br />

- La crítica al humanismo llevada a<strong>de</strong>lante <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una perspectiva estructuralista, implica<br />

poner en entredicho no sólo una clase o un sistema, sino el conjunto <strong>de</strong> la cultura<br />

occi<strong>de</strong>ntal ilustrada. De ahí la necesidad <strong>de</strong> proponer criterios epistémicos diferentes a los<br />

<strong>de</strong> la racionalidad instrumental para intentar un análisis <strong>de</strong> las condiciones en que emerge<br />

el discurso acerca <strong>de</strong>l hombre (M. Foucault, E. Trías)<br />

Frente al diagnóstico expresado por los filósofos <strong>de</strong> la posguerra, las alternativas<br />

que se buscaron al autoritarismo <strong>de</strong>l Estado, <strong>de</strong>l mercado, <strong>de</strong> la racionalidad estratégica,<br />

<strong>de</strong> la ciencia como paradigma legitimador, apelaron en algunos casos a la disolución <strong>de</strong>l<br />

sujeto y/o al <strong>de</strong>bilitamiento <strong>de</strong> la razón. Des<strong>de</strong> nuestra América, hubo reflexiones que se<br />

orientaron en sentido diferente. Tal es el caso <strong>de</strong> Augusto Salazar Bondy. Su obra<br />

alcanzó difusión a partir <strong>de</strong> la publicación <strong>de</strong> su libro ¿Existe una filosofía <strong>de</strong> nuestra<br />

América? (1968), en la que sostiene la polémica tesis <strong>de</strong> la inexistencia <strong>de</strong> que la filosofía<br />

que se practica en Latinoamérica, si bien presenta rasgos peculiares, no es auténtica ni<br />

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